El sonido de la puerta interrumpió su pensamiento. Una mujer de belleza madura como no había conocido antes se presentó con él. Tenía un largo y liso cabello castaño que peinaba al entrar. Llevaba un camisón que cubría completamente su piel tostada, pero marcaba su figura curvilínea en sombras que denotaban todo. La vio morderse los labios en cuanto lo miró con cuidado.
—Vaya... —Su voz sonaba airada. Calmada a su gusto, pero tenía un tono incitante que lo puso más nervioso —Ya veo porque madre Mirna me despertó... puedes llamarme Faslin... ¿Estas nervioso muchacho?
Luciel cada vez dudaba más de su decisión. El deseo que sentía por aquella mujer era innegable, mas no estaba convencido ahora si esta fuese la mejor forma. «Es la única forma de continuar —Le recordó Alastor» Luciel asintió tragando saliva profusamente.
—Déjalo todo en mis manos y relájate... —Dijo Faslin al acercarse lo suficiente para tocarlo.
Ella hablaba mucho con esa voz que exhalaba gran aire en cada palabra. Era relajante hasta cierto punto. Faslin comenzó a quitarle la ropa lentamente. Lo guio a la cama cuando él aun tenia los pantalones puestos.
Durante todo el acto ella se dedicó a revisar que no se sintiera nervioso y se centrara solo en la experiencia. En cierta medida Luciel sintió que ella realmente quería cumplir su palabra de encargarse de todo. En un punto él se dejó llevar lo suficiente para que su mente y su cuerpo se aflojaran.
Cuando todo hubo finalizado Luciel se sentó con la intención de procesar lo que había hecho. Por una vez el silencio de su cabeza y el silencio de la habitación no lo ayudaban. Para él era como tener la cabeza debajo del agua. Necesitaba un respiro.
La mujer Faslin, lo examinaba recostada a un lado suyo. Él se alejó a buscar en la mochila su pipa y algo de tabaco, las manos le temblaban impidiendo prepararlo. Sentía que la garganta se le cerraba. No había ni una sola voz en su cabeza, y aun así el agobio que percibía tomaba la forma de un rio que lo arrastraba ahogándolo en el proceso. Intento exhalar sus pensamientos, intento dar una calada de su tabaco y nada de ello funcionó. Sentía como algo apretaba su corazón, palpitaba esforzándose por hacerlo todo el camino, hasta que sintió palpitar su dedo anular. Se alguna forma creía que el anillo en su mano era lo que no le dejaba respirar.
Se lo quitó y comenzó a derramar lágrimas.
—¿Por qué lloras muchacho? —La calmada voz de Faslin lo llamo desde su espalda —Ese anillo, ¿Es la razón?
Luciel se limpió las lágrimas con las palmas de las manos, como si fuese solo un niño, paso sus manos por sus ojos incontables veces hasta que pudo enfocar algo. No sollozaba más sentía que si decía algo en ese estado echaría a llorar como no había hecho en tantos años.
Asintió con la cabeza.
—Se que eres, en lo que trabajas ¿Ese anillo guarda el mismo significado que cualquier otro que se lleva en ese dedo? —Los dedos de Faslin tocaron su espalda con delicadeza. Pasearon por ella solo deteniéndose una vez.
Luciel hacia acopio de fortaleza. Calmaba su muda mente con la imagen del abismo, se centraba en ella como quien intenta recordar algo. Regresó a sus cabales lo suficiente como para intentar hablar.
—Si, lo tiene —Dijo Luciel trabajosamente luego de un silencio que se había extendido por un largo rato.
—Llora cuanto quieras joven sin nombre, nadie dirá una palabra de la forma en que uses esta habitación. Si deseas que te conforte con palabras o de otra forma puedes pedírmelo. Me siento con el deseo a hacerlo, a decir verdad —La voz de Faslin se mantenía segura tras su espalda. Continuó con algo de duda en sus palabras —No conozco la relación que tenías, y no me entrometeré más si así lo prefieres... Puedo, puedo ver que el amor que le tienes es genuino... ¿Cuál es la razón de que hayas requerido mis servicios?
