Los días se han ido de prisa. Hoy es viernes y estoy yendo a casa tras la escuela. Mentiría si dijera que no tengo miedo. Estoy temblando.
Por fin pude dominar los movimientos que me enseñó Blue y estoy seguro de que todo saldrá bien. Aun así, no puedo dejar de sentirme inquietó. Nadia no ha hablado conmigo desde aquella noche y yo siento que no debería insistir y preguntar el porqué de aquella escena. "Es mejor así, lo sabrás en su momento" me digo, pero la duda persiste y la inquietud no se va.
Camino solo a casa, Hana será escoltada permanente hasta que sea seguro que los Bianchi no intentarán nada. Se poco de Blink, pero estará bien y se recupera rápido.
Tenemos todo listo para esta noche. Madre sigue agitada por todo esto, y yo, lejos de pararme a pensar en lo que estamos a punto de hacer, quiero acabar pronto. "Para poder caminar a casa con Hana y Blink una vez más". Miro al cielo y me detengo un momento. Las nubes están acumulándose y la tarde es gris, un gris con manchas blancas entre las que aún se puede ver el sol asomarse entre las nubes. Una gota se precipita y cae sobre mi hombro. Imagino todo el recorrido que tuvo que hacer hasta llegar a mí. Me estremezco y una vibración me recorre el cuerpo.
Debo terminar con esto.
-¡Estoy en casa! – Mi voz no hace eco por el ruido que hay tras la puerta, que cierro inmediatamente después.
-Bienvenido. – El señor Oshiro me recibe a la puerta, Haruko está detrás de él y viene corriendo para darme un abrazo.
Últimamente no paso mucho tiempo con ella, tampoco con Ichiro y Yasu. Marcelin es la más reservada de todos, por lo que su estado actual es habitual. Todo se ha vuelto extraño aquí, pero de alguna forma seguimos unidos.
Entro y saludo a los demás. Para mi sorpresa Nadia no está, pero Blue sí. El nota que tengo curiosidad por su paradero, también sabe que no voy a preguntar, así que se pone de pie dejando el sofá, me saluda y se acerca a mí.
-La princesa fue a recoger a la señorita Marcelin a la escuela, se han tardado porque debían parar en el camino para hacer algunas compras.
-Vale… ¿Dónde esta madre?
-Está afuera, en el patio. – El señor Oshiro responde mientras toma a Haruko en brazos. – Deberías ir a buscarla, las chicas no deben tardar y la comida está casi lista.
Salgo de inmediato. Mi madre está a la sombra del gran árbol del patio, se apoya en el dando la espalda a la casa y con la mirada puesta en las montañas.
-Madre…
-Más allá de esas montañas está el mar – Su voz es suave y tranquila, parece relajada. – Tengo ganas de volver, que el agua fría moje mis pies con el oleaje, la sensación de la arena húmeda entre los dedos, la calidez del sol… ¿Qué te parece si vamos a Bahía este verano?
-¿Por qué me lo pregunta? Claro que quiero ir y estoy seguro que los demás también.
-Bien, volvamos dentro. – Se da la vuelta y se acerca a mí.
Apenas y puedo ver su rostro unos segundos, pero es suficiente. Me llena de tranquilidad. Su expresión no ha cambiado pese a lo que estamos por hacer. Admiro desde lo más profundo de mí ser a esta mujer. Tiene miedo y aun así lo va arriesgar todo. Por poco me rompo y comienzo a llorar, pero resisto, no es momento.
Marcelin y Nadia llegan poco después de que nosotros entremos. Mi hermana me saluda con naturalidad, sin embargo la princesa evita verme a la cara. Yo no busco que me de otro tipo de saludo más allá de un "Hola" y le doy espacio. Nos sentamos todos a comer. Mis hermanos cuentan con detalles su día en la escuela, los escucho atento. Puedo casi saborear junto a la comida, la calma que me dan estos momentos. El teléfono de mi padrastro suena y se levanta de su silla para contestarlo. Cuando cuelga se sienta de nuevo y come apresurado, se limpia la boca y habla con madre. Se despide de todos y se va. Los demás seguimos por un rato más y cuando terminamos nos quedamos en silencio por unos minutos, todos alrededor de la mesa, en quietud hasta que Yasu habla.
-Van a volver ¿Verdad?
El casi estalla en llanto, madre logra tranquilizarlo y entonces todos nos levantamos de la mesa. Blue y Nadia siguen de cerca a madre, Marcelin también, mientras que yo me dirijo a mi habitación. Cuando estoy allí, abro las puertas de mi ropero para sacar una caja desde el fondo. Tardo unos según en palparla con mi mano estirándola tanto como puedo hasta alcanzarla. Una vez fuera la caja, la abro y retiro su contenido. Una túnica negra con un bordado azul celeste alrededor de los extremos de las mangas. Huele ha guardado, pero el polvo no la ha alcanzado en todo este tiempo que lleva escondida en la oscuridad. Me quito la ropa que llevo encima y me pongo unas prendas más ligeras, seguido de la túnica. Es increíble que aún me entre.
Cuando termino de colocarme los zapatos, bajo para encontrarme con los demás y partir. Blue esta ya esperando en la puerta, pero madre y Nadia aun no bajan. Marcelin corre presurosa por las escaleras y se frena frente a nosotros. Madre y Nadia vienen detrás de ella. Ambas visten ropas bastante más cómodas que las mías.
-Todo listo. – Dice madre cuando están junto a nosotros.
-Excelente. – Responde Blue. – Partamos entonces.
-Espera… - Nadia interrumpe. – Antes quiero hablar con Stan.
Nadia y yo vamos al patio trasero junto al gran árbol. Ella luce avergonzada y juega con sus manos. Me recuerda a Blink.
-Siento lo de estos últimos días, fui muy irrespetuosa.
-Descuida. No tienes por qué disculparte. Tampoco voy a interrogarte por lo que paso. Solo, si algún día crees que me gane tu confianza, cuéntame que es lo que pasa. Por ahora no me entrometeré si tu no lo quieres.
-Gracias, por entenderlo.
Tan pronto dice eso, nos re incorporamos con los demás.
-Bien. – Madre habla. – Marcelin, Yasu, Ishiro, cuiden de Haruko. Volveremos al amanecer. Hiroshi debe estar aquí en dos horas, hasta entonces, mantengan todo cerrado y tengan listos sus teléfonos, llamen directamente a Mitchel si algo sucede ¿Entendieron?
-Si – Contestan los tres a la vez.
-Los estaremos esperando. – Marcelin luce tranquila.
-Nos vamos.
Todos salimos y es mi hermana quien cierra la puerta. La veo de reojo y su rostro es distinto. Me hace dudar, pero sé que ella no me detendrá. Estamos locos por lo que estamos a punto de hacer, es una misión peligrosa. Aun así, seguiremos.
Somos magos. Somos guerreros.