Chereads / Magical girl Aline / Chapter 5 - Eterna amargura [parte 1-2]

Chapter 5 - Eterna amargura [parte 1-2]

Todo estaba completamente sumergido en la oscuridad, una pequeña estaba corriendo desesperadamente entre las tinieblas, detrás de ella había una enorme mancha oscura, más negra que la misma oscuridad del ambiente, que perseguía a la pequeña, en poco tiempo aquel monstruo logró alcanzarla, un grito desgarrador hizo al tener enfrente el hocico del horrible ser. Despertó inmediatamente.

En un parpadeo ya se encontraba en la escuela, la misma estaba terriblemente oscura. Como si estuviera iluminada por un reflector, la pequeña recibía luz desde arriba, ella se encontraba en su pupitre, con los ojitos hinchados, como si hubiera llorado toda la noche, aún su pequeño cuerpo estremecía ante la amargura de lo que quedaba de aquella tristeza. Se trataba de Lucía, quien se notaba de una muy corta edad. La chica miraba por la puerta mientras lloraba un poco, una luz se hizo de la nada, repentinamente Iris ya se encontraba hablando con ella, se notaba también de una edad similar. La pequeña estaba cubierta por su aura de archés.

—No te preocupes, no volveré a dejarte sola, te lo prometo—dijo mientras levantaba su dedo meñique esperando estrechar el suyo.

Lucía sonrió a pesar de estar estremecida por un llanto leve. Levantó su dedo para estrechar el de Iris. Repentinamente el aura de Iris disminuyó su brillo y desapareció sin dejar rastro, comenzó a toser casi inmediatamente mientras el salón de llenaba de humo negro.

—¡Iris!—gritó Lucía mientras rápidamente acudía en su ayuda.

La pequeña no logró alcanzar a su amiga, desapareció en la cortina de humo negro que terminó devorando a ambas.

—Todo esto es culpa de tu papá... todo esto es culpa de tu papá... todo esto es culpa de tu papá...—repetía una voz reverberando hasta ser insoportable.

—Todo esto es tu culpa... todo esto es tu culpa... todo esto es tu culpa...—cambió la voz repentinamente, un par de ojos rojos gigantescos aparecieron ante ella. Volvió a despertar.

Se encontraba en su cama, su habitación estaba llena de humo negro, ya que no tenía los purificadores de airé activados ni el campo magenta de su hogar. Su aura de archés la protegía pero se encontraba muy débil, el escaso brillo que poseía lo delataba.

La pequeña no se veía muy bien, tenía los ojos ojerosos y su largo cabello estaba despeinado completamente. Intentó tragar algo de saliva por la sed que tenía, pero su boca estaba muy reseca.

Se levantó de su cama, en unos cuantos segundos comenzó a notar que su delgada aura de archés comenzó a perder brillo.

—No, no me hagas esto ahora por favor—pensó la inocente.

Al desaparecer su aura completamente comenzó a toser por el humo que había en la habitación, la chica se tapó el rostro con su sábana para evitar un poco el humo del lugar. Su mano izquierda comenzó a brillar de color verde la cerró y la colocó sobre su pecho, un aura débil comenzó a cubrirla, la pequeña se concentró aún más y salió más brillante su poder, ya estaba protegida contra la contaminación del ambiente.

Ella por alguna razón había puesto un seguro protector a la puerta junto con el convencional, quitó ambos, tomó su teléfono celular y bajó por las escaleras y al llegar se encontró con su madre, una mujer joven que estuvo tirando su vida a través de botellas de alcohol la noche anterior.

—Ma… ¿mamá?...—susurró la pequeña, su madre estaba tumbada en la mesa por lo borracha que se encontraba.

La niña no se acercó a la mujer, tenía una expresión de miedo, simplemente se retiró lentamente mientras susurraba "voy a ir a la escuela, ya no puedo faltar más".

La pequeña se dirigió al cuarto de lavado, allí estaba su uniforme, tirado en el cesto de ropa sucia.

La chica tomó el uniforme y se dispuso a lavarlo, notó que no había agua.

—Mamá no ha pagado la tarifa del agua—pensó y luego su celular hizo un pequeño pitido de alarma, la pequeña lo vio era un mensaje de alerta—. Tampoco la tarifa de la energía y queda poco combustible para alimentar al hogar—añadió preocupada.

Únicamente lanzó un largo suspiro, tomó su uniforme con ambas manos lo estiró y concentró su archés para limpiarlo con él, el uniforme brillo de color blanco junto con ella. Inmediatamente quedó limpio.

—Listo, ahora iré a la escuela sin ningún problema... uh...—dijo la pequeña luego comenzó a sentirse algo mareada.

