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Chapter 21 - Capítulo 4: Samsara (Parte2): Retorno del destino

Un mes después, el niño nació. Sus pensamientos seguían atrapados en un oscuro abismo de pesimismo, sin la más mínima pizca de esperanza.

«Nada cambiará» pensó, con una miseria que se había impregnado en lo más profundo de su alma, mientras se negaba a abrir los ojos, el ya no quería vivir en absoluto, solo quería dejar de sentir y desaparecer, pero el destino nunca lo dejaría en paz.

De pronto sintió un toque suave que lo levantaba con mucha delicadeza, la calidez de esas manos le transmitieron un sentimiento extraño que encendió una chispa de curiosidad en el, causando que separara lentamente los parpados.

Sin embargo, lo primero que vio al abrir los ojos fue algo que lo sacudió de maneras que jamás había imaginado.

Una mujer de rostro sereno y hermoso lo miraba con una expresión que le era completamente desconocida. Sus ojos reflejaban un sentimiento cálido, puro, que en todas sus vidas anteriores nunca había conocido. 

Ella sostenía su cuerpo con gran delicadeza, como si de un tesoro se tratara. En su mirada no había ningún rastro del odio y el desprecio al que estaba tan acostumbrado.

Algo profundo dentro de él, en el corazón cansado que había soportado un ciclo interminable de dolor, se agitó. Las emociones, desbordadas por esta extraña experiencia, se descontrolaron, y no pudo contener las lágrimas.

Él lloro, su llanto no era nada parecido al ruidoso lloriqueo de un bebe normal. Era un llanto silencioso, cargado de décadas, tal vez siglos, de sufrimiento acumulado. Sus ojos, fijos en la mujer que lo sostenía, se llenaron de una mezcla de confusión y asombro.

La mujer al ver esto se preocupó, inmediatamente dijo con una voz dulce teñida con algo de preocupación — ¿Qué pasa mi bebé? ¿Por qué lloras así?, ¿te duele algo?, ¿tienes hambre?

La mujer lo levantó y lo examinó por todos lados luego suspiro aliviada al ver que no había ningún problema aparente con su cuerpo.

—Mamá ya puedo ver a mi hermanito —dijo la dulce voz de una niña que acababa de entrar, su pequeño cuerpo evidenciaba su corta edad que no parecía alcanzar ni siquiera los 5 años.

—Claro que sí —dijo la mujer mientras apoyaba al bebé en su regazo para que la niña pudiera verlo.

El bebé observaba a la niña con ojos incrédulos. Ella se acercaba, con una sonrisa resplandeciente y una curiosidad inocente que le resultaban igualmente desconocidas. Esa expresión de ternura, de felicidad genuina.

Hola, hermanito. ¡Eres tan pequeño! —dijo mientras tomaba la pequeña mano del bebé y la comparaba con la suya mientras reía tiernamente. Su risa ligera y sincera, sonaba como si acabara de descubrir algo maravilloso.

«¿Qué era esto» pensó el bebe. Para él, todo esto era completamente extraño, casi irreal. La calidez que emanaba de estas personas lo envolvía de una manera en la que jamás había sentido calor en ninguna de sus existencias anteriores.

Estás personas le hacían sentir una calidez que nunca había sentido.

Esa noche él permaneció despierto durante un largo tiempo, mientras veía con curiosidad a estas personas, incluso cuando su madre se durmió el continúo mirándola sin perderla de vista ni un segundo.

El cansancio empezó a ganarle la batalla, pero el no quería dormir. Estaba asustado, tenía tanto miedo de que todo fuera un sueño y que al cerrar los ojos todo volvería a ser como antes y él regresaría a su realidad de sufrimiento.

Es por eso que luchaba con todas sus fuerzas para evitar caer dormido.

Entonces notó que la mujer había abierto sus ojos, ella lo miraba con ese cariño tan abrumador mientras acariciaba suavemente su rostro y le dijo —No te preocupes, cuando despiertes estaré aquí, así que solo cierra tus ojos —luego de decir esto ella tocó suavemente sus párpados entrecerrados y los cerró con suavidad.

Rodeado por la calidez y el consuelo del contacto de su madre, el bebé finalmente se dejó llevar por el sueño, cayendo en un descanso que nunca había conocido.

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Los años pasaron rápidamente y el pequeño niño creció, al principio no podía entender la actitud amable con la que lo trataban, pero conforme pasaban los años se acostumbró.

—Asher, ¿Estás ahí? —la voz de una hermosa joven resonó en un campo enorme, donde el viento mecía suavemente las espigas doradas de trigo, formando olas doradas bajo el sol.

El campo se extendía hasta donde alcanzaba la vista, con montañas majestuosas en el horizonte y un cielo claro y despejado. El aroma a tierra húmeda y hierbas silvestres impregnaba el aire.

