Era una noche silenciosa y fría. Iris estaba durmiendo. No dejaba de moverse de entre las sábanas de su cama. Tenía una pesadilla.
El sueño era un mundo extraño. Los colores azul, negro y verde, se mezclaban a su alrededor, dando lugar a una masa amorfa que la envolvía, cómo si se tratase de una habitación sin puertas ni ventanas. Enfrente, una sombra apreció y comenzó a llamarla por su nombre.
—Iris—dijo la voz, sonaba como la de una niña.
—¿Quién eres?—gritó la chica en respuesta.
La voz no dejaba de repetir su nombre. Repentinamente, la voz comenzó a escucharse inmediatamente detrás de la chica.
—Iris… Iris…
El lugar comenzó a llenarse de fuego repentinamente, la chica comenzó a sentir un fuerte ardor a su izquierda, en su espalda.
—¡Iris!—sonó de nuevo, pero esta vez con voz espectral.
No pudo soportar más el ardor y comenzó a gritar mientras se retorcía de dolor en su cama. Ella despertó inmediatamente. Se sentó rápidamente, estaba sudando y algo agitada.
—Sólo… sólo fue un sueño—dijo la chica y comenzó a tocarse la espalda pensando que algo le había pasado.
Se levantó para revisarse la espalda, pensando que algún insecto la había picado, no encontró nada raro.
Regresó a su cama pensando que todo había sido una pesadilla. Sin que ella se percatara, las enormes patas de una peluda araña comenzaron a salir debajo de su cama, fue apresada por las mismas en un santiamén.
No podía zafarse, era demasiado fuerte. Una sombra, con forma humanoide, se materializó enfrente de la chica.
—¡Iris!—dijo la sombra.
Del pecho del espectro, una mano apareció, tenía entre los dedos un amuleto de color rosado, brillaba como una piedra preciosa. Rápidamente, con un golpe certero le encajó en el centro del pecho el dicho objeto.
La chica sintió un ardor increíble, no podía respirar, la joya se encarnaba dolorosa y lentamente, la sensación de ahogo y quemazón comenzaron a causarle desesperación, no podía gritar, las patas de la araña se lo impedía. Justo en el instante que pensó que morirá. Despertó nuevamente.
Iris bruscamente se sentó en la cama. La casa estaba sola. Su abuelo estaba trabajando y no regresaría hasta la siguiente jornada de vacaciones.
Era temprano, aún faltaban un par de minutos para que su despertador sonase. Iris lentamente sentó Su corazón latía a mil por hora, su cabello estaba despeinado. El despertador sonó al poco tiempo. Lo apagó.
Todo pasó normalmente. La chica antes de salir de su hogar tomó sus precauciones, no quería sofocarse a medio camino como en innumerables veces anteriores. Tomó un pequeño pañuelo blanco y lo hechizó con su archés. Su mano despidió un brillo blanco, protegió al pañuelo de seda con magia curativa por si su aura mágica dejaba de funcionar.
Al cabo de un momento, Iris ya se encontraba en aquel sucio lugar. Una neblina grisácea y de un hedor muy fuerte cubría todo a su alrededor. La chica tenía su aura mágica encima. Al poco tiempo el autobús llegó. La chica lo abordó ya como de costumbre.
Mientras el autobús viajaba a gran velocidad, su celular sonó. Era un mensaje de alerta. La chica lo leyó.
—Lluvia… eh…—dijo la chica con mirada triste.
El autobús siguió su camino. La neblina no le permitía ver nada y se impregnaba en el panorámico de cristal cómo un polvo muy espeso, el conductor activó los aspersores, una capa de lodo negra se formó enfrente del conductor y los parabrisas intentaban quitarlo lo mejor posible.
Iris al ver el cristal lleno de lodo, sintió un poco de asco, justo en ese instante su aura mágica comenzó a bajar hasta hacerse casi transparente. La chica sabía que, aunque se esforzara, iba a desaparecer su poder, por lo que tomó su mochila y de allí sacó el pañuelo de seda encantado, lo colocó sobre su rostro y se dispuso a respirar a través de él mientras su aura disminuía paulatinamente.
Luego de la larga travesía. La chica llegó sana y salva a la escuela, claro, su aura mágica se deshizo, por lo que estaba algo cubierta por el hollín que formaba la niebla grisácea del lugar. La escuela estaba vacía ni un solo alumno había llegado. Iris llegó a la puerta de un enorme elevador. Se sacudió el polvo que se quedó sobre su cabello y uniforme.
La chica entró en el enorme elevador, era como una plataforma gigante y redonda, a un costado de ella, sobre un pequeño tablero de control, había una serie de tres botones, Iris presionó el del centro, un tablero holográfico y de luz se dibujó en el aire, eran instrucciones para el uso del elevador. La chica eligió el piso que le correspondía, el tercero de la sección "C". El elevador se protegió con un aura mágica gigante y comenzó a moverse a través de cableados holográficos que dirigían la maquinaria.
Mientras Iris esperaba, su celular sonó, era una llamada de Lucía.
—¿En dónde estás?—
—En el elevador de la escuela.
—¿Qué! Pudiste controlar tus poderes hasta llegar a la escuela, pero… ¿y si te pasaba algo en el camino? Hay alta probabilidad de lluvia el día de hoy ¿lo sabes?
—Sí. Desde ayer me enteré por internet, por eso tomé varias precauciones.
—Bueno. Me alegro saber al menos que estás bien.
—Sí no te preocupes.
Pasó algo de tiempo, Iris estaba sentada al final de su salón de clases y junto a la ventana, sólo podía ver el siguiente pasillo que conducía al salón siguiente. Cuando menos se lo esperaba, Adria apareció junto a la ventana.
—¡Hola!—dijo la rubia con alegría.
—Ho… hola…—dijo Iris mientras abría la ventana.
—¡Oh! Vamos, no pongas esa cara, no te desanimes, además pronto estaremos las tres reunidas, en cualquier momento debe entrar Lucía—dijo, en ese momento la puerta corrediza del salón se abrió y entró Lucía.
—¡Oh! Buen día—dijo Lucía y le regaló a las chicas una sonrisa cálida. Su rostro se notaba cansado, las ojeras estaban bien marcadas en ella.
