—Fuera de mi camino. —ordenó la princesa a las tres figuras imponentes que bloqueaban el camino al palacio.
La primera se trataba de un ave, una combinación entre grulla y pavo real es la mejor forma de describirlo. Sus plumas son de una coloración azulada, formando un gradiente a morado a medida que se acercaban a sus patas, y además, las plumas en la parte interna de sus majestuosas alas eran blancas como las nubes, dándole un aura divina a su presencia.
A su lado se encontraba otra bestia: un oso pardo que fácilmente medía más cinco metros. Su pelaje era muy cercano al rojo, y sus ojos mostraban furia incalculable. Emanaba una sed de sangre que causó una ola de escalofríos por la espalda de Kuro y Elizabeth, siendo perseguidos por la mirada penetrante del oso, aunque pudo haber sido causado por el gran martillo que cargaba este. Fuera piedra, hierro, o acero, un solo golpe de aquel martillo y era el final del camino.
La última bestia era un centauro. Su parte humana tenía un color de piel oscuro; era un hombre de mediana edad con una cabellera negra de gran longitud adornando su espalda junto a un carcaj de madera con decenas de flechas, y en sus manos cargaba una ballesta de madera. Su porción de caballo llevaba pelaje negro, y los músculos de sus piernas estaban bien definidos.
Con un paso hacia al frente, —Princesa Elizabeth, bajo órdenes de Su Majestad tiene prohibido el paso. —el centauro expresó con su mirada posada en los ojos de la chica.
—Debo llegar al palacio Holven, sabes que no puedes conmigo. —respondió la castaña sin retroceder.
Un suspiro salió del centauro mientras apuntaba directamente al rostro de la princesa con su ballesta.
—¡Holven! ¡Su Majestad dijo que evitemos hacerle daño! —exclamó preocupada el ave.
—Le decimos que fue un accidente.
Con una sonrisa en su rostro, Holven jaló el gatillo de su arma. Una flecha salió disparada a toda velocidad hacia Elizabeth.
—Déjamelos a mí. —un desconocido para sus enemigos apareció frente a la princesa, tomando la flecha con su mano derecha como si nada.
—Con tu nivel no podrás con ninguno de las Tres Bestias Santas, y menos a la vez... —respondió Elizabeth algo preocupada.
—Confía en tu compañero, ¿si?
Mirando directamente al oso, puesto que este estaba en el medio, el chico dejaría caer la flecha y comenzó a caminar lentamente hacia su enemigo.
—Este es mío chicos. —una sonrisa de desprecio era lo que recibió la mirada de Kuro, sin embargo, este continuó hacia él.
—Hehe, es todo tuyo Theos. —respondió el centauro.
Teniendo aprobación, el oso apretó con fuerza el mango de su martillo, y tras elevarlo por encima de su cabeza, bruscamente impactó el suelo con un ataque vertical. Debido al cráter que había creado, una nube de polvo se alzó, limitando la visibilidad.
—Pff, esperaba que fuera más interesante... —expresó Theos ante el silencio.
Cayendo de rodillas, el corazón de Elizabeth quería salir de su pecho al pensar en lo veloz que su plan había sido desmoronado.
—¡AHHH! —un grito rompió el silencio, junto con un destello de luz dentro de la nube.
En el centro de la misma, el vaivén de una tenue luz naranja expuso la razón de dicho grito, y con ello el polvo finalmente se había dispersado. El oso pardo estaba cubierto en llamas, gritando desesperadamente mientras rodaba en el suelo.
Aprovechando la sorpresa, Kuro tomó el martillo —que hasta a Theos se le hacía difícil cargar —sin problema alguno, y tras dar una vuelta con este, lo lanzó con todas sus fuerzas hacia Jony, impactando de lleno con el pecho de este, mandándolo a volar varios metros. Al caer, dicho martillo quedó sobre él, evitando que este se pudiera mover tan siquiera un centímetro.
