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Chapter 4 - Flor de la felicidad. Primera parte.

No sé cuánto tiempo llevo sentada en esta silla dando vueltas por mi mente. No puedo oír ningún sonido alrededor y todo es oscuro. Siento una brisa fría entre mis pies que recorre mi cuerpo haciéndome sentir viva. El olor de este lugar es desagradable, el polvo y la humedad me dificultan respirar. Estoy temblando. Un sudor frío me recorre y lágrimas saladas se quedan a medio camino entre mis ojos y mi boca por culpa de una mordaza que me impide hacer más ruido que un simple grito dormido que se queda en mi garganta, destrozada por los sollozos de mi llanto. Tengo miedo, siento que me desvanezco. No quiero perder, debo luchar y mantenerme serena, pero el pánico se apodera de mí cada vez que intento desatar mis manos o al menos liberarme de mi silencio y gritar tan fuerte como pueda. Sé que tengo que guardar energía, mantener la esperanza y ser paciente, que papa vendrá por mí.

Mama me viene a la mente.

Lo siento mama. No puedo imaginar lo impotente y lo desesperada que te debes sentir. Tranquila, estaré bien, soy una guerrera, tú me lo enseñaste, cuida a Hally hasta que vuelva, ese perro travieso debe estar frente a la puerta esperando a que regrese.

Las lágrimas se vuelven más y no las puedo contener. Recuerdo como llego a mi vida ese hermoso saco de pulgas. Fue Stan quien lo trajo a casa. Lo había estado siguiendo durante días y se encariño, pero no podía llevarlo con él así que lo trajo conmigo. No podía creerme que apenas nos conocíamos y ya estaba pidiéndome que adoptara un perro que no sé de donde saldría. Pero no pude negarme, aquel cachorro despertó algo en mí. Desde ese día están comenzó a seguirme a todos lados para preguntar por él, hasta que le permití verlo en casa. Cuando menos lo pensé Blink también estaba ahí. Mis días cambiaron por completo.

Stan... Me pregunto ¿Dónde estará ahora? ¿Estará preocupado por mí? ¿Espero que no haga ninguna tontería?

-¿Por qué lo haría? – Escucho su voz en mi cabeza. No puedo evitar responder de forma burlona.

-¡Es porque se tu secreto, tonto! Se lo de la magia. ¡Por favor! Te lo pido... ¡No vengas!

Casi puedo sentir su aliento en mi oreja mientras me susurra [Ahí estaré]

Pierdo la conciencia por un segundo. Estoy agotada. Trato de mantenerme distraída. Debo seguir recordando, mantenerme cuerda.

Papa es mi siguiente memoria. Debe sentirse culpable. El día aquel en el que logro destapar la corrupción del anterior jefe de la policía se le veía tan frustrado. Él no había terminado aún, sabía que algo más quedaba detrás del caso. Pero el imperio fue absoluto. Le dijeron que reconocerían su trabajo y lo ascenderían, pero nada más, no podía seguir adelante con la investigación. Ya había hecho demasiado escándalo, no les convenía.

Tiempo después recibió una llamada, respondió la contestadora. Mama y yo la escuchamos. Fue la familia Bianchi. Lanzaron una amenaza que papa no podía ignorar [Tu nos quitaste algo muy valioso, vas a pagar con la misma moneda]

Mama le insistió mucho para que dejara su trabajo, pero no podía, era lo único que lo mantenía a salvo, pero era diferente con nosotros. No sé qué exactamente les quito, pero sí sé que lo único que podían quitarle era a su familia.

Hicimos un acuerdo.

Nunca debíamos salir solas, siempre tener nuestros teléfonos encendidos y llevar un rastreador.

Pienso en el mío en este momento. Está en uno de los broches que me regalo Stan. Muevo mi cabeza para tratar de sentirlos. Ahí están.

Papa ya sabe dónde estoy. Es cuestión de tiempo para que vengan por mí.

Una calma me llena y mi cabeza se relaja por un segundo haciéndome sentir aliviada, pero esto aún no termina, no debo bajar la guardia.

