Al encontrarse con Vukan la urgencia había bajado lo suficiente para preguntar sobre su habitación. Agitado fumó más tabaco, mientras lo guiaban por los oscuros y acogedores pasillos de la posada. Cerró la puerta y se quedó en la oscuridad con la respiración acelerada. Encendió una vela y saco su libreta. "Airan, ya es difícil sin ti metiéndose en el camino." escribió a un lado de la lista sucesos del día. Su cuerpo se escurrió hacia el suelo.
«Podrías haberlas tenido a ambas, a todo el local gratis» objetó el murmullo.
—Cállate —susurró para sí.
«Deja de ignorarnos, será más difícil de esa forma»
—Lo se...
«hare que se vayan, has lo que debas...»
Su puño sonó sordo contra la madera. Se mantuvo contra la pared todo el tiempo que pasó deshaciéndose de su urgencia. La imagen de Sahely se le escapaba entre fantasías de otras mujeres, la culpa presionaba su pecho, pero no podía parar, no quería parar. Se dejó caer en la cama al terminar, quería dormir lo antes posible o sus pensamientos le perseguirían hasta la mañana. «llora» le dijo gentil un murmullo que él ignoró.
Durmió sin darse cuenta, el cansancio le pudo más que la culpa.
Los golpeteos en la puerta le despertaron. Alistándose en el proceso que iba a la puerta recogió todo lo que había dejado por la habitación. Su cuerpo dolía tanto como su cabeza.
—¿Qué pasa? —dijo Luciel apenas estaba lo suficientemente cerca de la puerta como para que lo oyeran.
—¡La niña desapareció! —Escuchó a Nela del otro lado.
La cabeza le dio un vuelco antes de procesar la información. Buscó su milagro, las almas que había mantenido ayer, pero ya no estaban, había desaparecido junto con la chiquilla. Su cabeza pensó en todas las opciones que se le pudieron ocurrir y solo había una que le cuadraba. Sergius o Poena, uno de ellos lo hizo. Golpeo su cabeza contra la puerta, no había nada que pudiera hacer ahora.
—Dejó algo... —agregó Nela al escuchar la puerta
—¿Qué es?
—Dejo canicas... tres de ellas... ¿estas bien?
—Si, si, solo me sorprendió la noticia... Aun puedo sentir mi milagro, donde sea que haya ido está bien, esperemos que vuelva...
—Me alegra saberlo... baja a comer algo.
Un sonido de afirmación hizo que ella se alejara de la puerta. Él se quedó en silencio contra la puerta unos minutos antes de bajar, no importaba que haya pasado ahora no se quedaría por más que le rogara.
Vukan le recibió con la misma hospitalidad con la que llegaron, aunque se le notaba el apuro en que se fueran. Era tan temprano que sus ojos se cerraban de vez en cuando. Su grupo entero estaba ya comiendo. Se podía sentir el resentimiento de la mirada de Agony y la tristeza en la de Justitia. Nela intentó explicarle con mayor detalle que sucedió, pero fuera de que la niña desapareció, la única pista que quedaba eran las canicas.
—Les di las otras a Agony y Justitia, creo que por eso las dejó... —Luciel tomó la canica cristalina en cuyo interior solo había un fragmento de pintura rojiza simulando una hoja o un pétalo.
—Gracias, perdón por no poder hacer más —dijo Luciel
Nela negó con la cabeza.
—Has hecho suficiente, si vuelves a pasar por aquí te hare saber si la encontramos. Guardaré tu carta hasta entonces.
Se acompañaron en silencio hasta que Sergius los llamó. Aun cuando las caras de Justitia y Agony giraban a la mujer de vez en cuando no se acercaron, Luciel fue el único en despedirse de Nela. Ella le agradeció tanto que hizo avergonzar a Luciel, prometiéndole que la siguiente vez que llegue al pueblo podrá ver algo más que problemas y que todos lo recibirán con los brazos abiertos. Sergius se rio de la interacción, empujando a los demás fuera.
Cuando Luciel hubo terminado con Nela ya le esperaban todos en monturas, listos para ir a Ilyberk.