—¡AGHH! ¡AYUDA! —gritaba Theos una y otra vez.
—Quémate. —respondió Kuro, apuntando su mano hacia el oso.
Luego de apretar su mano, las llamas que cubrían a su enemigo cambiaron de tono al instante. Flamas azules quemaban sin cesar a Theos, en un inicio aumentando sus gritos, pero al cabo que pasaban los segundos este quedaría silenciado.
—¡I-Imposible! ¡Solamente la Reina de las Llamas Eternas puede crear llamas azules! —gritó con una voz temblorosa el centauro.
Ante la situación, Elizabeth no pudo evitar sentir algo de temor hacia Kuro. "Esto no lo puede hacer alguien de nivel 14..." pensaba la chica desde su posición en el suelo.
Tronándose los nudillos el chico caminaba lentamente hacia Holven. Detrás de su sonrisa se escondía un demonio, la pesadilla de aquellos que llevaban sus espadas contra él. Aquellos ojos determinados solo llevaron un pensamiento a la mente del centauro: corre.
—¿Pensabas en algo? —preguntó Kuro.
Su realidad colapsó tras aquella frase. El humano ya no estaba en aquél cráter, y el centauro ahora sentía un peso extra sobre su lomo. "Dime que no, dime que no..."
Con solo girar un poco su rostro pudo ver al chico, sentado con sus piernas cruzadas sobre él. Una sonrisa inocente fue lo que recibió, pero su cuerpo entero tembló al ver como su mano derecha estaba cubierta en sombras.
—Buenas noches. —dijo Kuro, trasformando aquellas sombras en una pequeña cuchilla.
A pesar de que esta era muy fina, el chico incrustó la misma directamente en el cuello del centauro, llegando al otro lado. El corte parecía demasiado pequeño para causar daños graves, pero el centauro cayó al suelo casi al instante, intentando cubrir su cuello con sus manos.
"Directo a la yugular..." pensó el chico, aún sobre el cuerpo de Holven.
Sin perder mucho tiempo caminó hasta llegar al ave. Aún bajo el martillo, hacía lo que podía para quitar este de encima, más no era exitoso por más que lo intentara. Lágrimas bajaban de sus ojos al ver como el chico se acercaba cada vez más.
—Fuiste el único que no quería matarnos así que te daré la oportunidad de decidir —habló el chico —. Puedes escapar con vida si nunca vuelves a pisar Esperance.
Sin embargo, el ave movió una de sus alas de forma horizontal, mandando un corte de viento directamente hacia el chico.
Esquivando el mismo sin problema alguno, el chico puso uno de sus pies sobre el martillo, hundiendo el mismo en el cuerpo de Jony.
—Bueno, te di la oportunidad. —el chico creó nuevamente la cuchilla de sombras en su brazo, preparándose para dar nuevamente el golpe de gracia, pero dos manos agarraron su brazo.
—Déjalo ir Kuro... por favor. —pidió la princesa, temblando un poco.
En ese momento el chico cayó en cuenta, mirando a sus alrededores algo desorientado.
"Por qué... me divertí tanto... matando..." se preguntó el chico, sintiendo algo de miedo de sí mismo.
~El efecto secundario...
Tan pronto el chico escuchó aquella voz causar eco en su mente, un pequeño enojo comenzó a crearse en su corazón. Caligo no hacía nada más que esconderle cosas, una y otra vez y otra vez.
Gracias a esto el chico finalmente se percató de la situación. Kuro simplemente era uno más para el Dios Primordial. Un juguete para él, creado simplemente para brindarle entretenimiento. ¿Si moría? En unos años tendría reemplazo. Sí, eso era. El chico seguía igual de solo como en el otro mundo.
"Si no quieres que consuma tu alma, voy a necesitar que me dejes de guardar secretos, Caligo."
~¿Realmente me estás amenazando? Soy un Dios, pued-
"No me importa. Si tanto poder tienes, ¿qué haces desterrado acá abajo?"
