—Tenemos dos opciones. —informó la chica de cabello café, levantándose de la cama.
—Ganar el respeto de los rebeldes, volverte el líder y tomar el trono con la ayuda del Ejército Rebelde.
—Suena al camino extenso...
—Pero es el más sencillo. Por otro lado, podemos intentar hacer un golpe de estado nosotros, pero eso va a requerir que podamos vencer al Ejército Real, y hará falta convencer a los rebeldes de que las cosas pueden cambiar...
—Agh, tomar control de una nación es más complicado de lo que esperaba... veamos, ¿quién es el más fuerte de Esperance? El rey, ¿no? —cuestionó Kuro.
—Mi padre técnicamente lo es, por aldo recibió el título del Rey de los Mil Vientos. —explicó Elizabeth.
—¿Técnicamente?
—El más fuerte de todos es Leoriet, el Emperador Animal, pero no se entromete en temas del reino. Aún así, estamos en su territorio.
"Otro Emperador... no hay otra opción, debo acabar rápido con esto."
—Nos vamos con la segunda. No queda mucho tiempo para prepararnos. Por ende, necesito que me digas toda la información que puede ser relevante. —dijo Kuro, aún sentado mientras seguía con la mirada a la chica, la cual seguía caminando en vueltas por la habitación.
—Magnus usa magia de viento, y su nivel es 40. Realmente no usa ninguna arma además de su propio cuerpo, pero nadie ha llegado tan lejos como para poder decirte de qué es capaz... —comenzó a explicar Elizabeth.
—Directamente debajo de él están mis hermanos, Asturias y Aurelio. El primero está en cargado de los problemas militares del reino, mientras que el segundo está al mando en cuanto a la economía, agricultura, y todo lo doméstico. Ambos rondan el nivel 28 con increíble control sobre la Magia de Bestia, y usualmente luchan juntos. Asturias usa lanza y escudo, Aurelio suele usar un báculo con el que cura a su hermano.
Haciendo notas mentales, el chico se percató de que la tarea no era una sencilla.
—Finalmente, tene-
—¡¿Todavía hay más?! —interrumpió el chico sorprendido.
—Ahem. Las Tres Bestias Santas, Holven, Theos y Jony. Respectivamente, un centauro, un oso, y un ave. A pesar de ser más débiles que los príncipes, su increíble colaboración ha sido suficiente para eliminar cientos de amenazas al reino, así que son nuestro primer obstáculo. —finalmente, la chica regresó a la cama, esperando respuesta de Kuro.
—¿Y qué hay de ti?
—Nivel 24, Magia de Bestia, Arco. ¿Algo más?
"Tremendo párrafo para todos menos para ella, toda una misteriosa, huh."
—Eso sería todo... bien, no ganaremos mucho con quedarnos aquí, tengo una idea sobre como podemos comenzar el ataque. —comentó el chico.
—¿¡Ya!? No hemos preparado nada, y apenas eres nivel 14, ¿qué crees que podrías hacer? —interrumpió Elizabeth con un tono de voz elevado.
"Soy nivel 14, pero si mal no recuerdo nadie sube hasta X, ¿cuál sería mi nivel si subiera en el promedio?" cuestionó el chico en su mente.
~Estarías en nivel 29.
"Woah, Sr. Tinieblas siendo útil..."
—Vamos a matar a dos pájaros de un tiro, pero necesito tu ayuda. —explicó Kuro.
—¿Hmm?
—Encuentra la manera de llevar a Held a la posada más cercana, aunque sea para "comer". Entre más personas vengan, mejor. —respondió Kuro mientras caminaba hacia la puerta.
—¿Qué piensas hacer?
—Ya lo verás...
Diez minutos más tarde...
—¡Llamen a todos los magos de agua! ¡El fuego no para de extenderse!
Los gritos de pánico inundaban las calles del distrito menos importante de Castell. Una gran llamarada tintaba el cielo de rojo a medida que el humo dificultaba la vista de la decena de Guardias Reales que ayudaban con la evacuación.
—¡Quémenlo todo! —gritó una figura encapuchada, lanzando una esfera de fuego a la gran llama.
