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Chapter 17 - Victoria vacía.

Estoy moviéndome entre callejones a gran velocidad. Tengo frió. Mi ropa esta húmeda y pesa. Mis dedos, orejas y pies arden por lo baja que esta mi temperatura. Mi aliento seco quema mi garganta y el viento me empuja ferozmente. Siento cada gota caer sobre mi como pequeñas municiones que no perforan mi piel, pero lastiman con cada impacto.

Reúno agua en la palma de mis manos y después me impulso con ella, disparándola con fuerza. Después doy un salto y uso la misma técnica para llegar más alto, me giro para mirar al piso y lanzo un golpe a mi perseguidor. CB parece cansado por las heridas que Blue le provoco antes, se mueve más lento que antes, pero aun lo suficiente para seguirme el ritmo. Intento golpearlo, transformo las gotas de lluvia en proyectiles de hielo que después impulso con algo de aire, logro acertar algunos, el contraataque no se hace esperar. CB arroja sus espadas directo a mí, logro evitarlas saltando de pared en pared. Algo del veneno de sus armas alcanza mi ropa, que se desmorona al contacto.

Incapaz de seguir yendo de pared en pared toco el suelo. Nadia llega y en cuanto hace contacto visual comienza disparar para apoyarme. Blue nos alcanza poco después y se recarga en una pared, resollando.

Las flechas de Nadia son de mucho ayuda, logro por fin acercarme más a CB.

Nos movemos rápido, el agua en el suelo se levanta con nuestro andar. Creo muros de hilo y estacas a las que después doy forma de lanza, las arrojo hacia mi adversario, el apenas puede evitarlas. Comienza a usar la verticalidad del lugar para huir, imitando lo que antes hice. Lo sigo de cerca hasta estar en la azotea de un edificio. Nadia llega casi al instante.

Esta acabado.

El sonido del viento colándose por todos lados crea una canción nada relajante, las ventanas están siendo golpeadas constantemente por las gotas de lluvia, poniendo ritma a la tétrica canción. La inclemencia de la naturaleza ya hace estragos en esta casa, donde hace apenas unos minutos se vivía un ajetreo de horror y desesperación.

Madre se mueve con cuidado entre las sombras tratando de no perturbar los cuerpos esparcidos por el lugar, evitando hacer ruido para no ser descubierta. El olor a sangre es sofocante, el aire frió que recorre la mansión lo esparce, te golpea con él. Las escaleras del recibidor llevan a dos pasarelas que, a su vez, conducen al pasillo principal de la segunda planta, un camino enorme que recorre la mansión de lado a lado. Una infinidad de puertas a cada lado es lo único que se distingue con la poca luz que entra por la también inmensa cantidad de ventanas. Madre escucha ruidos venir desde el ala izquierda. Se acerca sigilosamente, a medida que se aproxima los sonidos son más reconocibles. Pasos y murmullos salen desde una de las habitaciones. Se puede escuchar también como caen al piso distintas cosas y se revuelven papeles. La puerta está entre abierta, madre se acerca un poco más para poder escuchar mejor.

-El cabrón se meo encima mientras le cortaba las manos, y por el olor que desprende creo que también saco la mierda.

-Eres tan vulgar Kenox, tan violento. Tampoco tenías porque prender fuego al aserradero en aquella ocasión.

-Solo hago mi trabajo amigo. – Se acerca al otro y le pone la mano en el hombro. – Ninguno vivo, si de cualquiera manera van a morir.

-No somos amigos. – Quita la mano que hay en su hombro con fuerza y se voltea.

-En fin. Salgamos de aquí rápido. Debo volver a Riadas.

-El pendrive no está aquí. – Voltea y ve el cuerpo mutilado de Camillo. – Supongo que no mentía cuando dijo que lo robaron.

-¡Mierda! ¡Sifrias estará furioso!

