No sé cuánto tiempo llevo sentado en esta silla dando vueltas por mi mente. No puedo oír ningún sonido alrededor y todo se nubla. Los rostros borrosos de las personas que me rodean, mueven sus labios y ven con detenimiento a uno de ellos. Comienzo a recobrar mis sentidos solo para recordar que fue lo que me aturdió.
La señora Kingslee llora inconsolable sentada en una silla de su comedor, mi padrastro y mi madre, que llego hace poco, tratan de tranquilizarla sin mucho éxito. Es de esperarse ¿Quien estaría tranquilo en una situación como esta?
Hally está frente a la puerta, sentado y moviendo su cola, esperando el regreso de su amiga. Te entiendo Hally, yo también quiero que vuelva.
¿Qué carajo estoy diciendo? ¿No era yo el que destrozaría a eso cabrones si le ponían un dedo encima a Hana?
Estoy indeciso, no sé qué debo hacer. Madre está aquí, sé que planea algo, debo lograr que me incluya en sus planes.
Me pongo en pie y camino hacia la ellos cuando escucho a mi madre hablar con voz firme y probablemente molesta.
-¿A dónde vas?
-Por Hana
-No lo permitiere. Si das un paso más…
-No madre. No puedes detenerme. Hagas lo que hagas, digas lo que digas, no vas lograr que me quede de brazos cruzados mientras ella está sufriendo. Yo puedo hacer algo y lo haré.
-Yo no te entrene para esto. No se supone que trates de ser un héroe.
-Entiéndelo madre, no se trata de eso.
-Entonces ¿Qué es? Stanley ¿Acaso no comprendes lo grabe de la situación?
-Ya basta madre. Lo he decidido, si no cuento con tu consentimiento lo haré sin él.
Estoy a punto de irme cuando escuchamos pasos salir del comedor y entrar al pasillo principal.
-¿Tu puedes traer a Hana de vuelta? ¿Puedes devolverme a mi Flor de la felicidad?
Cuando la señora Kingslee dice esas palabras me recuerda a cuando las dije por primera vez.
Acababa de conocer a Hana. Me habían transferido en el último año de la escuela intermedia, no conocía a nadie. Ella se me acerco, se presentó y su nombre me pareció curioso, así que tratando de mantener la conversación le dije:
-¿Flor o felicidad? ¿Cuál de las dos es tu nombre? ¿O es flor de la felicidad?
Ella sonrió y me contó que su madre también la llamaba así. Al parecer la señora Kingslee sabía que Hana era una palabra en dos idiomas diferentes, en una siendo la palabra para "Flor" y en otro para "Felicidad". Yo lo había leído en alguna novela de las que tenía mi madre y nunca lo olvide, supongo que la señora Kingslee también la leyó.
Cuando dejo de sumirme en mis recuerdos noto que mi madre se dirige a la madre de Hana.
-Denisse lo siento, Stan esta algo tenso y….
-No hace falta mentir Airy, se lo que son tú y tus hijos.
-Debes guardar la calma Denisse, no es momento para medidas desesperadas.
-Escucha Airy, te lo pido de rodillas si es necesario, sé que ustedes pueden traer a mi hija de vuelta, por favor, ayúdenme.
-Lo siento, pero no podemos, debes confiar en que Mitchell la encuentre.
-Lo sé, pero Mitchell tiene las manos atadas en este momento. Los Bianchi aún tienen algo de poder en el Imperio y si no hacemos algo rápido.
-No se preocupe – Interrumpo- Yo traeré a Hana de vuelta y a salvo.
Mi madre me mira con desaprobación, pero en este momento ya no importa.
-No iras. No solo. Iré contigo. – Mi madre cruza los brazos y después los extiende para poner sus manos en la cintura. – Pero no creas que lo hago por cumplir tu capricho. Es verdad que Mitchell no puede hacer mucho en poco tiempo y tiempo es lo que Hana no tiene.
-Entonces vamos, no hay que perder ni un segundo. –Digo algo más aliviado ahora que madre se me ha unido, pero aun lleno de rabia.
-¡Esperen! – La madre de Hana nos detiene antes de salir. – Se cómo encontrarla.
