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Chapter 13 - Perderse en el deber (Parte 2)

—Y tú Luciel, ¿no tienes nada que decir? —cuestionó Sergius.

—Creo que mis compañeros explicaron todo lo que había que explicar. —La libreta se cerró con delicadeza ya habiendo terminado su lista, fumó un poco de su tabaco.

—No —Lanzó Agony malhumorada —me dejaste a la niña queriendo enfrentarte al demonio solo. ¿Crees que no podía encargarme sola? ¿Qué coño fue eso?

—Sabía lo que estaba buscando, explicarlo llevaría más tiempo que solo darte la chiquilla. —Creyó la mentira necesaria para no levantar sospecha sobre sí. La última vez, hasta el director parecía escéptico ante lo que dijo sobre su visión. Lo mejor era inventar algo más, ocultar cualquier cosa que les dé a pensar de más, como la niña de Madalena.

—Aun así, podrías confiar en mi... —la frase perdió intensidad a la mitad. Agony bajó los hombros hundiéndose en la silla.

—Parece que se divirtieron en su pequeña aventura. Espero la hayan aprovechado porque no tendremos más luego de está.

Jalena los volvió interrumpir para dejarles sus alimentos. Puso delante de Justitia y Luciel un caldo rojizo de verduras y un plato de lo que parecía un pan delgado que a Luciel se le figuraba una crepe regordeta, lo que sea de lo que estaba relleno le aligero la mente tanto como una calada de su tabaco. Los otros dos habían pedido un estofado normal, similar al que Vukan les había ofrecido en la mañana, aunque recién hecho.

—Son mis platos favoritos, espero te gusten. —le dijo por lo bajo a Luciel antes de irse con una sonrisa en la cara. Los ojos de Luciel la siguieron lujuriosos una vez le dio la espalda. «Gracias a Gabriel que tenemos las habitaciones donde Vukan». talló su frente luego de ese pensamiento.

—Podrías preguntar si ella también está para usarse —Sergius río alto al ver la expresión de molestia de Luciel y agregó —Trabajo decente, pero ¿Qué harán con la niña?

—Deberíamos llevarla con nosotros —dijo Agony. Ni bien Sergius había terminado de decir la última palabra.

—¿N-no sería mejor dejar que la gente del pueblo se encargue? —dijo Justitia. Evitaba la mirada de Luciel cada que se cruzaban. Se centraba en la comida como si está estuviera contándole una historia.

—Imposible —Sergius comía sin modales, tirando algo de bebida en la mesa. —Nosotros debemos decidir qué hacer, no ellos

—Entonces solo debemos llevarla a una iglesia, llevarla de vuelta a Madalena, está cerca —dijo luciel

—No, perderíamos mucho tiempo, recuerda nuestra misión es primero. —dijo Sergius

—¿Entonces que sugieres? —dijo Agony quien se comenzó a impacientar, su tono denotaba preocupación.

—Pues, deberíamos deshacernos de la niña. Es la mejor opción, ha visto demasiado. —El silencio se hizo largo esperando que agregara algo más a su comentario, Luciel esperaba, pedía que no fuera cierto.

—¡No! —Espetó Agony levantándose de su silla. Se volvió a sentar casi de inmediato pues su actitud podría significar disciplina. —Me refería a que no debería ser necesario.

—Niños, seré bueno con ustedes, llevan poco tiempo fuera de la academia y es la primera vez que pasan por algo así. Escuchen bien... —comentó condescendiente y agregó —Si estuviéramos en el viejo continente tendrían que deshacerse de cualquiera que haya visto algo, que se haya involucrado de más. No importa si es la niña o la muchacha a la que le miraba el culo Luciel. Debian hacerlo, nadie debería saber de estas cosas.

—Pero, pero no significa que debamos hacerlo aquí. —Suplicó Agony interrumpiendo.

—Es cierto, pero ¿creen que la iglesia va a recoger a cualquier niño que se le atraviesa? ¿Creen que hay tanto espacio para niños huérfanos? No sean ingenuos, los pacificadores que los recogieron vieron algo en ustedes, no sé qué haya sido, pero no era lástima. ¿Vieron algo en esa niña que les dijera que podría ser de utilidad para la iglesia?

La mesa se quedó en silencio, los tres jóvenes dejaron de comer. Las palabras de Sergius eran duras y al mismo tiempo tenían algo de razón, algo que los tres muchachos sabían. Algo que los tres querían negar con toda su alma. Luciel quería dar alguna respuesta, algo que pudiera servir, no quería que la niña terminara de esa forma, no en manos de Sergius. Los ojos de Agony estaban aguados por una combinación de frustración y tristeza, cuando sintió que las lágrimas correrían las limpió con su manga.

—Eso pensé... —dijo Sergius.

—Ella sobrevivió durante un par de días dentro de la casa, con el demonio ahí, no sé cómo lo hizo, pero eso podría ser suficiente. —interrumpió Luciel

—¿Dices que la chiquilla sobrevivió a un demonio mientras se comía a su familia por dos días?

—Si, es lo que sabemos, aunque ella aún no ha dicho nada desde que la encontré escondida.

—Pero que no ella... —dijo Justitia y abrió los ojos como platos al sentir la mirada de Luciel.

—¿Ella qué? —dijo Sergius

—Decíamos que ella puede ser la razón por la que el demonio actuaba raro. En circunstancias normales el demonio ya hubiera atacado el pueblo. —dijo Luciel

—Es raro, es cierto. Solo los invocadores y ciertos brujos tienen control sobre demonios. Los primeros se suponen están todos muertos y de los segundos solo sé que no es algo para una chiquilla.

—Es por eso por lo que deberíamos llevarla, puede que tenga talento para ello. Sera útil a la iglesia en algún sentido. —dijo Luciel con entusiasmo que lo hizo levantarse de la silla. «tranquilo es mejor esperar a decir todo» comentó un murmullo.

—Bien la niña puede ser útil, ¿Cómo la llevamos a la iglesia? Tenemos cosas más importantes que atender. —dijo Sergius con un fuerte suspiro.

—Los mercenarios... —dijo Justitia por lo bajo, dudó si desarrollar más su idea, y se acalló.

—Nela, la chica que nos indicó la granja, dijo que había ido a Madalena antes, ellos pueden encargarse de llevarla. Podríamos darles una carta para que sepan qué hacer con la niña una vez esté en la iglesia. —agregó Luciel.

—Bien, Bien, pero esas cartas tendrán sus nombres no el mío, no me hare responsable de la mocosa. Tengo suficiente con ustedes, como para querer involucrarme. —dijo Sergius girando los ojos en una mueca.

Los cuatro regresaron a su comida. Agony mostraba una leve sonrisa solo con los labios que ocultó luego de un rato, y desapareció en cuanto Sergius llamo a una de las chicas de vestido colorido. La obligaba a sentarse en su regazo mientras hablaban, y cuando una de las grandes manos de Sergius se forzaba por debajo de su vestido ella lo apartaba con una sonrisa incómoda. Exceptuando a Sergius nadie más de los que pasara por ahí se divertía. La muchacha terminó susurrándole algo al oído luego de otros intentos de sobre pasarse de Sergius, lo cual hizo que la llevara arriba.

Los tres se aliviaron de que Sergius se hubiese ido. Jalena y otras muchachas también, pues se acercaron a la mesa tan rápido que parecían estarla acechando.

—Gracias a los dos, avisaré sobre la niña y me iré a dormir —comentó Agony antes de levantarse e irse. La sinceridad que mostró era algo nuevo, algo que sorprendió a ambos chicos.