—¿Ah? ¿Mi Mundo Interior?
—Este es el recipiente que alberga tu, bueno, nuestras almas. —contestó.
—¿El recipiente no es mi cuerpo? —preguntó el chico confundido.
—Hmmm, piénsalo de esta manera. Tu Mundo Interior es como un contenedor, míralo como la cámara de un revólver, mientras que tu cuerpo es el revólver como tal.
—¿Aja...?
—En todo caso, solamente importa la bala que esté por dispararse, es decir, el alma que ejerza control sobre el cuerpo.
—Hmm... ¿hay un beneficio a tener más de un alma en un cuerpo?
—Es correcto. El cuerpo de cada persona está hecho en base a su alma mater, pero cuando empiezas a agregar almas este debe adaptarse para soportar estas...
—En español, por favor. —respondió el chico.
Tras un suspiro, Caligo respondió.
—Siempre tan malagradecido. Básicamente recibes parte de la fuerza, habilidades o conocimientos de un alma.
—Hmmm... no sonaría mal ir por ahí robando almas, pero tampoco creo que sea buena idea tener cientas de almas que podrían controlarme. —respondió Kuro.
—Es tu Mundo Interior. Puedes hacer lo que quieras: atarlos, silenciarlos, o hasta eliminarlos para siempre. —dijo Caligo.
Poniendo su mano en su barbilla, el chico pensó durante unos segundos.
—¿Tú sabes como absorber un alma? —preguntó.
—¿Cómo crees que me volví tan fuerte? Los Reyes deben hacer esto para volverse más fuertes. —respondió Caligo.
—Y ahí está esa palabra de nuevo... bien, parece que no estoy despertando así que, quiero mi explicación ahora. —demandó el chico.
—Ah, no hay de otra... bien, ¿quién soy? Soy apodado Tinieblas, pero mi nombre verdadero es Caligo Middernacht, Dios Primordial de las Tinieblas.
—Espera, ¿un D-
—Cállate, déjame terminar. Llevo 150,000 años viviendo entre los habitantes de este planeta, aunque solo puedo durar varias décadas hasta que mi huésped muere por incompatibilidad.
—Oh, que bonita noticia.
—Ahem, cada 10,000 años suele aparecer alguien que me puede habitar durante más tiempo de lo normal, como lo fue hace 300 años, aunque tú te adelantaste al patrón.
—Okay pero hablemos de que literalmente me vas a matar... —interrumpió el chico.
—No creo que te pase nada... no eres de este mundo después de todo.
—Eso me huele a mentira. —respondió Kuro.
—Porque lo es. —respondió Caligo.
—Agh, esperaba algo mejor que eso... pero hmm... ¿Dios "Primordial"?
—Mi hermana y yo creamos el mundo como lo conoces, otorgándonos el título de Dioses Primordiales. —respondió Caligo.
—¡PFFT! ¿Tú? ¿Creador del mundo? —se burló Kuro.
—Hey, no es mi culpa que tu cuerpo sea tan débil como para no dejarme usar mi verdadero poder.
—Auch. Digamos que te creo, ¿qué haces dentro de mi cabeza?
—Al igual que tú, fui desterrado de Vorst Lucht por mi hermana, destinado a pasar mis años en el mundo y a vivir una eternidad entre reencarnaciones y muertes... —respondió el ser con notable tristeza en su tono de voz.
—Eso no responde mi pregunta...
—Simplemente noté como se supone que no estuvieras en este mundo, así que, ¿qué mejor que un huésped que no pertenece al mundo como yo?
—Okay... entonces, si tú me pudiste detectar...
—Otros Dioses seguramente conocen de tu presencia como anomalía, y no me sorprendería si te vienen a atacar en el futuro... en especial mi hermana.
—Espera, además de que tenerte conmigo me mata lentamente, ¿soy el objetivo de múltiples Dioses, y del Emperador del Tiempo?
—Correcto.
—Ahh, voy a morir... pero okay, ¿qué tiene que ver esto con los Reyes? —respondió el chico.
