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Chapter 5 - Capítulo 5 El Comic

Aldo no se atrevió a despertarlo. Se acurrucó a un lado suyo y pasó el brazo derecho por encima de su espalda. Su pijama de Disney era más suave que la pancita esponjosa de un conejo y estaba tan cálido como un panecito recién salido del horno. Aldo lo apretó suavemente y después bostezó rendido, dispuesto también a pegar los ojos y no abrirlos hasta que papá entrara al día siguiente hecho un sargento malhumorado y le sacudiera el torso peor que si estuviera sentado en una silla eléctrica. 

Pero antes de que las pestañas le cayeran pesadas, como los telones de un teatro, distinguió, por un lado de Ricardo, un objeto que desprendía una tinta de color rojo neón entre la oscuridad. 

Era el cómic. 

No pudo evitar sentirse atraído por él, así que volvió a encender la lámpara del buró y abrió el ejemplar en una página al azar. En ella se ilustraba una serie de viñetas secuenciadas, a todo color, todas desarrolladas en un bosque inmenso entramado de árboles donde se apreciaba la entrada de una cueva tenebrosa. Había un diálogo entre dos personajes con imagen de duendes, ambos de piel verde y diminutos, uno fortachón con apariencia de rufián y otro de aspecto torpe. El diálogo lo iniciaba el duendecillo de apariencia pendenciera:

-¡He esperado esto durante tanto tiempo! Tengo el plan perfecto para acabar con el trono del Rey Neferet. Es el momento oportuno para que nuestra sociedad secreta salga a la luz y por fin gobernemos el reino Meraldú y comencemos la expansión de nuestro poderío.

-Lo has intentado tantas veces, Gamaliel. En la última, pagaste con diez años en los calabozos del reino. 

-Esta vez no fallaré, Absalum. Voy a aprovechar el festín que todos traen con las batallas olímpicas y con la nominación del nuevo misionero. 

-¿En qué consiste ese plan?

El Terrible Gamaliel se levantó de la roca que le servía de trono y tomó aire para responder:

-¡Haré fallar la misión del Duende Escarlata en el planeta a donde será enviado! 

-Todo mundo habla de ese planeta llamado Tierra. 

-Provocaré un caos. Haré quedar muy mal al tonto Duende Escarlata. Acabaré con su misión. De esta forma todo el peso de la responsabilidad caerá sobre el Rey Neferet y será destituido de su trono por el consejo. Y ese será el momento preciso para generar un clima de inestabilidad y derrocar la forma de gobierno. Seré el amo absoluto, líder de mi propia nación.

-¿Matarás a Axel? Dicen que es un guerrero habilidoso en sus movimientos y lanza como nadie la estaca. Es el favorito para hacer alianzas con el nuevo planeta. ¡Seguro él ganará en todas las eliminatorias!

-Es tan solo un duende ridículo. Además no lucharé con él físicamente. Y tampoco seré yo quien acabe con él. Lo harán los habitantes de ese planeta. De eso me encargo yo. Empezaré por arruinar su plan. Los terrícolas son seres egoístas, de un egoísmo que los hace pensar solo en sí mismos, no les importa nada, solo competir entre ellos para ganar más, más y más, viven en separación, a nadie le importa el que está a un lado, viven en grupo y solo el grupo importa. Ningún grupo defiende a otro… son seres ¡patéticos! ¡Caerán fácilmente! ¡Su desconfianza por el misionero Axel será la mejor de mis armas! ¡El Duende Escarlata morirá a pocos días de que pise el planeta Tierra!

CONTINUARÁ...