-No somos héroes, aunque nuestro deber sea proteger. - Es fácil decirlo, pero como le explicó a mi hermana de trece años algo que a mí me han inculcado desde siempre y aun así no obedezco. - Pareciera que proteger a los tuyos y ser un héroe es lo mismo.
-¿No es así? – Marcelin me contradice.
-Solo salvamos a los nuestros, no depende de nosotros la suerte de desconocidos.
-Eso es egoísta. – Ella siempre con su afilada lengua.
-Lo es. No todo razonamiento egoísta es malo, no todo acto hecho por bondad es bueno.
- ¿Tu nunca has pensado en ser uno?
- Lo hice. Hasta hace poco aún lo pensaba, pero ahora creo que es mucho para mí. –Miento.
- Ya veo...
Esta es otra como todas las noches. Mi hermana y yo hablamos y practicamos magia, la rutina me ha absorbido de nuevo hoy. Hana aún no se presenta en la escuela, Blink tampoco. Todo eso me tiene intranquilo. Las noches se han vuelto el momento perfecto para intentar encontrar la calma. Dormir es alivio para mi cansada mente. Aun así, tan fácil como suena, lograr conciliar el sueño es una tarea tan agobiante como tratar de pensar positivamente. Levantarme por las mañanas ha sido un tormento. Es la simple inercia lo que me mueve últimamente. Inercia que me hace ponerme la ropa como bien puedo, me lleva de mi habitación al comedor y después al baño; tras cepillar mis dientes me lleva fuera y me pone en camino a la escuela.
Ayer estuvo tranquila esta ruta, pero aún sigo esperando que alguien me salte por una esquina y me dé una buena patada. No he visto a Nadia y su compañero desde esa noche, realmente quiero encontrarlos, así que voy con magia espacial por todos lados, dejando mensajes que solo se activaran si ella se los encuentra. Camino intranquilo, pero firme. Es extraño para mí estar en el lugar donde Blink siempre me espera y no verlo. No sé qué pensar, esto ya es demasiado de su parte. Espero con la esperanza de que solo se haya atrasado, pero nunca llega.
Las clases son más largas de lo normal. Es Jasmin quien me salva de la soledad. Supongo que lo hace por Hana. Su última he inesperada participación en mi día es para llevarme a la sala de maestros donde el consejero de mi grupo está esperando.
-Newman estuvo ausente de nuevo hoy. No se ha comunicado con la escuela para justificar sus faltas y no nadie atiende el teléfono que tenemos en su registro. Es necesario que me digas si has sabido algo sobre el en los últimos días.
-Lo siento profesor, pero me temo que no se nada. También he intentado comunicarme, pero no responde llamadas ni textos.
-Bien, entonces habrá que proceder a una visita. Lamentablemente el personal de la escuela está atado de brazos en estos momentos con las evaluaciones docentes ¿Crees poder hacerlo tú?
-Está bien, iré directo a su dirección.
Me despido del profesor y de Jasmin para poner rumbo a casa de Blink. No está muy lejos del punto donde suele esperarme. Llego ahí bastante rápido. No hay nada inusual por fuera, pero al acercarme a la puerta, noto que está entre abierta. Los sentidos me traicionan y tambaleo un poco, termino por abrir la puerta en su totalidad para entrar y buscar desesperado a mi amigo. Corro por el recibidor, a los pocos pasos comienzo a escuchar ruidos, me detengo un segundo he intento descifrar de donde provienen. En la parte trasera hay una habitación donde Blink tiene una pequeña sala de juegos. Me dirijo ahí lo más rápido que puedo. Cuando entro en la habitación y veo la escena, algo dentro de mí está a punto de romperse. Él está sobre el suelo, probablemente inconsciente. Voy a verlo, pero algo me detiene. Siento el peso del ambiente sobre mis hombros aplastándome, el aire me corta el pecho al respirar y me deja un sabor agrio en la boca, el tiempo se para por un instante y veo como todo se distorsiona mí alrededor.
-Pero si eres tú "Bafel". – Esta voz, esta maldita voz gruesa y áspera. – Planeaba buscarte después para sacarte información sobre ese tipo de la espada, pero veo que voy a poder ahorrarme el numerito.
¿Qué mierda hace este tipo aquí? ¿En qué te metiste Blink? ¿Cómo te encontró el mago de los Bianchi? ¿Quién diablos es este imbécil de gabardina negra?
Quiebro por un instante y mis ojos se humedecen, me doy la vuelta y sacrifico el piso de la habitación para salvaguardarme levantando una barrera, tomo a Blink en brazos para después romper la ventana lanzándole todo lo que encuentro, salgo y pongo a mi amigo desvanecido en el suelo. Saco mi teléfono y envío un mensaje a madre escribiendo lo más rápido que puedo. Cuando aparto la vista de mi teléfono, el tipo ya está frente a mí. Intento correr, pero una patada en el estómago me envía a varios metros de distancia. Suelto el teléfono tras haber impactado contra la pared del bordeando, el dolor me enceguece, estoy realmente furioso. Intento ponerme de pie mientras el maldito se acerca de nuevo a mí.
-¿Dónde está el pendrive? – Que este tan tranquilo, debe tener confianza en que se lo diré.
-Aun si lo supiera ¿Crees que te lo diría?
-¿Qué hay de tu amigo el de la espada? – Se acerca a mí sacando sus cuchillas y moviéndolas en círculos. - ¿Dónde está?
