—¿Acaso has dormido algo?— me preguntó Thomas, apenas cinco segundos de dar inicio a la videollamada y me acaba de reclamar.
—Hm, poco, ya sabes. A veces me cuesta dormir— respondí mientras acomodaba mi laptop en mis piernas. —¿Cómo va todo por allá?— le pregunté.
—Todo bien, con suerte, regresaré la primera semana de enero. ¿Planeamos algo?— me preguntó mientras comía frituras del otro lado de la laptop.
—Claro. El 31 será el fin de éste Sam que conoces y el 1 renacere de las cenizas. Como el Fénix— dije estirando mi brazo derecho.
—¿Beberas? ¿No se supone que estarás con tus abuelos?—
—En realidad...— apenas decir éso, la mirada de desaprobación en la cara de Thomas lo delató. Aquí venía...
—No mames. ¿En serio no irás con tus abuelos? Es año nuevo, Sam.— me reclamó intentando no alzar la voz.
—Es que no lo se, quiero beber, divertirme, sé que mamá no me dejaría si estoy con ellos, pero si estoy yo solo, pues...— pensé un poco. —Es la primera videollamada que tenemos en dos meses y lo único que has hecho es regañarme.— me quejé.
—Tengo motivos Sam, no mames.— me dijo molesto. Una notificación de videollamada aparecía en la esquina superior derecha de mi laptop.
—Espera, ahora te llamo, el tío Michael está llamando— dije para después colgar la videollamada con Thomas e iniciar una con Michael. Apareció en la pantalla con su cabello negro un poco largo, pero peinado. Y sus ojos del mismo color que a veces intimidaban, pero ésta vez parecía que tenía un golpe en el labio. —Hola tío, ¿Todo bien?— le pregunté, más que nada por el golpe.
—Hola Sam, si si, todo bién. ¿Por qué no viniste ayer con tus padres?— me preguntó con mirada desaprobatoria.
—Ya te lo he explicado, no me siento bien... Aún.— le expliqué. El tío Michael es de esos tíos que tratan de adaptarse, sin llegar a ser molestos, es hermano de mi papá y ambos me cuidaban cuando mamá no estába.
—¿Aún? Bueno... No te daré un discurso, ni mucho más. Pero es necesario que vengas para la fiesta de año nuevo. Les tengo una sorpresa a todos y tú no puedes faltar.— me dijo alegre, parecía nervioso, sus sorpresas siempre eran divertidas, tal vez si pueda ir.
—No lo se... Tengo diecinueve años, ya tengo edad para beber, sé que mamá no me dejaría y así como planeo dejar todo ésto atrás... Quisiera beber éste año. Y la única manera en la que puedo hacerlo es estando solo.— le dije, si. Estába intentando chantajearlo.
—No te preocupes, yo habló con tu madre de eso, dejamelo a mi, pero tienes que venir.— juntó sus manos en modo de suplica.
—Está bien, iré.— acepté, el tío Michael sin duda nos daría una buena sorpresa y bueno si puedo beber, ¿Qué más dá?.
—Genial, te veo el jueves en la noche entonces.— dijo, asenti y la llamada finalizó. Conecte nuevamente con Thomas.
—¿Todo bien?— me preguntó.
—Claro, al final si iré a la dichosa fiesta.— le dije casi sin ánimos. —El tío Michael nos llevará una sorpresa, no puedo faltar. Además, dijo que hablaría con mamá para ver si me dejaba beber.—
—Bueno, pues al menos no pasarás año nuevo solo.— nuestras miradas se cruzaron. —¿No sabes nada de Kate? ¿No te ha mandado mensaje o algo?— me preguntó, ésta vez más serio.
—No, nada. El jueves se acaba todo ésto, le daré las gracias por todo, por mensaje obviamente.— pensé un poco, miré el mueble que hay en mi habitación y ví abajo la caja de regalo. —Y quemare todas sus cosas.— dije serio sin dejar de mirar aquella caja.
—¿Todo?— me preguntó.
—Si, todo, borrare sus fotos de mi galería, sus videos, quemare todo lo que me dió, incluida la ropa y fotos.— dije serio, más dispuesto que nunca. —¿Es normal que ahora tenga más ganas de ir a la fiesta?— le pregunté.
—Un poco si, y es bueno. Estás emocionado por dejar esa fase de tí atrás, cerraras ese ciclo y créeme que no hay nada más satisfactorio que eso.— me dijo, pensó un segundo. —Me mandarás foto y vídeo de cuando lo hagas. ¿Verdad?— me preguntó.
—No lo se, dependiendo de si estoy bebido o no.— respondí.
—No, no. Hazlo sobrio, así sabrás lo que haces y a la hora de beber, serás solo tú. No estarás pensando en ella.— me explicó.
—Mmm— respondí yo con una mueca.
—Escucha, antes de todo, tienes que hacerlo con la cabeza fría, una vez lo hagas, deja que todo fluya, que esos sentimientos de amor se quemen con el resto de cosas y cuando ya no se vea nada, mantén tu mente en blanco y diviértete. Disfruta de ese momento. Ese día vas a soltar las cadenas que te ataban.— me dijo, emocionado.
—Bueno, eso haré.— asentí. —Sabes, incluso desde hoy preparare mi vestimenta para ese día.
—Me parece bien, hombre preparado vale por dos.— me dijo.
—Déjame pensar, mi gabardina negra de piel, muy similar a la de Star Lord. Jeans negros, botas y camisa gris sin estampado. — sugerí.
—Suena bien, que las botas no parezcan de mujer, por favor. Aunque la gabardina de Star Lord es roja.— me corrigió.
—Lo se, pero se parece mucho, lo único distinto es el color. Y no te preocupes, tengo las botas perfectas. ¿Iré rasurado?— pregunté tocando mis mejillas.
—Amigo... No lo tomes a mal, pero no tienes barba, bigote si, pero... Mejor ve rasurado.— me dijo suavemente.
—Muy bien, entonces déjame ir a buscar todo eso y tenerlo listo.— dije, empecé a levantarme de mi cama.
—Entonces te llamo más tarde, eres como una mujer. Bye.— colgó la llamada apenas me había levantado de la cama. Dejé la laptop y busqué la ropa ya antes mencionada, tan solo en un par de minutos ya la tenía toda apartada. En un movimiento, tiré mis llaves al suelo, me agache para levantarlas y al lado de ellas, estába la caja. La miré por unos segundos, esperando que la tentación no me ganara la tentación de mirar y leer las cartas que había adentro. De ver y apreciar los regalos que me había dado.
—No. No lo haré.— me dije a mi mismo para después levantar mis llaves del suelo, rápidamente sin mirar la caja. Tratando de controlar mi respiración.