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Chapter 10 - Herria

Una explosión de luz verdosa tuvo como epicentro el lugar de la batalla. La misma se extendió tal explosión nuclear, hasta que de la nada esta simplemente desapareció...

—Tranquilo, ya está pagado. —respondió con una sonrisa la recepcionista.

—Entendido, grac-...

Asustado el chico inspeccionó su abdomen, buscando con sus manos la gran herida que tenía pero...

"¿Nada? ¿Acaso soñé eso...?"

~Yo también lo sentí. Algo extraño está sucediendo...

—¡Gracias por la comida!

Reiko dejó el plato finalizado en la mesa.

—Reiko, sabes q-

El chico se vió interrumpido al notar como el cuerpo de la niña brillaba con un tono verdoso leve, y como sus brillantes ojos rojos ahora tenían el color lima.

—¿Reiko? —cuestionó Kuro.

Esta se lanzó sobre Kuro, abrazándolo con fuerza mientras lágrimas bajaban por sus mejillas. El chico correspondió al abrazo, acariciando su cabecita un poco.

—Oye, no sé qué hiciste pero gracias... ahora deja que me encargue de los que te hicieron llorar, ¿te parece? —le diría Kuro con una pequeña sonrisa.

—¡¿Y-y si te pasa algo de nuevo?! —gritó alterada la niña.

—Te doy mi palabra, esta vez iré serio. —contestó Kuro.

Al cabo de unos segundos, una vez calmada, dejó a Reiko bajo el cuidado de Crystabel y salió de la posada.

Un paso a la izquierda, y así esquivó aquella bola de fuego que había sido lanzada hacia él. Cayendo de los tejados, tres personas, por segunda vez, se presentaron en la vacía calle.

—Bajo la autoridad ejercida a nosotros por el General del Ejército Imperial, serás ejecutado por traición, engaño, blasfemia, y asesinato. —expresó Kenta con enojo.

"Exactamente igual... que más da, esta vez no pienso tomar mi tiempo."

La espada de Kuro fue cubierta con llamas oscuras, copiando de manera similar a aquello que Kenta había hecho.

Extendiendo su mano izquierda hacia Kumiko, el chico simplemente cerró la misma de golpe, y esta fue cubierta en flamas del mismo color que las de su espada.

—¡¡AHHH!! —gritó la misma debido al dolor que comenzaba a sentir.

Yui corrió para ayudar a esta, y Kenta se quedó unos segundos desorientado debido a la velocidad en la que todo había ocurrido.

Slash

En los aires se pudo ver como un brazo volaba, seguido de chorros de sangre y los gritos de Kenta, mientras intentaba parar la sangre que brotaba de su brazo izquierdo faltante con su mano derecha. Arrodillado en el suelo, la calle era llenada con los gritos de Kumiko y Kenta.

—Lo siento, pero no me dejan otra opción. —dijo Kuro, apareciendo detrás de Yui.

Esta intentó darse la vuelta, pero para su sorpresa, ahora Kuro se encontraba en su espalda nuevamente, y con una estocada tal y como la de Kenta, penetró su espada en la espalda baja de Yui, atravesando por completo su cuerpo, haciéndola vomitar sangre y caer a sus rodillas.

Tras esto, sacó su espada del cuerpo de la chica, y se preparó para ejecutar a sus enemigos.

La primera vez el chico solo deseaba defenderse y herirlos hasta que huyeran, pero al sentir como moría a mano de uno de ellos sin piedad, el chico solo deseaba vengarse.

~Vete de aquí. Se acerca algo...

"No sin terminar con esto."

~Kuro. ¡Vete ahora mismo si quieres vivir!

El chico no tenía pensamientos de hacerle caso, pero de la nada apareció uno de los portales de Aureus de frente a Kuro.

Sin razón, este absorbió a Kuro por completo, llevándolo a una de las habitaciones del Gremio.

Al ver la habitación, notó que era la misma que antes, y que Reiko estaba acostada en el otro mueble, y su brillo había parado de ser emitido.

—Debes de irte de Alos por un tiempo indefinido. Ya no es seguro para ti. —comentó el Gran Maestro.

—Fui capaz de ganarle a los Héroes, ya no son una am-

—No hablo de los héroes. El Emperador del Tiempo descubrió a Reiko y se dirige hacia acá en estos momentos.

—¿Emperador? ¿a Reiko? Necesito que me expliques bien que está sucediendo...

—No queda mucho tiempo, pero intentaré avanzar. Los Emperadores son los seres más poderosos que existen, y el más poderoso de ellos viene hacia acá. ¿Por qué mencioné a Reiko? Estoy seguro de que viste como ella emitía una energía verde, ¿cierto? —preguntó Aureus.

—Correcto...

—Era Magia del Tiempo. Reiko es la segunda capaz de controlar y manipular el tiempo, y así fue como te salvó. Tengo entendido que creó una línea temporal alterna donde tienes el conocimiento de tu muerte, y por eso ganaste. El Emperador del Tiempo sintió esto, y por ello es que viene hacia acá. Seguramente la ve como una amenaza, y no me sorprendería si viene a eliminarla.

—Agh... ¿qué podemos hacer? —preguntó Kuro.

—Yo me encargaré de cuidar y esconder a la niña. Tu, por otro lado, vas a escapar y a volverte más fuerte si quieres seguir vivo, para que así puedas a proteger a Reiko. No solo eso, estoy seguro de que intentará eliminarte luego.—ordenó Aureus.

—¿Por qué piensas que soy capaz de llegar a ser más fuerte que la persona más poderosa que existe? ¡¿Cómo se supone que le gano al control del tiempo?! —preguntó Kuro alterado.