—Bu… Buen... Buen día—respondió Iris con algo de miedo al verla en ese estado.
—¿Buen día? Chica, no luces muy bien—dijo Adria con preocupación.
—Ah, es que no pude dormir bien anoche. El campo magenta y los purificadores de aire de mi casa fallaron, el humo de las fábricas entró y llenó por completo mi habitación—dijo Lucía mientras se acercaba a su asiento, el cual estaba junto al de Iris.
—¡Iugh!…—expresó Iris e hizo una mueca de desagrado.
—¿Por qué tardaste tanto en llegar? ¿Te perdiste o qué onda?—preguntó Adria curioseando.
—Ah, es verdad, es que fui a la enfermería a buscar un inhalador y pastillas de mana para recargar mi archés.
—¿Un inhalador?—dijo Iris algo preocupada.
—Sí, para qué lo quieres, eso déjaselo a los halftellus que no pueden concentrar su archés correctamente—dijo Adria en son de burla, Iris le clavó una mirada llena de enojo.
—¡Ay! Lo siento… ¡perdón! No fue mi intención—respondió a Iris la chica con mucha vergüenza.
Lucía se rio un poco al ver su escena, luego se dio la vuelta y se echó a toser. Iris al verla se levantó de su lugar y se acercó a ella, Adria saltó por la ventana al verla en ese estado.
—Lucía—dijo Iris mientras le daba palmaditas en su espalda.
—… estoy bien, no te preocupes… ¡cof! ¡cof!... para esto es el inhalador—dijo Lucía y se dispuso utilizarlo.
—¡Oh! Mira, tengo una botella de agua en mi mochila, si quieres ahora la voy a buscar para que tomes tus pastillas—dijo Adria preocupada.
—No… la enfermera me dijo que sólo debo ponerlas bajo mi lengua…—dijo Lucía algo mientras intentaba respirar bien.
Iris tomó las pastillas de Lucía que estaban su pupitre y las abrió, le dio una a la chica que la tomase. Lucía comenzó a hacer muecas de desagrado casi al isntante.
—¿Qué pasa?—preguntó Iris al ver su cara.
—Saben horrible—dijo Lucía.
—¡Ja!... nunca he escuchado de un medicamente que sepa bien—mofó Adria.
En la escuela se hizo sonar una alarma, era para que todos los estudiantes entrasen, pronto comenzarían las clases.
—¡Uy ya debo irme! Hoy hay examen en mi grupo—dijo Adria algo preocupada.
—Sí, nosotras también tenemos examen hoy—respondió Iris.
—¡Eh! Bueno, me tengo que ir, mucho éxito—dijo la chica mientras saltaba la ventana. En poco tiempo, algunos alumnos comenzaron a entrar en sus aulas.
El tiempo pasó rápidamente. Lucía ya se encontraba mejor. Al entrar el profesor al salón, se notaba en su aspecto algo bastante extraño. Se veía cansado y serio al mismo tiempo, como si no lograse contener su ira. Cargaba un paquete de hojas, eran las pruebas que les aplicarían a los chicos. Luego de asentar bruscamente el paquete de hojas, se acomodó los lentes y le habló al grupo:
—Bien chicos, acomódense para comenzar con la apli…—dijo, parecía que iba a vomitar pero tomó un segundo aire—Aplicación de… sus pruebas…
Todos los chicos comenzaron a separar sus pupitres. El maestro comenzó a prestarle especial atención a Iris. La chica no dejaba de ver a Lucía con preocupación, el maestro la llamó por su apellido.
—Se… señorita Robelion… tomé asiento aquí adelante… ¡ahora!—dijo el profesor con voz entrecortada por las náuseas.
Iris se sorprendió por el tono fuerte que usó el profesor a pesar de notarse mal. Aun así ella tomó asiento adelante. El maestro comenzó a repartir las pruebas desde atrás del salón. Iris sacó su relicario para ver la foto de su padre.
—¡Señorita Robelion! ¡Qué tiene en sus manos?—gritó el profesor mientras se acercaba a la chica.
—Es… es el relicario de…
—¡Nada de objeto señorita! Podrían estar encantados… o algo por el estilo y eso sería trampa…
—Pero yo…—respondió Iris.
—¡Sin peros!—gritó el profesor—. ¡Dame eso! —añadió con ira mientras le quitaba el objeto a Iris.
El examen comenzó tiempo después. Los alumnos conforme terminaban iban abandonando el salón. Iris fue una de las primeras en terminar. Se encontraba en la cafetería de su escuela en la planta baja.
Al poco tiempo, mientras esperaba ver a Lucía, las bocinas emitieron un pitido. El director de la escuela se preparó para dar un mensaje.
—Saludos, soy el director Aloney, y les informo que se ha detectado una inestabilidad climática potencialmente peligrosa desde la mañana del día de hoy.... les aconsejamos a los jóvenes estudiantes aproximarse al estacionamiento de la escuela, la misma, ofrecerá transporte para llevarlos lo más seguro y próximo a sus hogares. Por su atención, gracias—dijo el director.
El celular de Iris volvió a sonar. Era una advertencia de lluvia nuevamente. La chica miró su teléfono con una mirada fría y sin ánimo alguno.
—Lucía—susurró con suavidad la chica.
Iris se levantó y se dirigió hacia donde estaba el estacionamiento de su escuela.
Era un lugar enorme y cuadrado. Tenía por dentro varios camiones de pasajeros esperando a salir. Iris atravesó un campo magenta que fungía como puerta. Al llegar ya había varios estudiantes platicando entre ellos.
Iris bajó por las escaleras a paso lento. El sonido de un autobús que encendió de golpe la asustó por un momento, luego encendió otro, después otro. El enorme estacionamiento se quedó chiquito ante la humareda negra que comenzó a cubrir el lugar, el olor a combustible quemado pronto comenzó a invadir el lugar, algunos jóvenes comenzaron a toser, por lo que gradualmente se fueron cubriendo con sus auras mágicas. Iris se preparó al sentir el hedor, activó su aura mágica, pero fue deshecha en poco tiempo.