—Yo... —Su cabeza parecía dar vueltas y presionarse al buscar alguna respuesta que dar. Comenzó a deslizarse al abismo en su mente. Se empeñó con pura fuerza de voluntad a no caer por completo en él. Las palabras comenzaron a salir rotas. aun cuando no era él quien hablaba. —Debía hacerlo, era la única forma.
La cabeza se Faslin se asomó por uno de sus costados para verle el rostro.
—¿A qué te refieres muchacho? —Dijo Faslin con curiosidad.
—Yo... Mi Libido es... —Las frases se formaban con un murmullo en su cabeza mientras salían de su boca. La sensación siempre le aturdía, prefería dormir en el fondo del abismo a tener que pasar por situaciones así. «Paren» —A veces siento que no puedo controlar mi libido.
La voz de aquel murmullo se sobrepuso completamente sobre él. Hablaba dulcemente dejando que la tristeza, la amargura y todo cuanto Luciel intentaba guardar gobernara sobre sus palabras. Se desnudaba por completo con Faslin.
—¿Qué tan grande? No es que no crea en tus palabras. Pude notarlo mientras estábamos juntos, eso y que tienes experiencia. Mas de la que pude imaginar —Faslin no inmutaba su expresión. Una dulce que no lo juzgaba como el creería debiese pasar.
—No puedo... —Comenzó aquella voz que se alejó al abismo para dejarlo en control de vuelta. Luciel sintió un alivio propio de haberse quitado un gran peso de encima —Desde que me aleje de ella, no, desde que estábamos juntos no había podido dejar de ver a otras mujeres. Admirarlas, imaginarlas alimentaba mi libido.
—¿Las deseabas? Con tu rostro podías haberlas tenido a la mayoría si no es que todas... —Dijo Faslin apartando los cabellos de Luciel de su rostro.
—Nunca las desee —Luciel negó con la cabeza —Una de ellas... me lo oculte incluso a mí mismo en aquel entonces... Pero, pero, al amor que le profesó sigue siendo sincero... nunca quise...
—¿Sucedió algo al separarte de ella?
—Dos veces... —Dijo Luciel con amargura —...La primera vez fue algo tan repentino, era como si el deseo de tenerla hubiese sido más grande del que nunca tuve. No podía dejarla ahí, era hermosa sí, pero no pensé que pudiese comportarme de esa manera.... La otra fue una chica tal vez un poco menor que yo, no recuerdo ni cuando la lleve a los establos.
—¿Las asaltaste? —Cuestionó Faslin como si fuese algo normal.
—¡No! ¡Por Gabriel, No ¡—Alzó la voz asqueado por el pensamiento. Recordó de pronto las palabras de Sergius sobre los gritos de la chica. Se aseveró que ello no hubiese pasado. Según Lucy la muchacha insistió que se quedara con ella tanto que la hizo llorar. «Aun si Lucy es una llorona ella no miente, no con algo como aquello» —No soy esa clase de bestia, no podría vivir conmigo si lo fuera.
—Aun así, no pudiste negarte... ¿Tu libido no te deja pensar? Cuando llegaste estabas tan nervioso que me hiciste muy feliz de ser tu primera mujer. Aunque ello no fue asi. Ahora me hablas sin temor, casi parece que he tenido a dos hombres diferentes en esta habitación —Faslin lo inspeccionaba con la mirada de arriba abajo –Y tienes más resistencia que dos... ¿No quieres vestirte? Así no me tentarás a aprovecharme de ti muchacho.
Cerró los ojos asintiendo. Intentó cubrir su sexo sin mucho éxito. Comenzó a vestirse evitando la lascivia mirada de Faslin. Al poco ella también inició a ponerse ropa. Luciel no podía creer todo lo que había contado a una extraña.
—Imaginaba que los pacificadores tendrían más cicatrices en su cuerpo. ¿Cómo te hiciste esa media luna extraña? —Los dedos Faslin se guiaron su espalda desnuda una vez más —Ah, y no me has respondió muchacho.