De su bolsillo saca, su celular y abre una app de rastreo. Cuando termina nos la muestra y entonces vemos la ubicación de Hana. Cuando la memorismos salimos de prisa y subimos al coche.
El señor Oshiro que había estado cayado hasta ahora nos grita desde la puerta.
-¡Cuídense! ¡Los estaremos esperando en casa!
Asentamos con la cabeza y nos vamos.
El camino es largo. Madre acelera lo más que puede, pero no conseguimos mucho contra el ajetreo de la ciudad y para cuando llegamos a Syntech Park la noche ya se nos ha venido encima.
Esta es la antigua zona industrial, está casi a las afueras y no hay vida desde hace mucho por aquí.
Muchos están en ruinas. Perfectos escondites para las lacras de la ciudad.
La madre de Hana nos envía la ubicación y conseguimos dar con el lugar exacto. Estamos frente a un antiguo aserradero. Debe ser el lugar más viejo de por aquí.
Nos detenemos a una buena distancia y comenzamos a observar los alrededores. Distinguimos a varios guardias. Nos bajamos del auto y buscamos un camino para entrar.
-No podremos evitar el combate.
-Pero podemos reducir el número de enfrentamientos.
-Bien, iremos por la izquierda, hay una vieja grúa ¿La vez?
-Si. – Respondo y pongo la mirada sobre el sitio al que señala madre.
-Podremos subir si vamos por el otro edificio, hay una apertura en el tercer piso, de ahí a la grúa y acabamos con los del tejado sin hacer ruido.
Afirmo con la cabeza y corro detrás de ella.
Las calles están destrozadas y aún hay charcas por las lluvias. Por un momento pienso en Blink, debí llamarle.
Ya estando en el edificio de al lado subimos varios andamios hasta alcanzar la abertura que da al aserradero.
-Listo… ¡Salta!
Voy tras ella y salto hacia la grúa. Bajamos por la estructura hasta estar del nivel del tejado y saltamos nuevamente. Un guardia escucha el impacto contra la lámina y viene hacia nosotros. Rápidamente nos acercamos al borde para colgarnos de él hasta que el guardia se acerca lo suficiente y lo lanzamos tres pisos abajo. Subimos de nuevo y nos movemos cuidadosos de que nuestras pisadas no hagan demasiado ruido.
Uno a una vamos dejando fuera a los guardias del tejado y buscamos una entrada. Hay una pequeña ventana por la que, por suerte, ambos conseguimos colarnos. Estamos sobre andamios en una gran sala del edificio donde imagino se realizaban los trabajos, ahora está lleno de perros de la mafia armados y dispuestos a matar a su madre por dinero.
-Ahí están los cuartos de oficinas, deben tenerla ahí. – Mi madre señala al fondo del edificio.
-Deben ser una decena de cuartos.
-Tranquilo, ve a esos justo debajo nuestro.
Los veo mientras mi madre lanza el hechizo más rápido que le he visto conjurar. Tres tipos son atados con cadenas que había alrededor y amordazados por sus propios calcetines mientras sus zapatos los golpean en sus costillas. Mi madre baja el andamio por unas escaleras que seguramente también trajo con magia. La sigo de cerca. Nos acercamos a más guardias y los noqueamos tratando de no hacer más ruido del necesario. Cuando estamos ocupándonos del tercer grupo, alguien viene detrás de unas cajas y nos ve. No conseguimos reducirlo a tiempo y grita alertando a todos en el edifico.
-Se acabó el jugar a los espías. – Digo mientras me pego a la espalda de mi madre.
-Duro más de lo que pensé.
Se reúnen varios alrededor nuestro apuntando sus armas, pero no les damos tiempo a disparar. Cuando presionan sus gatillos yo ya he levantado una muralla con el concreto y la tierra del suelo. Mi madre hace levitar varios tubos de metal y comienzan a girar por fuera de la muralla golpeando a los pobres tipos de afuera. Bajo la muralla e inmediatamente una bala es disparada. Madre levanta a la vez unos de los tubos y golpe el proyectil desviándolo de su trayectoria. Una vez más, me ha salvado.
-Vamos, vienen más de fuera. – Dice mientras con el mismo tubo, deja fuera de combate al hombre que quedaba en pie.