Se apoyó un momento sobre la pared, todo daba vueltas ante sus ojos. La pequeña hizo brillar su mano derecha de color verde, pensando que eso la curaría de lo que sea que tenía. En ese mismo instante su madre entró al cuarto de lavado azotando la puerta.

—Todas las desgracias que han ocurrido son por tu culpa—dijo la mujer y le propinó una bofetada a la niña. La pequeña ni quiera metió las manos por los mareos que tenía.

—Si no hubieras nacido nada me estaría ligando con ese bastardo, además de que te atreviste a causar desastres en nuestra estadía en Qlidí—dijo la mujer y comenzó a golpear a la pequeña a puño cerrado en el rostro—eres una estúpida, sólo estorbas, digna hija del imbécil de tu padre resultaste ser...—exclamaba la mujer mientras continuaba golpeándola hasta que está comenzó a sangrar.

La mujer se hartó de golpearla y se retiró de la habitación llorando. Lucía se quedó mirando al techo con la sangre derramándose de su nariz y boca, jadeaba un poco porque se estaba ahogando literalmente en su propia sangre.

Su mano volvió a brillar de color verde, la pequeña comenzó a curar sus heridas. Pronto se alistó para ir a la escuela.

Luego de un rato, tomó sus cosas, una pequeña mochila con algunas libretas arrugadas, un lápiz pequeño, un tajador roto y un borrador sucio. Antes de bajar al primer piso miró por un cajón de un mueble junto a su cama, allí había un pequeño listón azul para cabello, el mismo que le había regalado su padre antes del incidente que lo llevaría a su muerte. La pequeña se lo puso.

Una vez lista se acercó a la puerta para salir.

—¿A dónde vas?—preguntó a mujer.

—A la escuela—respondió con seriedad la pequeña.

—¿Para qué? Si de cualquier forma acabarás en la zona de extracción como todos los que habitan en este pútrido lugar.

Lucía se enfadó un poco al escuchar sus palabras, y respondió con seriedad.

—Al menos estoy intentando salir de aquí.

La mujer carcajeó al escuchar sus palabras.

—Jah, después de todo ni llegarás a ninguna parte yendo a la escuela, eres una pequeña imbécil como lo fue tu papá, en serio crees que...

—¡Cállate! Mi papá fue un gran hombre y el mejor papá, tú eres una estúpida, ni siquiera eres una buena mamá, sólo sabes deprimirte y beber y no sabes...—la mujer interrumpió a Lucía aporreándola contra la puerta con su archés.

—¡Auch! ¡Ay! Me duele—exclamó la pequeña mientras sollozaba. Se dislocó el hombro por el impacto contra la puerta.

—Escúchame bien, pequeño trozo de mierda mal parida, tienes suerte y mucha, porque estoy viviendo contigo por castigo del juez supremo, tal vez no pueda abandonarte pero puedo hacerte daño y mucho—dijo, luego se acercó y tiró del largo cabello de la pequeña—. No vuelvas a alzarme la voz, porque si lo vuelves a hacer, ¡te voy a dar motivos para que grites de verdad! ¡Entendido?—añadió a gritos la mujer mientras la pequeña no respondía, sólo lloraba. La soltó y se fue al comedor a seguir bebiendo mientras se burlaba de ella.

—"Al menos estoy intentando salir de este lugar", ja, ja, estúpida…—dijo mientras Lucía salía de casa llorando.

La chica una vez afuera comenzó a curar su hombro, pronto dejó de dolerle y continuó su largo camino hacia la escuela. Estaba sola, nadie la estaba acompañando.

Llegó un punto en que las calles dejaron de estar vacías había vagabundos tirados y dispersos en algunas partes, la pequeña se esforzaba por seguir adelante, tenía miedo de la gente sucia, sentía que no le quitaban la vista de encima. En ese momento un flacucho mugriento se puso delante de ella.

—¿Qué hace tan sola una pequeña como en una zona tan terrible como esta?... podría pasarte algo, algo muy malo.

La chica sintió miedo y preparó una pequeña espada azul con su archés al escuchar sus palabras.

—Ah, te gustan los juegos ¿eh?, bien por mí—dijo mientras sacaba una daga de su sucio saco y preparaba su otra mano con un hechizo de fuego—. Pequeña, te enseñaré a respetar a tus mayores, voy a castigarte hasta…

—Déjala en paz escoria—interrumpió una voz profunda.

—¡Oh! No tú, cualquiera menos tú…Joseph—dijo el bandido mientras retrocedía con miedo. Lucía sonrió al escucharlo y giró para verlo.

Era muy alto, algo moreno y de apariencia bastante fuerte, su barba negra e imponente hacía juego con un cabello voluminoso y un rostro con la boca torcida hacia abajo, era como ver a un león enfurecido. Poseía un collar metálico que estaba ajustado a su cuello con una luz roja que tenía enfrente.

