La lluvia comienza a caer torrencialmente borrando las manchas de sangre que CB dejo al escupir. Madre esta insistentemente llamando al teléfono de el señor Kingslee, pero no hay respuesta. Nadia no ha dejado de apuntar con su arco hacia el estacionamiento, en espera de que nuestro adversario haga algún movimiento, el solo se mueve de un lado a otro haciendo un pequeño círculo con sus pisadas. Blue y yo observamos atentos, también esperando algún movimiento.
-La policía no vendrá. – Madre rompe el silencio, pero no con buenas noticias.
-Entonces tendremos que terminar esto por nosotros mismos. – Respondo.
Todos me miran preocupados. Esto no debía ser así, pero no voy a detenerme ahora.
-¡Befel! ¡Baja chico! – CB grita desde sin dar de dar vueltas.
Veo a madre y ella asiente en señal de aprobación. Bajo entonces. Una vez ahí, CB se detiene por fin. Está quieto, mirando arriba y abajo, con la guardia alta. Yo solo espero ser tan ágil como Blue y poder hacerle frente. Ojala pudiera impulsarme…
-Ustedes son un problema – Dice CB. – Sera mejor que me deshaga de ustedes ahora.
-¡Nosotros seremos quienes terminen de una vez con esta mafia!
Mis palabras le causan gracia y comienza a reír, yo estoy confundido.
-¿Mafia? ¿En serio crees que me importan una mierda estos imbéciles? Lo que yo quiero es que desaparezcan.
-¿Qué desaparezcan? ¿Los Bianchi?- No estoy entendiendo nada – Tenemos el mismo objetivo ¿A quién le molestamos entonces?
-Al Kayait... – CB se posiciona para atacarme.
-¡Eso es imposible! – Grita madre. Parece entender las palabras de este hombre.
-¿Al Kayait? Madre ¿De qué habla? – Pregunto atónito.
-Es un culto de magia negra antiguo, tan antiguo que el último registro que hay es anterior a la desaparición de los dragones. – Madre tiene una mirada temerosa y puedo sentir su preocupación a través de su voz.
-¡Cuidado! – Me advierte Nadia.
El mago se acerca a mí con una gran velocidad. El hecho de que este lloviendo me da cierta ventaja sobre él. Uso el agua para crear un enorme muro de hielo. Sé que no lo detendré por mucho tiempo, así que reúno más agua y me armo con munición de hielo para contraatacar. Por supuesto termina por atravesar la barrera y yo comienzo a disparar. Me muevo hacia la derecha rodeándolo levemente para tratar de no recibir daño, pero es rápido. Casi en un segundo lo tengo tras de mí. La lluvia me salva nuevamente, creo una cortina de hielo. Nos movemos por todo el lugar hasta terminar en la calle. Ya no hay personas por aquí debido a la lluvia. Cerca hay un puente y terminamos debajo de él, yo esquivando y defendiendo y el atacando sin parar. Madre, Nadia y Blue siguen en el casino, viendo como nos alejamos.
-Ustedes vayan a ayudarlo, yo me encargo de Camillo… - Mi madre hace una mueca cuando, al girarse, se da cuenta que Camillo no está por ningún lado. - ¡Mierda! Se escapó, no perdamos tiempo. Lo buscare sola.
Los tres corren en la misma dirección bajando el edificio para después seguir hacia a la calle donde se separan. Madre con dirección a la mansión de los Bianchi, los otros dos rumbo a mí, para ayudarme.
Estoy en el lugar donde Blue y Nadia nos salvaron hace ya más de una semana. El sitio está lleno de barro, el agua corre hacia un canal a unos metros de mí. Un viento frió sopla, nos detenemos ambos tratando de tomar aire. No bajamos nuestra guardia y seguimos pendientes a los movimientos del otro, esperando el siguiente ataque. En un instante estamos el uno frente al otro, me cubro de sus ataques con un grueso escudo de hielo en mi brazo derecho, que se derrite apenas entra en contacto con el filo de sus cuchillas, cubiertas por un veneno corrosivo y caliente. En mi mano derecha sostengo lo que pude hacer con la idea de una espada en mi mente. El hielo no es problema para el acero de sus armas, pero me da la oportunidad de retrasar su ataque. Su velocidad es abrumadora para mí, que recibo una patada en los gemelos que me impulsa a una buena distancia de él. Siento el dolor del impacto apenas unos segundos después, cuando me quedo quieto, por un momento un shock terrible recorre mi cuerpo, un pulso en mi cabeza nubla mi vista, doy un paso y el dolor me hace tropezar, pero no caigo. No quito mi vista de CB ni un segundo. Pronuncio un hechizo de reforzamiento para no volver a recibir tal impacto.
Apenas he terminado mi hechizo cuando CB ya está de nuevo junto a mi listo para atacarme.
Se mueve ágilmente balanceando sus armas de forma orgánica, dispuestas a golpearme una tras otra con su filo. De vez en cuando el veneno suelta alguna gota, pero fluye alrededor de las hojas afiladas como si estuviese orbitándolas. El hielo en mis manos no hace más que solo retrasar los ataques. Ambos comenzamos a desesperar, la lluvia continúa y el terreno se vuelve cada vez más pantanoso.