—¡Argh! ¡Cof! ¡Odio que esto suceda!—quejó la chica.
Pasó al "plan b". Sacó de su mochila el pañuelo de seda blanco que había encantado. Se lo colocó en el rostro para poder respirar. Las filas de estudiantes comenzaron a formarse entre los autobuses que estaban alineados. El autobús que estaba a un costado de ella hizo rugir su motor, una enorme nube negra y algo caliente manchó la ropa de la chica. Iris aguantó la respiración un momento bajo su pañuelo. Nuevamente el motor rugió, la chica no lo soportó y comenzó a toser. El pañuelo dejó de brillar. Había perdido su encantamiento.
Los chicos de la fila al escucharla, voltearon a ver con cierta indiferencia. Algunos inclusive comenzaron a murmurar cosas como: "¿Qué? ¿Por qué esa chica no tiene activa su aura?" "Jaja va a morir si no hace algo pronto", "es Iris, a estas alturas es muy torpe de su parte no protegerse".
Las voces que ella escuchaba comenzaron a distorsionarse, parecía que un eco espectral le seguía a cada una. Cuando alzó la mirada, todo había cambiado a su alrededor. Los chicos estaban cubiertos por un aura maligna de color púrpura, el corazón de la chica latía lento, pero muy fuerte, tanto que, sentía que saltaría de su pecho. Los murmullos de los chicos se convirtieron en risas demoniacas y burlonas. Todo fue abruptamente tranquilizado, cómo si no hubiera pasado nada. Lucía tomó su mano, le llegó por detrás.
—¡Je! Estuvo cerca… ¿no?—dijo Lucía. Su voz tranquilizó a Iris lentamente.
—¡Ja! La estúpida casi se muere. Deberías ponerle correa a tu perra, no vaya a ser que un día muera envenenada—dijo una chica que estaba delante de Iris.
Su nombre era Jennifer, una mirada indiferente llenaba su rostro liso y moreno claro, su cabello era negro y bastante largo.
—¡Cállate!—respondió inmediatamente Lucía—. En lugar de decir esa clase de tonterías debiste ayudarla.
— ¡¿Ayudarla?! ¡Ja!—dijo con sorna aquella chica—En la academia Shinig Hopespring no se acepta la gente débil y patética. Ella debe protegerse con su propio archés o morir.
—Esa es tu forma de ocultar que no sabes compartir tu aura… ¿Verdad?
—Yo para qué querría hacer tal cosa—respondió la mujer con odio mientras peinaba su cabello negro con una mano.
—Creo que no me di a entender bien Jennifer. Lo que quise decir es que no sabes hacer ese tipo de técnica. ¿Eso no te haría básicamente más débil y patética que yo, que sí lo puedo hacer?
La chica no continuó el pleito de Lucía, simplemente giró y se dirigió hacia otro lugar nuevamente.
—¡Ja! Estúpida—dijo Lucía. Iris se ruborizó un poco, al mismo tiempo que su mirada se cristalizó un poco.
—Gracias—dijo la chica con tono inseguro.
—No te preocupes, para eso est…
El rugir del motor del camión interrumpió a Lucía. Iris cerró los ojos al ver el humo, pero no fue afectada.
—Tranquila estás bajo mi aura. No te pasará absolutamente nada—dijo la chica. Iris respondió con una pequeña sonrisa y una pequeña lágrima resbaló por su mejilla.
En poco tiempo, la chica su mano en su uniforme escolar, buscando algo en su pecho, luego revisó su cuello en su cuello. Una mueca de preocupación rápidamente se dibujó en su rostro.
— ¡Mi relicario! ¡Se quedó en el salón de clases!—gritó Iris.
—No te preocupes. ¡Iremos por él!—dijo la chica con energía.
Ambas se salieron de su lugar en la fila para ir al salón de clases, el cual se encontraba en el tercer piso de la enorme construcción.
Al llegar a las escaleras del segundo piso, justo a medio camino, Lucía comenzó a sentirse mal. Cayó lentamente hasta dejarse sostener por sus rodillas y sus manos en los escalones.
—No… puedo seguir…—dijo la chica, su respiración entrecortaba sus palabras.
—Lucía…—dijo Iris con preocupación.
Lucía hizo brillar sus manos de color verde y le dijo a Iris que estaría bien. Ella continuó sola su camino al salón de clases.
Caminó por el largo pasillo del primer piso de la enorme escuela. Era una construcción cerrada y cúbica todo el lugar, no se veía nada del exterior. Los salones estaban intercalados como vagones de trenes varados. La chica debía recorrer un largo pasillo, para luego dar la vuelta a la derecha y subir por más escaleras hasta alcanzar el tercer piso, ya que temía que el elevador más cercano estuviese ocupado, Iris alcanzó con mucho el tercer piso y luego se dirigió a la tercera fila de salones, de las cinco que había en ese lugar, para luego dirigirse hasta el salón que estaba cerca del final.
Al llegar, algo extraño sucedió. Iris dio un par de pequeños saltos para ver por la ventanilla de la puerta corrediza, logró distinguir al profesor que estaba cerca de su escritorio. Le estaba dando la espalda. Iris sintió una sensación fría que le recorrió toda la espina. Se armó de valor y corrió la puerta.
—Um… ejem… vine por… vine por mi relicario… —dijo la chica con un nudo en la garganta.
El profesor no respondió, simplemente se mantuvo en su posición. Un silencio incómodo comenzó a imperar el salón vacío de clase. El profesor rompió el hielo primero.
—Tú… tienes algo que estoy buscando—dijo el profesor mientras le daba la espalda a Iris y jugueteaba el relicario entre los dedos de su mano derecha.
—¿Yo?—respondió la chica con miedo.
El maestro giró lentamente, dejando ver su rostro, se quitó los lentes con movimiento brusco y los arrojó al suelo, luego quemó con un fuego púrpura muy oscuro su preciado relicario. Miró fijamente a la chica. Iris parecía que iba a estallar en llanto al ver lo que había hecho.
—Estúpida—dijo con tono grave el maestro.
Sus manos comenzaron a brillar con un extraño color magenta. El profesor colocó su mano en el piso y de allí salió un círculo mágico que atrapó a ambos, mismo que se extendió por todo el aula y un poco más.