El bandido aprovechó que la chica bajó su guardia y se lanzó al ataque con su daga listo para asaltarla. El grandulón le agarró la cara con su enorme mano antes de que alcance a la pequeña, en defensa este comenzó a apuñalarle el brazo, lo que ocasionó que Joseph lo azotara contra la acera dejándolo inconsciente.

Lucía al ver la herida de su brazo e asustó mucho y se decidió a ayudarlo, preparó su archés curativo para ayudarlo.

—No lo hagas—se negó el grandulón—. El collar no permite que ningún tipo de archés me toque, ni siquiera el mío.

Él apretó un botón táctil que se encontraba a un lado del collar y le habló con voz clara y fuerte.

—Permiso para curar mis heridas.

—Revisando con el escan su cuerpo, por favor espere—respondió una voz robótica—. Herida encontrada en usuario, disminuyendo restricción de archés por favor espere… puede utilizar el hechizo de archés curativo por 35 segundos.

Joseph tomó hizo brillar su mano de color verde y la pasó ligeramente por encima de la herida profunda, esta comenzó a cerrar lentamente. Al terminar de curarse miró a la pequeña, su rostro había cambiado, se notaba más relajado.

—Bien, vamos Luci… te acompañaré de camino a la escuela…

—Mi nombre es Lucía, no "Luci"—respondió la pequeña inflando las mejillas y algo de ira.

—Ja,ja, lo siento es que me confundo mucho al decir tu nombre—respondió el grandulón con una sonrisa—. Vamos te voy a acompa…—tocó su espalda para dirigirla hacia adelante, al hacerlo se percató de algo extraño—. Tu archés está muy bajo… ¿has estado abusando de él otra vez?—su tono cambió, se notaba bastante preocupado.

—No. Claro que n…—intentó decir la pequeña, pero un gran mareo la detuvo.

Joseph colocó su imponente brazo para sostenerla.

—Permiso para curar mis heridas—dijo otra vez con voz fuerte y clara.

—Revisando con el scan su cuerpo, por favor espere…. Herida no encontrada en el usuario… permiso denegado—el grandote hizo un gruñido y dio una nueva orden a la computadora de su collar.

—Permiso para curar a alguien ajeno a mí.

—Revisando con el escan externo, por favor introduzca información del usuario externo…

Joseph tomó el dedo de la pequeña y lo colocó en el cristal rojo de su collar, una luz se hizo y la pequeña sintió el piquete de una pequeña aguja en su dedo.

—¡Auch! —exclamó y cuando Joseph la soltó, la niña comenzó a chupar la poca sangre que le había salido.

—Activando escáner externo por favor espere… escaneo completo, problema encontrado, niveles de archés peligrosamente bajos… disminuyendo restricción de archés por favor espere… puede utilizar el hechizo de archés curativo por 45 segundos.

Al escuchar a la computadora, inmediatamente hizo brillar ambas manos de color verde. Lucía comenzó a sentirse mejor lentamente.

Ambos avanzaron por la calle, el lugar tenía trabajando todas sus fábricas al cien por ciento y se veían bastante peligrosas, muchas de las mismas estaban arrojando humo espeso de color naranja, amarillo y verde al cielo grisáceo.

Una de las fábricas liberó in círculo mágico de color gris apagado, el cual tenía marcado "Cleaning-System" [||Kleaning-Sistem||], luego lo hizo otra y después otro, todas las fábricas del lugar. Los vagabundos de aquel lugar miraron con terror aquellos hechizos. De cada uno de los círculos mágicos, apareció un portal amarillento y de allí salió un ser enorme con características antropomórficas, era completamente negro y sus ojos y boca eran como faros amarillos, en su espala cargaba con un motor de combustión interna y engranaje que tenía las letras alfa, beta, gamma, delta y omega las cuales hacían girar el mecanismo y soltaban humo negro por seis tubos de escape metálicos, se sostenía con sus brazos porque el portal no le permitía sacar la otra mitad de su cuerpo. Cada monstruo, al aparecer en su respectivo portal comenzaron a lanzar alaridos y llantos horripilantes de dolor, se notaba por las muecas de sufrimiento que tenían. Los vagabundos huyeron inmediatamente del lugar. Todo, en cuestión de segundos, quedó sumergido en una espesa neblina negra por el humo que hacían esas cosas. Lucía, a pesar de tener su aura de archés en máximas condiciones, comenzó a toser asfixiada, cubrió su nariz y boca con ambas manos para evitar respirar tanto humo.

—Esto no se ve bien—dijo Joseph al ver a la pequeña sufrir. Inmediatamente presionó el botón de su collar y con voz fuerte mencionó—. La contaminación de este lugar está en niveles intolerables, permiso para aumentar mi aura de archés protector.