—Porque eres El Rey de las Tinieblas. Tienes el potencial para volverte Emperador, y el potencial de crecer más fuerte de lo que podemos imaginar.

—¿Él Re-

—Se acabó el tiempo. Adquiere aliados, consigue fuerza. Te estaremos esperando, adiós.

De un chasquido la visión de Kuro alternó entre el blanco y el negro, apareciendo finalmente en medio de una carretera.

Una vez pudo analizar el lugar, a lo lejos divisó una aldea, y comenzó a caminar hacia esta. A este punto el chico solo quería descansar, puesto que mucho había pasado en las últimas horas.

Los rayos dorados del sol comenzaban a disminuir a medida que este se escondía, y el cielo carmesí reinaría durante un tiempo.

Entrando a esta, un pequeño letrero le dió la bienvenida a Kuro.

"Herria huh, supongo puedo estar aquí un rato, aunque..."

Aquella aldea se veía algo desierta. En la calle no había absolutamente nadie. Escalofríos recorrieron por la piel de Kuro al recordar una situación similar, pero quitando eso de su mente al sacudirla un poco, continuó adentrándose a la aldea.

En el centro de la misma había un claro de edificios, teniendo un área al aire libre que tenía un tejado. Allí, Kuro por fin logró divisar a las primeras personas del lugar, pero a medida que se acercaba notó que la atmósfera estaba algo tensa.

—Necesitamos que nos ayudes si quieres salir inocente.—comentó una de las personas hacia la otra.

Este era un hombre de mayor edad, incluso usando un bastón mediante el cual caminar y mantenerse en pie.

—Pero... ¡no puedo hacerlo sola! —exclamó la contraria, llamando la atención de Kuro hacia ella.

"Oh, es la del coliseo..."

Aquella chica era la que había protagonizado la victoria de la batalla de Tres Estrellas. Aún llevaba aquel vestido claro como el cielo, haciendo una armonía perfecta con sus cabellos turquesas.

—¡Él me puede ayudar! —exclamó la chica mientras apuntaba con emoción hacia Kuro.

—Perate perate perate, ¿apenas llegó y ya me arrastran?

—¡Daremos nuestro máximo!

Terminando de ver al viejo, la chica tomó del brazo a Kuro y comenzó a llevárselo del lugar. Esta medía 1,75m por lo que la diferencia era mínima.

Tras caminar un rato, Kuro decidió soltarse hasta recibir una explicación.

—No conozco tu nombre, ¿y ya me arrastras a quién sabe dónde? —preguntó Kuro.

—Okay, mi nombre es Eira, un gusto. —respondió esta tras darse la vuelta.

"¿Eira? No era... olvídalo."

—Bien, yo soy K-

—Kuro, si, ¡te vi en el torneo y estuviste genial! Destruiste a ese maldito Silverini como si nada. —interrumpió la chica.

—Waoh, parece que tengo una fan. —respondió de forma sarcástica.

—Jeje, quien sabe. Pero nada, por coincidencia, al llegar aquí comenzaron a desaparecer chicas jóvenes, junto al avistamiento de Fabrizio Silverini por las calles. —explicó esta.

—¿Entonces?

—¡Me están acusando de ser cómplice! —se quejó, haciendo una expresión triste que se veía sarcástica.

—¿Eres?

Tras un sonido de sorpresa, Eira puso una de sus manos sobre su corazón, —¿En serio crees que una dama tan delicada como yo podría hacer eso? Me rompes el corazón. —diría tras desviar su mirada.

—Okay, pero a todo esto, ¿dónde caigo yo? —preguntó Kuro.

—Me dijeron que para salir de aquí debo vencer a Fabrizio así que, me ayudarás con eso, habiendo vencido a un Silverini ya tienes experiencia. —explicó la chica, dedicándole una sonrisa.

—Uhh... ¿por qué debo ayudar? Estoy cansado... —comentó el chico.

—Si viniste para quedarte pues, hay que solucionar este problema. Además, hay que ser poco hombre para no decidir ayudar a chicas en peligro.

Tomando aquél comentario como un insulto, decidió defender su honor como hombre.

—Está bien... —suspiró —te ayudaré con esto, pero debes ayudarme con algo también. —respondió Kuro.

—¿Hmm? Si tiene que ver con algo se-

—Ehh, no. Ayúdame a subir de nivel. Estoy seguro de que si logro derrotar a alguien de nivel cinco podré subir. —respondió el chico.

—¡Claro! No te quejes si te duele mucho. —respondió la chica.

Luego de hablar un rato, el par decidió encontrarse el día de mañana, por lo que Kuro se dirigió hacia una de las posadas del lugar.

"¿El Gato de la Medianoche? ¿Otra vez? Quizás sea una cadena grande de posadas o algo..."

El chico entró a la misma, y...

—¡Buenas tardes Kuro! —la peliverde saludó.

—¿C-Crystabel? ¿Qué haces acá? —preguntó el chico extrañado.

—¿De qué hablas? Siempre he estado aquí. ¿Deseas una habitación? —desvió el tema la joven.

—Eh... si.

Tras pagar con una moneda de oro, fue devuelto noventa y cinco de plata, y el chico subiría a su habitación, esta siendo exactamente igual a la que estuvo anteriormente.

~Debo dec-

"No digas nada. Tu y yo vamos a hablar tan pronto despierte." interrumpió Kuro.

Sin pensar o decir algo más, se lanzó a la cama, quedando dormido básicamente al instante en el que cerró sus ojos...