Surgimos en un pequeño claro frente a un bosque de árboles secos llenos de musgo, con una niebla muy espesa que no permite desviar demasiado lejos en su interior, del que proviene el hedor de carne podrida y agua fangosa.
Detrás de nosotros se encuentra una enorme ciénaga igual de pestilente que el bosque con cuerpos de los que parecen ser anteriores candidatos que se pudren en sus aguas y justo encima el tan mencionado puente que se eleva considerablemente sobre el pantano por medio de las columnas de piedra que le sirven como base.
Inmediatamente que ponemos los pies sobre la tierra uno de nuestros miembros que divisa el puente elevadizo dice apresurado y señalando con su espada. —¡Miren allí es, vamos rápido!
El hombre comienza a correr de inmediato con el resto por detrás que le sigue, pocos metros adelante saliendo de entre la es niebla que nos rodea a una gran velocidad que no le da oportunidad al sujeto a reaccionar, surge una horripilante criatura con las piernas traseras como un saltamontes y el resto del cuerpo como una persona pero que lo diferencian las enormes garras de sus manos y la cabeza dividida en cuatro partes repletas de colmillos como anzuelos inclinados hacia dentro, que dicho ser toma por un costado al inconveniente hombre y desaparece con el entre los árboles dejando atrás un rastro de sangre y los gritos de sufrimiento de su víctima.
—¡Esa cosa es muy rápida!—Exclama Claudine igual de impresionada como con temor.
Yo me le acerco tomando su mano, le digo con seguridad y mirándole a los ojos —Descuida yo te cubro la espalda.
Ella no puede evitar dejar salir una linda sonrisa y me responde apenada y mirando a otro lado. —Pues cuento contigo Irán.
En ese preciso momento podemos oír la voz del Administrador que nos da la bienvenida de nuevo. —Saludos mis futuros héroes.
Alfred comenta poco sorprendido y muy serio. —Ya sabía yo que ese canalla había tardado mucho en aparecer. ¿Qué idea enferma se traerá entre manos ahora?
La voz del Administrador se continúa escuchando. —¿Qué os parece la ciénaga de los malditos? ¿Hermosa verdad?— Pronuncia con un evidente sarcasmo. —En este mismo lugar ocurrió una gran batalla hace mucho tiempo donde las almas y cuerpos de los caídos aquí todavía conservan su sed de sangre intacta. Pero no se hagan ideas raras, no están en Helment, sino que recreé este lugar para ustedes a excepción de los monstruos, demonios y espectros que si tuve que traerlos hasta aquí. Pero lo que en verdad es importante es que como han visto ya los enemigos aquí son más fuertes que los de la prueba anterior así que les recomiendo tener cuidado y nos vemos— Termina riendo burlonamente.
Se expresa Alfred a los demás. —¡Ya escucharon a ese canalla! Hagamos tres líneas de defensa delante del puente, los que tienen ballestas y arcos al frente para repeler a todos los enemigos hasta que estén lo suficientemente cerca, para los que ya han descubierto su poder que vamos a ir en medio salgamos al combate mientras los demás se repliegan. La última línea se encarga de rematar a los monstruos heridos. ¿Alguna objeción o algo que quieran aclarar?
Nadie objeta a su plan y toman las posiciones asignadas de inmediato, pero sucede un percance a uno de los nuestros, comienza a tratar de hacer mover una de las dos enormes ruedas que conforman las poleas.
Dice alarmado tras hacer todo su esfuerzo y no conseguir que esta se mueva. —¡No se mueve! ¡Necesito ayuda!
Un total de cuatro personas por cada rueda es lo que termina por ser lo necesario para poder hacer que el puente comience a descender, dejando bastante reducida la cantidad disponible para repeler a los enemigos.
Steven me comenta con mucha incertidumbre observando a los que estamos disponibles y después al bosque tras de nosotros del que provienen aullidos y gritos espeluznantes. —Aunque somos veinti tantos, me dice que lo que se nos avecina no lo vamos a poder retener y más aún si hay muchos como el de hace un momento. Así estate listo para lo peor.
Por muy desagradable que me parece Steven, no puedo evitar estar de acuerdo con lo que afirma, porque a mi también me da muy mala espina.
Nos quedamos atentos mientras vemos avanzar a los cuerpos putrefactos que surgen de entre las sombras portando armas oxidadas, a los que inmediatamente pueden distinguir sus siluetas los arqueros que son un total de siete, estos abren fuego.
El chico con su arco de flechas explosivas no para de hacer volar en pedazos uno tras otro hasta que aparece uno de los veloces que prácticamente lo toma por sorpresa al moverse tan rápido que no le da tiempo a reaccionar y ya casi a punto de desgarrarle el vientre lo intercepto cortando el brazo que aproxima a mi compañero con un movimiento desde arriba y después de retroceso para acabar partiéndole su cuerpo en dos mitades.
Mi compañero exclama muy agradecido tocándose el abdomen y respirando agitado por el susto. —Gracias Irán, ahora eres tú el que me salvo el pellejo. De verdad que ya me imaginaba con las tripas de por fuera.
Le contesto con orgullo. —Eso quiere decir que ya estamos a mano amigo. Es mejor que retrocedas que Alfred, los demás y yo nos encargamos. Si esos monstruos son rápidos yo lo soy más.
Se aproximan más enemigos y enfrento al primero cortándole un brazo y después por el mismo costado de éste le hago un profundo corte para después mientras otro se me aproxima le corto su brazo y cabeza también.
Alfred y Elizabeth no se quedan atrás y derrotan monstruos uno tras otro por igual. Con éste primero rebanando monstruos con un solo movimiento de su hacha y Elizabeth constantemente les toma por sorpresa apareciendo en el aire sobre ellos o justo delante para atravesarles su cuerpo en puntos críticos como el corazón, la columna vertebral y la garganta.
Hasta que ya falta muy poco para que el puente descienda completamente; escuchamos como el agua del pantano empieza a burbujear en una gran zona y podemos ver como decenas o quizás cientos de ojos rojos surgen de las profundidades.
Steven comenta mientras sacude su espada llena de sangre. —Ahora es que comienza la verdadera prueba.