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Chapter 5 - El tiempo

Dicen que el tiempo vuela, y tienen razón. Hacia ya 7 años que Morgan había sido llevada a Betwen. Siendo solo una niña pequeña y tímida, había madurado mucho, tanto sus tutores, como su grupo de amigos se habían percatado de ello.

Además ahora tenía tres hermanos, un año después de haberse ido de casa, sus padres dieron la noticia que tendría un hermano, al final eso lo resultó cierto pues habían nacido trillizos, no tuvo la suerte de estar presente durante la etapa de embarazo ni mucho menos en el nacimiento de sus hermanitos.

En el transcurso de esos años, era toda una adolescente mujer omega, su figura era muy fina, delagada de 45 kg, una altura de 1.53 m, normal en los estándares de los omegas femeninos, su piel era de un tono veraniego, su tez blanquecina estaba bronceada a causa del sol de verano al que estaba expuesta. Ya era una linda omega, muy responsable, callada y educada, además de inteligente, con un grupo de amigos, parecía que su vida allí estaba completamente bien.

La tristeza era cada vez más, estaba lejos de sus padres, sin conocer a sus hermanos, tenía amigos, pero... Sabía que estaba sola, mientras los gemelos iban a visitar a sus padres y a Pether lo visitaban, ella cada año que pasaba seguía estando sola. Quería sentirse amada de nuevo, algo cálido al que abrazar.

El invierno terminó, la primera llegó. Se acercaba el mes de abril, igual que su cumpleaños, el día 21 de ese mes celebraría su décimo séptimo cumpleaños. Estaba al tanto de ello, pero dejó de darle importancia, sabía que tendría un pastel, estaría con los tea chicos, y cantarían un feliz cumpleaños para ella, como los años pasados. En cambio este año quedaría marcado como algo agridulce, ninguno de sus padres le había dado la noticia, era una sorpresa que irían a verla para que pudiera conocer a los trillizos y pasar su cumpleaños con ella como una familia.

Era primavera había mucho sol, las flores del jardín estaban muy hermosas y coloridas, era un viernes, sus clases habían terminado y el fin de semana podría hacer lo que quisiera, sus amigos irían de visita a casa de sus padres, entonces ella estaba sola hasta el domingo por la tarde. Camino por el amplio jardín lleno de lilas y otras flores hermosas, muchos de los chicos estaban allí, los conocía por sus nombres pero rara vez hablaba con ellos, evitó estar cerca de las personas y se recostó en la sombra de un árbol bastante alejado de todos ellos.

No había visitado la biblioteca, por lo tanto no tenía un libro que leer sentada justo allí disfrutando la sobra, << Es una lástima >> pensó. Sus ojos cafés miraban en cualquier dirección mirando las hojas de los árboles de un hermoso verde, así como también fijó su vista en el cielo azul celeste con el contraste blanco de la nubes, sin duda era una vista hermosa.

Cerro sus ojos, su respiración se había alentado poco a poco, estaba cerca de quedarse dormida, sino que escucho unos pasos acercarse en su dirección, estaba por abrir sus ojos cuando una voz la detuvo.

— Soy yo, así que duerme.

Esa voz era inconfundible, lo dijo amablemente pero en realidad parecía una orden que ella no podía ignorar, Daniel tomó cuidadosamente su cabeza y la acomodó en su regazo, sin más ella cayó en un profundo sueño. Mientras tanto, el castaño no dejaba de mirar el rostro de la joven, admirando sus mejillas un poco rosadas por el sol de primavera, su pequeña nariz algo respingada, sus cejas pobladas pero que mantenían su forma al estar bien depiladas, sus pestañas no muy largas y por último su boca, pequeña con labios poco gruesos y rosados, su diferencia de edad era de cinco años, era muy joven y tan frágil así se miraba ante sus ojos, pero no podía ignorar el hecho de que era muy bonita, estaba a punto de cumplir dieciséis años, quería ser el primer hombre en su vida, que se llevara todo de ella, su figura delgada seguía sin haber cambiando de posición el sueño era muy profundo, Daniel bajó la cabeza y beso sus labios, mientras en susurro dijo serás mía y te dominare mi pequeña Morgan, era amor pero uno enfermizo... Su intención estaba clara, quería a esa omega, quería morder a esa omega, quería dominar a esa omega. Pero nunca debes planear nada antes de tiempo.

Morgan despertó luego de un largo rato, estaba en su habitación con la chaqueta de Daniel, aspiro el aroma de ésta, la colonia inundó sus fosas nasales junto con las leves feromonas que aún quedaban de él. En su cabeza por el último año, sabía algo que los demás no, se había enamorado, de un alfa de muy alta categoría llamado Daniel Dumbre, no era una cobarde, pero aún no tenía las palabras correctas para darle una carta expresando su enamoramiento. Era día libre y la hora del baño podía esperar más tiempo donde no hubiera nadie dentro de las regaderas y ella pudiese estar sola.

Estaba pensando en devolver la chaqueta al día siguiente, pero pensó mejor las cosas y decidió que él lunes se la entregaría junto con la carta.