—¡Tras él! ¡Debe ser del Ejército Rebelde! —gritó uno de los guardias.
Al ser descubierto, la figura comenzó a correr de los guardias, lo más rápido que pudo.
—¡Deténgase o tendrá problemas más serios! —gritó el comandante de aquellos guardias sosteniendo con fuerza una lanza, al igual que todos los otros.
El escuchar esto, la figura abrió sus manos, y de estas se formaron dos esferas de fuego. Parando en seco, se dió la vuelta y lanzó ambas al suelo entre la figura y los guardias. Tan pronto hubo un impacto. Una gran pared de llamas cubrió el camino de lado a lado, extendiéndose varios metros en altura.
Aprovechando la confusión, la figura continuó su escape, aunque era cuestión de tiempo que los guardias continuaran detrás de él.
Dentro de una posada cercana...
—Wiuf, hace tiempo no comía tan bien... —un hombre Bestia de cabello grisáceo comentó, recostado con una sonrisa de su asiento.
—Finalmente te tenemos de vuelta Held. Fue una buena idea venir a celebrar con un banquete. —respondió un hombre con rasgos de gato.
—No me agradezcas a mí, fue gracias a nuestra amiga aquí. Ella tuvo la excelente idea. —respondió Held al comentario.
Esa "amiga" seguía aún con la misma capucha que llevaba desde antes, comiendo tranquilamente en su propia mesa.
"Solo espero que luego de tantos secretos no me haya abandonado..." pensó la chica mientras ignoraba los comentarios.
Sin embargo, la puerta de la taberna se abrió de lado a lado con un fuerte golpe, y una docena de Guardias Reales entraron unos tras otros, acorralando cada mesa del lugar.
—¡¿Está aquí?! —cuestionó el último en entrar.
Cada guardia llevaba una armadura bastante similar a la armadura de la Antigua Roma. Llevaban una túnica de lana, de color rojo, cubierta en el área del pecho y hombros con placas de acero, y todo se juntaba con tiras de cuero bajo estas placas de metal.
Sin embargo, el último que entró llevaba varias plumas de color rojo como decoración en su armadura, y su lanza estaba hecha con oro, a diferencia de las otras que parecían estar hechas de hierro o acero.
—Hmm, que tenemos aquí... El rumorado líder del Ejército Rebelde...
Una vez entró en cuenta, Held de levantó de su asiento y tomó distancia, al igual que todos los integrantes de la rebelión, quienes tomaron sus armas con fuerza.
"Así que a esto se refería con dos pájaros de un tiro... "
La figura encapuchada se levantó de su asiento, demostrando un lenguaje corporal que denotaba miedo. La misma corrió hasta llegar al comandante, quitándose su capucha para evitar malentendidos.
—¿Princesa Elizabeth? ¿Qué hace su alteza real aquí? —preguntó extrañado el comandante.
A medida que sus ojos se volvían más vidriosos, y como parecía estar al borde de llorar, la princesa dijo:
—¡Todos estos rebeldes me secuestraron! Dijeron que me iban a torturar hasta que mi padre hiciera algo...
Llenándose de furia, el comandante agarró con ambas manos su lanza, caminando hacia el líder de la rebelión lentamente.
—Alguien escorte a la princesa al palacio, todos los demás conmigo. Vamos a hacerle pagar a estos malnacidos...
—¡¿Eras la princesa?! ¿¡Cómo te atreves a vendernos de tal manera!?
Por más que gritara, un guardia fue junto a la heredera al trono, y parándose detrás de la misma, comenzó a caminar a la salida.
Lo último que la chica pudo escuchar fue el inicio de aquella batalla dentro de la taberna, y con una leve sonrisa continuó por el camino al castillo. El fuego al menos ya había sido controlado, más el humo seguía cubriendo las calles del distrito.
A unos metros del guardia y Elizabeth se hizo visible nuevamente una figura...
—¡Es él! —gritó el guardia, tomando con fuerza su lanza.
Dándose media vuelta rápidamente, Elizabeth le proporcionó un golpe directamente al cuello del guardia, lo suficientemente fuerte como para noquear al instante al guardia.
