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Chapter 26 - Encuentros y despedidas (Parte 4)

Al regresar, la joven de coleta y cabellos castaños cargaba a una especie de cachorro de lobo. Su pelaje era gris, tan brillante como la plata, muy similar a los ojos de la chica. La primera vez que se encontró con ella no había hecho reparo en su apariencia. Si no fuera por su tono de piel pálido, la joven seria la viva imagen de los habitantes de la mancha de las eras. Era bella, tan bella como todas las mujeres a las que él había llegado a admirar. Sus ojos se posaban en detalles sin importancia, como los labios rosados, sus largas pestañas, la ropa que llevaba y su figura alta y delgada. Detalles que le causaban molestia «¿Qué pasa conmigo? Debo negar mis instintos, mis deseos más...asquerosos, soy más fuerte que esto -pensó para sí. -Lo eres -Alastor lo confirmó»

El muchacho Eoin de cabellos negros, tupidos como el viejo. Lo saludaba con una mano, la alegría infantil que denotaba en su faz redonda lo perturbaba en el fondo. Debía tener doce o trece como mucho. Cargaba otro de los cachorros con más ligereza que la chica.

—¡Padre, mire a la señorita! —gritó Eoin corriendo a donde Niall —Está como nueva, ni una marca le ha dejado aquella daga. Además, mire, mire son Lo'óph saepht como los de aquella vez, cuando nos guiaron los gatos.

El chico alzaba al animal con enjundia para mostrarlo orgulloso a su padre.

—Lo veo, lo veo Eoin... toma un momento antes de hablar de ello pues la señorita Adelayn debe recapacitar por lo que pasamos. Gracias a ti y al vient... joven pacificador nos libramos de un destino oscuro.

La muchacha arrugo el rostro con desaprobación. Miraba a Luciel como muchas otras lo habían hecho antes, buscaba aprobación y buscaba esconder su vergüenza al ser regañada. Adelayn alzo la barbilla por un segundo de forma obstinada, luego cerró los ojos y resopló con los hombros caídos.

—Lamento haberlos metido en esto por mi insensatez...—Dijo con sinceridad la muchacha. Luego alzo de vuelta la cara mostrando el cachorro en sus brazos. —Pero mira los loop saet... los lobos nebulosos que conseguimos. Al final todo salió bien.

—Creo que hay más problemas que solo unos cuerpos —señaló Luciel a Niall

—Así es —El viejo bajo los hombros y suspiró. Luego levantó la voz. —Señorita Adelayn, piense más en lo que hace. Estuvo a punto de morir, unos cachorros no son suficiente para que se olvide de ello. Regresaremos inmediatamente al puerto

—Pero... no he pasado ni un mes fuera —musitó Adelayn

—Aún le hace falta entrenamiento. Fue mi falta por ser demasiado blando con usted. En cuanto el asunto con los Viento tormenta termine iremos de vuelta al puerto. Le guste o no.

Eoin se encogió en sus hombros, apartándose en dirección a los demás cachorros. Adelayn tenía cara de querer llorar, sus labios temblaban, sus ojos no se apartaron de Niall. Al final cedió cuando se encontró con los ojos de Luciel. Se limpió las lágrimas ocultándose tras el cachorro.

—Perdón por todo Niall...aun asi me gustaria pedirle al pacificador que nos acompañe... —Lo miraba sonrosada, aun con los ojos llorosos estaba pidiendo su ayuda —mira la carga que llevaban consigo, es imposible que nos llevemos a todos.

Niall gruñó contemplando la idea.

—No es seguro dejarlos en la naturaleza, tu madre sabrá mejor que hacer con ellos. Pero no podemos disponer de los Vient... Pacificadores como escoltas o ayudantes, además hable con el joven Luciel para dejar que ellos decidan qué hacer con todo lo que hay aquí.

—Luciel...-murmuro para si Adelayn, carraspeo para disimular.

El galope de un grupo de caballos los interrumpió de la plática. Sergius y los demás llegaron con aire amenazante sobre el pequeño grupo. Luciel los contuvo poniéndose delante y explicando todo cuanto había pasado con lujo de detalles que Niall no había aportado. Dándole el parte a Sergius de que eran libres de decidir qué hacer con los animales además del carromato. Sergius aceptó la explicación de los hechos de mala gana. Se presentó y comenzó a dar órdenes a Poena, Agony y Justitia de revisar todo lo que había quedado.