—¡Un campo magenta!—dijo Iris con miedo.
El profesor soltó una carcajada como si de un maniático se tratase, se arrancó la camisa café que llevaba puesta su mirada fría y afilada penetró a Iris. La chica sintió mucho de miedo.
El lunático comenzó a recitar unos versos, era un hechizo de conjuro, en su espalda comenzaron a salir animas negras con gestos de llanto y sufrimiento que empezaron a crear un sello mágico en la espalda del profesor.
—Ánimas que el mundo de los muertos habitan,
cuya vida se ha quedado extinta,
enterrada y dentro de una caja,
su cuerpo yace en calma…
Iris al escuchar las primeras palabras de encantamiento se tragó su miedo y se armó de valor. Sus manos brillaron de color azul, con ellas rozó la joya que portaba su uniforme, después extendió ambas manos, la luz azul tomó la forma de una espada en su mano derecha y la izquierda se transformó en un escudo sólido y fuerte, cuya marca era el emblema de su uniforme. Su frente se adornó con una diadema dorada que tenía joya roja en el centro.
El monstruo siguió recitando su poema.
—ofrecerme su poder les pido,
para acabar con mi enemigo…
Iris intentó detenerlo, pero un campo de fuerza impidió que recibiera su ataque y la empujó lejos. La chica se incorporó nuevamente.
—Yo… yo ya sabía que la academia generaba guerreros entre sus jóvenes estudiantes, vine preparado para recibirte—dijo mientras hacía muecas grotescas y continuó con los versos de su hechizo—. Y la recompensa justa será, pues la victoria su rabia apaciguará.
El sello mágico de la espalda del sujeto se transformó en un portal, las ánimas se unían en girones para darle forma, del extraño portal de su espalda salió un enorme esqueleto, con un cráneo cíclope.
El profesor se transformó en un monstruo horrible, tenía la piel gris y una joya negra en el centro de su pecho, el esqueleto que salía del portan que estaba detrás del sujeto, tenía unas vendas en los brazos y en su cara se deslizaban hasta alcanzar el suelo. La espalda del esqueleto tenía una maquinaria con engranajes y sellos mágicos que lo movían, los mismos tenían el símbolo de marte de principio a fin y letras griegas "alfa", "beta", "delta", "gamma" y "omega" en mayúsculas, y giraban junto con los engranes. Sobre las escapulas del esqueleto se asentaba el motor que originaba dos enormes tubos de escape que soltaban humo negro por montón. Era tan grande que el salón de clases le quedó chico y comenzó a destruirlo conforme se movía.
Pronto a Iris le comenzó a costar trabajo respirar, el campo magenta se lo impedía ya que se estaba llenando de humo. Con mucho trabajo entabló posición de combate. El enorme monstruo al verla soltó un rugido espectral. Iris recibió el vaho negro de la criatura y comenzó a toser.
El sujeto que cargaba al monstruo estiró su mano y dio la orden de atacar. El esqueleto extendió su brazo y las vendas grises, sucias y gastadas, se lanzaron como un par de serpientes contra la chica, la tomaron y la ataron completamente. El escudo y la espada de Iris cayeron al suelo y se desmaterializaron con un conjunto de pequeñas estrellas que se desvanecieron en el aire.
El enorme monstruo azotó a la chica contra la pared, el golpe fue tan fuerte que vomitó algo de sangre, luego fue arrojada contra las sillas del lugar.
—¿Qué sucede? Creí que eras más fuerte—dijo el monstruo.
El techo del lugar estaba despedazándose, no podía mantenerse el monstruo allí dentro. Iris estaba tirada en el suelo, no podía moverse, la sangre recorría su frente, bañaba sus ojos y humedecía sus mejillas. Un pequeño gemido ahogado, delató que seguía con vida.
—Bien. La duda que ahora tengo es, ¿por qué no liberas el poder de Aline? Yo sé que ella te eligió como portadora. Vamos, levántate y muéstrame ese poder.
Iris no contestó, tenía la boca abierta y jadeaba en lugar de hablar. Con mucho esfuerzo comenzó a moverse, su mano derecha empezó a brillar de color verde, con lentitud la acercó a su abdomen, el dolor era tanto que la dejó postrada en posición fetal.
—¿Intentando curarte con tu archés común? ¡Por favor!—dijo el monstruo con sorna.
Las vendas nuevamente tomaron a Iris, bruscamente la azotaron contra el techo y luego contra el suelo, después fue suspendida en el aire, estaba casi inconsciente.
—¡Vamos! Necesito ese poder, si no lo liberas tendré que matarte. Tal vez debo incentivarte un poco más—dijo el monstruo mientras sonreía.
Las vendas que sostenían su cuerpo inerte, comenzaron a estrujarla. El sonido de sus huesos quebrándose imperó en el ambiente. Iris comenzó a gritar de dolor, lloraba de agonía y suplicaba que se detuviese.
—¡Ya! ¡Por favor! ¡Ah!
—Libera el poder de Aline. ¡Ahora!
Iris no dejaba de llorar mientras era apretada por las vendas del monstruoso ser. En el instante en la que la chica parecía que iba desvanecerse, las vendas cayeron al suelo e Iris también. Alguien las había cortado.
—¡No permitiré que le hagas más daño!—gritó Lucía. La chica había entrado a la pelea, tenía el mismo armamento que poseía Iris.
—Pero qué… ¿Cómo demonios entraste?—dijo el monstruo.
—Tengo mis trucos—respondió Lucía.
El salón siguió cayéndose a pedazos mientras la enorme calavera intentaba acomodarse en él, el humo negro no se dispersaba y comenzó a molestar a Lucía.
—¡Gah! ¡Veneno!—dijo Lucía con una expresión de repugnancia.
El sujeto lanzó un ataque, Lucía de un golpe certero clavó el escudo y de él apareció, repentinamente, un campo de fuerza azul. Lucía tenía dibujado el terror en su rostro.
—¡Debemos salir de aquí!—expresó Lucía con pánico.