—Bien, creamos un Dios por cada elemento del cual se constituye el mundo. Cada uno de estos comenzarían a crear sus propios Dioses para los elementos derivados, y debido a esto, obviamente habrían algunos que deseaban ser rebeldes, por lo que al igual que yo, fueron desterrados al mundo.
—Ajá ajá...
—El título de Rey se le concede a alguien cuando son considerados los más fuertes de dicho elemento o habilidad, como por ejemplo, Eira es considerada la Reina del Cero Absoluto gracias a la presencia, ayuda y poder de Seren, la Diosa Elemental del Hielo.
—Comprendo... por eso el cambio de personalidad. —contestó Kuro.
—Correcto. Así como puedo asimilar control de tu cuerpo, sucede lo mismo con Eira y Seren. Aunque no siempre es así. Algunos otorgan bendiciones sobre personas, otros crean cultos o religiones basadas en ellos, y otros simplemente observan la situación en las sombras.
—Huh... quien diría que hay Dioses viviendo entre nosotros. ¡Oh! Aprovecho tus explicaciones, ¿dime que son estos Emperadores?
—Si los Reyes pueden controlar un castillo, cada Emperador sería capaz de controlar una galaxias. Cada uno tiene el poder para tomar un espacio en la divinidad, e incluso hay algunos que llegan al nivel de Dioses Intermedios. Para evolucionar al estatus de Emperador se deben llevar a cabo tareas más allá de mi conocimiento, aunque llegué a conocer una en mi vida anterior...
—¿Y esa es? —preguntó el curioso Kuro.
—Absorber 50,000 almas. —respondió Caligo.
—... ¿qué?
—Supongo que fue la única tarea que me faltaba por cumplir. Nunca pude evolucionar a Emperador, pero sí tenía un espacio en el grupo, pues tomé la Quinta Silla tras derrotar al Emperador que la tomaba antes.
—Oh, entonces hay que eliminar a uno para tomar el espacio... ¿pero te mataron?
—Correcto. Emperador Dragón y su pareja en el momento, Seren, me tomaron desprevenido y eliminaron por la espalda.
—¿Seren? —preguntó Kuro.
—Si, la Diosa. Eira no estaba envolucrada para ese entonces.
—Agh... esto es demasiada información. —se quejó mientras llevaba sus manos a su cabeza.
—Por algo no había dicho nada.
—Ahh bien, pero creo que comprendí...
—Hablando de esto, mi condición por la cuál te ayudé contra Seren es que me ayudes a conseguir venganza contra Dragón. —interrumpió Caligo.
—¡Hah! Que gra-
Una gran sed de sangre puso los pelos del chico de punta.
—¡Que gracioso sería si no te fuera a ayudar! Jaja, obviamente pensaba eliminarlo...
—Más te vale.
—No, pero en serio. Debo volverme más fuerte si quiero vencer al Emperador del Tiempo...
—Y al Emperador Dragón. —contestó Caligo.
—Y a ese, si...
El chico estaba por poner otro tema, pero una luz cegadora comenzó a salir del horizonte, mientras tornaba el firmamento negro a blanco.
—Parece que estás despertando. Suerte allá afuera, yo debo descansar tras ayudarte con Eira...
Tras unas segundos, nuevamente todo se volvió oscuro, y al abrir sus ojos, de nuevo, estaba atado contra el suelo.
Alrededor de sus muñecas y sus pies yacían largas cadenas conectadas al suelo. Arrodillado en el suelo, no importaba cuánto se movía, estas cadenas no lo dejaban cambiar su posición, por lo que se vió forzado a calmarse un poco.
"Ugh... que dolor de cabeza."
El chico cubrió sus manos en fuego, pero tras docenas de segundos dejaría de intentarlo al estas no derretirse.
La fría luz de la luna iluminaba la habitación por medio de una rendija. Al otro lado, una puerta de madera yacía cerrada, con una pequeña ventana en la parte superior.
—Si no hubiera sido por esa aldea... —murmuró en voz alta.
El sonido de una cerradura abriéndose inundó la habitación, Kuro posando su vista sobre la puerta de la celda.