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Chapter 10 - Capítulo 10

A la mañana siguiente ordeno a mis hombres ir de puerta en puerta para que le informen a los habitantes de Esbejörn que yo, el nuevo soberano de estas tierras quiere darles personalmente un comunicado muy importante.

Se puede decir que las 15 mil personas que viven en esta ciudad se reunen todas en la plaza central. Entre mis súbditos se puede percibir el temor de lo que les pueda suceder bajo mi mandato, donde no paran de hacer comentarios relacionados con la batalla de la noche pasada. Hasta que yo me subo a la tribuna de madera que comúnmente se usa para hacer ejecuciones de criminales y que mi general Lars anuncia a viva voz, "¡Ciudadanos de Esbejörn, su nuevo rey Hartmut Stolvegen está aquí! ¡Inclinense ante él!"

Inmediatamente recibe la indignada respuesta de un hombre que dice, "Yo solo me inclino frente el rey Aron, no ante nigún traidor." Concluye escupiendo con desprecio.

Varios más se suman a la pequeña revuelta escupiendo de igual forma:

"¡Si señor Hartmut, no eres más que un despreciable traidor! ¡Aquí nadie te va a jurar lealtad!"

"¡Cuando nuestro verdadero rey se entere de esto tu estúpido reinado va acabar imbécil!"

"¡Si, posiblemente antes de que termine la semana tu cabeza va a estar adornado las puertas clavada en una estaca!" El sujeto comienza a reírse burlonamente igual que los demás que hablaron con anterioridad. No tolero más insultos y estallo en furia pensando, '¡Te voy a matar maldito bastardo!'

Inmediatamente la cabeza del hombre se comienza a enrojecer y después estalla bañando con su sangre y contenido a todos los que tiene cerca, propagando así el panico entre los expectantes.

Pienso asombrado conmigo mismo a la vez que observo mi mano que había cerrado muy fuerte, '¡Vaya, esto es increíble! ¡¿Cómo rayos hice eso?! Solo pensé en querer verlo muerto y su cabeza simplemente explotó como un globo de cumpleaños. Mmmm, voy a probar algo.' Entonces extiendo mi mano al frente y apretando mi puño con firmeza nuevamente deseo la muerte de el primer sujeto que me habló con desprecio y de inmediato la cabeza de este estalla de igual forma que la del anterior.

Reacciono pensando bastante conforme, 'Muy conveniente. Lo malo es que no lo puedo usar con alguien que desee someter, porque como es obvio nadie es capaz vivir sin cabeza. Pero lo que en verdad me beneficia es que causa una gran impresión a todas estas personas. Lo que me pregunto es, ¿qué tanto alcance puede tener?'

Después centro mi poder en un hombre que se encuentra arrimado a una pared a más menos 100 metros de mí y tras un gran esfuerzo de mi parte hago que él comience a quejarse de un fuerte dolor de cabeza hasta que finalmente estalla.

La multitud aterrorizada pretende dispersarse pero mis soldados que discretamente han acordonado el lugar, se lo impiden blandiendo sus espadas y asesinando algunos que a pesar de todo persisten.

Yo hablo mostrando mi enojo, "Si no me equivoco, yo no les he dicho que pueden irse... Los mandé a buscar para que escuchen lo que les tengo que decir y no se van a ir hasta que les diga que lo pueden hacer."

Mis súbditos se ven forzados a calmarse y dirigir su atención hacia mí a pesar de encontrarse muy nerviosos.

Una vez controlada la situación doy inicio a pronunciar mis primeros decretos reales, "Para iniciar les informo que todo aquel que pretenda revelarse recibirá el mismo destino que los de antes. Ustedes como mis súbditos solo tienen que limitarse a continuar con sus tareas cotidianas para garantizar la prosperidad de nuestro naciente imperio y los medios necesarios para su expansión, sin importar el tiempo que sea requerido para ello, como en el caso de que a partir de hoy que todos los hombres que sean capaces de trabajar tienen la obligación de ponerse manos a obra para fabricar máquinas de asedio como catapultas y balistas. Pero no se preocupen, mi fiel general Lars se hará cargo de supervisar todo junto con algún ingeniero que esté dispuesto a colaborar."

Observo la multitud de un lado a otro sin recibir ninguna respuesta, cosa que mi irrita y me veo obligado tomar medidas drásticas orientandole a mis soldados, "Guardias, comiencen a matarles a todos hasta que aparezca el ingeniero que nesecito."

Mis hombres seguidamente comienzan a cumplir mis órdenes acorralando a los ciudadanos y comienzan a apuñalarles indiscriminadamente.

En el suelo de la plaza se derrama la sangre de al menos 20 personas hasta que un anciano grita alarmado, "¡Yo soy ingeniero! ¡Le ayudaré a fabricar esas armas! ¡Así que por favor dígale a sus hombres que se detengan!"

Le hablo con fuerte y autoritaria voz a los soldados, "¡Guardias, alto! Ya no es necesario que sigan!"

Estos se detienen y ahora le pido al anciano simulando gentileza, "Muy inteligente de tu parte abuelo. De todas formas también te salvaste a tí mismo porque hasta que no te hubieras ofreciendo mis hombres hubieran continuado sin importales si al final no quedara nadie. Ven, sube hasta aquí para que podamos hablar más de cerca."

El anciano con una clara expresión de disgusto cumple con lo que le oriento y ya frente a mí dice a regañadientes, "Estoy a su servicio señor Stolvegen."

Le comento a la vez que yo apoyo mi mano sobre su hombro, "No del todo. Puedo ver en tus ojos la hostilidad que sientes hacia mí. Pero yo sé como solucionarlo." Hago empleo de mi habilidad sagrada y lo convierto en mi fiel sirviente sin nesecidad de hacerle ninguna herida.

Seguidamente me vuelve a hablar muy sumiso bajo mi control, "Haré todas las máquinas de guerra que usted desee lord Stolvegen."

'Muy bien, ya me imaginaba que iba a ser posible después de que hice estallar la cabeza de los de antes.'