La familia Bianchi.
Es la familia más poderosa en el bajo mundo. Son personas de temer. Controlan el tráfico de drogas, armas, el sicariato, extorsión, secuestro, prostitución; todo lo que sea ilegal en esta ciudad primero pasa por sus manos.
Hace tiempo el padre de Hana, un importante agente de investigación, estaba trabajando en un caso con una droga nueva que se había hecho popular en las preparatorias de la ciudad. Cuanto más se acercaba a la raíz, más se acercaba también a los Bianchi. El señor Kingslee (el padre de Hana) destapo múltiples casos de corrupción después de eso, pero no pudo tocar a la familia. Desde entonces los Bianchi perdieron poder dentro de la ciudad y el agente Kingslee se volvió jefe de la policía en Softown. La familia le guarda rencor, muchos de los suyos están tras las rejas o fueron ejecutados por el imperio.
Y ahora están tras Hana.
No quiero desafiar la voluntad de mama, sé que tiene razón, pero también se equivoca. Hana está en peligro y yo puedo ayudarla.
Por la mañana paso por ella para ir a la escuela, como siempre, en el camino encontramos a Blink. Nada fuera de lo ordinario, solo 3 jóvenes de 16 años yendo a la escuela, salvo por algo.
Conté tres sujetos en el camino, uno más rondando la escuela. Hana sabe que estoy alerta.
Blink se acerca a mí, me pregunta que pasa.
-Es Hana. La siguen los Bianchi.
-Y ¿Qué harás? Ella aún no sabe lo de la magia y eso.
-De momento. Estar pegado a ella siempre que esté lejos de casa. Si alguno intenta algo, tendré que pelear, no importa si tengo que usar mis poderes. No puede dejar que le hagan daño.
Es el último día de clases Y mañana el aniversario de los padres de Hana.
Espero que no salgan de casa y se mantengan ocupados con los preparativos de la fiesta. Mientras tanto, pensare en una forma para deshacerme de los tipos que la han estado siguiendo.
Es arriesgado, pero la única forma que veo es un enfrentamiento directo.
¿En qué estoy pensando?
Estos tipos tienen armas y blindaje como mínimo. Lo sé. Madre los ha investigado. Desde que comenzaron a aparecer alrededor de Hana y su familia. Aun no sé dónde se esconden, quienes vigilan, a quienes envían para hacer el trabajo sucio, pero conozco lo más importante: Quiénes son los cabecillas.
Su jefe es un tal Camillo Bianchi. Al parecer solo es mayor que yo un año. Tremendo hijo de puta debe ser. No me imagino las atrocidades que debe ya haber hecho para que sus lacayos lo respeten. Hablamos de un criminal buscado por el imperio en todo el planeta. Si no fuera por lo corruptos que son los altos mandos, el imbécil ya estaría muerto, pero yo no soy como ellos.
Voy a matar a ese cabrón.
No lo dudare ni un segundo si se atreve a tocar a Hana y su familia.
El camino de la escuela a casa se vuelve muy corto. Mientras hablo con Hana y Blink sigo alerta. No fueron tantos esta tarde. Creen que me engañan. Son listos, pero yo soy también. Sé cuándo están cerca.
La rutina después de la escuela no cambia. Mi padrastro no nos acompaña a la cena, culpa del trabajo. Así pasan algunas horas, cuando estoy en mi habitación, por fin ciento algo de paz, que dura muy poco.
Mi madre me llama al patio como todas las noches, pero esta vez nos acompaña mi hermana menor.
Marcelin, mi hermana, cumplió hace poco los 13 años, ahora de iniciarla como maga. Es una tradición que ha estado viva en la familia desde hace siglos, desde antes que desaparecieran los dragones. Según mi madre, antes del imperio, los magos eran muchos, había enormes naciones, todas fuertes en la magia, pero hoy los magos somos pocos. Nosotros tres no somos los últimos de nuestra familia, un largo linaje de caballeros según parece, pero si somos los últimos que practican la magia de combate.
Marcelin lleva las ropas de iniciación que mi madre y yo le hicimos, son muy similares a las que yo lleve hace 3 años. Una tela de seda negra la envuelve como un manto, la luz de la luna llena se refleja sobre el vestido y el chaleco rojo. El escudo de la familia luce incrustado en su brazo derecho. Mi hermana se ve orgullosa estando de pie frente a nosotros mientras la reverenciamos poniendo nuestras frentes en la tierra.
Entre los magos, el papel de las mujeres es más que importante.
Mi madre dice que es porque la diosa Nadia las ha bendecido con su propia semilla del alma.
De los misterios que mi madre habla, muchos suenan demasiado a fantasía, pero en estos momentos mi hermana emana una tenue luz roja y flota a un metro del suelo, así que cualquier cosa hace sentido.
-Nadia, asmerik lator, nadia di nadia, sumgra dior, dasperek.
Mi madre y mi hermana recitan a la vez. Un antiguo idioma que he tenido que aprender.
