Es de mañana. La noche fue fría y la lluvia no paro hasta casi el amanecer. Apenas puedo abrir los ojos, cuando se vuelven a cerrar veo a Hana en esa silla, con la cabeza baja y la mirada en la nada; una sensación horrible me recorre el cuerpo y todo se vuelve oscuro. Mi mente esta agobiada y mi cuerpo también. Ayer el señor Kingslee estuvo aquí. Nos agradeció a madre y a mí, dijo que de momento el rescate de su hija se dio tras negociar con los criminales, nadie nos vio y nosotros nunca estuvimos allí. También menciono un incendio, pero todo indica que el fuego inicio cuando nosotros ya estábamos en el hospital.
Pregunte por Hana.
-Ella está bien, mi hija es fuerte.
Mañana le dan el alta. No tiene ninguna herida o golpe, salvo por el shock, ella estaba bien cuando la sacamos del aserradero. Confió en que sabrá llevar esto, como su padre dice, ella es fuerte, no la imagino doblegándose ahora.
Mi despertador timbra y doy un salto en la cama para ponerme de pie. Me acerco a la ventana y corro la cortina, limpio el paño y veo a la calle. Esta húmeda, puedo ver aun gotas caer de vez en cuando sobre las charcas. Las hojas de los arboles sueltan brillos al aire mientras una brisa suave pero fría las mueve. Al fondo, el sol apenas asoma entre las nubes grises que se disipan. La lluvia de primavera se está yendo, pero no parece que sea la última que llegue antes del verano.
Me pongo mi uniforme y bajo a desayunar. Todos están tranquilos más allá del típico trajine de las mañanas de esta casa con demasiados habitantes.
-Ya me voy. – Me dirijo a mi madre y a Haruko que son las únicas que aún están en casa.
-Recuerda que hoy inicia el entrenamiento de Marcelin. No llegues tarde.
-Claro…
Me voy cerrando la puerta con cuidado. Algo en el aire me hace sentir tranquilo cuando lleno mis pulmones al respirar. Me siento entusiasta. Hoy los pensamientos no me invaden ni atosigan. Hana está bien, es pronto para asumir que no intentaran algo de nuevo, pero mi madre ya dio su permiso y puedo actuar si algo como esto vuelve a pasar. Aun así, siento que debo estar preparado.
-Siempre atento.- Digo para mí.
-En serio, yo creo que no tienes idea de poner atención.
Me sorprendo por un momento. Una chica está en el suelo con un rostro de enojo que podría ahuyentar a un león.
-Perdona.- Asumo que yo tuve algo que ver en su penoso accidente. - ¿Estas Bien?
La ayudo a levantarse. No puedo evitar mirarla con detenimiento, su ropa es extraña, muy parecida a la ropa ceremonial de madre y Marcelin, pero la tela negra es sustituida por una blanca, un blanco pulcro y suave, casi brillante.
-Dalte. – Le pido perdón en lengua antigua, pero no me responde. Aun así noto el sombro en su rostro.
-¿Qué has dicho? ¿Qué idioma es ese? O ¿Acaso es tu nombre?- Por su expresión dudo si en verdad no me entiende. Se sacude las ropas y continúa hablando.
-Vaya, pensé que lo sabrías, por tus ropas.
-¿Qué pasa con mi ropa? – Pregunta, molesta.
-Nada, solo que… No es muy habitual ver este tipo de vestimenta. Personalmente la conozco.
-¿A si? Vaya… - Me mira de arriba abajo curiosa. – Eres interesante.
-Pri… ¡Nadia! – Un hombre con una capucha se acerca y llama mientras intenta no mostrarme su cara.
-Bueno, nos vemos después chico, tengo muchas preguntas que hacerte. – Se da media vuelta y camina hacia el sujeto.
Ambos se van por la calle. Me quedo unos según viéndolos, preguntándome que acaba de pasar. Me doy la vuelta y me voy. Mientras, sin yo darme cuenta ellos giran sus cabezas para darme una pequeña mirada.
-El habla nadiano. Lo escuche claramente disculparse en nuestra lengua. – Ella habla en un tono serio, muy distinto al que uso conmigo.
