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Chapter 7 - Pesadilla.

Entré, y ví al androide con sobre peso frente a mí, cara a cara, y escuché en el transmisor que el chico me dió "¿Ya encontraste a Cannonbolt?" Era el chico en el cual no confiaba en lo más mínimo pero no quería levantar sospechas, y le contesté "Se me parece bastante a Mark Henry la verdad, pero sí, lo encontré" y lo apagué.

Dejando de lado todo eso, procedí a atacar al robot con mi pistola pero sabía que no le haría daño, pero también sabía que él me atacaría y así fue, trató de lanzarme una mesa que había en el lugar, pero la evadí sin mayor costo, entonces decidió ponerse serio, y se lanzó dando vueltas hacia mí, con una fuerza y velocidad temibles. Llegué a esquivarlo con dificultades, mientras ví como destruyó la pared como si fuera de vidrio ser una opción hoy, entonces dejé que se levantara y me avalancé con la espada a su cabeza pero se logró agachar con gran agilidad, y traté de intentarlo tras caer a sus espaldas pero sabía que no iba a caer en un truco tan sencillo y decidí dar un paso atrás, mientras trataba de pensar en algo, cuando ví que llegó gran cantidad de personas atrás, todos los seguidores venían a defender al monstruo, lo cual redujo aún más mi tiempo para acabarlo y aumentó mi estrés, entonces decidí tomar medidas un tanto más serias, del tipo en el cual si tengo un mínimo fallo puedo morir, entonces corrí hacia su espalda de nuevo y ví que allí no me podía atacar tan rápido, ya que primero se daba la vuelta antes de tratar de hacerme daño, entonces me volví de nuevo y dejé una pequeña sorpresa en su espalda, y mientras se daba la vuelta de nuevo mi regalo explotó y creí que pudiese hacerle algún daño, pero no lo afectó en lo más mínimo.

Mi tiempo era de segundos, mi integridad física se vio afectada por la explosión, la del edificio también estaba en malas condiciones y no sabía que hacer, así que reté a la muerte de nuevo (ya que es lo mejor que sé hacer) y decidí sólo esperar que él se lanzara dando vueltas hacia mí y ver si mi estupidez podía llegar a tener algún efecto positivo, cosa que rara vez pasaba. Entonces decidió proseguir su patrón de ataques y venía hacia mí rodando como una enorme bola de playa de metal que podía matar a alguien sin esforzarse, entonces sólo saqué mi espada y la puse frente a mí en la misma dirección en la que él venía, también observé que su dirección era completamente recta, y que no podía desviarse hacia algún lado, ya que antes pude salvarme lanzandome hacia un lado, y quería probar también que tan buena podía ser mi nueva espada, si era lo bastante resistente para mis planes que implican la muerte de uno de los dos bandos siempre, y su reacción fue algo muy inesperado, ya que se clavó en la espalda del robot mientras se movía hacia en frente de mí a toda velocidad y ésta al chocar contra el suelo tras golpear al androide (ya que obviamente la solté porque si la mantenía en mi mano sería una muerte segura, aún más de la que ya tenia en frente) el mismo golpe contra el suelo hizo que la espada cortara en dos a la chatarra y cayera al suelo sin moverse, y mi segundo problema eran las personas que estaban entrando en ese momento a la casa del barrigón y estaba seguro de que no era exactamente para hacer una barbacoa de costilla de androide, entonces decidí usar de nuevo un truco de los que me quedaban aún. Otro explosivo del mismo tipo que le regale al androide, entonces este explotó contra una pared, la cual estaba en dirección contraria a la que estaba hecha trizas, misma que tenía la puerta, en la cual no pudo entrar ese androide, de seguro lo hizo por el garaje o algo así y salí por una ventana de otra habitación tan rápido como podía, ya que si lo hacía por la misma donde venían todas las personas me atraparian o me terminaría de matar con la explosión.

