La melodia de piano de su alarma sonaba, y volvía a repetirse, una aún muy somnolienta Morgan alcanzó su teléfono y apago la alarma. Su teléfono había sido un regalo para que tuviera contacto con su familia estando lejos, se levantó de la cama, abrío su closet y sacó una camiseta blanca y un pantalón, se cambió y se puso sus zapatos de piso, con los que había llegando el día anterior.
Dejó el teléfono en su habitación y camino hasta la enfermería, su memoria no fallo y supo encontrar el camino hacia la enfermería, en la entrada estaba esperándola Mila y Marcus. Ellos la saludaron amablemente y solo las dos chicas pasaron dentro del pequeño cuarto que era la enfermería, dentro estaba una mujer de unos treinta años con una bata color y uniforme rosa pastel.
— Hola soy Marina y yo llevaré tu chequeo hoy Morgan.
— Hola señorita —. Dijo en tono amable con cierta timidez.
— Bien mira detrás de la cortina puedes cambiarte a esta bata y poder hacer el chequeo y tomar tus medidas —. Ella asintió y tomó la bata para cambiarse.
No le tomó mucho tiempo y salió, después Marina la hizo sentarse en la cama que estaba allí, acro seguido checo los reflejos de la chica, tomó su peso, y sus medidas para que pudieran hacer su uniforme. Dentro de la mente de la doctora estaba la idea de una pequeña niña muy delgada, y en cierto modo le preocupaba eso. Entregaron los resultados a Mila y ambas salieron, afuera seguía Marcus, quien se fue con Mila después de despedirse de Morgan.
Quería ir con sus nuevos amigos, pero pasó por la puerta que era la de la biblioteca, desde pequeña su padre leía con ella así que tenía amor por los libros influencia de Román (su papá), por instinto se metió dentro, observó con ojos llenos de alegría todos los libros que había allí, pastas de colores diferentes, diferentes tipo de grosor, y muchos títulos que deseaba leer.
Paso revisando cada estante buscando algo que leer para matar su tiempo, por fin un título llamo su atención y entonces busco un lugar para leer tranquilamente, se fue al fondo donde habían uno pequeños sillones, miró el título de la obra "Cumbres bocarrodas" y abrió el libro comenzando a leerlo.
Era normal que la biblioteca no fuera muy visitada con frecuencia pero había algunas excepciones como ella, y otros alfas u omegas que no iban precisamente a leer y estudiar. Afuera estaban tres muchachos que entraron bruscamente a la biblioteca, hablando ruidosamente, Morgan los escucho pero no le tomo mucha importancia, los chicos empezaron una conversación muy animada y algunas risas se escapaban de vez en cuando, luego de un tiempo se quedaron en silencio, uno de ellos estaba llamando a alguien por teléfono. Estaba tan absorta en su lectura que no escucho los pasos que se dirigían a su dirección.
— Sabes creo que deberías leer tu libro en otro lugar.
Ella levantó la vista del libro rápidamente, encontrando una mirada que justo ayer había visto, esos incomparables ojos violeta.
— ¿Disculpa? No hago nada malo aquí.
El chico sonrió — Lo sé pero eres nueva, y lo que pasará aquí no es algo que sepa una niña.
— ¿Tendrán sexo aquí? —. El no borró su sonrisa y asintió.
— Ya veo... Vendre en otra ocasión—. Se levantó llevando el libro con ella.
— Adiós Morgan.
Escuchó su nombre, pero no volteó solo camino hasta la puerta para salir de ese lugar e ir al jardín para leer tranquila.
****
Era inicio de semana, su uniforme estaba listo, constaba de pantalón negro, camisa blanca, corbata y saco de color verde con las inicies del internado. Ella no tardo en adaptarse a sus clases, era buena en arte y le llamaba mucho la atención historia, en los recesos de clase y el almuerzo se juntaba con su trío de amigos y charlaban amistosamente.
Al ser fin de semana antes de reunirse con sus amigos, decidió ir a la biblioteca para dejar el libro que tomó la semana pasada. Entró a la biblioteca, busco el estante a donde pertenecía el libro y lo dejó en su lugar, busco otro y se fue al lugar donde había leído la última vez, pero esta ocasión no estaba vacío, nuevamente se encontró con la mirada violeta de Daniel.
— Hola Morgan.
— Hola Daniel.
— Vaya conoces mi nombre, eres una niña muy inteligente —. Mostró un sonrisa a la menor.
— Gracias, supongo.
El notó de inmediato que era algo fría y tímida, y poco a poco fue haciendo preguntas sin llegar a incomodarla, era una niña de diez años y un joven de quince años conversando agradablemente, después de leer por una gira ella se retiró y se despidió de él.
Así cada fin de semana u otro día entre semana se encontraban los dos en la biblioteca y conversaban mientras cada uno leía un libro, su amistad se había formado con el paso de algunas semanas, pero ella siempre estaba con su trío de amigos y el con los suyos, no eran cercanos de todo, pero tenían mucho tiempo para hacer su relación más cercana.