-Le recuerdo que debe ir con cuidado. No estamos seguros de sí podemos confiar en las personas de por aquí.
-Tranquilo Blue. Tengo una corazonada con este.
Me encuentro con Blink en el lugar de siempre, no le digo nada sobre mi encuentro previo, trato de no darle importancia. Llegamos a la escuela y todo transcurre con normalidad. Lo único diferente es la ausencia de Hana. Cada vez que se pasa lista y oigo su nombre, noto un cierto aire de tensión en el aula. Todos tienen dudas, quieren levantarse y preguntar qué pasa, yo agradezco que no lo hagan.
Las horas pasan rápido, todo transcurre con calma. Por la tarde, cuando suena la campana, me levanto de mi asiento, Blink está esperándome en la puerta del aula.
-¿Todo listo Stan? – Me pregunta Blink.
-Si. Vamos.
Nos vamos de la escuela con camino a casa de Hana. Salió del hospital por la mañana. Hablamos de varias cosas en el camino. Hemos vuelto a la rutina. No se cuanto pueda durar esta calma, pero por ahora, todo está bien.
Llegamos a la casa de los Kingslee y tocamos la puerta. Nos recibe la madre de Hana y nos invita a pasar, entramos, la seguimos hasta la habitación de Hana. Hally corretea por la casa y al notar nuestra presencia, nos dedica un amistoso ladrido y mueve su cola, Blink y yo nos detenemos para acariciarlo y después seguimos nuestro camino. Llegamos a la habitación, ahí está ella, sentada en la cama, viendo por su ventana. Cuando nos escucha entrar se gira para mirarnos y nos regala una sonrisa.
-Hola. – Nos habla aun con su sonrisa.
Hablamos un rato sobre cosas de la escuela y chismorreamos cuanto podemos. La paz que siento ahora es invaluable. Observo a Blink y Hana. Por un momento el tiempo se detiene. Me viene un pensamiento que mi madre desaprobaría inmediatamente. Pero mientras divago en mi imaginación, el tiempo ya ha pasado y es hora de que Blink y yo nos vallamos. Nos despedimos de Hana y su madre para poner rumbo a nuestros hogares. Me despido de Blink un rato después y me voy a casa.
El resto es fácil de resumir. Mi madre pregunto inmediatamente por Hana, le conté tanto como fuera posible; después fuimos a la cena y todo termino con Marcelin y yo en el jardín, sentados frente a frente.
-Dabek Laf Te. – Le digo tratando de pronunciar lo mejor posible. – El atributo de la sabiduría. Recuérdalo. Ahora, dilo tú.
-Dabek Laf Te. – Lo repite torpemente.
-Bien. Ahora ¿Hay algo en específico que quieras saber?
-¿Qué hay de los conjuros? He visto varios, pero son muy complicados.
-Bueno, eso es porque los conjuros solo se usan para hechizos complejos, otros son muy específicos o necesitan seguir varios pasos para realizarse. De momento nos vamos a centrar en tu magia de levitación y la de reforzamiento. Intenta levantar la mesa.
Inmediatamente, Marcelin comenzó a levantar la mesa, seguido de un resplandor sobre la misma. Le doy un golpe con una roca. La mesa está intacta y la roca hecha pedazos.
-Bien…
-Es demasiado fácil. – Marcelin dice mientras cruza los brazos en forma de celebración.
-Parece que tú y madre fueran cortadas con la misma tijera, sus magia de levitación y reforzamiento son espectaculares.
Me levanto de la silla y doy unos cuantos pasos para alejarme.
-Ven entonces.
Marcelin y yo peleamos por cerca de una hora hasta que ya no podemos más. Entramos cansados y tomamos cada uno a un baño diferente para ducharnos. Luego de un rato estoy en mi cama, cansado y con nada más en la cabeza que dormir. Estoy a punto de conciliar el sueño cuando escucho un golpe en mi ventana. Me levanto de la cama y voy a revisarla, recorro la cortina y sobre la cornisa esta Blink. Abro la venta y noto su respiración agitada, esta sudado y bastante sucio.
-¿Qué pasa? ¿Qué te sucede?
-Necesito tu ayuda, hay algo que debo recuperar.
Otra vez en problemas.