Al girar para ayudar a su amiga, se llevó un susto terrible. Iris estaba en el suelo con su cabello hecho un desastre, un brazo roto y moretones en el rostro, la chica tosió un par de veces vomitando sangre. Lucía intentó socorrerla casi de inmediato.
—No sé quién rayos seas tú, ni como entraste aquí, pero morirás de igual forma—dijo el enemigo que estaba enfrentando.
Más vendas salieron del ser y comenzaron a golpear el campo de fuerza, el mismo al recibir los golpes parpadeaba de color blanco. El color azul que tenía inicialmente comenzó a cambiar a rojo.
—El campo de fuerza, ¡maldición!—pensó Lucía.
La chica intentó ver si Iris seguía consciente. La moribunda tenía los ojos abiertos y la mirada perdida, la sangre manchaba el suelo y humedecía su uniforme.
—¡Iris! —gritó con desesperación Lucía.
El campo de fuerza se debilitaba con cada golpe que recibía. Lucía cargó a Iris para sacarla de allí.
—¡Aline!—gritó el monstruo mientras las chicas salían del lugar.
Lucía llegó hasta donde el campo magenta le permitió, ambas tenían el rostro sucio por el humo negro que hacía el motor la criatura. Al otro lado del campo una alarma sonaba y sin cesar. Lucía colocó la mano en el campo magenta, de esta salió un círculo mágico con simbología de un hechizo. Intentó abrir el campo pero no lo logró, la chica estaba muy débil.
Afuera alguien corrió hacia las chicas, al llegar colocó el mismo símbolo y abrió una parte del campo de fuerza magenta. Se trataba de Aria, ella sí logró abrir el campo magenta, el humo se escapó rápidamente, coemznó a oser al sentir el hedor.
—¡Vamos!... ¡Salgan del campo!...—les ordenó la chica mientras tosía.
—Adria…—dijo Lucía al ver a la chica.
—¡Vamos, apúrense y salgan del campo!—gritó la chica mientras lo mantenía abierto.
Lucía salió del campo, cargando el cuerpo moribundo de Iris, las alarmas asaltaron los oídos de ambas chicas, el instituto estaba hecho un caos.
—Hiciste bien en sonar la alarma de emergencia Lucía—dijo Adria severamente mientras le clavaba su mirada azul a la chica.
—Sólo hice lo que pensé que era correcto—respondió Lucía.
—Hay muchos arcnés atacando la escuela, debemos salir de aquí antes de que…
Iris interrumpió a Adria, una fuerte tos se escapó de la chica, al mismo tiempo la sangre brotaba de su boca, misma que manchaba el uniforme de Lucía.
—¡Iris!—gritó Lucía.
—¡Maldición! Necesita ayuda urgentemente—pensó Adria al verla en ese estado.
Un rugido hizo que Adria girase la mirada. Se trataba de un ejército de arañas monstruosas con una enorme cabeza redonda que se abría por la mitad mostrando los dientes, su abdomen era gordo y lo suficientemente largo como para doblarlo como si fuera la cola de un escorpión.
—Invocaciones Aracnés—pensó la chica algo asustada.
Adria alzó la guardia, un pequeño escudo y una espada, exactamente iguales a las que tenían Lucía e Iris, aparecieron en la mano de la chica. Estaba lista para comenzar un combate.
Adria comenzó a despejar el lugar, las arañas salían disparadas de un lado a otro con cada golpe que encertaba la chica. Lucía cargaba a Iris, sus manos comenzaron a brillar de color verde, estaba usando magia curativa con la esperanza que aliviar el cuerpo de su amiga, pero no lo consiguió.
—¡Maldición! —pensó Lucía.
—No desperdicies tu archés intentando curarla. No conseguirás nada, necesitamos el antídoto del veneno del Éxhumus—dijo Adria.
Las chicas cruzaron el pasillo, llegaron hasta donde estaba el ascensor, este mismo no funcionaba.
—¡Maldita sea!—exclamó Lucía.
—Permíteme—dijo Adria mientras le daba un poco de su archés al tablero de control del elevador para que abriera el panel holográfico.
Del tablero de control salió un holograma de color azul con diferentes opciones de control, Adria colocó la mano sobre uno de los botones virtuales, su mano comenzó a brillar de color blanco, el ascensor comenzó a moverse.
—¡Bien! Sí funcionó—dijo Adria con alegría.
—¡Excelente Adria!—con emoción mencionó Lucía al ver que su amiga logró hacer funcionar el elevador.
El enorme elevador, comenzó a descender hasta que alcanzó el primer piso. Al llegar Adria cayó de rodillas y el tablero virtual desapareció.
—¡Adria! ¿Estás bien?—dijo Lucía con preocupación.
Adria estaba en el suelo, sudando y con el cabello pegado en su frente, respiraba un poco agitada.
—Estoy bien… sal de la escuela… llévate a Iris y pide a… ayuda…—dijo la chica con mucho trabajo.
Lucía salió corriendo del lugar con Iris en su espalda. Cruzó el largo pasillo al salir de la plataforma, a sus lados había salones de clase, las ventanas estaba llenas de sangre y algunos alumnos peleaban contra varios tipos de monstruos con formas similares a insectos, tales como; cucarachas; mantis, y las arañas que previamente enfrentaron las chicas.
La chica corrió con la mirada hacia adelante, llegó hasta el final del pasillo, allí había una enorme plaza que daba origen a varios pasillos con salones de clase y que llevaban a diferentes zonas de la escuela, todo estaba techado con metal, el camino más ancho, conducía a la puerta principal de la escuela.
—Debemos salir, y rápido—pensó Lucía.
De repente, uno de los pisos superiores explotó, una enorme tormenta de polvo y escombros se alzó detrás de las chicas, entre la cortina de polvo apareció el esqueleto, era más grande y tenía su cuerpo completo, ya no estaba unido a su controlador, tenía una armadura de brillo espectral que abrazaba su pecho, y tenía más aditamentos, hombros con cuernos cuyas puntas miraban al cielo y escudos en los antebrazos con el símbolo egipcio "Anj".
—¡Aline!—gritó la criatura.
El controlador del enorme monstruo saltó desde lo alto y cayó a los lejos de la enorme plaza. Lucía sintió miedo y comenzó a correr hacia la salida, pero su carrera fue bloqueada por un círculo mágico, el cual formó un campo magenta.