No sé cuánto tiempo estamos en esta agobiante rutina. Los dos lucimos cansados, pero aun así la fuerza y velocidad de mi atacante apenas disminuyen. Yo me muevo a duras penas, sintiendo cada vez más los golpes acumulados. Mi cuerpo arde. La respiración comienza a dificultarse.
Tengo miedo.
Debo solventar la fatiga y el cansancio. A esta altura ya he utilizado el hechizo de reforzamiento para poder aguantar sus golpes, si lo usara otra vez para aumentar mi velocidad o mi fuerza, caería rendido sin poder controlar mi magia. De la magia simple, el reforzamiento es la más compleja y por tanto, la que requiere mayor rigor. Con mi nivel no puedo controlar dos hechizos a la vez.
Me llegan a la memoria entonces las lecciones de magia. El poder de un mago yace en que tanto se puede exigir el mismo sobre todo en el control de varios hechizos a la vez. Eso lo dijo mi tío cuando nos enseñaba transmutación a Jazmín y a mí. Él siempre ha sido un entusiasta de la magia compleja, disfruta escribiendo hechizos y trazando círculos. También con la idea de volar…
Al mismo tiempo, en el escondite cercano de la policía, el señor Kingslee está discutiendo con Hana por teléfono.
-Lo siento Hana, no puedo hacer nada. La orden viene desde el alto mando militar. Recibí la llamada del propio General Ougust en persona. La operación fue cancelada. Ahora están solos.
-Entiendo. Solo espero que regresen a salvo. – Hana cuelga el teléfono. – Debería llamar a Blink.
Blue y Nadia corren entre las calles siguiendo mi rastro. Sus ropas pesan por la lluvia. Rayos y truenos se han unido al torrencial en pequeña medida. Se puede ver los destellos caer sobre los pararrayos a lo largo de la ciudad. No es temporada de tormentas eléctricas, pero estas cosas suelen suceder aquí, no muy lejos del desierto.
-Debemos apresurarnos, Stan está cerca. – Dice Nadia con su respiración un poco exaltada.
Cuando llegan a mi ubicación, Nadia no puede si no soltar un suspiro de alivio. Sigo vivo y en una pieza, es suficiente para ella. Yo estoy quieto, igual que CB, pero entonces, sin percatarnos de que ahora tenemos espectadores, comenzamos de nuevo a movernos.
Blue y Nadia quedan boquiabiertos cuando nos ven.
-¿Qué demonios está pasando aquí? – Cuestiona Nadia con tono de sorpresa. - ¿Cómo pueden moverse tan rápido?
Yo estoy tratando de seguir el ritmo de CB, impulsándome con chorros de agua que salen desde mi cuerpo hasta el suelo para acelerar. Por momentos creo pequeñas explosiones que también me impulsan, pero el hecho de que no soy especialmente bueno con la magia de fuego y que la lluvia arrecia, no permiten que esa sea mi principal estrategia. El hielo y el agua expulsada a altas velocidades son ahora mi motor de movimiento. Mis armas.
CB está más atento a mis movimientos, no me subestima, pero tampoco parece tener dificultad al responder mis ataques, más bien, parece divertirse. Seguimos mientras nos alejamos del lugar, Blue y Nadia nos siguen.
Madre está llegando a la mansión de los Bianchi. Para su sorpresa, todo está muy silencioso. Logra pasar el portón de vehículos sin que nadie venga a detenerla. El auto de Camillo se encuentra a medio camino entre el portón y la entrada principal de la mansión. Ella se acerca lentamente y con cuidado al vehículo, la puerta del conductor está abierta. Al llegar se asoma al interior, no hay nadie. Unos pocos metros más allá, sobre el camino, hay una pequeña mancha oscura que se disuelve con la lluvia. Para cuando madre está ahí, la mancha se ha ido. Madre sabe que algo anda mal, pero debe llegar al fondo de esto. Se adentra hasta llegar a la entrada principal. La mansión es enorme, con tres pisos y una gran fachada. El pequeño tejado sobre la puerta, decorado con detalles en relieve de entre los que sobresale el nombre de la familia con escritura finamente tallada, enaltece su belleza. La puerta también está abierta. Madre entra con sumo cuidado. Todo está oscuro y sus ojos tardan en acostumbrarse. Cuando por fin puede ver en profundidad el inmenso recibidor, queda atónita ante la escena de más de una docena de cadáveres esparcidos por todo el lugar, dejando un inmenso lago de sangre.
Al mismo tiempo. En caso de los Kingslee.
-Hana, tengo que ir. Puede que Stan esté en peligro.
-¿De qué hablas? Dijiste que era seguro.
-Eso fue porque tu padre también estaría ahí. Sin la intervención de tu padre, no sé qué tan lejos pueda llegar esto.
-Está bien Blink… Pero voy contigo.
-Bien.
Blink cuelga el teléfono. Hana se queda viendo la pantalla del suyo por un momento.
-Stan, estas bien ¿Verdad?