Comienzan a caminar hacia la puerta. Madre rápidamente se oculta en otra habitación antes de que puedan verla. Los tipos se van y madre lo hace un minuto después. Una vez fuera de los terrenos de la mansión, busca refugio en un callejón cercano, saca su teléfono y llama al señor Kingslee.

CB está caminando lentamente, se da la vuelta y se sienta contra la pared de un acceso, está viendo su teléfono y suspira aliviado. Yo y Nadia estamos desconcertados. No movemos ni un musculo, extrañados por lo que vemos. Entonces noto mi teléfono sonar y vibrar en mi bolsillo. Hago una señal a Nadia y lo saco para revisarlo. Hay varias llamadas de Hana y Blink, quien justo llama en ese momento.

-Contesta chico. – Dice CB mientras también se prepara para contestar una llamada.

Le observo por un momento, desconfió de él mientras atiendo a mi celular.

-¿Blink? – No le quito la mirada de encima a CB. - ¿Qué pasa?

-¿Dónde estás?

-En el centro, no muy lejos del distrito rojo ¿Qué pasa?

-Vamos para allá ¡Por favor no pelees! Te lo explicare todo cuando llegue.

-Espera… - Blink cuelga.

Dirijo la mirada a Nadia quien pregunta con la mirada que fue lo que paso. Le cuento lo poco que me dijo Blink. Ambos vemos a CB. Está ahí, inmóvil. La lluvia se va deteniendo poco a poco hasta que no cae ni una gota más. El mago saca de su bolsillo un pequeño estuche de color metálico. De su interior retira un solo cigarrillo que enciende. Da una bocanada y el tabaco se consume un poco. Después de inhalar levanta la mirada lo más que puede hacia el cielo, suelta el humo que retenía en sus pulmones. Se queda por unos segundos viendo el reflejo de las luces de toda la ciudad en las nubes oscuras, que se marchan habiendo dejado ya su marca en las calles y tejados.

-No debiste venir chico. – Dice mientras se lleva el cigarrillo de nuevo a la boca. – Ahora ellos sabrán de ti. De tu familia.

-¿Te refieres a Al'Kayait? – Pregunto, desconociendo la amenaza. – Solo tenemos que deshacernos de ellos como lo haremos contigo.

-¡Jajajaja! – La risa de CB es estruendosa y gruesa como su voz. – Aun si lograras eso, siempre hay un peldaño más arriba, observando.

-Entonces solo debo seguir subiendo.

-No intentes subirte a hombros de gigantes chico. Te aplastaran.

Me pongo en guardia para intentar atacar, Nadia, que guarda su distancia en silencio, me sigue.

-Detente. Ya es tarde. Hemos ganado.

El sonido de las sirenas y las luces de los cuches patrulla ensordecen mis oídos y nublan mi visión por un momento. Una decena de vehículos aceleran rumbo al distrito suroeste.

Mi teléfono vuelve a sonar. Al contestar me responde Blink.

-Estamos debajo de ustedes. Necesito que vengas rápido.

CB se pone de pie, arroja la colilla de su cigarrillo y la pisa para apagarla, supongo que por costumbre, pues el agua en el suelo lo hace antes que él.

-Adiós chico. Te dejo vivir hoy solo porque eres amigo de Blink, pero no te alegres, pronto estarás muerto.

Se va sin que yo pueda decir nada. Nadia me mira y pregunta si debemos seguirlo. Le digo que no. Bajamos y nos encontramos a Blink, Hana y madre frente al edificio.

-¿Están bien? – Pregunta madre. - ¿Qué paso con el mago?

-Se fue.

-¿A dónde?

-No lo sé. Dijo que habían ganado ya y se fue. Blink ¿Tú lo conocías? - Le pregunto, viéndole a los ojos.

-Si. – Responde bajando la mirada levemente.

-¿De qué hablas? –Pregunta Hana.

-Él era mi contacto. - El silencio se apodera de todos por unos segundos. – Y al igual que nosotros, él quería destruir a los Bianchi…