Luciel sabía de donde vendría el ataque, lo había visto, lo esperaba. Pudo escucharlo un momento antes de que se abalanzara. Sacó ambas espadas en un giro, la silueta Coz ascendente bloqueo el golpe salpicando algo de sangre al techo. Agony gruñó tomando a la niña en brazos y saliendo por donde recién había entrado. La cegadora de Luciel se ilumino por un momento en un rojo blancuzco, quemo la carne del Shaeyvah, formando ascuas visibles por un instante.
En la casa solo estaban ellos dos, esperando a que el otro hiciera el primer movimiento. Luciel buscaba la imagen del Shaeyvah en las paredes, las marcas de sangre en el suelo. Aguzó su oído a tal punto que logro dirigirse a un espacio cerca de la chimenea donde escuchó el goteo de sangre. La silueta La garra del león le hizo pasar por encima de los muebles atrapando solo el aire. Una silla salió volando en su dirección. Al apartarse vio de vuelta la sombra acercarse rauda. Bloqueó otro golpe con el espectro de su alma. Cayó cerca de la chimenea soportando el dolor del golpe. «Usa la ceniza» aconsejó un murmullo. Posó su mano en la ceniza pidiendo por un viento que las levantara todas hacia delante. Uso solo un poco del ruido que mantenía en la parte trasera de su mente.
Una pantalla de polvo se formó frente suyo, revelando la figura del Shaeyvah. Un nuevo zarpazo se dirigió a Luciel. Rodó recibiendo un corte profundo en la pierna. Se levantó gimiendo, poniéndose en guardia frente al ahora visible Shaeyvah. Se encorvó moviéndose por la habitación lentamente. El Shaeyvah soltó un sonido gutural similar a una risa, estar escondido había perdido importancia para él. «Es mi turno de esconderme» pensó Luciel.
Avanzó a un lado como si fuera a lanzar un ataque. Las ondas de su alma formaron una ilusión de cabellos cubriéndolo de cabeza a pies, ondearon mostrando como Luciel había desaparecido.
Estaba agradecido que el vínculo que tenía con Camelia le permitiera hacer esto con tanta facilidad. Se movió aprovechando que el demonio estaba buscándole. Sabía que debía acabar con un ataque pues, aunque su pierna se estuviera curando dolía horriblemente.
Exhaló sus pensamientos una vez más, saltando al abismo que formo su mente. Lo embistió con Caza del lobo, los golpes continuos de la silueta confundieron al demonio que chillaba guturalmente. Pidió a las almas que cada sonido de la espada cortara más profundo, como una ráfaga que lo acompañara en cada corte. Agotó sus reservas con el último golpe, y cuando el Demonio lleno de ascuas causadas por la cegadora se tambaleo delante suyo. Con la silueta Fauces sangrantes se aseguró de rematarlo, dejó de chillar y dejó a Luciel bañado en la sangre verduzca.
El cuerpo del Anarek'li cayó a un lado de sus botas, ahora podía verlo en toda su repugnancia. Retomo aire apoyado en la pared, mientras el ruido habitual se iba apoderando de su mente, los murmullos los echaban atrás, haciéndolos más bajos hasta que apenas se escuchaba. La herida en su pierna estaba casi cerrada, la sangre manchaba su pantalón y el agujero en este era la única razón por la que alguien sabría que fue lastimado ahí.
—¡Luciel!, ¡rápido sal! —Nela se encontraba en la cornisa de la puerta con Justitia en el hombro, quien se cubría la herida del vientre. Insistía en que podía caminar con voz queda, pero Nela no lo escuchaba.
Luciel escuchó un estruendo en la cocina, seguido por una nube de polvo. El ruido de las maderas partiéndose, golpeándose entre sí y derrumbándose hizo que los tres dirigieran su mirada a la cocina donde podían ver fuego prendiendo el lugar lentamente. Nela apuró a Luciel metiéndose en la casa, su apuro casi la hace tropezarse junto a Justitia. Luciel se dirigió a la puerta en cuanto otro estruendo sonó en el lugar.