Llegue a casa del chico y este me recibió con un botiquín de primeros auxilios y sabía que tras tanta amabilidad había algo oculto, aún dudaba de las intenciones del chico pero no podía negar que tenía afinidad en las artes culinarias, ya que sus comidas eran bastante buenas, y decidí seguir con lo que vine a hacer, lo cual era matar a los androides, y decidí atacar a la casa del norte con todo lo que tenía, ya que supuse que podía estar allí el androide más poderoso, además de que si salía ileso podía atacar a las siguientes casas de una sola vez, ya que las personas empezarían a resguardar con mayor detalle cada lugar, y el chico me dijo antes de salir de allí "Debemos de irnos, llévate todo lo que consideres necesario, tenemos que irnos a una nueva casa" y pregunté el por qué de tal decisión tan repentina y unilateral, y contestó "Las personas deben saber que estás aquí, y es cuestión de tiempo para que lleguen a por nosotros" y lamentablemente sabía que tenía la razón de nuevo, o al menos era un argumento lo bastante decente para converseme, entonces busqué algunas herramientas y lo dejé en mi auto.

Nos fuimos a una casa y dejé al chico allí, le dije que se quedara allí y que no saliera hasta el momento en que yo llegase, pero desgraciadamente decidió ir conmigo y la verdad no recuerdo lo que argumentó, pero fue lo bastante inteligente para hacerme aceptar de nuevo, arranqué mi auto y fuimos a la casa del norte donde vivía supuestamente el androide más poderoso, pero al llegar encontré una sorpresa, ya que no veía a nadie afuera y deduje que había una emboscada esperando que callera en ella, pero lo más extraño fue que el enano sabelotodo no me dijo nada, no dió ninguna idea de lo que pudo pasar ni nada en absoluto, eso hizo incrementar aún más mis sospechas con respecto al enano que no me había dicho siquiera su nombre, bueno, talvez por no habérselo preguntado, de todos modos, llevaba mi espada, un par de explosivos y un par de armas de fuego que podían ser de utilidad ante lo que podía ser un androide gigantesco, que cambiara de forma, talvez que lanzara rayos, que controlara mentes, bueno, eso explicaría mejor el porqué las personas obedecían a los androides, pero lo que llegué a encontrar fue una pesadilla peor a la que esperaba en ese momento.

El chico no salió del auto, lo cual aumentó todavía más mis sospechas, entonces cerré la puerta, dejé las llaves en el auto para que el chico escuchara música en el radio del carro o se fuera a comprar algo si sabía cómo manejarlo o no sé, talvez que fuese a acosar chicas en algún lugar. Lo dejé un par de cuadras de la casa, ya que hubiese preferido que ese chico no vea las escenas sangrientas y a las personas que podría matar en el proceso.

Caminé hasta la puerta, el soplido del viento era el único ruido que podía escucharse, lo cual era bastante misterioso, me paré en la entrada y mi piel se erizó, no era miedo, era algo así como ansias, ansias de acabar con un androide, ansias de poder acabar con seres humanos tal como lo hacía hace algunos años, ansias de pelear y de ver a un demonio a los ojos, poder acabarlo, poder matar; creo que mi sed de sangre empezó a volver poco a poco, así que decidí abrir la puerta y las paredes que estaban cerca de mí empezaron a arder en llamas, pero ese fuego no estaba antes de entrar, ví la puerta y tenía un mecanismo que encendía una chispa en cuanto entrara, lo cual quería decir que me estaban esperando de forma anticipada, pero no con un café, una cerveza o algo de comer, sino con una trampa un tanto mal ejecutada, ya que dichas paredes empezaron a quemarse pero yo no sería afectado por ellas.

Logré notar algo extraño allí, que la pared del fondo no estaba en llamas, lo cual podía ser otro error, aunque lo dudo mucho, o que el androide tenía todo esto planeado con anterioridad, además de que el maldito robot no había hecho aparición aún, así que esperé que saliese de allí o que hiciera una entrada triunfal de alguna manera extraña, lo cual fue muy distante a lo que encontraría en ese lugar.

