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Chapter 10 - Su majestad Dragón

El sol fue ligeramente oscurecido por una sombra gigantesca que atemorizo a quienes la vieron. Poco a poco el sonido del aleteo fue disminuyendo mientras la ventisca mezclada con polvo cegaba a los presentes.

Un hombre lagarto se acercó mientras se arrodillaba ante aquel gigantesco dragón rojo con líneas negras en su costado que aterrizo en medio de lo que alguna vez fue un asentamiento de orcos.

—Su majestad —el lagarto hablo en tono militar— Conseguimos someter esta aldea con cero bajas de Lagartos, dos bajas de Bestias, veintitrés bajas humanas, dando un total de ciento cuatro elementos activos. Todos los nativos fueron eliminados, logramos obtener un mapa de la región y provisiones para una semana con nuestros números actuales.

El dragón bufo con fuerza ante aquel informe, desde que llegaron a este mundo todo era un caos, reclutó a todo terrícola que encontró paso, pero como era de esperarse la mayoría eran humanos, no le disgustaban, aunque tampoco eran de su preferencia.

Miro al horizonte y solo vio cadáveres de los orcos, era curioso, en la tierra alguna vez existieron, pero al igual que los gigantes fueron erradicados en las guerras del pasado. Miro de nuevo a sus seguidores; una mezcla curiosa entre lagartos, bestias y humanos, también había un grifo y una medusa. Por primera vez desde hace más de mil años, podía ver que las razas inteligentes de la tierra estaban cooperando entre ellas, solo faltarían unir a sus filas marinos para que tuviera un verdadero grupo mixto de combate.

—¿Han encontrado más terrícolas? —su suave y delicada voz femenina no contrastaba con su apariencia feroz de dragón— ¿Indicios del Rey Lobo o de los demás reyes?

—Con respecto a los reyes, no tenemos indicios de nada, Por otra parte, encontramos restos de los humanos que fueron usados como alimento. Podemos rescatar sus vestimentas y repartirlas entre los elementos actuales. Entre las víctimas de bestias hay una joven tipo ave que fue usada para entretenimiento, sus heridas eran graves y no pudimos salvarla. Hay dos reptiles del tipo combate con mutilaciones, pero creo que a ellos si podemos darles atención necesaria para que estén listos lo antes posible.

Después de escuchar el informe, camino entre la multitud, la mayoría eran humanos, entre ellos ancianos y niños conformaban sus filas, solo un puñado de humanos eran del tipo de combate, el resto eran un lastre en este mundo.

Ser enviados a un nuevo mundo, debió ser cosa de los dioses de la tierra. Aquel mundo ya estaba en la decadencia, los reinicios habían sido muchos y no tenían un futuro claro. Incluso con el poder mágico de los cinco reyes era imposible salvar aquel planeta.

—Buen trabajo Vladmir, solo te pido no seas tan arrogante, tanto los reptiles, los míticos y las bestias son prioridad, no solo los reptiles mientras más usuarios mágicos salves mejor..

El lagarto apretó las mandíbulas y asintió en silencio. Dio media vuelta y ordeno que buscarán refugio entre las chozas que aun podían servir.

—Su majestad, yo recomiendo hacer de este asentamiento nuestra nueva base. Existen fuentes de agua cercanas y animales nativos comestibles…

—Adelante —Interrumpió mientras se convertía en su forma humanoide— Eres bueno en esas cosas, lo puedo dejar a tu completa disposición, porque sé que tomarás buenas decisiones, fue una suerte haberte encontrado rápido.

El dragón se convirtió en una hermosa mujer pelirroja con dos pequeños cuernos en la frente. Estaba desnuda, pero las escamas de su cuerpo rápidamente cambiaron de forma dando la apariencia de traer una armadura que resaltaba sus curvas.

Con la mirada serena volteo a ver a Vladmir, y sonrió ligeramente. Las personas a su alrededor se acercaron a ella y se arrodillaron de inmediato. Todos tenían miedo de ella, considerada la Reyna dragón, debía mantener ese miedo en los corazones de los seres inferiores, para evitar una rebelión. También era parte de su estrategia para conseguir la mayor cantidad posible de súbditos.

En la tierra, a duras penas logró juntar a un grupo de doscientos lagartos en Australia, en donde lograban estar sin mayor problema. Algunos países sabían de su existencia gracias al rey humano, que se mantenía a plena luz del día bajo la máscara de empresario multimillonario, vendiendo información y armas para dar caza a los de otras especies.

Aunque no tenía aptitudes de combate, era un estratega espectacular obligando a esconderse a los demás, entre ellos el rey kraken y el rey fénix.

Solo podía confiar en el rey lobo, quien era un solitario y hasta cierto punto un ignorante de la realidad de su poder. Ella lo conoció décadas atrás, cuando era una niña, fue criada algunos años por él, hasta que una guerra humana los obligo a separarse. Por ahora unirlo a sus filas era su mayor propósito. Necesitaba más poder en este nuevo mundo.

El sonido de un cuerno retumbo en el horizonte. Sin necesidad de dar órdenes, los súbditos que tenía su alrededor, empezaron a tomar posiciones defensivas. Las armas en su mayoría fueron robadas a los nativos que atacaban a su paso.