Miri, con su pelo oscuro danzando con el viento, escudriñaba el campo con una sonrisa juguetona, sus ojos brillaban con el resplandor del atardecer.

—Miri, aquí estoy —respondió con entusiasmo un chico que estaba en un punto entre la adolescencia y la infancia acostado en el suelo del campo.

—La comida estará lista pronto, ven rápidamente.

Él joven se levantó y corrió en la dirección de su hermana. Un momento después tropezó y se estrelló contra el suelo.

—Asher, ¿Por qué no hay ningún día en el que no te vea tropezarte? —preguntó Miri frotándose la cabeza.

Ella estaba tan acostumbrada a verlo tropezar que ya no se preocupaba especialmente.

—Ya te dije que no lo sé, solamente pasa —respondió.

Su cuerpo era delgado y un poco enfermizo y a pesar de ser un hombre su fuerza era incluso menor que la de Miri. Aun así, él sentía que esté cuerpo era mucho mejor que ningún otro que haya tenido, de hecho, para Asher que estaba habituado a sufrir enfermedades crónicas o vivir como un lisiado, tener un cuerpo relativamente sano, era una bendición increíble.

Él apenas iba a cumplir 16 años y aunque no era muy alto, aún superaba ligeramente los 1.65 metros de Miri por unos pocos centímetros. Tenía un rostro normal que no era especialmente atractivo, pero eso no lo desanimaba ni un poco, debido a que en vidas pasadas, había soportado deformidades, cicatrices y cuerpos que inspiraban rechazo en quienes lo rodeaban.

Los dos jóvenes caminaron conversando alegremente por un sendero, hasta llegar a su casa junto al río.

—Madre, ya volvimos— dijo Asher anunciando su entrada mientras sonreía.

Una mujer hermosa de cabello castaño se giró para mirarlo con la sonrisa cariñosa que tanto amaba. Para alguien que había sufrido tanto como Asher, los sentimientos que veía en la sonrisa eran más valiosos que la gema más preciosa.

La familia se sentó en una mesa y disfrutaron de su almuerzo mientras charlaban alegremente.

Asher sentía que la vida que tenía en este momento era perfecta. Su corazón que antes había estado lleno de malos sentimientos, hace mucho que se había llenado de tranquilidad y amabilidad.

La única cosa que lo molestaba era el aire de melancolía que su madre llevaba.

A menudo, él podía verla mirando por la ventana durante horas, su mirada distante parecía estar siempre buscando algo en el horizonte, llegando en algunas ocasiones incluso a derramar una lágrima. Él y Miri a menudo tratarían de consolarla, pero ella siempre se escapaba o cambiaba de tema rápidamente. Ellos sabían que era por culpa de su padre que los había abandonado a corta edad, pero no sabían que hacer.

Hoy Miri se armó de valor y le dijo —Madre, ¿Por qué sigues esperándolo?, padre ya no volverá, lo mejor es que lo olvides y encuentres otra pareja.

Ters se volteó y le dijo con voz calmada —No, para mi no hay otro hombre más que tú padre.

—¿Por qué, por qué te niegas a olvidarlo? escuché a unos tipos en el pueblo decir que es un hereje que practicaba artes malignas, además ni siquiera a vuelto una sola vez a vernos, ¿Por qué esperas a un tipo que nos abando...? 

—¡Paf! —El sonido de una bofetada resonó en la habitación.

Miri quedó inmóvil, sorprendida y con la mano sobre su mejilla. El rostro de Ters estaba torcido por la ira, algo que Asher nunca había visto antes.

—!No hables así de tu padre! —gritó Ters enojada.

Pero casi de inmediato, su expresión cambió. El arrepentimiento reemplazó la ira, y sus ojos se llenaron de preocupación al mirar a su hija. Se acercó a Miri, su mano temblando ligeramente.

—Lo siento Miri, fui un poco... —Empezó a decir Ters, pero Miri ya había corrido hacia su habitación, cerrando la puerta con fuerza.

Ters se quedó pasmada mirando en la dirección a la que había ido Miri.

Asher que había estado viendo todo se acercó a Ters y dijo unas palabras de consuelo —Madre, no te preocupes, dale un poco de tiempo, estoy seguro que en cuanto se calme todo estará bien.

Pero Ters, con la mirada aún perdida, murmuró con un tono lleno de tristeza —¿Cómo pudo decir una cosa así de su padre?

Con ese susurro, Ters se dirigió lentamente hacia su habitación, sus pasos pesados con el peso de su dolor.

Asher quería detenerla para decirle algunas palabras de aliento, pero se detuvo a medio camino por que interiormente él pensaba igual que Miri.

Era un hecho conocido que poco antes que naciera, su padre los había abandonado. Según había investigado ese día una secta muy poderosa del país había declarado que las artes de adivinación eran concedidas por el Demonio, por lo que todos los que la practicaban era seres profanos y debían de ser cazados.