La pared se iluminó y se proyectó en un espacio de esta una especie de vídeo donde yo tomaba un puñal y empezaba a cortar el cuello de Jamie poco a poco mientras ella gritaba, la sangre corría lentamente, pero no más lento que el filo del cuchillo la empezó a degollar, de derecha a izquierda, muy lentamente y de izquierda a derecha de la misma forma hasta que ella dejó que gritar, ya había muerto posiblemente pero seguí haciendo eso, pasando lentamente el puñal por su cuello de un lado hacia el otro hasta que su columna se interpuso y la corté haciendo caer su cabeza desangrada y con una expresión facial profunda y donde se podía denotar el sufrimiento y las lágrimas en su rostro aún bajaban hasta caer al suelo.

Quedé en shock y no sabía que hacer, sólo podía llorar, sí, llorar como un niño, porque no sabía que era eso que podía ver allí, no sabía si algún día llegué a hacer eso a mi amada, o si ella aún estaba viva o no. Caí al suelo y empecé a dudar de mi cordura, no sabía si lo que había visto allí era cierto o si ella estaba bien, no sabía de donde pudo haber nacido tal aberración, lo único que recordaba era que ese era uno de los métodos que solía usar para acabar con mis víctimas, en aquel entonces que mataba por dinero, o esa era la excusa que tenía, ya que realmente disfrutaba manchar mis manos de sangre humana, ya que la de otros seres no provocaba ese placer en mí; lo que más miedo me causó fue el pensar que en algún momento haya perdido el control de mi ser y consumido por la sed de sangre pudiese haber cometido un acto de tal manera a mi amada esposa, a la mujer que me había hecho cambiar, o al menos eso creía.

Tan sólo golpeaba el suelo y rompía mis nudillos cada vez más de tan sólo imaginar el haber hecho eso, definitivamente sentí algo mucho peor al terror, horror o cualquier cosa que tuviese una definición, ya que lo experimenté aquel día fue una muerte lenta, bueno, dos, la de ella y la de mí cordura, junto con una tortura y un sin fin de pesadillas hechas realidad.

La imagen disminuyó de tamaño, derrepente se empezaró a proyectar otro vídeo del mismo estilo, pero ahora me veía atando a Jamie de una cuerda y dejándola caer de una silla, siendo esta ahorcada, de nuevo en mis manos; empecé a gritar, no podía soportar el dolor que me consumía, tenía un gran temor, estaba desesperado, no sabía que demonios hacer, no quería seguir viendo los vídeos correr una y otra vez, pero por alguna extraña y maldita razón, no podía quitar mi mirada de esa pared, donde sólo podía ver morir a la mujer que amaba una y otra vez de maneras que yo mataba personas, lo peor, siendo yo quien acababa con ella incontables veces, no sé cuántas fueron la verdad, talvez fueron sólo un par o talvez fueron miles, pero al parecer la piedad que no tuve, tampoco la tenía quien me tenía allí, en esas condiciones, ya que el tamaño de ambos volvió a disminuir, proyectándose otros dos vídeos del mismo estilo, donde mi amada moría de nuevo, en mis manos, una, siendo traspasada por una varilla de metal por su frente, muy lentamente y la otra siendo aplastada por dos paredes, las cuales se acercaban más y más, hasta que su cuerpo quedara disminuido a fluidos en el suelo.

No sabía que hacer, ni quién me había hecho llegar a tal instancia, no sabía absolutamente nada, siquiera si fuí yo el culpable de cometer alguno de los atroces asesinatos, al menos a ella, lo peor era cada vez que se revelaban una serie de torturas nuevas, la ví morir de al menos treinta formas distintas, desde cayendo de un barranco, hasta incinerada, comida por animales mientras aún estaba viva, asfixiada, golpeada hasta ya no aguantar más, ahogada, desnutrida y de muchas formas más, todas siendo protagonizadas por mí, siendo yo el asesino en todos y cada uno de los malditos vídeos, todos de formas que yo llegué a usar para acabar con personas, muchas de ellas inocentes, incluso, uno que otro, fueron niños, pero lo peor es que no podía saber si fuí yo uno de los asesinos en uno de todos esos vídeos, ya que no podía recordar muy bien el pasado, talvez porque mi subconsciente borró todo eso, talvez porque mi mente lo bloqueó, o no lo sé, pero sé que llevaba suficiente tiempo sin haberla visto como para pensar que realmente esté muerta, no podía hacer otra cosa que llorar, llorar y seguir viendo los vídeos, sin poder pensar siquiera si conocía a quien podía haber hecho esto, o que estaba haciendo allí en ese momento, mis recuerdos empezaron a volverse confusos, empezaba a ver todos los asesinatos como recuerdos, como si realmente los hubiese cometido, pero siquiera tenía lógica que la haya matado tantas veces, nada tenía lógica, mi mente estaba hecha pedazos, estaba viviendo una pesadilla, una que había hecho yo mismo, pero con una pequeña variación.

