Pasó una semana, pero Evy y yo habíamos conseguido encontrar el día perfecto para poder vernos en un Starbucks. El resto de la semana había sido aburrida y larga. Ese día sería mi descanso y el de ella, es por eso que sería el día perfecto, ella había Estado investigando y dijo que el día estaría nublado. Solo con eso ya sería el día perfecto. Me vestí lo mejor que pude. Jeans negros, converse del mismo color, camisa gris y una sudadera negra, sería una salida casual. No tenía otra idea de como vestirme. Escuche vibrar mi móvil mientras me veía en el espejo. Gire y tomé el móvil. Era un mensaje de Evelyn.
"Ya voy en camino al Starbucks, te veo ahí. Ve con cuidado." —Evy.
Si ella ya iba en camino lo mejor sería que yo también lo hiciera.
"Yo también voy en camino, nos vemos pronto." —Sam.
Guardé el móvil, tomé mi billetera, me puse mis auriculares y bajé las escaleras. Pude ver a mi madre sentada tejiendo.
—Guau, te ves muy bien. ¿A dónde vas?— preguntó al verme muy cerca de la puerta.
—Voy a verme con un amigo. No se a que hora llegaré, yo te aviso cuando venga en camino.— Respondí.
—Está bien, no llegues muy tarde, diviértete.— me dijo con una sonrisa.
Mamá era diferente conmigo desde que Kate y yo terminamos. Antes no me dejaba salir mucho y mucho menos con aquella chica, ahora si, después de verme sufrir tanto tiempo supongo que eso hizo que cambiara de opinión. Tomé el transporte público. De di play a mi playlist. Zero de Imagine Dragons empezó a sonar. Podía ver por el cristal la ciudad, me sentía un poco nervioso, pero no demasiado. Ahora controlaba mejor mis emociones, lo cual era bueno. Así no me haría ilusiones demasiado rápido. ¿Qué paso ésta semana entre Evy y yo? No mucho en realidad. Después del trabajo le mande mensaje para saber que podía podíamos vernos.
"Hola Evy. ¿Quería saber qué día quieres esa revancha.?" -Sam.
"Hola, me alegro que me mandes mensaje, no se si podríamos tener esa revancha aún, muchos bares o antros están cerrados durante el día. Pero podríamos ir por un café. Claro, si tú quieres." -Evy.
"Un café suena genial, puedes decirme ¿Qué día?" -Sam.
"El día que tu descanses, pediré ese mismo día de descanso y podríamos vernos en un Starbucks." -Evy.
"Me parece genial, descansare el viernes. ¿Podrás?" -Sam.
"Creo que si, más tarde te confirmo." -Evy.
Y bueno, después mandó mensaje confirmando que efectivamente, podríamos vernos ese día sin problemas. Después de eso no hablamos casi nada, quería guardarme las preguntas para hoy, era muy fácil quedarse sin tema de conversación y no quería que me pasara con Evy. Después de un rato llegué al Starbucks en el que habíamos quedado de vernos. Bajé del transporte y crucé la calle. Me senté en la primera mesa libre que vi. Solo quedaba esperar. Pude ver como un auto Rolls-Royce Wraith azul marino se aparcaba no muy lejos. Mi sorpresa fue al ver a Evelyn bajar de el. Para después verme y acercarse a mi, con una sonrisa en su rostro, jeans azul marino, botas negras, chaqueta de mezclilla azul marino arremangada de los brazos camisa negra de manga larga y su cabello rizado suelto. Poco maquillaje encima y su labial color vino. Se veía muy linda. Se acercó a mi y me saludó de beso en la mejilla. Pude oler su perfume, vainilla.
—Hola, bailarín.— me saludó separándose.
—Hola, ¿Linda?— pregunté dudoso.
—Guau, empezamos fuerte.— dijo sorprendida para después sentarse.
—Lo siento, perdón si fue demasiado. No quiero decir que no te ves linda. Si te ves linda, pero si fue demasiado, lo siento.— decía con pausas tratando de disculparme, una parte de mi solo quería bofetearme.