—¡Maldita sea!—gritó la chica al ver que estaba acorralada.
—No escaparás de mí pequeña—dijo el monstruo.
Su apariencia era distinta, la piel la tenía más gris y azulada, su cabello era negro y poseía varias marcas de simbología extraña en su torso. Lucía se asustó al verlo, sabía que eran marcas que denotaban peligro.
—Un hechizo Xenoarchés—pensó con terror.
Aquel ente comenzó a acercarse hacia donde estaba Lucía. Cuando se hizo visible comenzó a gritarle.
—¡Hey! ¡Baja el cuerpo de Aline ahora! Ese poder me pertenece.
—¿Aline? ¿Qué es eso?—pensó Lucía.
—Si no lo haces… —dijo el monstruo, y con una velocidad impresionante se acercó a Lucía—morirás… —exclamó una vez estando cerca de la chica.
Lucía recibió un golpe en el estómago, inmediatamente soltó a Iris y cayó al suelo.
—¡Jaja! ¡Qué frágil eres! Se supone vienes de una escuela prestigiosa de guerreros y no eres capaz de dar una batalla. Qué vergüenza.
El ente hizo levitar el cuerpo de Lucía, y lo arrojó contra el campo magenta.
—¡Vamos! Levántate y pelea, ¿o es qué no sabes pelear?
Lucía cayó al suelo, la chica invocó a su escudo y espada nuevamente.
—¡Jaja! Interesante, interesante. Veamos que tienes para ofrecerme, pero antes, subiré la dificultad del combate—dijo el ente y comenzó a carcajear.
Las manos del enorme esqueleto se introdujeron en el campo magenta, un círculo mágico y púrpura se abrió de entre sus manos, unos enormes labios grises, con piel negra y dientes amarillos aparecieron del círculo mágico púrpura, las enormes bocas luego de humedecerse con su propia lengua púrpura, comenzaron a escupir humo negro dentro del campo de fuerza.
—¡Ja! ¿Subir la dificultad? Me subestimas—respondió la chica al monstruo. Su aura blanca comenzó a cubrirla.
—¡Interesante! Pero el veneno no es para ti que estás consciente.
El cuerpo de Iris comenzó a levitar junto al monstruo, estaba inconsciente y respirando. Pronto el campo de fuerza comenzó a llenarse del veneno de la criatura.
—Creo que es momento de tomar lo que he venido a buscar…
Aquel sujeto abrió su boca, tanto que parecían unas fauces gigantes que llegaban hasta su pecho, acercó el cuerpo de Iris hacia estas, Lucía al verlo, con un movimiento rápido se acercó y dio un golpe certero en la boca del monstruo con su espada, aprovechó que este se distrajo con el dolor, soltó sus armas y se apropió del cuerpo de Iris despojándolo de las garras del monstruo. La chica tomó su distancia dando un par de saltos con Iris entre sus brazos mientras sus armamentos flotaban siguiéndola a ella.
A un lado del abdomen casi esquelético del sujeto, salió una boca formada de su propia piel y se dirigió a Lucía.
—¡Estúpida! Bueno. Basta de juegos. Creo que ya es hora de pelear en serio.
Lucía tomó el cuerpo y la protegió del veneno cubriéndola con un campo de fuerza. Se puso de pie, tomó su espada y escudo, e inmediatamente se plantó en posición de combate.
—Pelear en serio eh. Veamos que tienes.
El ente abrió sus fauces nuevamente, una sombra con forma humanoide salió de ahí, sus ojos eran dos luces rojas al igual que su boca, y en el centro de su pecho tenía el ojo de una serpiente.
—¡Interesante! Simplemente espero que me diviertas—dijo mientras hacía muecas horripilantes.
Ella sintió algo de miedo, aun así, empuñó con fuerza su espada y se lanzó al ataque, encestó el primer golpe con su espada contra la sombra, pero fue atravesado, giró rápidamente para golpear el cuerpo del ente, pero no lo logró, lo esquivó inmediatamente, a pesar de la distancia del cuerpo, el espectro oscuro seguía cerca de la chica.
—¡Jaja! Buen movimiento, pero no será suficiente—dijo el ente oscuro.
—¡Es muy rápido! No podré ganarle—pensó Lucía.
Lucía recibió un golpe muy fuerte por parte de la sombra, la chica salió volando y se estrelló contra el campo. Comenzó a agotarse lentamente, el aura mágica que la protegía del veneno comenzó a disminuir su brillo.
La chica se levantó con algo de dolor, el humo dentro del campo de fuerza comenzó a afectarle, lentamente su aura mágica continuaba desvaneciéndose.
—¡Cof! ¡Cof! Me cuesta respirar—dijo la chica mientras intentaba retomar posición de combate.
—¿Qué sucede? ¿Ya te cansaste? No puede ser, no no, si la diversión apenas comienza—dijo la horripilante sombra.
Lucía comenzó a salivar con sangre, sentía náuseas y la vista se le nublaba por breves momentos. La sombra se preparó para atacar, pero antes de poder lograrlo un ruido lo detuvo. De repente, el campo magenta se reventó como una burbuja y el esqueleto gigante cayó al suelo.
El polvo se levantó por los cielos y se mezcló con el humo que el motor del esqueleto gigante generaba. Entre las nubes la figura de una chica apareció.
Tenía el mismo uniforme escolar que Iris y Lucía, pero con la diferencia del color de la falda, era azul fuerte, casi negro, y tenía una capa negra con hombros de tela roja y borde blanco. Su cabello era largo, negro y con un mechón morado que se deslizaba hacia la izquierda de su rostro y sostenido por un broche con forma de calaverita.
—No permitiré que le hagas más daño a la escuela—dijo la chica mientras extendía la cuchilla de su catana para señalar al ente maligno.
Lucía tosió un par de veces vomitando algo de sangre, cayó de rodillas, sus armas desaparecieron quemándose con un conjunto de estrellas pequeñas que las rodearon. La chica con tono débil se dirigió a quien había derrotado al esqueleto gigante.
—Llegas tarde Nosori…
—Cállate, o morirás junto con el éxhumus.