Mi cuerpo estaba frizado, estaba rendido, de rodillas ante esas imágenes que se repetían una y otra vez, no era capaz siquiera de parpadear, mis ojos no paraban de llorar, mi cuerpo sudaba de forma terrible, sudaba frío, lo cual no es buena señal, mi presión de seguro subía y bajaba en segundos, llegando al borde de un desastre, pero mi ser sabía que no podía morir aún, necesitaba respuestas, necesitaba venganza, necesitaba seguir vivo para acabar con mi trabajo, ya que nadie iba a poder hacer sufrir tanto al responsable de esto como yo lo hubiese hecho, no sé cómo, pero sabía que no iba a vengarme matandole solamente, le haría sufrir, una y otra vez, lo haría perder su cordura tal como lo hizo conmigo y lo haría agradecer el día que llegase al infierno, ya que la tortura que pueda encontrar allí, no sería nada comparado con lo que le haría sentir en vida.

En determinado momento mi cuerpo empezó a reaccionar y empecé a volver en sí de la nada, sólo que no era capaz de ver hacia el frente, era una sensación muy extraña, mi mismo cuerpo no quería que siguiera torturandome de tal forma, claro, sin dejar de sentir la rabia, frustración y la... La... Esa sensación de que no puedes hacer nada para evitar algo y te enoja... Un segundo, ya lo recordaré... Es... ¡Impotencia! Eso es, lo inútil e inservible que me sentía me hacía enojar más y más, y como no tenía a quien estaba haciéndome pasar por esto al frente, o al menos no lo podía ver, decidí desahogarme golpeado el suelo, le dí puñetazos, una y otra vez hasta que mis nudillos sangraran, hasta que mi propio ser dejara de sufrir o hasta que muriese desangrado, no sabía que hacer, la frustración me estaba matando, y con cada golpe que daba, podía recordar un poco más, llegué a ver mi propia procreación de tantos golpes que dí, mientras el suelo de llenaba más y más con mi sangre y las lágrimas que caían sobre esta.

Mi cuello volvió a reaccionar y ví que el fuego estaba ya cerca de mí, sentía el calor en mi piel, pero no tenía miedo, me sentía ya preparado para morir, para morir de demencia, desangrado, desnutrido o rostizado, después de haber visto eso, sabía que no había peor tortura que ver esto, aún si hubiese visto a cualquier otra persona morir, a algún amigo o conocido, inclusive, hubiese preferido verme a mí morir, preferiría ver mi muerte una y otra vez hasta ver el momento en que llegase a ver eso, y lo peor de todo, es que siempre era yo quien acababa con ella, con la única mujer que amaba, a la mujer a quien le debía la vida, la poca luz que había dentro de mi estaba allí gracias a ella, sólo a ella, la que logró derretir el hielo que cubría mi corazón y me devolvió la humanidad.

De repente ví como la imagen de la pared se empezaba a desvanecer y no sabía si mi mente era la que me hacía ver eso o si realmente la tortura estaba terminando e iba a poder ver la cara del sujeto que pagaría inclusive con su vida para evitar la tortura que sentiría en vida, pero no, mi suerte no había empezado siquiera a cambiar, ya que tan sólo pude oír a una voz que me murmuró suavemente, sentía como si esa voz salía del fuego diciéndome "Hermoso ¿cierto? El fuego, hermoso pero destructivo, más aún decorado con tu propia sangre en el suelo" y el eco sonaba y retumbaba una y otra vez por todo el lugar, haciendo que mi enojo aumentara y gritando con todo mi ser "¡Maldito Alfa!"