Ella se instaló en la mejor habitación de la posada. Tenía muchas cosas por hacer, entre ellas tomar un baño, sin embargo, se vio interrumpida cuando Niall se presentó en la habitación. En cuanto entro adopto el mismo porte de cuando la aleccionaba en algo.
—Señorita Adelayn, sé que su vida privada no es un asunto en el que me deba inmiscuir demasiado —Habló con una actitud solemne el viejo Niall. Adelayn prefería que se dirigiese a ella sin tanto respeto, pues ella no se veía a sí misma como un noble. Por más que le dijeran lo contrario, seguiría evitando hablar en Dá'inara —Puedo notar su interés por el joven pacificador que nos prestó ayuda. Antes de que me diga algo respecto a ello, no es por eso por lo que vengo precisamente a hablar con usted señorita. Sino que desde que se presentó el joven pacificador ha obviado que debe darle una explicación a su madre, la maestre Cilya cuando lleguemos al puerto. Señorita, se vio en una situación de la que aún me siento avergonzado de dejar pasar. Es responsabilidad mía que usted halla estado a punto de morir. Sin mencionar que no consiguió llegar a Madalena. ¿Aun está en sus planes conseguir una audiencia con el emperador?
Ella comprendía muy bien la preocupación del viejo Niall. Aun si sus palabras y tono no estaban dirigidos para causar daño, la punzaron profundamente en el orgullo. «No lo he olvidado, lo he evitado» Seguía con su idea, sin lugar a duda lograría tener una audiencia con el emperador. Tenía tiempo suficiente antes del concilio de los imperios. Tiempo suficiente para llamar la atención de aquel hombre.
—Si Niall, sigo en pie con mi idea... —Tragó saliva articulando una respuesta a todo cuando había estado evitando —Cuando llegue a Ilyberk yo seré quien le diga a mi madre lo que sucedió, no le mentiré sobre el estado en que me hallaba. Tú me advertiste las suficientes veces de que parase. Como tú y ella dicen fui una insensata... Redoblare mis esfuerzos en aprender a usar la espada o alguna arma, el arco no se me dé tan mal. Y seguiré estudiando. Ya se me ocurrirá algo para mejorar. Me ocupare de mi miedo primero... aunque me da vergüenza decirlo estuve a punto de orinarme encima durante la pelea. Debo aprender muchas cosas y el tiempo pasa volando cuando menos te das cuenta... Mas que nada sigo muy... apenada por hacer que tú y Eoin pasaran por todo eso.
Las palabras eran una corriente de sinceridad. No había olvidado nada de eso. «Solo no sé qué hare ahora»
—Podríamos pasar la noche entera disculpándonos en ese caso señorita Adelayn. —Las palabras de Niall la hicieron reír aun cuando el viejo no tenía dicha intención —He de insistir que se está centrando mucho en el aspecto de la batalla.
—Puede que tengas razón, aun así, el emperador da mucho crédito a las habilidades de combate o eso creo. No he sabido de ninguno de sus cercanos que no sea una bestia. Shaeyvah tan grandes como murallas, bestias que solo existían en las fantasías de los bardos, dragones y en dos ocasiones diferentes. Todos abatidos por sus cercanos. Incluso hay una historia de la reciente batalla del dragón donde se hizo presente un ser de oscuridad tan grande que podría tomar un zeppelín con una mano. No pertenencia a ningún bando, pero ellos lo desvanecieron regresándolo a la pesadilla de donde había venido. Si quiero acercarme al círculo del emperador debo ser más fuerte de lo que soy ahora... ¿Crees que pueda aprender lo que hizo Luciel? Recuerdo una garra de un color turquesa, parecía hecha de agua, fue raro.
Niall apretó la quijada con molestia.
—No creo que el joven pacificador le quiera dar lecciones respecto a la habilidad que haya usado... —Cada que Niall estaba molesto ponía una expresión que daba miedo. Adelayn se encogió de hombros solo de mirarlo.
—Puede que tengas razón, además es un santo, por eso me curó —Dijo Adelayn. «Nada pierdo con preguntarle»
Niall aflojo el rostro luego de la respuesta.
—Si me permite una última observación para dejarla en paz por la noche.
—Adelante, igual la dirás Niall —Adelayn se encontraba cavilando ideas sobre que debería hacer para eso punto. Y ocupaba un espacio en su mente para decidir si era mejor qu bajara en vestido o no.
—El joven Luciel —Carraspeo Nial para atrapar su atención —Es un pacificador. Hasta donde llegan mis conocimientos es que ninguno de aquellos que sirven a la iglesia como pacificadores tienen permitido involucrarse sentimentalmente con los civiles, mucho menos formar una familia
—¡Niall! —Interrumpió Adelayn con los colores subiéndosele a las mejillas —Por favor, sí, me parece guapo, muy guapo y estoy interesada pero no por eso quiere decir que haya pensado en todo eso.
—No estaba insinuando eso señorita Adelayn, disculpe si sonó así, es solo que... —Niall metió la cabeza en sus hombros con tanta vergüenza como Adelayn —Me he encontrado en dos ocasiones con pacificadores que han roto dicha regla. En ambas ocasiones ello solo los llevo a un camino de sufrimiento y arrepentimiento. Vi de cerca una de esas ocasiones. La iglesia puede ser tan desalmada a veces... El joven ya camina por una senda similar, usted no lo ha notado, pero él porta un anillo en la mano. Carezco de dioses a los que rezar y aun si, aun asi ya que la salvó, rezaría por que el joven no deba pasar por ese sufrimiento del que fui testigo. No es una vida que deba llevar un hombre, menos uno que sirve a la justicia sea divina o no.
Los oscuros y grandes ojos de Niall brillaron en un acceso que le parecían lágrimas. Su pecho se encogió por las palabras. No podía imaginar que sería aquello que debió presenciar y en cierta forma no quería hacerlo.
—Niall, gracias, gracias por decírmelo. Puedo ver que lo dices por mi bien... No sé qué... pensare sobre ello. Bajare para comer en un minuto.
Niall cerró la puerta tras de sí.
Adelayn se quedó con las alforjas de equipaje a sus pies durante un largo rato. No quería pensar en nada, quería alejar todo lo que quería y debía hacer. Se dejó caer en su equipaje frustrada por todo. Sacó al azar un vestido y el uniforme de mercenario que nunca se puso. Suspiró antes de ponerse el uniforme. «No me gustan las faldas, y aun así estaba pensando en ponerme una para él» Gruño golpeando sin fuerza el vestido que se había quedado sobre la alforja.
Salió de la habitación vestida en el uniforme de Litae al cabo de unos minutos. Como si nada hubiese pasado.