En estos cuatro meses los enfrentamientos habían sido constantes, ella fácilmente se pudo deshacer de muchos peligros, incluso alimentar a todos. Sin embargo, esa no era una opción en este mundo. Ella juntaría a todos los terrícolas que pudiera y comenzaría una selección de aptitudes. Obligarlos a sacar sus instintos, hacerlos que aprendan a trabajar en equipo, lograr que puedan conseguir su alimento, enseñarles a pelear y defenderse.

Ella añoraba obtener súbditos poderosos, independientemente de su raza. En este lugar no habría estatus, todos tendrían que empezar de cero y mostrar con sus acciones que podían valer algo, en la nueva sociedad que fundaría.

Vladmir dio un salto en el aire y logró observar a los enemigos a la distancia, al llegar de nuevo a suelo ordenó a los lagartos que se transformaran y usaran sus mejores ataques a distancia. De los diez que eran, seis podían usar magia de fuego y los cuatro restantes magia de viento, en combinación podían crear un cañón de fuego que se convertía en una inmensa pared de fuego que rodea a sus enemigos.

Los bestias eran doce, y aunque su magia era limitada el combate cuerpo a cuerpo fue su mejor arma. La medusa arrojaba veneno que convertía en piedra y el grifo solo podía pelear con las garras impregnadas de magia obscura. Por último, los humanos, su única función era ser carne de cañón, sobrevivir a una encrucijada les garantizaba comida y vivir un día más. Una clara discriminación, solo por ser los más débiles del grupo, sin importar que fueran mayoría.

Una nueva batalla antes del ocaso, comenzó sin tregua. Cerca de cien orcos comenzaron a marchar directo a una masacre.

Al frente de los súbditos de la reina dragón, un hombre de más de dos metros camino despacio. Sus ojos inyectados en sangre, la desesperación en la mirada y varias lagrimas que se escurrían en sus mejillas, mostrando la exasperación incesante que en su mente habita.

El rugido bestial que salió de su boca, detuvo momentáneamente la avanzada de los orcos. Su cuerpo se deformó rompiendo los harapos que llevaba puestos, el pelo grisáceo y las enormes garras de oso se hicieron presente.

A paso veloz dio una carrera sin miedo, sin ver a su alrededor ni esperar a los demás para iniciar la pelea. En su cabeza solo existía un pensamiento. "Encontrar a su esposa y a su bebé recién nacido"

Él en el fondo lo sabía, cuatro meses han pasado, ya debió dar a luz. Si estaba sola no duraría mucho, este mundo está lleno de peligros, él con su fuerza puede sobrevivir… Pero su esposa y su bebé…

Cada que pensaba en eso, la ira y el miedo lo atacaban. El pánico y la desesperación eran una carga. La única esperanza fue la promesa de la reina dragón. Salvar a los Bestias y Lagartos por igual.

Aunque su esposa era humana, su bebé tendría sangre de Bestia; si mostraba que él era un guerrero, entonces buscarían a su esposa para tenerlo en sus filas, ese era el trato. No importaba ser súbdito de un dragón mientras hubiera esperanza de que su familia viviría.

Cuando los orcos llegaron a él la tierra tembló y enormes raíces los apresaron, un mar de enredaderas que crecieron sin control amarrando a todo aquel que cayera en la trampa y árboles que nacieron de la nada, se movían a su voluntad; azotaban y estrangulaban a todo aquel orco que se acercó al hombre oso, esa es su magia, control de vegetación.

No importaba cuanto cortaran las ramas, siempre salían más y más, abrumando al ejercito orco que fue masacrado por un solo sujeto qué transformado en oso, usó sus garras para despedazar a todos y cada uno de ellos con odio. Solo de pensar que no llegaría a tiempo y que estos orcos hubieran lastimado a su familia, desató su instinto hasta lo más animal posible.

En la retaguardia los humanos veían con horror aquella escena, los lagartos y bestias festejaban a su nuevo héroe, sin embargo, Vladmir y la reina dragón observaban en silencio.

—Él pidió que busquemos a su familia, a cambio será una máquina de matar, hasta ahora ha cumplido con lo prometido, pero tengo malas noticias su majestad. —Vladmir tomo un poco de aire algo incómodo- El hombre halcón que se encarga de la búsqueda de más sobrevivientes, encontró esta mañana, los restos de un campamento hacia el Este, por lo visto encontró restos de magia Bestia muy poderosa, así como los cadáveres de al menos cincuenta humanos de diversas edades, también restos de una batalla entre razas nativas.

La reina dragón quedo mirando al horizonte donde se encontraba rugiendo el hombre oso, cubierto completamente de sangre verde de los orcos. Sus rugidos sonaban con gran potencia mostrando su dolor en el alma, aquel que podía martirizar con más agonía que el dolor físico.

—En los restos de ese campamento se encontraron rastros de Bestias felinas y un rastro de bestia oso… Que coincide con el rastro de ese hombre. No se encontraron cadáveres, por lo visto entraron al bosque cercano, pero en ese lugar existe una presencia abrumadora… Posiblemente a estas alturas estén muertos…