Los tres mercenarios se apartaron del carromato. Agony se mantuvo largo rato revisando los cachorros y la madre de estos.

—Recuerdo haberlos visto antes, en mi tierra natal los montaban, son mansos cuando son bien cuidados. —Dijo Agony para sí misma, pero todos la escucharon.

Sergius solo le dio un sonido de reconocimiento antes de hablar.

—Para, sé a dónde vas con todo eso... —Sergius hablaba con desdén y duda.

—Yo solo... decía eso porque lo recordé, no insinuaba nada más. —El rostro de Agony mostró una tristeza profunda que apagaba su ya de por si queda voz

Cuando Luciel la vio con esa expresión tuvo un vuelco en la cabeza. Intentó recordar algo. Alguien cuyo rostro había visto antes, alguien cuya tristeza había causado antes. Quiso desprenderse del sentimiento apenas llegó. No le interesaban los animales por más tiernos que pudiesen verse, no para él. Aun así, quería hacer un intento.

—Creo que podemos llevárnoslos

Las miradas se dirigieron a él. Sergius furioso hubo de calmarse cuando los mercenarios lo percibieron. Se acercó a Luciel para que lo que hablaran fuese difícil de escuchar.

—Sabes muy bien que tenemos un deber muy importante que cumplir, no hay tiempo para encargarnos de unos cachorros —Las palabras sonaban a escupitajos en el oído de Luciel.

—Si me permite... creo que puedo exponerle las razones por las que llevárnoslos sería buena idea y ayudaría a nuestro deber. Podemos hablar en privado en las arboledas, incluso puede disciplinarme si lo ve propicio.

Ambos se alejaron del grupo. Los alrededores del carromato tenían un ambiente pesado. Adelayn murmuraba cosas a sus dos acompañantes haciendo un ademán de levantarse. Agony y Justitia intercambiaban miradas entre si con preocupación. Cuando hubo suficiente espacio entre el grupo y ellos Sergius comenzó a hablar.

—Desde que calmaste tus impulsos has estado más pedante, habla y espero que la explicación sea buena. —Dijo impaciente, desdeñoso Sergius y agregó

Aun no sabía muy bien porque quería llevarse a los cachorros. Intuyo que quería ayudar a Agony. Siempre se metía donde no le llamaban. Pero esta vez el deseo de hacer pasar esto era diferente, un esfuerzo que no sabía de donde venia o a donde quería llegar. Su mente comenzó a deslizarse al empezar a fluir las palabras.

—Usted mencionó a los invocadores en la granja —Comenzó Luciel esperando a cualquier indicio de que la explicación no lograse convencer a Sergius. Se enganchó a su propio ser para no dormir de vuelta —Me gustaría probar una teoría. Si me lo permite, creo que puedo decir seguro que los Aldarwas y otros Shaeyvah que llevamos combatiendo desde que salimos del primer pueblo son producto de los invocadores. Y si han evitado atacar pueblos, además de preocuparse por deshacerse de cualquier huella de su presencia. Podríamos viajar con civiles solo para comprobar si es que están evitando que otros sepan de su reaparición. Llevamos suficiente tiempo a los ojos de la intemperie como para que ya hayan aparecido y aun así no hay ni rastro de ellos por las cercanías. Los mercenarios van a Ilyberk al igual que nosotros, la mujer que va con ellos debe ser de alguna familia noble y quieren llevarse a los animales consigo. Si los acompañamos para escoltar a los animales podríamos obtener un descanso de los ataques de esas bestias. Seguro hasta usted está cansado de ello.

Cada que Alastor hablaba en su boca, llegaba a conclusiones amargas. «Eso sería usarlos, Alastor no, no podemos —Pensó buscando que lo escuchara el murmullo —Fue lo que se me ocurrió, funcionará no lo pienses tanto —contesto Alastor» Quedó con los ojos bien abiertos frente a Sergius quien solo levantaba una ceja.

—Ahora si pareces un pacificador, está bien. Avisa a los mercenarios, viajaremos con ellos hasta el puerto.

—¿Y los lobos? -carraspeo al notar la mirada inquisitiva de Sergius -Si realmente son mansos estaríamos desperdiciando tamaña bestia para la iglesia. Propongo confiscarlos y darles entrenamiento en Ilyberk.

—Bien. Asegúrate que todos lo sepan. —Dijo cansado Sergius. Era la primera vez que lo veía con algo similar a una derrota, aun si era una pequeña.

