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Chapter 16 - Capítulo 16

Los rasgos y color de piel de todos es bastante diferente, lo que me hace pensar que todos somos de diferentes partes del mundo.

Para aclarar mis dudas le pregunto a Alfred que por lo visto está poseído por el pecado de la gula porque no para de atragantar comida como si llevase días sin comer. —¿Alfred de que región de España eres? Yo soy de Valencia y tú.

Mi amigo se detiene un momento, me observa con sorpresa por un segundo y dice—¡Eres español! ¿No estás bromeando conmigo verdad? Porque por muy bien que aprendas a hablar otro idioma siempre vas a tener tus incoherencias o un acento que te delate. Y tú hablas perfectamente el inglés.

—¡¿Inglés?!—reacciono impresionado—Si yo siempre he sido pésimo en el inglés. Malamente sé saludar y esas cosas que saben todos.

—¿Y entonces cómo me explicas que nos podamos entender perfectamente?

—De seguro que ha de ser algún hechizo o algo así que lo hace posible. De todas formas le voy a preguntar a ese chico de ahí de qué país es—Señalo con la mirada al chico que nos salvó a todos de una muerte segura, el que es bastante alto, con ojos azules y un cabello rubio rizado.

Me le acerco y le digo lo suficientemente alto para que todos me oigan, apoyando muy agradecido mi mano sobre él. —Mira quien está aquí. Pero si es el que nos salvó a todos con esa flecha nuclear por nombrarle de alguna forma, que hizo pedazos a aquel demonio que apareció al final.

Todos le miran asombrados y comienzan a acercársele para darles sus agradecimientos como héroe que ha sido.

Me observa sonriente pero con un rostro sumamente pálido como una persona con anemia grave. Me responde con una agotada voz. —Solo hice lo que tenía que hacer— Sale la última sílaba de sus labios y colapsa sobre si mismo.

Afortunadamente aparece sorpresivamente y sin que nadie lo notara un hombre de unos treinta y tantos, vestido con una túnica azul claro con los mismos bordados dorados que posee la sanadora, de cabello largo rubio reluciente y con un rostro tan agraciado que si no es porque el tono de su voz lo delata, pensaría que es mujer, el cual lo logra sostener antes de llegar al suelo.

Tras haberlo examinado con un ligero vistazo superficial comenta preocupado. —Esto sucede cuando se usa demasiado poder espiritual sin medir las consecuencias. Ahora mismo su vida está en peligro. Pero esto tiene solución. Solo que necesitaré la ayuda de algunos de ustedes— Pronuncia al mismo tiempo que observa a todos a su alrededor.

Yo soy el primero en ofrecerme como voluntario expresando mi disposición. —Cuente conmigo.

El esbelto hombre niega con su mano y me responde. —Me temo que no puedo aceptar tu ayuda ni de la de ninguno que haya empleado el poder de su arma sagrada durante la prueba. Ya que ustedes gastaron mucho poder espiritual, si los uso a ustedes solo conseguiré dejarlos en el mismo estado que su compañero.

Las personas que especifica le brindan su apoyo y tras haber reunido a cinco alrededor del chico inconsciente, todos ponen sus manos sobre su pecho; se puede ver como un hilo de luz dorada brota de los brazos de cada uno y entra en el cuerpo del paciente durante unos pocos segundos. Termina el encantamiento y los voluntarios como el sanador demuestran agotamiento con una respiración agitada y sudor en sus rostros.

El hombre dice tras comprobar que el color de la piel del chico a vuelto a la normalidad. —Por ahora solo tiene que descansar un poco y estará bien. Muchas gracias a todos por ayudarle, sin ustedes no lo hubiera logrado. Son buenos compañeros de equipo— Justo después surgen los diagramas del portal y nos informa antes de desaparecer junto a nuestro compañero. —Y por cierto, soy Melias su instructor de habilidades mágicas.

Me encuentro algo atónito con lo peligroso que puede llegar a ser el empleo en exceso de nuestras habilidades, pero me calmo luego de pensar que está mejor ahora y que esa persona extrañamente me inspiró confianza con su voz tan amable y cordial.

Alfred me comenta algo preocupado después de ver lo sucedido. —Amigo de verdad que ahora me da temor usar mi habilidad. Te imaginas que algo así te suceda en medio de una prueba. Eso sería una condena de muerte segura.

Yo le digo con optimismo. —Eso de verdad que sería algo terrible, pero confío que ese hombre quien dice ser nuestro instructor de habilidades mágicas, nos enseñe a saber cuando ya estemos cerca del límite para que algo así no nos suceda.

—Tienes razón. Lo más probable es que en la próxima clase nos enseñen eso.

Regresa Elizabeth quien nos pregunta al vernos hablar muy concentrados en el tema. —¿Se puede saber que cotillean ustedes tan serios?

—¡Eli! ¡¿Estás bien?! ¿Esa demen...- Me detengo al recordar lo que me sucedió la última vez que iba a hablar mal de esa persona y cambio la palabra. —Mujer digo, no te hizo nada malo ¡¿verdad?!

Me responde con completa sorpresa ante mi pregunta. —No, claro que no. Si fue de los más amable y gentil conmigo. La verdad que ni sentí cuando me curó el brazo— Nos lo muestra moviéndolo con gran facilidad. —Fue mucho más rápido de lo que pensaba. ¿Y por qué esa pregunta tan rara de que si me hizo algo malo? ¿Contigo fue diferente?

Me quedo algo perplejo con la enorme diferencia de trato y pienso «Esa loca está obsesionada conmigo, es bipolar o que rayos le pasa».

Le respondo con suma tranquila ocultando mi disgusto. —No, no, conmigo fue igual de amable. Solo te pregunté así para ver como reaccionabas.

Ella alza una ceja y me observa dudando de mi buena salud mental. —Eres un chico muy raro Irán. Creo que deberías ir a ver a la sanadora de nuevo para ver si no te golpeaste muy fuerte en la cabeza cuando saliste por los aires del portal.

Me siento algo avergonzado pero también molesto de que me tilden de loco, trato de ocultar nuevamente mis emociones y le contesto con absoluta tranquilidad. —Na, estoy bien, no te preocupes.

Se encoge de hombros y se expresa despreocupada. —Bueno si tú lo dices está bien entonces. Y retornando a lo de antes. ¿De qué hablaban tan serios hace un momento?

—Pues que uno de los nuestros usó demasiado su poder y casi se muere aquí mismo.

—¡Ah si, eso no me lo esperaba!—responde completamente sorprendida. —Y pensar que nos puede pasar eso y no lo sabíamos- Se enoja un poco y continúa hablando. —De verdad que eso fue una completa imprudencia de los que dirigen este juego. Ahora sí pienso que ellos son unos cabrones que a lo mejor no nos informaron de nada para ver como el chico o cualquiera de nosotros agonizara.

—Es probable. Suerte que apareció un instructor nuevo y lo atendió rápido con la ayuda de todos para hacer un hechizo para que recuperara el poder espiritual que le faltaba.

—Ahora déjame preguntarte algo que quiero comprobar hace un rato ¿De qué país eres?

Responde con ironía. —De Australia. ¿Tu no eres australiano también?

Yo y Alfred nos miramos y solamente asentimos con la cabeza al comprobar nuestra teoría.