Al día siguiente la gente de la ciudad había ido a su casa a buscarlo, pero el huyó como un cobarde dejando todos los problemas a su esposa embarazada. Por suerte, los múltiples amigos que tenía en la ciudad la ayudaron a escapar junto con Miri. Ellas pasaron unos días difíciles, pero después de varios días de caminata, logro llegar a una casa que tenían en las afueras de un pequeño pueblo.

Gracias a el cielo, Ters había llevado una pequeña fortuna con ella, por lo que no les había sido muy difícil cubrir sus necesidades básicas. Luego de que Asher nació, se dedicó a cultivar el campo y la cacería para mantener a su familia. Por suerte las tierras eran muy fértiles y el bosque aledaño tenía muchos animales, por lo que nunca sufrieron hambre.

Cuando Miri y Asher crecieron un poco, ellos la ayudarían en sus tareas, permitiendo que los tres vivieran una vida tranquila y pacífica.

La única mancha de infelicidad que tenían, era la que su padre había dejado, por lo cual Asher no tenía ningún buen sentimiento hacia él. Mientras reflexionaba sobre estos eventos un sentimiento extraño lo golpeó de imprevisto.

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Muy lejos en una especie de cámara subterránea de una especie de templo religioso, un hombre se encontraba amarrado de las cuatro extremidades, su cuerpo tenía heridas horribles y múltiples cicatrices por todos los lados. Su rostro que una vez había sido atractivo y refinado, ahora lucía horrible y aterrador. Sus dos orejas ya habían sido cortadas, sus dientes arrancados y gran parte de su piel había sido desollada. Era obvio que había sufrido una tortura brutal.

«Aún no puedo morir, tengo que vivir un poco más, si muero ellos sufrirán las consecuencias» Arslan estaba destruido más allá de lo imaginable, pero aun así este pensamiento de determinación rondaba su mente.

Él sabía que esta vez sus heridas eran muy severas, pero él no podía permitirse morir. Si muriera ahora, el encantamiento con el que había intercambiado de suertes con su hijo, perdería su efecto y la desgracia asolaría a su familia.

Era por esto que había soportado toda clase de torturas inimaginables, pero ya no podía aguantar solo con fuerza de voluntad. A menudo alguien lo curaría cuando estuviera a punto de morir para prolongar más su sufrimiento, pero hasta ahora nadie había venido. Mientras la vida se escapaba poco a poco de su cuerpo un último pensamiento llegó a su cabeza.

«Lo siento, ya no puedo aguantar más, por favor cuídense» Después de esto su cuerpo dejo de moverse, ya no había ningún rastro de vida en él.

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Desde hace un momento Asher se sentía extraño, una especie de sensación conocida arrasó su cuerpo. Él mal presentimiento hizo que su piel se erizara y mientras sus manos sudaban intensamente.

«Asher, soy Arslan, tu padre» escuchó de repente en su cabeza.

—¿Qué? —Asher no pudo evitar proferir sorprendido.

«Antes de partir deje un fragmento de mi alma contigo y ahora que mi muerte a llegado lo estoy usando para darte mis ultimas palabra» dijo la voz con tono solemne.

«Espero que hayas podido vivir una vida tranquila durante este tiempo, pero lamentablemente eso se acabó» continuo diciendo la voz mientras se volvía cada vez más seria.

Asher estaba cada vez más intrigado, pero continúo escuchando sin hacer ningún ruido.

«Se que lo que te voy a pedir será doloroso, pero debes separarte inmediatamente de Miri y Ters, de lo contrario la desgracia también les afectará a ellas»

Un sentimiento ominoso empezó a envolver a Asher mientras el mal presentimiento se hacía cada vez peor. El no entendía de qué desgracia hablaba ese hombre, pero definitivamente no quería separarse de su familia, para él esa era una sentencia peor que la muerte.

«Por favor debes hacerlo rápido, ahora que he muerto el encantamiento que realizado antes de irme debe haberse roto y tu mala suerte debe haber vuelto»

«¿Suerte? Pero de qué diablos hablaba este hombre» pensó Asher sin lograr entender.

«Supongo que es difícil de entender para ti, pero el hecho es que antes de que nacieras, pude usar mis habilidades como oráculo para ver tu alma y mirar tu suerte y recuerdos, por lo que sé qué tipo de sufrimiento has pasado en tus anteriores vidas»

«¿Qué, no me digas que...?» pensó Asher asombrado.

Asher nunca le había contado a nadie sobre las casi 100 vidas de sufrimiento que pasó anteriormente por lo que estaba asombrado que ese hombre lo supiera. Mientras una mala sensación lo embargaba, él empezó a sentir que era muy probable que lo que decía este hombre sea la verdad.