—Oye, tranquilo, está bien. Gracias, tú también te ves muy guapo.— dijo de manera seductora.
—Pues gracias, fue lo mejor que pude hacer.— dije más relajado. Un chico con el uniforme de Starbucks apareció. Preguntándonos por los cafés que pediríamos. Evy pidió un Frappuccino de Café y yo uno de cajeta, el chico se fue. —¿En que trabajas?— solté la pregunta de la manera más seria posible, aunque no debía ser así.
—Bueno, soy ayudante en una casa no muy lejos de la mía. Ayudó a cuidar a una anciana y a sus dos niños, ya sabes, la comida, lavar, mover a la anciana y cuidar que no muera. Son gente de dinero y me llevó bien con ellos, a veces me tratan como si fuera de la familia.— explicó con una sonrisa. —Tú trabajas en un cine, ¿No?— escuché eso y por un momento pensé que era bruja o algo así. Pero recordé que el día de la fiesta ella fue a la única que le dije a donde iría.
—Exacto, es un trabajo bueno, para mi. No tengo deudas, tengo una cuenta en el Banco que guarda el veinte por ciento de lo que ganó automáticamente cuando me pagan. Así no tengo tentaciones.— comenté.
—¿Y para que estás ahorrando?— preguntó curiosa.
—Bueno, en caso de una emergencia o en el mejor de los casos, cuando decida irme de casa, no se, de aquí a uno o dos años, ya sabes rentar mi departamento, empezar a llenarlo con las cosas que quiero y que me parecen cool.— expliqué, nuestros Frappuccinos habían llegado. Nos los entregaron, el chico se fue nuevamente. La chica dio un sorbo al suyo, su rostro al beber representaba que era delicioso, probé el mío y era más que perfecto, nunca había venido a un Starbucks, de hecho, antes no me gustaba ningún tipo de café, Kate me hizo probarlo y amarlo, ¿Quién diría que el café se quedaría y ella no?.
—¿Qué edad tienes?— me preguntó. La miré.
—Diecinueve recién cumplidos en diciembre.— la duda me mataba, pero sabia que no era de Buenos modales preguntarle a una mujer su edad. —¿Y tú?— maldición.
—Veintitrés.— respondió. Me quedé paralizado un microsegundo.
—Bueno, pues no los aparentas. Y créeme cuando te lo digo, aprendí a ser sincero, las mentiras pueden dar falsas esperanzas y dañar personas.— dije para después dar otro sorbo al café.
—Pues gracias, me alegro de que no seas un hombre mentiroso. Como todos los demás.— dijo seria. —¿Recuerdas lo que pasó en la fiesta? Después de que me declararan ganadora.— nuevamente me quedé paralizado unos segundos. No recordaba nada, solo el beso.
—Mmm, no, no recuerdo mucho. Solo recuerdo…— ¿Cómo podría decirlo de manera que no sea incómodo? —Un beso.— dije sin hacer contacto visual. Se levantó de su silla y se sentó en otra silla, una que estaba a mi lado derecho, con café en mano. Me miró, yo también la miré.
—¿Solo eso?— preguntó para después sorber de su café.
—Si, no pensé que hubiera algo más relevante que recordar.— respondí tratando de no ponerme nervioso.
—¿El beso fue lo único importante de esa noche?— volvió a preguntar, no sabía que responder.
—Bueno, me divertí esa noche, dejé atrás una parte de mi que ya no necesitaba y…—
—Creíste que el universo te había compensado.— me completó la frase interrumpiéndome. La miré.
—Si, exacto.— sorbí de mi café. —¿Qué recuerdas de esa noche?— le pregunté.
—Me contaste de esa parte de tu pasado que habías quemado. Mirándome a los ojos me dijiste que creíste que el universo te había compensado al ponerme en tu camino.— explicó para después darle un sorbo a su café, ésta vez de una manera más coqueta.
