Elizabeth pregunta curiosa al ver como actuamos. —¿Me pueden decir de una vez que es lo que ustedes se traman con tanto misterio?
Alfred responde tras dejar salir una pequeña risa sin separar los labios, al ver el comportamiento gracioso de nuestra amiga. —No estamos tramando ni ocultando nada princesita.
—¿Y entonces que es que se tardan en decirme?— Se expresa un poco frustrada por la intriga.
—Que todos los que estamos participando de este juego somos de diferentes partes del mundo. Un ejemplo;— Situa su mano sobre mi hombro. —nuestro amigo Irán es de España, yo soy de los Estados Unidos, tú eres australiana y aquel chico de allí— Señala con su mano a un chico con evidentes rasgos asiáticos. —No hay quien me refute que es chino, y si no lo es, de seguro que estoy cerca, quizás vietnamita, coreano o japonés, de alguno de esos lados es.
Elizabeth alza la mirada y tras comprobar que estamos en lo cierto comenta tocándose la barbilla. —Es cierto. Aquí hay personas de todas partes del mundo; no solo lo digo por nosotros o el chico chino o lo que sea, sino también por aquellos de allí— Les señala con la cabeza. —Esa piel tan blanca, ojos azules y tan altos si no son del norte de Europa como Rusia o Noruega, son canadienses.
De forma continuada sitúa la mano en su barbilla y comienza a hablar mientras comparte las teorías que fórmula. —Aunque si pensamos un poco tiene su lógica. El Administrador dijo que fuimos escogidos después de haber muerto para participar de este juego. Pero —alza el dedo para puntualizar— En ningún momento dijo que éramos de una misma región ni nada parecido.
Entonces interviene Luther que aparece sin que nadie lo notase justo al lado de nosotros. —Asi mismo es. Sois bastante atentos chicos.
—¡Instructor!— Exclamamos todos de la impresión que nos da.
Yo le pregunto perplejo con el insólito sigilo que tiene alguien tan corpulento. —¿Y cuanto tiempo lleva usted ahí?
Responde muy misterioso. —Quien sabe. Solo les puedo decir que he podido escuchar bastante de lo que hablaron y me han dado a entender que sois muy inteligentes, eso es algo bueno para un héroe. Pero— Cambia a una expresión seria como el tono de su voz. —Les recomiendo que sean cuidadosos con lo que descubran de ser algo perjudicial para mantener el orden y la disciplina de este lugar, es mejor que se lo reserven o de lo contrario van a tener graves problemas.
Le comenta Elizabeth enfrentándolo. —¿Y acaso hay algo que no deba ser sabido señor, que hay que tener tanto cuidado?
El maestro sonríe ante la valentía de la chica y le responde con ironía. —No sé, de ser así ustedes mismos han de ser muy capaces de darse cuenta si deba ser compartido o no.
Concluye su comentario y se marcha con mucha calma y una sonrisa que nos incómoda.
Trago en seco y les digo a mis compañeros que observamos precavidos al instructor irse. —Ese tío de verdad que da miedo cuando habla así. Casi siento que me apuñala con su mirada.
Alfred comenta en el mismo enfoque que yo. —Creo que aquí de lo que más nos tenemos que cuidar es de él. Me parece que cualquier monstruo o prueba le quedan chicos en cuanto a peligro inminente se refiere. Yo no sé ustedes pero de vez en cuando puedo sentirle una gran aura de poder que hace que me sienta como si algo me empujara ligeramente cuando se enoja.
Elizabeth le apoya. —Tienes razón, y se puede sentir desde bastante lejos por cierto. Algo así como cuando una brisa fuerte pero no tan rápida sino mucho más lenta.
Yo digo al venir a mi mente el recuerdo de haber percibido algo así antes. —Si ya sé de que momento en específico hablan. De cuando aquel tipo con la ballesta le disparó e hirió a otro. Es verdad que se enfureció bastante en ese momento y es cuando pude sentir esa aura que ustedes dicen. Fue por segundo pero muy intenso, hasta recuerdo que me tambalee un poco. Pero pensé que había sido un poco de aire que batió desde alguna apertura hacia afuera de este lugar. Lo que ahora que miro— Observando hacia el techo sin encontrar ninguna ventana ni nada similar. —Estamos completamente aislados del exterior. Tal parece que estuviéramos bajo tierra ¿no creen?
Alfred responde dudoso torciendo los labios y entrecerrando los ojos. —Es posible. Pero porque no hay ningún agujero en el techo para ventilar el lugar y así impedir que no nos asfixiemos. Además, ¿porqué nos trasladan de un lado a otro por medio de portales y no con pasadizos y puertas a otras secciones como sería lo lógico. Tu idea tiene sus puntos fuertes que la respaldan pero también sus baches que la desmoronan.
Añade Elizabeth. —Concuerdo contigo, hay muchas cosas que no están claras. Además, ¿no se han preguntado quienes o qué son estas personas que se hacen llamar instructores? o ¿por qué el Administrador siempre habla por un megáfono o con magia o lo que sea que use y nunca se muestra frente a nosotros, y eso sumándose a que solo lo hace en las pruebas y no en este lugar? Este supuesto juego— Añade con sorna moviendo los dedos. —Está plagado de misterios.
Justo después de ella terminar observamos con cautela hacia todas partes buscando comprobar que Luther o nadie más nos esté escuchando.
Alfred habla cauteloso buscando cambiar el tema. —Creo que es mejor dejarlo aquí y hablar estas cosas en un sitio más reservado porque de verdad que ya temo porque quien ustedes saben haga que no terminemos las pruebas de forma radical— Termina deslizando el dedo por su garganta.
Digo algo impresionado y deteniendo la respiración un segundo por lo peligrosa que se había tornado la conversación. —Es cierto. Este no es buen lugar para eso.
Después de yo finalizar prudentemente la conversación, nos limitamos a mantener silencio y comer algo a la espera de la próxima clase.