—Analizando datos… por favor espere… permiso denegado… recomendación: salir del lugar contaminado y buscar refugio lejos de la zona de donde se encuentre—respondió la máquina. Lucía comenzó a toser más fuerte y cayó de rodillas a la polvorienta acera.

—¡Gargh! ¡Máquina estúpida!—gritó Joseph, tomó el collar con ambas manos, estás brillaron de color negro y empezó a forzar el equipo para quitárselo.

El aparato soltó un par de pequeños pitidos y lanzó una amenaza contra el grandulón, diciendo que no debería intentar quitarse el collar, este lo ignoró por completo. El collar lo electrocutó inmediatamente, pero era tanta su ira que no sintió nada y terminó por arrancárselo del cuello, el cual estaba sostenido por un par de agujas que estaban a los costados del mismo. La sangre comenzó a salir por montones, inmediatamente curó sus heridas con su archés.

—¡Lucía!—gritó el grandulón. La pequeña se volteó al escucharlo, él sintió mucha presión al verla, su rostro estaba bien marcado el sufrimiento y la agonía, sus manos estaban cubiertas de sangre, misma que ella había expectorado—. ¡Vamos! Te llevaré a la entrada de la zona alfa antes de que…—añadió mientras la levantaba de la acera. Un ruido agudo y molesto lo interrumpió.

Se trataba de otro círculo gris apagado, este apareció alrededor del cuello de la criatura, tenía escrito "Drain" [||Drain||]. La criatura lanzó más alaridos y llantos, lentamente comenzó a llorar y salivar una sustancia que era entre azul y gris, y que soltaba vapores blancos, se apoyó sobre sus brazos y empezó a vomitar la misma.

—¡Maldición! ¡Lucía! ¡Te sacaré de aquí ahora!—gritó el sujeto mientras la abrazaba muy fuerte. La pequeña no respondió.

Joseph corrió en dirección hacia donde estaba más concentrada la niebla negra y cuando llegó hacia donde estaba el enorme charco de vómito de la criatura comenzó a correr en el aire, sobre pequeñas plataformas púrpuras que se formaban bajo sus pies. Continuó corriendo y giró hacía a la derecha al llegar a la esquina, allí se estaba sufriendo la misma situación, llegó a otra esquina y después giró a la izquierda. Después de una larga carrera, el grandulón logró llegar a un lugar que se encontraba relativamente limpia. El aire ya no estaba tan pensado.

—Lucía… Lucía… Lucía…—decía Joseph cada vez más triste, la pequeña no respondió—. ¡No! ¡No! ¡No!...

Joseph sintió por un momento impotencia, revisó a la chica, esta había dejado de respirar. El sujeto hizo brillar su mano de color negro y tocó su pecho.

—¡Su corazón aún late!—dijo y puso un rostro de asombro y preocupación—. No debo… no debo…—pensó el grandote—. Sí debo—añadió en su mente.

Aquel hizo brillar nuevamente su mano y de allí salió un hechizo, era un círculo mágico ilegible y volvió a tocar su pecho en dirección hacia su corazón.

—No dejaré que mueras aquí… y menos ahora…—dijo mientras el círculo se metía debajo de su piel.

La pequeña abrió los ojos e inmediatamente tomó una enorme bocanada de aire y se echó a toser.

—Sí… qué… que bueno… qué bueno que estás viva…—dijo Joseph sudando y agitado.

Ambos retomaron su camino en poco tiempo.

—Todavía no entiendo como el juez supremo se atrevió a mandarte a la zona beta-05 de Egestatem, si tú estudias en la zona alfa-43. Es demasiado largo el recorrido.

—Sí sé… a veces llego tarde por esa razón y me ponen retardo en la lista.

—Bueno… pues, ¿qué te puedo decir? Más vale tarde que nunca ¿no?

—Sí—respondió la pequeña en ese momento su estómago rugió.

—¡Oh! No… de haber sabido que te daría hambre, hubiera traído algo de comer.

—No te preocupes—respondió la pequeña mientras hacía brillar su mano de color verde—. Aprendí que si me curo con mi archés, ya no me da hambre—añadió con una sonrisa fingida mientras colocaba su mano brillante sobre su vientre.

—Me dijiste que no estabas abusando de tu archés—dijo Joseph el sujeto se detuvo y miró a Lucía con tristeza.

—Es… es que…. No lo entiendes…

—Dime, ¿qué sucede?...