Ante la declaración del chico, un suspiro de parte del Dios pudo ser escuchado, aunque su conversación llegaría a su final temporalmente.
Kuro levantó el martillo, y Jony despegó en un pestañeo. En cuestión de segundos desapareció en dirección al palacio.
El camino quedó bastante destruido, principalmente debido al pequeño cráter que había causado el ataque de Theos. Luego del ataque de llamas de Kuro, este finalmente había quedado en el suelo sin vida, al igual del centauro, que al cabo de varios minutos había muerto al haberse desangrado.
—Yo... lo siento. Realmente no debería haberlos eliminado de esa forma. —se disculpó el chico tras unos segundos.
—No te preocupes Kuro... aunque me hubiera gustado llevarlos al calabozo, se merecían esto. —contestó la chica.
Algo sorprendido debido a la declaración, inconscientemente el chico soltó un ¿huh?
—La verdad es que las Tres Bestias Santas llevaban un sinnúmero de crímenes que cometían en las sombras, pero debido a lo indispensables que eran para el reino mi padre ignoraba todo. —explicó la princesa.
—Hmm... el ave seguro fue a avisar, ¿no será un problema?
—Es parte del plan. —contestó la chica con una leve sonrisa.
—Bien... dame un segundo. —respondió el chico.
Kuro caminó primero hasta el cuerpo del oso, poniendo su mano sobre el pecho del mismo, y luego haría lo mismo con el centauro.
Absorción Exitosa:
Habilidades Adquiridas:
Fuerza Sobrehumana
Puntería Precisa
Índice Aumentado:
B+ (672) --> SS (1048)
Luego de esto el par continuó con el camino, y se dirigían directamente al Árbol de Origen. Ahora que estaban más cerca el chico pudo ver como había un gran palacio en la base del árbol, de forma que este se encontraba en el jardín del palacio. A medida que se acercaban, los edificios que podían ver a los lados demostraban ser más ambiciosos. "Así que entre más cerca, más nobles son las familias huh..."
—Por cierto, ¿por qué eres tan fuerte? —preguntó con curiosidad su contraria.
—Hmm, siempre he subido de nivel con un índice alto por lo que el número engaña un poco. —contestó el chico, caminando varios pasos detrás de la chica.
Aplaudiendo para llamar la atención, Elizabeth continuó, —¿Llamas azules? ¡Dime cómo lo hiciste!
—¿Hmm? ¿No es algo normal? —preguntó el chico algo extrañado.
—¿Normal? Solamente hay una persona que ha sido capaz de hacer eso, y es parte de la vanguardia de Diávolos...
—Hmm, solo subí la temperatura de las llamas, tampoco lo encontré tan complicado...
—Espera, ¿puedes controlar las cualidades del fuego? —la princesa se detuvo, mirando fijamente al chico.
—Ehhh si, ¿por?
En ese momento la chica se le quedó mirando con una expresión de ¿acaso eres estúpido o algo así?
—Muy pocos pueden modificar los hechizos que usan a tal extremo...
En ese momento el chico recordó la demostración que tuvo con el General Imperial. ¿Acaso los demás no podían controlar libremente sus elementos? Tendría que preguntar más tarde, ya que hasta el momento Elizabeth se veía algo sospechosa del chico.
—¿Ahora te intereso tanto? —preguntó el chico.
Notando lo mucho que estaba preguntando, la castaña desvió la vista y continuó caminando.
—S-solo estaba algo sorprendida.
"Hoo, resulta que la Princesa Bestia es una tsundere..."
El chico consideró diversas posibilidades en cuanto a su control del fuego, pero seguramente tenía que ver con la influencia de Caligo, y fue en ese momento donde...
Evolución de Habilidad
Autoridad de Rey ---> Autoridad Celestial
"Oh, tan pronto cuando tenga tiempo veré de qué se trata..."
Ignorando temporalmente aquella evolución, el chico continuó caminando detrás de la princesa.