-No lo sé, en la luna tal vez, ni siquiera lo conozco. – Los sigue buscando, es bueno saber que se las arreglaron para huir.
-Bien, si no me sirves tendré que matarte de una vez. – Pone una de sus armas muy cerca de mi cuello.
Me hago aun lado y enciendo una llamarada que lo distrae un segundo, pero es capaz de repeler el fuego y seguirme inmediatamente. Intento detenerlo con más fuego, no lo consigo. Busco proyectiles que pueda usar, pero este lugar no me ofrece mucho. Tengo que salir de aquí o podría herir más a Blink, debo buscar un lugar que me de ventaja. No muy lejos de aquí hay un parque infantil, nunca hay mucha gente allí, y debe haber algo que pueda usar para defenderme. Corro lo más que puedo, lanzando llamaradas y levantando obstáculos para poner distancia entre nosotros. El dolor de los golpes está acrecentando con el movimiento y me estoy agotando, veo el jardín después de doblar una esquina, acelero el paso como puedo para llegar de una vez. Como lo esperaba, no hay nadie en el lugar. Busco donde podría cubrirme y voy tras el carrusel. Remuevo la tierra a su alrededor para tratar de hacerlo levitar, pero mi persecutor es más rápido y me alcanza apenas uno segundos después. No dice nada esta vez, se limita a seguir intentando acabar con mi vida. Me observa atentamente buscando el momento, intento tenerlo a filo lanzando llamaradas. Pienso en lanzar proyectiles de hielo, pero no servirían contra su defensa, entonces intento romper un barrote de metal a uno de los juegos infantiles. Es más difícil de lo que esperaba, pero lo consigo a tiempo para poder reducir un golpe de las cuchillas. El impacto me empuja hacia atrás, esto me da tiempo de reforzar mi arma improvisada y retorcer uno de sus extremos para darle una punta aguda. Uso nuevamente el barrote para cubrirme de los ataques de mi adversario. Cuando estoy empujando hacia el con todas mis fuerzas, repentinamente se agacha y acto seguido, gira para poder darme una pata a las piernas que me hacen caer, da un salto he intenta caer sobre mí para fulminarme, apenas consigo evitar el golpe haciéndome a un lado girando por el suelo hasta que se me acaba el impulso.
-¡Deja de moverte chico! – Grita. Estoy un tanto confundido por su expresión, parece decepcionado.
Vuelve a por mí, lo dejo que se acerque y me dispongo a intentar atravesarlo con mi pobre armamento. El casi juega conmigo mientras me abalanzo sobre el para tratar de herirle, el evita todos mis ataques y lanza los propios, lo noto un tanto más furioso, comienza a ser más radical en sus movimientos y eso es algo que tengo que aprovechar. Lo digo fácil, pero no lo será. Sus golpes son rápidos y fuertes, tengo que lograr poner distancia, así que otra vez recurro al fuego, él lo evita de nuevo con una barrera. Recuerdo el carrusel y vuelvo a intentar hacerlo levitar hasta que lo consigo y lo lanzo contra mi enemigo quien logra detener su trayectoria casi sin esfuerzo. Lo que él no sabe es que es solo una distracción, entonces arrojo el barrote intentando dominar su recorrido para que haga una herida que me permita tomar la ventaja. Él se percata de ello, pero no logra esquivar del todo el golpe y le provoca una rasgadura en la pierna derecha. El arma queda clavada en la tierra y el carrusel cae también. No puedo dejar esto así, me acerco para terminarlo. Veo tras el carrusel, él no está ahí, entonces siento el aire agitarse y me giro, está detrás de mí. Logro evitarlo una vez más, corro para tomar mi arma, la sujeto con fuerza y recibo sus ataques, tengo que pensar en una manera de poder salir de aquí. Esta vez nadie está ayudándome, nadie vendrá a salvarme, debo ser precavido con esto. Veo mis alrededores con detenimiento, debe haber algo más, algo que no esté viendo. Estoy a punto de abandonar la idea, pero en un golpe de suerte, tropiezo con una tubería, entonces él se posa sobre ella. Mientras se prepara para dar un golpe, me concentro en congelar la tubería, pero tarda más de lo que él me permite estar quieto, me muevo para no terminar muerto, me levanto impulsándome con una ráfaga de viento, corro a su arreador y vuelvo a concentrarme en la tubería, pronto está congelada y el metal se quiebra, provocando una fuga, el agua sale con presión por la abertura y moja a mi oponente que se mantiene cerca, entonces lo congelo. El agua sigue fluyendo y yo continúo congelando para crear una gruesa capa de hielo. Mientras, el imbécil sigue forcejeando dentro, hasta que por fin deja de moverse, corro, tan rápido como puedo.
-Bien hecho…
Creo escucharlo hablar mientras me alejo. El cuerpo me duele, cada paso es más duro que el anterior. Voy directo a casa de Blink, entro hasta llegar a su patio trasero, él está ahí, busco mi teléfono y lo levanto, después levanto a Blink y lo llevo a hombros, salgo a la calle, avanzo unos metros y entonces mi madre llega en su auto, se detiene y abre la puerta.
-¿Pero que les paso? – Pregunta ella.
-Te lo explico todo en el camino, hay que llevarlo al hospital.
Subo a Blink y después subo yo. Madre arranca y ponemos camino al hospital. Esta es la segunda vez en una semana que hago esto, llevar a alguien inconsciente en el asiento trasero. No sé qué diablos está pasando, pero tiene que terminar.