—Mi mamá no compra comida desde que llegamos a este lugar, todo su dinero se lo gasta en licor, en mi casa no hay energía, ni combustible para reestablecerla, tampoco hay agua por el mismo motivo, no paga las cuentas del hogar. Uso mi archés para no tener hambre y para mantenerme limpia, además, mi mamá me golpea a diario diciendo que yo tengo la culpa de que estemos aquí, por ser hija de mi papá… tengo que cerrar las puertas de mi habitación con seguro y además colocarle un seguro adicional con mi archés, si no lo hago, mi mamá sube en la madrugada a mi habitación estando borracha sólo para golpearme más…—Lucía empezó a lagrimar mientras soportaba su propio llanto, mismo que hacía que su pequeño cuerpo se estremeciera un poco—. A… a veces… me duele mi pancita en la madrugada y tengo que curarla también… des… despierto… ronca o con tos todos los… todos los días…por… por el humo que se cuela en la casa durante la noche… o… odio este lugar…

Joseph no respondió, pero se notaba algo triste por la historia de Lucía.

—No sé… No sé cómo ayudarte, pero… tengo algo de dinero para que puedas comprar algo de comer en la escuela—dijo mientras revisaba los bolsillos de su pantalón roto y se acercaba a la chica—. Ten—añadió al tiempo que encontró el dinero y estiraba su mano para que lo tomara. Lucía vio el dinero y lo tomó.

—Vamos, tenemos que continuar o llegarás tarde a clases…

Joseph se adelantó unos pasos lucía lo detuvo con sus palabras. La chica estaba mirando al suelo y su largo cabello tapaba sus ojos llorosos.

—Espera.

—¿Qué sucede?

—Quiero hacerte una pregunta.

—Dime…

—¿Por qué no me dejaste morir?

—Eres muy pequeña para hacer esa clase de preguntas, es claro que tienes una vida por delante ya que…

—¡Idiota!—interrumpió con un grito la pequeña—. ¡Eres un idiota! ¡Me hubieras dejado morir en el humo! ¿Qué clase de vida me espera por delante? ¡Ninguna! ¡Todo el tiempo estoy enferma por mi archés bajo! ¡Mi mamá no me quiere! ¡Tengo un maestro horrible que me molesta cuando estoy sola!... y… y…—Lucía no lo soportó más y estalló en lágrimas y gritos—. ¡Y mi papá está muerto!... ¡Papá!.. ¡La única persona que me quería!... ¡Papá! ¡Quiero a mi papá!...

La pequeña en su dolor dejó caer el dinero para para quitarse las lágrimas de los ojos con ambas manos. Joseph no lo soportó, se acercó a ella, era tan alto y ella tan pequeña que tuvo que ponerse de rodillas para poder abrazarla. Lucía lo apretó con todas sus fuerzas.

—No te dejé morir… porque estoy completamente seguro de que hay algo que te hace sonreír, sólo que tú no te has dado cuenta…—Una vez que la chica dejó de llorar, Joseph recogió el dinero, y se lo dio nuevamente.

Continuaron su camino hasta alcanzar un muro metálico muy alto que fungía como división de la ciudad, mismo que tenía un campo de archés azul que funcionaba de puerta. Allí había un par de guardias de seguridad armados con un rifle ametrallador.

—Oh no… los guardianes son nuevos—dijo Joseph casi gruñendo como un animal.

—¡Alto allí!—dijo el guardia de que custodiaba la parte derecha de la puerta al ver a Joseph—. Identificaciones.

—Buenos días… No tengo identificación pero vengo acompañando a la pequeña para llevarla a escuela.

—Sin identificación no pasas amigo.

—Yo tengo identificación—dijo Lucía mientras revisaba su gastada mochila. De allí sacó una credencial que la identificaba para pasar la puerta.

El guardia tomó la credencial y verificó si se trataba de ella misma. Le devolvió su tarjeta y la miró de modo extraño.

—Oye niña, ¿de qué te toca ese sujeto?

—¿Joseph? Es mi mejor amigo.

—Ah, ya veo… te gusta… ¿tener amigos grandes verdad?... Eres muy bonita…—dijo el guardia parecía tener intenciones perversas.

Lucía al escucharla se asustó mucho, alzó la mirada para ver al guardia.

—¡Oh no! Es la misma cara que pone el profesor Carbens al hablarme—pensó con miedo.

—¡Oye! ¡Oye! No te sobrepases, tranquilo…

—Viejo, ¿acaso no lo ves? Estamos en el medio de la nada, el sujeto este no es nada para ella, ¿quién nos va a detener si nosotros somos la autoridad?

—¡No idiota!... No a eso me refería… yo también quiero jugar con ella—dijo el otro guardia de seguridad.

El guardia se acercó a Lucía y con la punta de su rifle señaló y tocó el pecho de la pequeña y comenzó a descender por su cuerpo con él. Ella no se movió por miedo a que le dispararan

—¡Qué bonito uniforme!—dijo mientras descendía hasta sus piernas. Joseph se enojó bastante.

—¡Hey! Quieto, o te vuelo la tapa de los sesos—.dijo el segundo guardia al mismo tiempo que apuntaba con su rifle a la cabeza de Joseph.