—¡Oh! ¡Increíble! Una guerrea más… nah, no es verdad, estoy esperando algo más emocionante… ¿dónde están los guerreros de la prestigiosa academia que he invadido? ¡Bueno! Qué más da, tomaré lo que me pertenece. El poder de Aline será mío.
Lucía al escuchar las palabras de la sombra se levantó lo más rápido que pudo y se acercó a Iris para defenderla.
El monstruo comenzó a correr hacía donde estaban las chicas estaban, rápidamente Nosori se interpuso entre él y las chicas.
—Tu oponente en este momento soy yo. No tomarás el poder de nadie.
El éxhumus soltó un despiadado rugido y se lanzó al ataque contra Nosori, la chica lo esquivó con elegancia y terminó en la espalda del monstruo, en ese mismo instante le atravesó el cuerpo con la hoja afilada de su catana.
Un agónico sonido soltó aquella cosa espectral, sus fauces se abrieron y la sombra salió para golpear a Nosori. La chica esquivó el golpe y le dio un golpe con su mano abierta a la izquierda de su pecho. De repente un círculo mágico apareció, y los fuertes latidos de un corazón comenzaron a invadir el lugar.
—¿Qué es esto? ¿Qué fue lo que hiciste? —gritó la criatura.
—Lo que debía de hacer, como espectro no puedo hacerte daño, así que decidí darte una debilidad, te di un corazón mágico sincronizado con tus signos vitales. Es hora de que mueras—le respondió Nosori.
La horripilante sombra se ocultó de la chica, regresó a su cuerpo herido y corrió hacia donde estaba el esqueleto.
—¡Jaja! ¿Eso es todo? ¿No pelearás más?—gritó con sorna la chica mientras enfundaba su catana.
—Nosori—gritó Adria—. ¡No juegues con él! Es muy peligroso—le gritó desde la entrada de uno de los pasillos.
—¡Peligroso? ¡Ja! En lugar de advertirme tonterías ve a revisar a tus compañeras, yo me encargo del éxhumus.
—Pero…
—¡Es una orden!
Adria salió corriendo del pasillo y cruzó toda la enorme plaza para juntarse con las otras dos chicas heridas.
Mientras tanto, el monstruo se acercó al esqueleto gigante y se fusionó con la pechera de la armadura de este.
—¡Prepárate! La diversión apenas comienza—gritó el esqueleto gigante al tiempo que se ponía de pie.
—¡Wow! ¡Ja ja! Vamos por la ronda dos—respondió Nosori.
La chica dio un gran salto, voló varios metros sobre el suelo, y aterrizó en una nube rosada que apareció debajo sus pies.
—¡Abran fuego contra el monstruo!—gritó un soldado que se encontraba en la entrada de la plaza.
—¿Qué?—pensó Nosori.
Abajo habían llegado varios soldados junto con su comandante, el cual era el director de la escuela, un señor grande de cejas pobladas, cabello y barba blanca. Todos los soldados saltaron ataque con armas de fuego y sellos mágicos que disparaban grandes cantidades de poder luminoso y dorado.
—Llegas con el arcoíris después de la tormenta—con sorna mencionó la chica contra el comandante.
—¡Respétame! Soy tu superior—respondió el anciano.
El esqueleto gigante golpeó el suelo y causó un terremoto, el cual derribó a todos los soldados, luego golpeó el suelo con una de sus gigantescas manos y barrió a todos los guerreros allí presentes, dejando una mancha de sangre en el suelo.
—¡Mi ejército!—dijo el teniente Aloney.
—¡Evacue la escuela! Yo me encargo de él—gritó Nosori.
—¿Desde cuando estás al mando chiquilla?
—¡Haga lo que digo ahora!
El enorme monstruo se puso de pie y comenzó a rugir, el humo negro le salía por todo su cuerpo, la escuela comenzó a llenarse de una neblina negra.
Más soldados llegaron al rescate, y comenzaron a ayudar en la evacuación de la escuela.
—Esto ya se salió de control. Lo mejor será recuperarlo—pensó Nosori.
La chica sacó varios balines de color negro de entre sus dedos y lo arrojó contra el piso. Una enorme explosión se hizo y una nube de humo blanca se levantó cubriendo todo el lugar.
Adria, quien estaba cerca de Lucía e Iris, comenzó a toser cubrió su nariz y boca ante la cortina de humo blanca.
—¡Gah! ¡¿Qué es esto?!—dijo Lucía sofocada por la nube blanca.
—… ¡Cof! ¡cof! Una poción antiarch… ¡Cof!... antiarchés…—respondió Adria.
El enorme monstruo comenzó a gritar de agonía mientras el humo blanco lo cubría por completo, al mismo tiempo no dejaba de gritar el nombre "Aline". La criatura cayó al suelo.
—¡Ja! ¡Voy por ti!—gritó Nosori y se lanzó contra el esqueleto, al mismo tiempo, sellos mágicos dorados aparecieron alrededor del gigante y lo aprisionaron para que no se moviera más.
Adria y Lucía comenzaron a debilitarse por la poción antiarchés, las chicas no podían respirar, Iris comenzó a toser sangre, el veneno la continuaba matando.
—¡Iris!—pensó Lucía mientras se cubría la cara para evitar respirar la pócima que había lanzado Nosori.
—Vaya, a esa chica le encanta dejar sucio el lugar de batalla—se escuchó una voz algo baja.
Una chica cargaba con una mano un pañuelo blanco, con el cual evitaba respirar el humo blanco.
—… Liss… ¡Cof! ¡Cof!—dijo Adria.
—¡Oh! ¿Pero qué tenemos aquí? ¡Je! Se nota que Nosori no tiene consideración con nadie ni con nada al momento de luchar.
La chica estaba vestida igual que Nosori, tenía el cabello negro y los ojos verdes, su nombre era Lissandra. Se acercó a las tres chicas y le ofreció a cada una un pañuelo para poder respirar a través de él.
—¡Oh!... ¿está envenenada?…—con voz dulce dijo al ver a Iris tumbada en el suelo con sangre en sus labios.