«ahora, la razón por la que debes partir inmediatamente, es debido a que antes de irme realice un intercambio entre nuestras suertes, por lo que deberías haber podido vivir tranquilamente durante todo este tiempo, pero ahora mismo tu mala suerte ha vuelto, así que si no quieres que la desgracia afecte a Miri y Ters debes partir inmediatamente»

Esas palabras golpearon como un trueno a Asher.

—No me digas que ... — dijo Asher en voz alta

«Se que tú mejor que nadie conoce el tipo de mala suerte que tenías antes de esta vida, así que no tienes otra elección»

Asher cayó de rodillas, su mente ahora mismo estaba en un caos. Él no quería creer esas palabras, pero aun así algo en su interior le decía que era la verdad.

«Pero en sus vidas pasadas, todas las personas que había conocido nunca habían sido afectadas por su suerte, entonces ¿Por qué, ahora es diferente? Talvez todo lo que dijo este hombre sea mentira» pensó Asher, tratando de negar con toda su alma, lo que el destino le deparaba, pero las siguientes palabras borraron toda la esperanza que le quedaba.

«Se que te estarás preguntando, por qué tu suerte las afectaría, si nunca antes había pasado, pero eso se debía a que todas las personas que conociste anteriormente formaban parte de tu desgracia, tratándote peor que basura, pero en el caso de Ters y Miri, ellas seguramente son muy buenas contigo y son elementos que tu mala suerte rechazará con toda su fuerza. Es por esto que no debes dudar en marcharte» sentenció la voz del hombre.

Asher se quedo pasmado durante unos segundos, tratando de asimilar lo que decía este hombre que afirmaba ser su padre.

«Por favor hijo créeme, por favor» dijo la voz en tono suplicante.

Los sentimientos que impregnaban estas palabras tocaron una fibra sensible en Asher. Haciendo que algo en se sintiera conmovido, haciendo que gran partes de sus dudas se disiparan.

Él ya no dudo más de la veracidad de lo que decía el hombre.

—Tengo que irme— el solo expresar este pensamiento, le causaba más dolor que cualquier tortura que había sufrido.

Para él, que había sufrido tantas cosas de mala suerte, está vida era una bendición sin precedentes, pero incluso esto se había terminado. Él comprendió que todo lo que había vivido era una bendición otorgada por su padre.

Nadie conocía mejor que Asher todo el sufrimiento que acarreaba su desgracia. Él podía entender todo el sufrimiento que había tenido que soportar durante todos estos años para que él pudiera vivir tranquilamente.

Asher se dirigió a la salida de su casa, pero la duda lo invadió en cuanto trataba de cruzar la puerta. Él entendió que en cuanto cruzara esa puerta, nunca más podría volver a ver a su madre y su hermana.

Nunca más viviría una vida tranquila, nunca más nadie le dirigiría una sonrisa llena de cariño, nunca más tendría una familia. Las lágrimas caían por su rostro como una cascada, mientras entendía lo que tenía que abandonar. Los recuerdos de su vida feliz pasaban frente a sus ojos: las risas compartidas con Miri, los abrazos cálidos de su madre, las tardes tranquilas en el campo.

«¿Cómo lo hizo? ¿De dónde sacó la fuerza para dejar todo atrás y entregarse a una vida de sufrimiento?» Pensó Asher mientras imaginaba la imagen de su padre alejándose de su familia.

Él que no había tenido ningún buen sentimiento hacia su padre, de pronto comprendió lo fuerte e increíble que era para poder realizar ese sacrificio.

Incluso para Asher que había sufrido las peores torturas imaginables, éste hecho le resultaba más doloroso que cualquier cosa qué hubiera vivido. Un pensamiento de su madre y su hermana apareció en su cabeza, debilitando su voluntad, pero entonces las imaginó sufriendo un destino lleno de dolor y sufrimiento junto con él.

«¡NOOOOO!» al fin reunió la fuerza para cruzar la puerta.

Él corrió por el bosque sin un destino, sentía como si su corazón sangrara porque cada paso que daba, lo alejaba más de dónde quería estar, pero no tenía elección. Si hoy hubiera un concurso para determinar cuál era el ser más infeliz del universo, no había duda que Asher sería el indiscutible ganador.

—¡AAAAAAAAHHHHHH MALDICIOOOOON AAAHHHHH!

Sus gritos desgarradores resonaron en el bosque espantando a las aves y haciendo eco en los árboles. Las lágrimas nublaban su visión mientras corría, tropezando con raíces y ramas bajas, pero sin detenerse. Cada recuerdo feliz de su vida con Miri y Ters se convertía ahora en un puñal que se clavaba en su corazón. La risa de Miri, las caricias de su madre, las cenas familiares, todo se desvanecía con cada paso que daba.

Lamentablemente sus desgracias todavía estaban lejos de terminar.