—¿Por eso me coqueteaste en la mañana?— pregunté. My my my! De Troye Sivan empezó a ambientar el lugar por medio de los altavoces.
—Me pareció gracioso y un tanto tierno que no recordarás nada, traté de hacer que tomaras iniciativa, pero no lo hiciste.— me dijo con una sonrisa. —Y aunque para otras chicas eso sería molesto, comprendí por lo que habíamos hablado, que eras diferente en ese aspecto.— explicó. Dio un sorbo a su café nuevamente. Mientras ella bebía yo pensaba en que hacer, me acaba de decir que esperaba un beso de mi parte, tal vez era hora de hacerlo. No, no "Tal vez" era hora de hacerlo. Sin más cuando dejó de beber me miró y me lancé a sus labios, un beso sabor café, que ella siguió. Lentamente y con sensualidad. Una pequeña mordida en mi labio inferior me regresó a la noche de la fiesta. Era lo mismo, solo que sin el sabor del alcohol. Y ahora ambos estábamos completamente consientes de lo que hacíamos. Me separe al cabo de unos segundos. Me miró sorprendida, relamió sus labios.
—Guau, no lo vi venir.— me dijo empezando a controlar su respiración.
—Yo tampoco, supongo que solo seguí a mi corazón.— dije para después sorber de mi café.
—¿Debo acostumbrarme a eso?— me preguntó.
—¿A qué cosa?— pregunté mirándola.
—A que hagas algo que no espero.— respondió
—Bueno, en realidad, no nos conocemos mucho, así que si. Deberías esperarlo.— dije con una sonrisa.
—No, no, yo si te conozco. Me contaste todo de ti cuando estabas ebrio. De tu ex novia. De tu familia y todo lo recuerdo perfectamente, agradezco no haberte contado nada de mi, de lo contrario no lo recordarías.— comentó burlona.
—Bueno… Entonces supongo que tenemos mucho de que hablar.— le dije para después sorber de mi café, casi me lo acababa.
—¿De qué? Te me contaste todo de ti.— dijo para después soltar una pequeña risa.
—Pero tu no me has contado nada de ti. Y… quiero conocerte.— le dije mirándola. Su mirada me indicaba que nadie se había interesado en ella antes. —Así que dime, Evy. ¿Ese auto lujoso que tienes es por la familia de dinero con la que trabajas?— pregunté. Asintió, aceptando que le hiciera preguntas. Negó unos segundos después.
—No, tu tío Michael lo compró para mamá, pero no sabe manejar muy bien, y le da miedo tomarlo. Así que es prácticamente mío.— explicó.
—No sabía que Michael tuviera tanto dinero. Creo que esos autos son extremadamente caros.— le dije, ambos veíamos aquel auto lujoso.
—Lo sé, pero de verdad valen la pena…— me miró por unos segundos. —¿Sabes conducir?— me preguntó emocionada.
—Bueno… Si, pero nunca saqué la licencia.— dije para después terminarme el café.
—Entonces no te molestara llevarnos al cine.— la miré confundido. —Si no quieres ir al de tu trabajo, podemos ir a otro, cualquiera, incluso a cualquier otro lugar.— dijo emocionada.
—Ja, con ese auto y con mi cuenta en el Banco podríamos escapar a cualquier lugar, nena.— ambos nos quedamos paralizados. Nos miramos lentamente. Al instante se levantó de la silla y yo también. Corrí adentro del establecimiento y le pagué al hombre de la Caja por los Frappuccinos. Salí corriendo. Ella me estaba esperando en el auto, subí a conducirlo y por primera vez en mucho tiempo sentía una gran adrenalina. Al encenderlo la radio de encendió Umbrella de Rihanna y Jay-Z empezó a sonar. Arranqué y mientras íbamos por la carretera ambos cantábamos la canción que sonaba. Emocionados, no sabíamos que haríamos ese día, mucho menos a donde íbamos, pero no queríamos detenernos, a mi me hacia falta algo así y por lo que podía ver, a ella también.