—Algo más...— prosiguió Luciel

—¿mas? —Sergius ya había comenzado a caminar. Giró los ojos antes de posarse de vuelta en Luciel.

—Se que dijo que daría más explicaciones en el puerto, pero... ¿Qué clase de reliquia vamos a transportar? —Recordaba que Alastor llego a esa conclusión hace ya un tiempo —no comprendo que puede ser lo suficientemente importante para hacer que nos persigan invocadores, llevar 5 pacificadores en un grupo aun si somos recién salidos de la academia. Y más importante ¿para qué lo usaremos?

—La espina de dios...—Los ojos de Sergius lo punzaban buscando flaquezas.

Aquella arma no era ninguna broma, era más importante de lo que podía haber imaginado. 5 pacificadores no eran suficiente. El arma que había portado Gabriel al cazar a los falsos profetas. El arma con la que había empujado a todos los Shaeyvah de vuelta las zonas que ahora se conocen como Las ascuas del pecado. El arma con el que Gabriel na'r Aenoch venció a la bestia de las cumbres del norte. Robada por el propio Yehuda tras la muerte de dios, fue hallada de vuelta en la isla que uso como su tumba. Isla que quería usar como el centro de la perdición de todo lo que había construido Gabriel. De eso ya casi un milenio, desde que el traidor de la humanidad murió con un castigo desde el cielo, dejando solo la reluciente arma que no se mella. Blanca como el marfil representa la pureza de sus portadores.

—Tampoco entiendo del todo la razón, pero, como sabes se han alzado nuevos falsos profetas, uno de ellos en el nuevo continente. Luzba'el —dijo escupiendo el nombre —Como le llamamos nosotros, es un ángel caído, renegó de las enseñanzas de Gabriel durante la guerra de los caídos. Fue quien perpetró la caza de los ángeles. Creo que quieren darle muerte durante el concilio de los imperios. Probablemente nosotros seamos quienes le den dicho destino. No sé si piensen hacer lo mismo con los demás. A mi parecer probaran el poder del arma primero.

—Creo entender porque no nos lo había dicho antes...—Luciel aún se hallaba procesando lo que había dicho Sergius. Por una vez desde que había salido de la academia se encontraba agradecido de que Sahely se hallase lejos de él.

—Bueno muchacho, te he dicho cuanto se. Espero hagas mejor uso de la información que Justitia. Aun espero que les hable de los invocadores. Bueno, será mejor que regresemos, Asegúrate de dejar en claro como operaremos. En cuanto caiga la mañana nos iremos, no debe faltar mucho.

Sergius se alejó con aire pensativo sin dirigir una de sus ya comunes bromas punzantes hacia Luciel, si siquiera una sonrisa desdeñosa.

«habla en serio, debo enfrentarme a aquel que se había convertido en arcángel con solo un año de pacificador. Aquel que fue ejecutor desde su salida de la academia. Uno de los sobrevivientes de la guerra de los caídos. El más grande ángel que renegó de dios, genio entre los genios, luz que cegó a las naciones. El ángel que corto sus alas con su propio orgullo. Aquel que se levantó de la muerte y construyó el único imperio que se ha opuesto a Gabriel en un milenio. Luzba'el... luz que ciega... Alphonse —Se escurrió sobre su mente como agua helada

—Calma, lo conociste cuando niño, no era diferente de los demás —intervino Alastor

—Humano como todos —continuó Lucy

—Aun así... Raphiel tiene o debe tener algo de razón, no pudieron haber hecho todo eso sin pensarlo, sin un objetivo, algo que no sabemos en la iglesia.

—Tienes cosas más importantes que decidir ahora mismo —Dijo Alastor —¿Qué harás a partir de ahora? ¿Cómo domarás a Airan?

—Deberíamos aguantar, sé que podemos —repuso Lucy

—Dejare que las prostitutas domen a Airan hasta que se me ocurra algo más. Me he hecho a la idea de que moriré si no lo hago. Prefiero no volver a hacer daño a más mujeres, una son demasiadas, y con la de esta noche van dos.

—Debo seguir avanzando —Sonaron al unísono su voz y la de Alastor en su cabeza

—En algún momento llegaré al otro lado del lazo que se halla en mi alma. No enmendaré lo que he hecho, no podría, pero si me detengo volveré a ver como todo se quema a mi alrededor»

Luciel caminó dejando su mente limpia de pensamientos innecesarios. Se abrigó con la capa blanca que lo cubría. Dirigiéndose a explicar a los mercenarios que había pasado.