Lucía se alejó del guardia y se preparó para pelear, el oficial se acercó más a la pequeña y le dijo:

—Si haces un movimiento indebido vamos a matar a tu niñera y no sólo eso, voy a acabar contigo, claro, no sin antes jugar un poco je, je…

Joseph se enojó al escuchar sus palabras y ambas manos brillaron de color negro. El oficial al verlo se extrañó.

—¿Oh! Eso es un xen…

Un círculo mágico ilegible apareció en ambas de sus muñecas y con una fuerza brutal golpeó al guardia que le apuntaba la cabeza y después golpeó al que estaba junto a Lucía. Colocó ambas manos sobre el campo azul de archés y le absorbió el poder por completo hasta hacerle desaparecer su color, el campo reventó inmediatamente.

—¡Corre Lucía! ¡Corre y no mires atrás! ¡Llega a la escuela! ¡Yo me encargo de estos malditos!

La chica entró a la otra ciudad y corrió sin voltear a ver qué ocurría.

—¡Qué es este tipo? ¡Está loco! —gritó uno de los oficiales. Lucía no volteó a ver mientras corría.

Al llegar por la esquina de una calle se ocultó allí por uno momento, estaba muy agitada por haber corrido tanto. La chica quiso saber cómo se encontraba su amigo, pero recordó que le habían dicho por el que no volteara a ver, así que decidió continuar su camino, en ese momento los disparos de los rifles ametralladores comenzaron a sonar. La pequeña quiso regresar, pero sus cortas piernas corrieron en dirección contraria.

—¡Lo han matado! Lo han matado… ¡Mataron a Joseph!—pensó la pequeña mientras seguía corriendo. No pudo evitar que las lágrimas comenzaran a salir de sus ojos. Continuó corriendo hasta llegar a otra esquina y de allí comenzó a caminar lentamente.

Todo había cambiado, ahora las calles estaban solitarias completamente, algunas casas parecían abandonadas. Caminó hasta otra esquina y de allí giró a la derecha, recorrió la última esquina para cruzar una enorme calle. Había llegado a un mugriento paradero en aquel lugar.

La chica no se sentó en aquel por el asco que le producía el sitio. Comenzó a contar el dinero el dinero mientras lloraba, su mente estaba rebozando de recuerdos de Joseph que sólo empeoraban u tristeza.

—T… torpe… no me da para nada…—pensó mientras seguía llorando.

Pasaron algunos minutos, a lo lejos se veía un automóvil de gran nariz que se aproximaba al paradero de camiones. Este se detuvo al ver a Lucía. La puerta de atrás se abrió y una niña de la misma edad la llamó por su nombre.

—¡Vamos Lucía!

—¡Iris!—dijo la pequeña. Inmediatamente sonrió.

Abordó el automóvil y se dirigieron a la escuela, mientras el auto, conducido por el abuelo de Iris, avanzaba para llegar a su destino, las pequeñas comenzaron a platicar entre ellas.

—¡Oh! Casi lo olvido—dijo Iris mientras buscaba algo en la parte de atrás del coche—. Ten—añadió mientras le ofrecía lo que había encontrado. Se trataba de un tupper azul lleno de comida.

—¿Qué es esto?—preguntó extrañada.

—¡Ah! Es que mi abuelo se levantó temprano para cocinar espagueti porque también sabe que te gusta mucho, son dos, uno para ti y otro para mí, toma el azul, sé que es tu color favorito. Cuando lleguemos te daré servilletas y un tene… ¿uh? ¿Lucía?

La pequeña había agachado la cabeza y recordó las palabras de Joseph inmediatamente:

—… "porque estoy completamente seguro de que hay algo que te hace sonreír"—comenzó a llorar inmediatamente.

—¿Por qué lloras?

—¿Qué sucede?—preguntó el abuelo de Iris.

—No lo sé cuándo me di cuenta había empezado a llorar—respondió Iris—. No llores Lucía, si sigues llorando voy a llorar yo también—dijo la pequeña mientras intentaba no torcer su boca en son de tristeza.

—¿Ese profesor sigue molestándote?—inquirió preocupado el abuelo de Iris—. Es un fastidio que no saquen a ese tipo de personas de la academia—añadió furioso.

—No—respondió la pequeña desconsolada.

—Lucía…—dijo Iris. Había comenzado a llorar. Al verlo la pequeña inmediatamente secó sus lágrimas y le respondió a Iris.

—Estoy bien, no tengo nada.

El viejo conductor sólo la miró por el espejo retrovisor con tristeza. Sabía perfectamente lo que ella vivía en su casa. Pronto llegaron a la escuela.El día continuó normalmente. Lucía estaba en un salón distinto al de Iris pronto acabaría el día de clases.

Después de él el timbre sonó, Iris salió corriendo de su salón de clases para llegar al salón de Lucía, tenía que atravesar varios edificios antes de llegar a la plaza principal, para luego cruzarla y atravesar otra cantidad de edificios que la llevarían al salón de la chica.