Elizabeth caminó hacia la otra figura tranquilamente, nuevamente cubriendo su cabeza con la capucha que llevaba.
—Es una buena distracción, aunque un poco excesivo con el fuego... —comentó la chica.
—Comenzó en una zona poco habitada, y notifiqué a los guardias rápido así que, no debes preocuparte por casualidades. —respondió Kuro.
—Sígueme, iremos directamente al palacio. Esta situación me dió una idea...
"¿Debería tener miedo?" cuestionó el chico al comenzar a seguir a la princesa rebelde.
- - - -
Mientras tanto...
—Buen trabajo Héroes, sé que ha resultado difícil debido a la... situación por la que pasaron... —el General del Ejército Imperial habló mientras aplaudía de forma leve.
—¿"Situación"? ¿¡Casi morimos por culpa de Fabrizio y tu lo llamas una leve "situación"!? —un alterado Kenta agarraba con fuerza su espada.
El grupo había llegado a nivel ocho, e incluso con los mejores magos del imperio aún no estaban recuperados. Yui, la arquera peliverde, debía usar un bastón para poder caminar luego de que la apuñalada de Kuro dañara parte de su columna vertebral.
Por otro lado, Kenta estaba sin su brazo izquierdo, el mismo cubierto con vendajes en lo que cicatrizaba. A pesar de que existía magia de curación capaz de juntar extremidades desconectadas, Dimane no contaba con magos de ese calibre.
—Vamos Kenta, no debes alterarte... —dijo Kumiko mientras se acercaba lentamente al chico.
No obstante el pelirrojo dio un paso hacia atrás, alejándose de la chica...
—Fácil decirlo para ti, ¡tú no sufriste ningún daño! —exclamó Kenta enfurecido.
Desde aquella derrota a manos de Kuro, los Tres Héroes Imperiales tuvieron una prueba de lo que les esperaba. Kenta había perdido todo su carisma y emoción al instante en el que se percató de que no era un juego. Por otro lado, Yui se volvió mucho más distante y fría, apenas respondiendo cuando le preguntaban algo. La más normal era Kumiko, aunque bien, fue la única que había salido ilesa del intercambio.
—Kumiko tiene razón Kenta, no te preocupes. Encontraremos la manera de que recuperes tu brazo... —respondió Alan.
Entonces la puerta de la habitación de abrió de golpe, revelando a aquel hombre mayor en traje. Arreglando la posición de sus guantes, estaba visualmente enojado, y sin decir nada agarró del cuello al General. Cabe destacar que los Héroes se pusieron en alerta al instante agarrando sus armas.
—Nos fallaste Alan. Todos ustedes me fallaron. —a medida que hablaba apretaba más su agarre, levantando a Alan del suelo.
Este comenzaría a luchar por tal de librarse, pero Fabrizio ni se inmutó. Leves humos rojos comenzaron a salir del brazo del hombre, subiendo lentamente hasta llegar al rostro del General Imperial. Estos fueron respirados por Alan, quien buscaba desesperadamente oxígeno. Tras varios segundos, Fabrizio soltó al hombre, y tan pronto este comenzó a inhalar desesperadamente, chasqueó los dedos de su mano derecha. Los ojos de Alan comenzaron a brillar con un intenso carmesí, y se levantó del suelo como si de un robot se tratara.
—Está vez no vas a fallar tu misión General... y a ustedes —dijo al dirigir su mirada al grupo —, espero que cumplan con esta nueva misión si no desean volverse mis marionetas.
—Si, señor. —respondió la peliverde.
—¡¿Yui?! —cuestionó Kenta ante sus palabras.
La chica solo bajó su mirada, guardando su arco mientras.
—Por eso eres mi favorita, heh. Leonardo les explicará mañana el plan, y no se les ocurra intentar planear algo. ¿Entendido?
—Si... —contestó Kumiko.
—Perfecto.
Al salir, el hombre había dejado a los Héroes incluso peor de lo que ya se encontraban. Se comenzaron a cuestionar, ¿realmente Kuro era el villano en su historia?