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Chapter 12 - Investigación

Encima de la ropa del chico había una leve capa de tinieblas, y de esta una extensión de las mismas cubrió su brazo y mano derecha, extendiendo su mano hasta crear una garra oscura de gran tamaño.

—Caligo... ¡no fue mi intención hacerle daño a Kuro! Sabes que no haría algo así. —exclamó la chica, mientras extendía sus manos hacia Tinieblas.

—No me vas a engañar dos veces. Confíe en ti, Seren. —respondió el chico, corriendo hacia ella mientras se preparaba para hacer un ataque con su garra.

La chica alzó sus manos de golpe, levantando una gran pared de hielo entre ambos. Como respuesta, Caligo colocó su gran garra en el medio de esta, y de un segundo a otro la gran barrera se tornó negra. Tras esto, se condensó en un pequeño orbe, y el chico agarró el mismo con su otra mano, llevándolo a su boca y tragándolo tras unos segundos.

Nivel Aumentado

Lv 2 ---> Lv 3

X (1301) ---> F (84)

Habilidad Adquirida

Resistencia al Hielo

—¡Estaba siendo manipulada! Nunca sería capaz d-

Apareciendo frente a la chica de forma instantánea, Caligo la tomaría del cuello con su otra mano, alzándola lo suficiente como para que tuviera problemas respirando.

—Cállate. No te voy a creer. —respondió el chico tras unos segundos.

Sin embargo, nuevamente sus ojos brillaron con rojo, y de un segundo a otro la chica se había teletransportado a la espalda de él, lanzando un gran pedazo de hielo que, a pesar de no causar daño, alejó unos metros al chico.

—TinieblAS —pronunció con una voz desequilibrada y temblorosa —. TinIeblAs tiNieblaS tiniEBlas TIniebLas, esta vez... ¡esta vez no vas a regresar!

Comenzó a condensar energía en sus manos, brillando de color celeste a medida que pasaba el tiempo. Caligo estaba preparado para recibir el ataque, pero de la nada una ventisca nuevamente cubrió el cuerpo de su enemiga, por lo que a los segundos se dejaría ver a la chica detrás de la misma, con su típico color celeste adornando todo sobre ella.

—Hmph, con el tiempo te has vuelto débil, Seren. —comentaría al ver como había vuelto a su estado original.

Tras esto, la sustancia oscura que cubría al chico por su ropa fue absorbida, y tras esto su garra se disolvió en pequeñas partículas que se combinaron con el aire.

Sus ojos regresaron a la normalidad, y nuevamente Kuro se encontraba encontraba mando de su cuerpo.

—No olvides que te queda mucho por explicar, "Caligo". —diría el chico para sí mismo.

Se acercó a Eira de manera calmada, asegurándose de que no estaba por morir por una chica descontrolada.

—¿Todo bien? —preguntó mientras le extendía una mano.

La chica se levantaría del suelo con su ayuda. Retomando su balance, miró de reojo a Kuro, para entonces saltarle encima y brindarle un fuerte abrazo. Tomado por sorpresa, correspondió al abrazo.

—Lo siento... n-no fue mi intención... —expresó con una voz temblorosa.

Acariciando con suavidad su espalda, dijo —No te preocupes, ¿si? Nadie salió herido. Además, subí de nivel gracias a ti.

Tomando unos segundos, la chica se separó. Con un fuerte suspiro trajo una leve sonrisa a su rostro, con la cual miraría directamente a su contrario.

—¡Bien! ¡Te debo un arma! Pero primero debemos de limpiar mi nombre. Investiguemos lo que ocurre con las desapariciones. —dijo Eira, dándole la espalda y comenzando a caminar en dirección a la aldea.

—Ah... —suspiró el chico —, de donde saca tanta energía...

"¿Y qué le sucedía exactamente...?" pensò el chico tras responder.

Aquella colina donde se encontraban había quedado cubierta con una fina capa de nieve, aunque la misma comenzaba a derretirse con el conflicto ya finalizado.

Ya en la aldea, Eira se detuvo a media calle, para entonces caminar y pararse detrás del chico.