Mientras tanto, Lucía estaba en el salón de clases con el maestro Carbens. Se quedó por el pretexto de estar castigada.

—¿Y bien?—preguntó el malévolo profesor, era viejo, con la calva expuesta, nariz de puente prominente y punta aguileña ancha, con un par de orejas enormes que no hacían buen juego en su ya desgraciado rostro.

—¿Y bien qué?—respondió Lucía enojada y con algo de miedo en su interior, estaba sentada hasta la fila de atrás del salón.

—¡Oh! Precio… digo… no te sientas mal, ¿acaso no sabes por qué te he castigado?... vamos, lo que pasó anteriormente sólo fue… fue un mal entendido. Está vez si te vi platicando con otro compañero durante la clase.

—Si de verdad estaba platicando con alguien más, ¿entonces en dónde está ese "alguien más"?—dijo la chica algo enojada.

—Perdón—respondió el profesor mientras se levantaba de su asiento.

Justo cuando dio los primeros pasos para acercarse a Lucía, Iris abrió la puerta repentinamente. El profesor giró con miedo en la mirada, pero esta cambió al ver al ver a Iris.

—¡Oh! Pre… pequeña—dijo y comenzó a aproximarse a ella. Iris hizo aparecer su celular inmediatamente en sus manos con ayuda de su archés.

—Tengo la grabadora encendida y también la cámara—dijo Iris decidida.

—Sí, pero no me harán nada, sólo me retendrán por un tiempo, je, je…—respondió el pervertido.

—Tiempo para que deje en paz a Lucía—respondió la niña.

Iris se acercó a Lucía sin quitarle la vista de encima al depravado profesor. Espero a que Lucía guardara todas sus cosas en su pequeña mochila gastada la tomó de la mano y la jaló mientras corría.

—¡Corre Lucía! ¡Vámonos de aquí!—gritó Iris. El profesor sólo pudo mirar mientras las dos niñas escapaban por la puerta de atrás.

Luego del incidente llegó la noche. Lucía estaba en su habitación, con la puerta y la ventana cerrada, a pesar de eso la casa estaba llena del humo negro que las fábricas producían. No había luz, estaba un poco iluminado por las luces del pobre alumbrado público y de los campos magenta activados de los demás hogares. La pequeña se encontraba sentada atorando la puerta de su cuarto, alguien le había quitado la perilla y no podía ponerle seguro, tenía un pequeño short y una blusa blanca, estaba tosiendo muy fuerte y tanto, que se quedaba sin aliento y jadeando por un poco de aire limpio, se estaba cubriendo el rostro con otra blusa, esta era azul y con bordes blancos, la pequeña la había tomado anteriormente para poder respirar a través de ella, pero no fue suficiente.

La chica continuó tosiendo mientras la neblina negra la sofocaba, su aura de archés estaba completamente opaco, casi no brillaba. La pequeña volvió a jadear a través de la blusa azul, pero la neblina tóxica era tan irritante que pronto volvió a toser. Luego de sufrir por unos minutos, notó que su aura había desaparecido, se esforzó más para crear una nueva y más brillante, al hacerlo sintió un pequeño mareo.

Entre tanto la mamá de Lucía comenzó a hablarle mientras subía las escaleras. Inmediatamente la chica colocó un campo azul de su archés a la puerta y un seguro que sólo ella podía abrir, con tal de que su mamá no entrara a la habitación, la chica comenzó a sentirse mareada luego de hacer eso.

—Oy… oye… oye Lucía—habló con dificultad la mujer, estaba ebria—. Por... ¿por qué no haces tu pendejada de darle tu archés al hogar para que funcionen las máquinas?... debemos… deb… debemos activar esa mierda magenta o vamos a morir asfixiadas aquí…—dijo la mujer. Ella tenía su aura de archés brillante y sana.

—¿Morir?—pensó la chica. Se echó a toser. Su mamá la escuchó.

—¡Oh! ¿Estás tosiendo? Pues agárrate… porque esto va a empeorar, sí… me llegó un mensaje a mi teléfono desde muy… muy temprano… y decía que las productoras van a cuadruplicar la producción para abastecer la demanda militar las siguientes dos semanas, así que, si no haces algo pronto, vamos a tener un festival de humo de todos los olores, sabores y colores en la casa… así que… qué más da…me voy a dormir…—dijo y se fue riendo mientras recorría el pequeño pasillo hacia su habitación—. ¡Ah!... antes de irme… te diré… odio este maldito lugar y espero que lo estés odiando tanto como yo… estamos aquí por culpa de tu padre y tuya… de tu padre por luchar por ideales… pen… dejos… que no llevan a ninguna parte… y tuya… por nacer… ¡buenas noches!—dijo y azotó la puerta al cerrarla.