La traducción seria (Nadia, soy tuyo, todo por siempre. La semilla de la vida, te pertenece)
Me huno a ellas mientras lo repiten dos veces más y terminan. Mi madre y yo levantamos la cabeza lentamente para después ponernos de pie. Marcelin regresa al suelo y un silencio se apodera de todo alrededor. El resto de la familia observa desde la distancia, siempre maravillados por nuestra magia.
Mi madre comienza con Marcelin la misma rutina que tiene conmigo todas las noches. Pero esta vez es especial, es la primera noche para ella, la nueva maga. Cada movimiento está calculado y coordinado en una danza refinada y poderosa.
La tierra se levanta mientras se mueven intercambiando y esquivando golpes. El aire se vuelve pesado cuando mi hermana comienza lanzar hechizos y mi madre me pide que me incorpore al intercambio de movimientos. Me lanzo sobre la nueva participante de esta rutina nocturna y arrojó algo de hielo, lo cual no es un problema para mi hermana. Una ráfaga de aire me golpea y me hace retroceder mientras mi madre se lanza al ataque con un fuego encendido de una fuente oculta bajo su manga, no se quema, el mana la protege. La llamarada pone alerta a Marcelin cuando la tela de su manga derecha se quema levemente dañando el escudo bordado. Esta niña es un prodigio, pero nosotros también.
Pasamos cerca de una hora en este vaivén de ataques y esquivez hasta que nuestros cuerpos nos piden parar.
-A partir de mañana serás tú Stan, quien comenzara una nueva etapa. Mañana estarás solo con Marcelin, ahora tú la instruirás a ella.
-Gracias madre, seré mejor maestro que alumno.
-De eso estoy segura, recuerda que son ustedes quienes llevaran la misión de la familia a partir de ahora; honrar y respetar la memoria de los señores dragones y seguir las leyes de los doce dioses para servir a Nadia.
-Lator dasperk (Me entrego). – Recitamos Marcelin y yo a la vez.
-Bien. Es todo. – Dice mi madre mientras se retira con el resto de la familia.
-Felicidades. – El señor Ochiro sonríe mientras se asoma por la puerta y se acerca a Marcelin para felicitarla.
Mientras veo a todos entrar en casa recuerdo a Hana y entonces llamo a mama.
-¿Qué pasa?
-Mañana no voy a poder estar con Marcelin, los Kingslee me han invitado a su fiesta de aniversario.
-¿Es realmente necesario que estés ahí?
-Por favor madre. Solo esta vez, te juro que a Marcelin no le faltará un maestro después de mañana.
-Está bien, pero recuerda, no te involucres más de lo necesario en los asuntos de Mitchell Kingslee.
-Lo prometo.
Mientras la noche pasa, apenas y puedo dormir. El nombre de esa maldita familia sigue dando vueltas en mi cabeza. He pensado muy bien cómo hacer esto, como acabar con Camillo Bianchi y toda su gente. Voy a acabar con este cáncer que ha estado ya demasiado tiempo vivo en esta ciudad.
Voy a liberar a Hana de este tormento.
Cuando menos lo espero, la mañana llega y estoy destrozado. La impaciencia hace que no pueda estar en paz durante la noche y apenas duermo. Tampoco estoy tranquilo durante el desayuno y en cuanto tengo la oportunidad salgo de casa a deambular para tratar de distraerme. Doy vueltas por un parque cercano, tratando de aclarar mi mente. Me gusta este lugar, aquí encontré a Hally. Recuerdo verlo viviendo agua bajo una pileta para aves, era pequeño y estaba muy delgado. No podía llevarlo a casa, Yasu es alérgico. No sé porque, pero Hana fue la primera persona en quien pensé en aquel momento. Ella acepto cuidar al cachorro. Recuerdo todo eso hasta que veo mi reloj pasar de medio día y corro para empezar a prepararme.
Me veo en el espejo con mi traje puesto y escucho a mi madre tocar la puerta de mi habitación.
-Adelante.
-¿Estás listo?
-Si.
Se me acerca y arregla mi corbata torcida. Entonces me vienen a la mente muchos recuerdos como este. Un pequeño momento de lucidez que me trae una nostalgia impredecible.
-Bien. Ahora date prisa. – Suelta la corbata y se marcha.
Me miro una última vez en el espejo, tomo aire y bajo. Cuando estoy en el auto con el señor Oshiro en el asiento del conductor arrancando el motor, estoy tranquilo, pero alerta.
Después de esto, debo ir con más cuidado. Cualquier movimiento de los Bianchi será su fin.
Pienso en eso hasta que mi teléfono suena.
Es la madre de Hana.
Tomo la llamada.
-¡Ayuda! Hana desapareció.
Mi corazón se estremece. Siento como mi sangre hierve mientras el auto se detiene y veo alrededor. Estoy congelado. Escucho la voz del señor Oshiro y el llanto de la madre de Hana.
Lo han hecho y lo van a pagar.