Avanzaron hacia Agony quien se encontraba apartada en la cerca con la niña. Los tres giraron a ver a Poena quien destruía la casa a martillazos, la madera se prendía en fuego cada que la tocaba. Se divertía con la destrucción que suponía uno solo de sus golpes. La cara de Agony mostro su desaprobación apenas llegaron. Luciel intento ignorarla atendiendo a Justitia.
Se encontraba muy magullado, afortunadamente ninguna de sus heridas había sido profunda. Justitia podía notar la urticaria de Luciel subiendo por su cuello y un poco en sus brazos. La armadura de cuero regresó a su forma de capa, ocultaba perfectamente cualquier lugar donde la urticaria se hacía presente. Decidieron dirigirse al pueblo apenas Luciel terminó de revisar a Justitia. Nela aparto a Luciel en el camino.
—¿Qué harán con la niña?
—No sé, podemos dejarla en el pueblo, algún amigo de la familia podría encargarse de ella. Por cierto, gracias por el apoyo. —Dijo Luciel, al recordar la flecha que llegó por la ventana. La joven se ruborizó olvidando por un momento lo que hablaban.
—Si, si...decía... la niña no es de la familia Celko. podría preguntar, pero no me suena haberla visto antes.
—¿No hay nadie que se pueda encargar de ella? —dijo Luciel, pensando de donde pudo haber salido la niña. Recordó a la que vio en las calles de Beruem. Pero se sintió paranoico al respecto.
—No creo... se dé un lugar, pero no creo que sea bueno que crezca ahí. —Comentó dudosa Nela, moviendo la cabeza de lado a lado.
—¿Dónde?
—... El burdel, suelen cuidar a los niños de las chicas... las que llegan a tener claro está
—Pero eso la haría tener que trabajar ahí cuando sea mayor, ¿no?
—¡No!, no siempre... digo cuidaron de mí. —dijo Nela avergonzada, quería ocultar su rostro, pero no hallaba donde.
—Perdón. No sabía yo solo pensé, olvídalo, perdón.
—Está bien, podríamos cuidarla. Podrían cuidarla ahí. Es el único lugar que se me ocurre.
—Gracias, pero creo que antes podría preguntar para llevarla a Beruem, que la iglesia se encargue de ella.
—Gracias... Por todo.
Nela se apartó adelantándose un poco, jugaba con los dedos en su espalda baja. Iluminada por el crepúsculo hechizó a Luciel, veía su figura, sus manos juguetear y bajaba de más la mirada. De vuelta esa parte de su mente volvió a activarse, esa parte que imaginaba cosas indecentes, esa parte que era peor que el ruido, peor que los murmullos, esa parte que le hacía sentir una urgencia alzarse en su cuerpo. Subió la mirada encontrándose con la de Nela. Ambos tenían la cara como un tomate, ambos la apartaron apenas se dieron cuenta del otro. Le daba asco esa parte de su mente, no podía controlarla, no le quedaba más que vergüenza por lo que pensaba, por los lugares a los que sus ojos se dirigían. Intento apartarla pensando en Sahely, pero su mente lo traiciono usando su imagen para lo mismo de lo que intentaba escapar. Se oculto en su capa un pequeño tramo, hasta que pudo liberar su mente de esos pensamientos, aunque fuera temporalmente.
Una vez lograron divisar el rio, Jozef apareció a los pocos minutos buscando confirmación de que todo había terminado. Nela fue la primera que se lo afirmó, seguido de Luciel. Jozef se apartó rápidamente devuelta al pueblo, diciendo que debían celebrar y que el pueblo les invitaría, que él se aseguraría de ello. Nela comentó por lo bajo que le alegraba verlo devuelta tan animado. Llegaron poco después, recibidos por las mujeres de atuendos coloridos, quienes tomaron a Luciel y Justitia de los brazos, estos torpemente se volvieron a negar, pero fueron arrastrados al establecimiento, ahora más parecido a una taberna. Agony les dedico una expresión de asco a ambos, antes de seguir a Nela para darle un lugar de descanso a la niña, que seguía sin decir una palabra.