Lucía al escuchar esas palabras cambió la tos por un llanto que ahogaba para mantenerse en silencio. Su aura de archés paulatinamente comenzó a perder brillo, cuando quedó relativamente transparente, se echó a toser nuevamente. Una vez más se esforzó para realzar el brillo de su aura y lo logró, súbitamente sintió un mareo muy fuerte y se desmayó.

Todo estaba oscuro, en cuestión de unos minutos se hizo la luz. La pequeña había despertado. Era de día, la casa seguía llena de humo. Ella estaba tendida y bocabajo en el suelo con la mirada perdida, en ese instante algo la despertó. Era su madre estaba despierta y le estaba hablando.

—¡Lucía! ¡Lucía!—Al escuchar sus gritos, reforzó el campo del marco de la puerta y el seguro que había hecho con su archés la noche anterior, al mismo tiempo reforzó su aura de archés para poder respirar un poco entre tanto humo. Un mareo la invadió inmediatamente, todo daba vueltas alrededor suyo, la chica cayó al suelo y luchó por no desmayarse.

Su corazón latía muy fuerte, tanto que podía escucharlo como si estuviera meramente cerca de sus oídos. Sentía que le faltaba el aire y que algo estaba presionando todo su cuerpo, en ese momento tosió una vez y expectoró algo de sangre que cayó al piso de la habitación. Al verlo se asustó mucho se abrazó a sí misma e hizo brillar sus manos de color verde, inmediatamente se curó, dejó de tener la presión en su cuerpo, pero el mareo no cedía, se levantó y se apoyó en la cama, sus brazos empezaron a temblar un poco.

—¡Lucía!—gritó su mamá una vez más—. ¡Duh! Debe estar en su habitación—dijo. Parecía estar hablando con alguien.

—Bien así será más fácil llevármela—respondió una voz masculina. Lucía inmediatamente reconoció el tono.

Ambos subieron por las escaleras hacia la habitación de la pequeña. El sujeto fue el primero en hacerse notar. Era Carbens.

—¡Oh! ¡Pero qué tenemos aquí? Preciosa—dijo el pervertido—. Mmh, un campo de archés, ¿usted se lo puso?—añadió al ver que el campo azul estorbaba su paso.

—No señor, ella lo hizo, para que yo no entre a su habitación.

—¿Uh? ¿Y cuál es el motivo de tal hazaña?

—¡Oh! Es que cuando estoy borracha me gusta entrar a su habitación a golpearla antes de ir a dormir, es para recordarle quién manda aquí.

—¡Ah! Ya veo, carne de calidad y suavizada del más fino modo.

—¡Oh! Señor Carbens, me alaga.

En ese momento Lucía comenzó a sentir la presión en su pecho y los mareos se intensificaron. La chica quedó rendida en su cama, pero continuaba luchando para no desmayarse.

—Bien voy a tirar la protección de su habitación—dijo la mamá de Lucía.

—No se preocupe señorita. Yo me encargo, mantengamos un poco de distancia—dijo el perverso mientras se alejaban un poco del campo de Lucía.

El viejo chasqueó los dedos y justo enfrente de ellos apareció un portal de invocación, de ese mismo salió una mano enorme y llena de púas que rompió el portal con sólo un golpe. Lucía sintió el terror helar su sangre y recorrer todo su cuerpo, la pequeña no sabía qué hacer y los mareos persistían.

—Bien. Entonces el dinero que le di es la cantidad que usted me pidió por ella. Con esto cerramos el trato satisfactoriamente, ¿no es así?—dijo el anciano.

—¿Qué?—preguntó Lucía confundida.

—¡Oh! Mi amor, déjame explicarte—dijo su mamá con sarcasmo—. Te di en adop… ¡duh! ¿Para qué te lo oculto?... te vendí a cambio de unos billetes para iniciar mi vida en este lugar, eso es todo.

—Así es, y yo… pues tengo el dinero y el poder para tomarte—dijo el anciano y chasqueó los dedos.

Un portal se abrió cerca del techo de la casa y de allí salió un monstruoso ser antropomórfico y muy delgado, tenía espinas en su espalda y dónde debería estar su cabeza, sólo tenía un enorme ojo y su boca estaba en su casi huesudo pecho. Aquel ser miró a la chica fijamente con su único ojo, luego con la boca de su pecho escupió una nube de humo púrpura que rápidamente rodeó a la pequeña.

Lucía no pudo luchar, el veneno del monstruo, el ambiente pesado y su mareo insistente, se juntaron en un una espiral que hizo que la pequeña simplemente sucumbiera a un desmayo profundo.

—Fue un placer hacer negocios con usted—fue lo último que escuchó antes de entrar en la infinita oscuridad de su inconsciencia.