Lissandra acercó un poco su mano en la cangurera, la misma empezó a brillar y atravesándola, salió un pequeño frasco de vidrio tapado con un gran corcho.
—Ten, bebe un poco y has que lo beban tu amigas también, se sentirán mejor después de esto—se lo ofreció Lissandra a Lucía.
—¿Qué es esto?—preguntó Lucía.
—Es un antídoto para el veneno del éxhumus y algo de Archés curativo.
Mientras las chicas hablaban, Nosori entablaba combate con la criatura. Ambas cortinas de humo, la blanca y la negra se mezclaban y las nubes grises presenciaban la pelea entre los dos contrincantes. Nosori no se notaba cansada, por el contrario el monstruo ya no podía continuar. Ambos se encontraban batallando sobre la pechera de la armadura del esqueleto gigante.
La espada de la chica chocaba contra unas cuchillas afiladas y brillantes que los dorsos de las manos del éxhumus poseían, era muy hábil en combate, y por más daño que recibía su cuerpo, no salía el espíritu que poseía la debilidad que Nosori le había puesto. Hábilmente, la chica golpeó el cuerpo y le abrió el vientre al monstruo, al hacerlo él cayó de rodillas.
—¿Eso es todo?—preguntó Nosori con sorna.
El cuerpo agonizante se levantó nuevamente para continuar peleando. La chica lo derribó nuevamente.
—Lo mejor en estos casos es morir con dignidad—dijo la chica mientras preparaba su catana para acabar con el cuerpo que apenas y se movía.
En ese instante, la sombra salió nuevamente, rápidamente le escupió una nube de humo al rostro de la chica y escapó. Nosori saltó para perseguirlo, pero le perdió el rastro, se fue arrastrándose como una serpiente y atravesando las grietas del suelo de la escuela.
Al poco tiempo de la huida de la sombra, el esqueleto gigante poco a poco comenzó a transformarse en arena junto con su armadura.
Mientras tanto Iris comenzó a despertar, lo primero que vio fue el rostro de Lucía lleno de preocupación, al mismo tiempo, el humo blanco se dispersaba.
—¡Ja! Despertó—dijo Lissandra con alegría.
—¡Qué bien! Me tenía preocupada—dijo Adria.
—¿Iris? ¿Te encuentras bien?—preguntó con desasosiego Lucía. Ella sólo sonrío al ver su rostro.
—¡Sin mí no hubieran salido con vida de esta!—dijo Nosri—. Además, mi deber es ayudarlas cuando estén en problemas por ser líder de sector—dijo la chica con tono engreído mientras se acercaba las demás. Lucía no contestó sólo hizo una mueca de frustración.
—¡Jo! Al menos se sienten mejor, puedo ver que están peleando—dijo con voz dulce Lissandra mientras las chicas seguían discutiendo.
Al cabo de unos minutos un fuerte aguacero ácido comenzó a las afueras de la escuela, el vapor caliente y corrosivo comenzó a levantarse, el enorme edificio activó un potente campo magenta y unos enormes purificadores de aire, los cuales tenían una forma cúbica y con símbolos mágicos en color blanco que tenían escrito "Fres῾ air".
Iris estaba cerca de la entrada de la escuela, veía la lluvia caer a lo lejos.
—Parece que… que nos quedaremos aquí hasta que la lluvia pase—dijo Iris con mucha tristeza.
—Tranquila, podemos platicar mientras pasa—dijo Lucía mientras le daba un abrazo.
—Yo también quiero amor—dijo Adria mientras abrazaba a ambas.
Mientras Iris se dejaba abrazar por ambas chicas comenzó a llorar.
—¿Uh? ¿Qué tienes?—preguntó Lucía.
—Perdí mi relicario…—respondió la chica.
Adria y Lucía se miraron mutuamente por unos segundos.
—¿El último recuerdo de tu padre?—dijo Adria.
—Sí…
Mientras las chicas hablaban Nosori estaba evaluando la situación mientras veía los daños ocasionados.
—Los servicios de limpieza vendrán más tarde—dijo Nosori—. Liss, necesito que hagas conteo de los caídos y busques heridos por toda la academia, dile a Ádom que te acompañe—añadió mientras se dirigía hacia donde estaban las chicas.
—Sí señora—respondió Lissandra
—Oye, no hiciste bien al dirigirte a tu superior de ese modo, exijo una disculpa ya—dijo el teniente Aloney muy furioso.
—No tengo nada de que disculparme—dijo la chica y siguió su camino.
Al llegar dónde estaban las tres chicas, le clavó la mirada a Iris e interrumpió su conversación dirigiéndose hacia ella.
—Un éxhumus no atacaría la academia así como si nada, dime que fue lo que hiciste—preguntó Nosori intentando mantener la calma.
—¿Yo?... n… no hice nada—respondió con miedo Iris. Nosori se acercó a ella.
—Algo hiciste para alterar así a un espíritu maligno tan poderoso. ¡Dime qué hiciste ahora!—dijo furiosa mientras tomaba a la chica del cuello de su uniforme.
—No hice nada, en serio—dijo Iris con terror al ver que Nosori se había puesto así.
—Oye, ya te dijo que no hizo nada, ¡bájala ya!—Lucía se dirigió a Nosori.
—¿Me estás dando una orden?—preguntó Nosori mientras veía directamente a los ojos a Lucía.
—Yo… yo creo que deberías calmarte—interrumpió Adria.
—¡Exaltando mucho?—gritó Nosori.
La chica tomó a Iris aún con más fuerza y la arrojó contra el suelo.
—¿Crees que debería calmarme? ¿A caso no viste lo que pasó? ¿Eres estúpida? Hubo muertos por el ataque del éxhumus y sé que ella tiene algo que ver…—dijo Nosori y luego volvió a atravesar a Iris con su mirada furiosa—. ¡Dime qué fue lo hiciste ahora!—gritó contra la chica.
—Yo no hice nada, de verdad— respondió, simplemente y se echó a llorar. Nosori no pudo soportar ver su llanto y se retiró del lugar.
—¿Cuál es su maldito problema?—dijo Adria.
—Tiene razón, hubo muertos por el ataque de esa cosa y parecía que buscaba a Iris—dijo Lucía.