—Es una marca de nacimiento... hasta donde sé —Dijo Luciel al girarse —No, no puedo pensar claramente por ello. Siempre evito imaginar o pensar siquiera sobre ello. Con el tiempo que paso sin hacer nada, se vuelve más difícil para mí. Por lo menos así se siente.
—Que marca de nacimiento tan rara... ah, no es importante —Faslin parecía querer recordar algo. Continuó dejándolo de lado —Si comprendo del todo... decidiste venir aquí por esa libido que sientes no poder controlar.
—Si... —Dijo Luciel dando un suspiro de resignación —Soy un imbécil, ¿Cómo puedo decir amarla cuando no puedo parar de hacer esto?
Sostenía el anillo plateado en la mano, titubeaba si ponerlo o no en su dedo de vuelta. Faslin se le acercó hasta estar separada por un palmo. Lo volvía a inspeccionar, aunque esta vez solo el rostro.
—No creo que tu respuesta este equivocada muchacho... —Dijo Faslin con un tono calmado, tan dulce como no había escuchado en todo el tiempo que llevaba con ella. Era como ser regañado de una forma muy comprensiva —Cuando viniste aquí, viniste solo para desprenderte de ese libido. Nada más. Nadie viene a estos lugares buscando amor... Hay quienes realmente llegan a caer en decir que lo sienten. Madre Mirna, y yo misma he visto algunos casos con nobles. Pero los hombres y mujeres que ponen sus pies en un burdel lo hacen por muchas razones. Ya sea compañía, consuelo, conexión o saciar el libido como es tu caso. Yo y las que trabajamos aquí complaceremos esos deseos no importa cuales sean. Mi verdadero nombre no es Faslin, y no sé cuál es el tuyo. Una vez dentro de esta habitación puedo ser lo que necesites y quien necesites, no preguntare si quieres llamarme de otra forma... Si quieres ver esto como algo que estrujará tu corazón, adelante, pero para mí sigues siendo solo un cliente, y ninguna de nosotras buscaremos algo más que monedas de ti muchacho. Creo que has tomado la única opción que tenías.
—Yo... —Sintió un par de lágrimas recorrer sus mejillas. Las palabras de la mujer que se hacía llamar Faslin fueron un alivio que no esperaba necesitar. Ahogó un par de risas que salieron involuntariamente —Gracias... me reconfortan las palabras que me has dicho como no te haces una idea... Me gustaría poder pensar que esto lo resolverá, pero cuando ella se entere no habrá diferencia entre si lo hice en un burdel o en un establo.
—Si has tomado la decisión de decirle no puedo detenerte —Dijo Faslin al limpiar el rostro de Luciel con un pañuelo —Hay todo tipo de mujeres muchacho, no dudo que atrapes el corazón de la mayoría sin la intención de hacerlo... Hay rumores que llegan desde el oeste de que el emperador de Aenthos tiene su propio harem o que la igle... la religión de lys promueve esas prácticas.... Lo único que puedo decir con seguridad es que algunos hombres llegan a tener ese tipo de relaciones sin muchos más problemas que los que le causarían una discusión a cualquier pareja... Tu conocerás mejor a la mujer que te entrego ese anillo plateado. Llora tu culpa muchacho, y si realmente necesitas aliviar tu libido continua solo con mujeres como yo.
La dama se alejó de él al tomar asiento en la habitación. «Llora tu culpa, parece algo que diría Lucy» Luciel terminó de ponerse el uniforme y todo cuanto llevaba consigo.
—Me has dado mucho en que pensar —Dijo Luciel dándole cara a Faslin de vuelta. —Gracias por todo, me has ayudado más de lo que llegue a pensar. Tomaré una decisión en el siguiente pueblo en el que pare.
Faslin le sonrió abriendo la puerta para regresarlo al pasillo. Una vez Luciel estaba con un pie fuera ella volvió a hablar.
—El sexo fue un extra para mí, creo que solo necesitabas el placer de una charla sincera —Dijo Faslin al cerrar la puerta detrás de él.