Más se acercan entrando por todas partes del edificio. Corremos hacia los últimos levantando bloqueos alrededor nuestro y creando un pasillo. Hacemos levitar placas de acero y las ponemos frente a nosotros para cubrirnos de más disparos. Veo agua por todos lados. Con un simple gesto levanto agua y la transformo en hielo para dispararla con una fuerte ráfaga de aire hiriendo a cuantos puedo. Madre se encarga de los que vienen detrás aun con los tubos de acero.
Cuando llegamos al pasillo que divide los cuartos de oficinas, estamos algo exhaustos. Estoy a punto de salir corriendo cuando escucho un grito desde lo más profundo del edificio.
-Yo voy por abajo, tú ve por arriba. – Madre corre por el pasillo y yo subo unas escaleras a mi derecha.
Cuando estoy arriba, abro la primera puerta, la segunda, una tercera, la curta. Estoy a punto de ir por la quinta, pero veo una puerta abierta al final del pasillo y corro tan rápido como mis pies me lo permiten. Entro y veo a Hana en una silla a punto de caer al piso. De inmediato la desato con magia y corro para atraparla antes de que caiga.
Mi corazón esta acelerado, veo su rostro lleno de lágrimas que ya han irritado su piel, sus labios parecen estar resecándose por el polvo y su ropa está sucia; lleva una mordaza alrededor del cuello y las marcas de la soga que la retenía aún están en sus muñecas. Libero también sus pies. Cuando devuelvo la mirada a su rostro veo como abre los ojos y alcanzo a decirle solo esto antes de que se desvanezca de nuevo:
-Vine por ti mi "flor de la felicidad".
Salgo con ella en brazos y llamo a madre.
-¿Estaba bien? – Pregunta cuando la veo al llegar a las escaleras.
-Esta desmayada.
-Debe estar en shock. Rápido, hay que salir de aquí.
Llegamos hasta al coche, recuesto a Hana en asiento trasero, subimos y nos vamos. Veo mi teléfono, son las 8:45 P.M. Hana Llevaba ahí cinco horas. Llamo a la señora Kingslee y quedamos en el hospital central. Doy un suspiro mientras el cuerpo tiembla.
Termino… por ahora.
9:15 P.M.
He abierto los ojos. Tengo el impacto de un proyectil en la pierna y una contusión en la cabeza. Estoy viendo borroso, la oscuridad del lugar no ayuda ¿Quién carajo apago las luces? Bastardos, deben pensar dejarme aquí medio muerto. Pero que paso, ese cabroncito y la puta que lo acompañaba ¿Hicieron esto? Pendejos. El jefe no estará contento.
-No, no lo estará. De hecho, no importa… ¿Por qué dices? Por qué vas a morir.
No sé qué está pasando, alguien ha dado repuesta a mis pensamientos. Dos sombras se me acercan, no puedo ver sus caras. Una está sobre mí, me levanta y me sienta recargado en una caja.
-Me puedes contar ¿Que mierda paso aquí?
No respondo. Me es imposible hablar. Me cago en mis muertos.
-Bien, si no vas a hablar…
Siento el acero frió de la hoja de un cuchillo atravesar mi carne por el estómago. Mierda, voy a morir. Voy a morir en la mierda.
-Un mago. – Aun no me voy, aun les oigo hablar.
-Mientes. – Se ríe ¿Por qué se ríe?
-Dos magos, una mujer… Un chico. Se la llevaron hace media hora.
- ¡No me jodas! ¿Qué carajo? Dijiste que no había más en la ciudad. Esto complica las cosas.
-¿Vamos tras ellos?
-No. Vamos con el mocoso primero. No le gustara para nada esto. ¡Carajo! Yo solo quería algo de dinero y ahora esto.
-¿Qué hacemos con todos estos imbéciles tirados en el piso?
-Están asquerosos… Ya sé. Esto está lleno de madera ¿Por qué no hacemos una fogata?
-Se molestaran con nosotros.
-No tienen por qué saberlo.
Se acabó. Ambos se fueron hace ya un rato. Lo bueno de estar desangrándome es que no voy a sentir la agonía de quemarme hasta morir. Hace calor aquí, las llamas están cada vez más cerca. No importa. Estoy cerrando los ojos. Estoy muriendo…