—¡No sé qué hacer! Te dejo a ti ser nuestro líder temporal. —informó con una sonrisa en su rostro.

—¿Y quién dijo que eras nuestra líder? —preguntó Kuro.

—¡Yo! Ahora vamos vamos, ¡tenemos un nombre que lim- ahem, chicas que salvar! —empujaba de forma leve a Kuro para que este caminara.

Luego de resistirse durante unos segundos, el chico cedió y por fin comenzó a caminar.

Ambos fueron a la Alcaldía de Herria, lugar que a pesar de sonar majestuoso, la realidad es que era una casa bastante humilde.

—Por aquí no era... —expresó Kuro.

—¡Pues claro que no! Te dije que no era por aquí. —se quejó la chica.

—Ya es la quinta vez que me mandas para donde no es, ¿segura de que sabes? —preguntó el pelinegro.

—¡Izquierda! ¡Izquierda!

Sintiendo que iba con una nena pequeña, no tuvo de otra que seguir las instrucciones de su compañera.

Al cabo de seis vueltas más, había comenzado a atardecer, pero al final pudieron encontrar la alcaldía, y sin más entraron a la misma.

—¡Visitas! ¿Se les an- ugh, es ella. —un claro sonido de disgusto se notó al ver a Eira.

—¡Ahem! —interrumpió la chica —Buscamos información de las desapariciones. —comentó esta.

—¿Que no es obvio? Por tu culpa están secuestrando a las chicas jóvenes de nuestra aldea. —expresó el viejo, dándole la espalda al par.

—Señor, no pierde nada con decirnos lo que sabe... —dijo Kuro intentando salvar la conversación.

—Pierdo mi tiempo. ¡Salgan de mi casa! —exclamó el viejo mientras apuntaba a la salida.

—Pero señor... solo vin-

—Déjalo ir Kuro, sigamos nosotros. —expresó su contraria, tomando del brazo al mismo y así ambos salieron de la alcaldía.

—No vale la pena ayudar a gente así de egoísta...

—No pasa nada... no lo haremos por ellos, pero esas chicas merecen mejor, ¿no crees?—contestó la chica.

—¿Pero exactamente por qué te están acusando? —preguntó Kuro.

El par caminaba por las calles pacíficamente mientras platicaban. Eira aprovechó para explicar lo que sucedía exactamente.

Hace un tiempo había llegado a Herria por una comisión: eliminar ratas que estaban contaminando la agricultura de la aldea. En un principio contó que todo iba bien, e incluso llegó a terminar el encargo.

Todo cambió tras regresar luego de la batalla del Coliseo. Al parecer mientras ella no se encontraba, Fabrizio había hecho su llegada, y la desaparición de las jóvenes dió inicio. Esa misma noche Eira se encontró con el Silverini, pero recalca que no recuerda lo que sucedió luego de eso.

Por dicho encuentro, los aldeanos comenzaron a emitir rumores de que Eira se había ido para apoyarlo, y por eso se habían reunido al regresar, y desde ese entonces ya no era bienvenida en Herria.

Regresando al presente, la luna ya reinaba sobre el cielo nocturno, el par encontrándose sobre una de las casas. Desde aquel tejado planeaban ver algún movimiento sospechoso.

—¿Crees que ocurra algo? —preguntó Kuro.

—...

—¿Eira?

Al mirar a su lado, la chica estaba levantada, pero se encontraba mirando al suelo, congelada en su totalidad.

El chico estaba por tocarla, cuando de la nada sus ojos comenzaron a brillar con un intenso rojo, tal y como había sucedido en la batalla que tuvieron hace un rato.

—No me hagas atac- ¿huh? 

En vez de luchar contra él, ella solo saltó hacia el suelo, aterrizando de manera brusca, pero aún así comenzó a caminar como si nada.

—¿Qué está pasando? —preguntó el chico.

~Control mental.

—... ¿eso es posible?

Un silencio fue la única respuesta que recibió el chico, confirmando su teoría. Extrañado por la situación, Kuro comenzaría a seguir a la chica, yendo por los tejados de la aldea con tal de no interrumpir...