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Chapter 12 - Capítulo 12

.Nos desplegamos cada uno a ambos lados de Elizabeth y comenzamos a enfrentar a los demonios que se acercan.

—¡No se detengan continúen, nosotros los retrasaremos el tiempo que podamos!—grita Elizabeth a los demás.

Una de sus amigas le responde muy preocupada. —¡Pero Eli, son muchos para ustedes tres nada más, déjanos ayudarte!

Elizabeth responde enojada y sin poder mirar a tras porque está ocupada combatiendo al enemigo —¡No, no permitiré que nadie más muera! ¡Todavía no están listos para enfrentar a estas cosas! ¡Vayanse de una vez y así en verdad me van a ayudar!

Después de pasar un rato ya comienzan a llegar enemigos aún más fuertes, como uno con forma de araña que logra golpear a Elizabeth y arrojarla contra el suelo, quedando ella sumamente adolorida. Y cuando su agresor se dispone a rematarla con uno de sus brazos como lanzas, yo sé lo intercepto con mi espada al ir hasta su posición con la velocidad de un relámpago. Después y sin detenerme le decapito para posteriormente cortarle las patas a un sabueso del tamaño de un auto que viene por detrás, al que lo termino

justo después de mutilar también su cola atravesándole la cabeza desde arriba.

Voy de inmediato a donde se encuentra la chica para ayudarla a levantarse por medio de mis hombros, preguntándole muy preocupado. —¿Estas bien? ¿No te has roto nada?

Contesta mientras se toca con una expresión de dolor en el brazo izquierdo. —Creo que me rompí el brazo.

—No te preocupes cuando salgamos de este sitio te van a curar esa herida.

Después miro asustado hacia atrás, ya no podemos hacer frente a todos los enemigos que se aproximan.

Alfred me grita mientras jadea del agotamiento y continúa repeliendo a todo tipo de enemigos. —¡Irán es hora de irnos! !Sí seguimos aquí vamos a morir todos!

—¡Tienes razón, vámonos!

Regresamos lo más pronto posible con los demás y prácticamente ya nos encontramos al límite, repletos de sudor y con dolores en los músculos de nuestras piernas por la extrema fatiga.

Entonces es cuando se nos llena el alma de alegría al ver unos grandes pilares formando un círculo con los mismos diagramas que siempre vemos antes de que nos teletransporten grabados en el suelo.

Alfred le comunica al grupo muy alegre al ver lo que aparenta ser el final. —¡Miren chicos allí está!— Señala con su hacha.

Ya casi llegamos al final del camino y se pueden oír los gritos de festejo por todos pero de pronto ocurre un gran temblor que nos obliga a detenernos. —¡¿Qué sucede?! ¡¿Ahora qué será?! ¡Mierda sabía que había sido demasiado fácil!—nos decimos unos a otros.

Pocos metros delante nuestro, la tierra se agrieta y comienza a elevarse hasta alcanzar una considerable altura y justo en la cima aparece una criatura espinosa como la de antes que en cuanto nos ve bajo de ella da inicio a disparar sus lanzas de hueso.

En ese momento escuchamos la voz ya de mal presagio del Administrador. —¡Me temo que todavía les falta un poco más chicos!- Se escucha su risa burlona.—Todavía faltan muchos por descubrir el poder de su arma sagrada, cómo para dar completada la prueba. Así que continuará hasta que al menos dos más lo consigan.

Alfred habla apretando los dientes por la furia que lo consume. —Asi que estas son las sorpresas de las que nos habló ese desgraciado de Luther. Otro maldito requisito más para completar la prueba con un desafío extra para lograrlo. A este paso nadie va a lograr salir de este maldito lugar.

Nos refugiamos detrás de las grandes columnas y sobresalientes de roca para trazar algún plan.

Un joven propone—Hay que acabar con esa cosa si queremos poder llegar hasta allá arriba. Podemos usar los que tenemos arcos y ballestas nuestras flechas para mantenerlo a raya desde aquí abajo mientras los demás escalan.

Alfred responde sin dudar al ver lo viable de la sugerencia. —Buena idea chico, hagámoslo. Pero añadiendo que tienen que quedarse al menos la misma cantidad que ustedes con armas de corta distancia para que les protejan de los demás monstruos que vienen por detrás. Yo voy a subir con Elizabeth que está herida y no va a poder subir si no es con mi ayuda.

Entonces yo intervengo muy decidido. —Yo me quedaré aquí para defenderlos.

Entonces otros más se ofrecen voluntarios al punto de que tenemos que decidir de forma rápida tan solo con llegar al número acorde con los de armas de proyectiles que son de 10 y haciendo un total de 20, los restantes 15 comienzan a escalar la pared al mismo tiempo que los demás les brindan fuego de apoyo impidiendo que el demonio espinoso se acerque al borde.

De una forma inesperada, una chica se da la vuelta para disparar su ballesta contra un demonio con forma de gorila que no tiene ni cabeza ni cuello, solo una gran boca circular repleta de dientes filosos y curvos además de enormes garras en sus manos de tres dedos, ella le envía una lluvia de flechas que brillan al ser arrojadas y se dividen en varias durante su viaje por el aire.

La joven de cabello castaño y largo, con un cuerpo delgado además de un rostro bien perfilado con ojos claros se emociona mucho con haber descubierto su habilidad, pero solo se limita a decir con una expresión de asombro—¡Sorprendente!— Y continúa atacando al demonio de la cima, pero esta vez son muchas más las flechas que se le clavan en su cuerpo.

La criatura aunque sufre por las decenas de flechas que penetran de forma incesante su piel se mantiene persistente y logra poder arrojarle sus lanzas a dos de nuestros compañeros consiguiendo matar a uno de inmediato y al otro después de ser derribado y matarle la caída.

Hasta que Alfred consigue llegar hasta la posición elevada y de inmediato ataca a nuestro hostigador.

El monstruo al verle se retira un poco para atrás, fuera del alcance del las flechas y comienza a dispararle al exmilitar que se aproxima a él a toda velocidad. Las enormes espinas que llueven sobre Alfred pero no logran darle, ya que este rueda de un lado a otro esquivando sus ataques a la misma vez que se mantiene avanzando. Finalmente logra estar lo suficientemente cerca como para luego saltar a un lado escapando de ser aplastado le corta la mitad de la pantorrilla por un costado derribando al vil demonio.

Alfred da un gran salto y justo cuando se dispone a rematarlo la criatura realiza una última estrategia haciendo encoger su cuerpo para que todas las espinas sobre su piel salgan despedidas en todas direcciones.

El perplejo hombre murmura ante está desafortunada sorpresa. —Este es mi final.