Sigo tratando de mantenerme ocupada y revivir memorias que me hagan sentir tranquila. Lo consigo hasta que de forma abrupta un sonido comienza a penetrar mis oídos. Al principio no es del todo claro, se siente distante, pero me asusta, no sé qué pueda estar haciéndolo, ni siquiera logro describirlo. No sé dónde estoy, no sé qué pueda haber allá afuera. La sensación de que el pánico se apodera de mi vuelve. Mi cabeza es un caos de nuevo y todo comienza a ser confuso. Se vuelve aún más difícil respirar y mi corazón se acelera. Estoy sintiendo como mi cuello flaquea ante el peso de mi cabeza. No quiero irme, no así.

Escucho pasos fuertes y rápidos a través de la pared. No estoy sola, probablemente nunca lo he estado. También aparecen murmullos cercanos y trato de descifrarlos mientras me doy cuenta que siempre estuvieron ahí. No logro comprender nada de la conversación entre mis aparentes captores y desespero más.

Una luz penetra por una abertura al ras del suelo indicando el lugar donde se encuentra la puerta.

La conmoción afuera parece ir en crescendo mientras más cercanos se escuchan los pasos y los golpes contra el metal y el concreto. Estos sonido que comienzan a ser familiares me llenan de alegría imaginando que son indicios de mi rescate.

Mis acompañantes se ponen de pie y encienden luces. De inmediato comienzan a hablar entre ellos ahora sin reparo en que les escuche.

-¿Qué mierda está pasando? ¿Crees que sea la policía que ha venido por esta zorrita?

-Espero que no, el jefe dice que la quiere muerta.

Muerta...

Mi corazón se detiene y entro en pánico de nuevo. Rápido, que alguien venga, papa, mama... ¡Stan!

Me libero de la mordaza inclinado mi cabeza hacia mi hombro derecho y frotándome hasta que cae por mi cuello y comienzo a gritar desesperada.

-Hija de... Te dije que la ataras bien. - El guardia levanta lo que parece ser un arma y está a punto de golpearme cuando la puerta se abre con un estruendo.

-Rápido, lograron entrar. No podemos dejar que lleguen a ella.

Los dos tipos que están conmigo salen corriendo mientras un silencio escalofriante se apodera de todo. Yo sigo eufórica y comienzo a gritar de nuevo. Llamo a papa y a Stan pero no tengo respuesta. Entonces el ruido regresa.

Escucho disparos impactar contra metal y hormigón, cristales romperse y caer al suelo, pisadas de gente corriendo de un lado al otro; escucho aire soplar con fuerza y el sonido de un fuego avivando en una gran llamarada varias veces.

Stan...

Lloro de nuevo, pero esta vez una alegría me invade provocando el llanto. Siento como mi cuerpo se relaja y mis ojos comienza a cerrase mientras reúno todas mis fuerza para dar un último grito con la esperanza de ser escuchada y este tormento termine de una vez.

Viene a mí una última memoria mientras me desvanezco. Soy yo en la en el patio de la escuela, la riza de Blink hace eco, muevo la mirada a mi derecha y ahí está sonriendo. Stan. Es uno de los pocos momentos que lo he visto así, el siempre es serio y no habla si no es realmente necesario, al menos así es en la escuela, pero cuando estamos solo nosotros tres su rostro cambia, su voz se vuelve más fuerte y con más confianza. Los últimos días lo sentí distante, sé que algo le preocupa, sé que soy yo. Siempre esta alerta desde que supo lo de papa. Cada vez que le pregunto me da una respuesta diferente, pero se lo que le pasa. Al comienzo deseaba que no intentara venir por mí, que me dejara, se alejara. Sé que es egoísta, pero ahora estoy deseando que este aquí, que sea el quien está provocando todo el alboroto allá afuera.

Me estoy yendo, tengo miedo, no quiero perder la fe, ven por mí, por favor.

Siento que floto. Un calor suave me abrasa y un aroma familiar me llena los pulmones. Comienzo a ver destellos mientras figuras borrosas se vuelven rostros reconocibles.

-Vine por ti mi flor de la felicidad.

Esas últimas palabras me llenan. Solo hay dos personas que me llaman así y una de ellas me está sosteniendo en sus brazos mientras pierdo la conciencia.