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Chapter 54 - Tick Tack

En la mansión Sonobe, el hermano del medio, contemplaba el reloj de madera que descansaba sobre la mesa de noche de su aposento.

Se hallaba encorvado, sentado a un costado del colchón, portando unos pantalones de vestir negros y zapatos de cuero del mismo color. 

Su espalda tonificada y desnuda, dejaba a la vista cada una de las cicatrices que la recubría, todas amontonadas, encapotadas entre sí. Algunas por azotes de látigo, que de vez en cuando, su padre le infligía por desobediencia. No obstante, gran parte de estas, habían sido quemaduras de cigarro, que su madre propinaba, como si se tratara de un cenicero.

Aquellos ojos de oro evocaron a su yo infante encadenado a uno de los escritorios de la biblioteca. Su cuello adherido a una gargantilla metálica, sujetaba las demás cadenas que lo sometían.

El pequeño Jean Pierre, se restregaba con dolor a causa de un enorme cardenal provocado por la fricción del collar en su cuello. Aun cuando el dolor se volvía insoportable, no se atrevía a llorar, no podía, dejó de saber como era, después de haber llorado a mares en aquella incipiente soledad.

Su castigo se debía, a que el pequeño Gianluca anhelaba jugar junto a su hermano en navidad y como al hermano mayor, se le tenía prohibido rotundamente retozar, ideó un plan para la liberación inmediata de Jean Pierre. 

El menor de los Sonobe, aún no comprendía el porqué mantenían aprisionado y aislado a su hermano. Las respuestas que obtenía al entrevistar a cada fámulo de la mansión, consistían en su comportamiento errático, que probablemente podría tratarse de autismo o cualquier enfermedad mental que le impedía a Jean Pierre salir de esa prisión impuesta por sus padres.

Pero, el pequeño Gianluca, no se dejaba manipular por las conjeturas que los sirvientes difamaban acerca de su hermano.

Aunque le privaron el derecho de tener contacto con él, Gianluca rompía la regla. Había hecho un agujero en la pared con el propósito de trasladar comida y juguetes. Luego requería preocupado consejos de como arreglarlo rascándose la nuca y siempre Jean Pierre respondía sagaz a sus dudas. Gianluca en vez de pensar que su hermano tuviese alguna dificultad mental, especulaba que màs bien se trataba de un genio que sería llevado al gobierno si descubrían sus capacidades superdotadas.

El pequeño Gianluca, al enterarse del infierno en el que vivía su hermano todas las noches, lo rescató. No obstante, no llegaron a las afueras de la mansión cuando un puñado de guardas que respondían al nombre de sus padres los aprisionaron.

Ambos niños lloraban y se restregaban contra el suelo debido a la fuerza bruta ejercida sobre sus espaldas.

_ Llévense solo a Jean Pierre, al menor todavía no. _ demandó uno de los guardias que seguía órdenes específicas de sus amos.

_ ¡No!. Fue mi culpa, yo solo quería que jugáramos. No se lo lleven. _ suplicaba el pequeño Gianluca llorando.

Jean Pierre no se resistió cuando fue sujetado de los costados por dos de los sujetos, solo miró a su hermano con una sonrisa ladeada.

_ Pronto saldremos a jugar. _ musitó sellando sus ojos dorados para seguidamente ser arrastrado por el jardín. Escuchando los angustiosos gritos de Gianluca arrodillado ante los guardias. 

Las imponentes rejas de hierro se abrieron, recibiendo una limosina gris. De la cual descendió el hijo mayor de los Sonobe.

Presuroso abrazó al pequeño Gianluca exigiendo a los guardias una explicación del suceso.

Ninguno tuvo que responder al interrogatorio de Jean Paul cuando bramidos desgarradores atravesaron la mansión.

_ Es hora. _ avisó el hombre con traje a los otros.

Estos acatando enseguida la orden, se llevaron consigo a Gianluca.

Jean Paul preocupado y enfurecido corrió tras su hermano, exhortando su liberación inmediata. 

Al ser ignorado, se dispuso temeroso a seguirlos por los escalones de espiral hasta llegar al aposento de sus padres.

Los vociferos de dolor de Jean Pierre, retumbaban en cada rincón de la habitación, perforando con pánico los oídos de los hermanos.

Un toqueteo a la puerta por parte de uno de los hombres bastó para que la puerta se abriera. Dejando ver a su madre sentada en un sofá de terciopelo fumando un cigarro, capturando la espalda desnuda de Jean Pierre, colmada de quemaduras, con su tacón rojo. 

La trémula figura de Jean Pierre, yacido en la alfombra de seda, desprendía sudor.

Repetidamente, su madre oprimía los cigarros sobre su espalda para apagarlos. Cada vez que se removía a causa del ardor que penetraba sus huesos, su madre ejercía coerción con su tacón, provocando heridas profundas en forma de huecos.

Sus hermanos siendo testigos del reiterado acontecimiento, sintiendo como iba calando el dolor de Jean Pierre en ellos, intervinieron.

_ Detente madre. _ Instó Jean Paul exaltado resguardando la espalda de Jean Pierre.

_ De acuerdo, me detendré. _ alzando las manos, miró a su esposo asintiendo con la cabeza.

Aquella acción desencadenó que su padre sometiera a Gianluca con una vara de metal. Los desgarradores gritos, el llanto, ya no eran emitidos por Jean Pierre, habían sido desatados ahora en Gianluca.

Su padre desgarró la camisa de Gianluca y lo arrojó al suelo, percutiendo en toda su figura, salpicando sangre al perforar su piel.

_ Elige Jean Paul, ayudas a Jean Pierre o a Gianluca. Después de todo eres el futuro de la empresa, tendrás que tomar decisiones radicales para sobrevivir en este mundo. _ encendiendo otro cigarro, Erin observó meticulosa a Jean Paul.

El hermano mayor, miró ambas escenas desgarradoras. En sus ojos se apreciaba el pavor que emanaba de ellos al no poder ayudar a sus dos hermanos. Pese a ello, contempló con culpabilidad a Jean Pierre.

_ Está bien, lo entiendo. _ murmuró intermitente Jean Pierre, asintiendo levemente la cabeza.

Lágrimas recorrían el rostro de Jean Paul al ver como su madre sonrió por su elección y del como nuevamente quemaba la piel de su hermano.

_ Yo asumiré el castigo de Gianluca. _ declaró sellado sus ojos avellana. Desabotonó su saco negro, luego su camisa blanca de vestir, dejando al desnudo su torso y espalda. 

_ Al rostro no cariño, su cara debe estar intacta para las cámaras. _ advirtió su madre haciendo agujeros profundos en toda la espalda de Jean Pierre.

Gianluca lloraba desconsoladamente mientras Garett, su guardaespaldas, sanaba sus heridas, sin permitirle mirar.

_ Señora, ya fue suficiente para Jean Pierre, déjeme sanarlo. _ imploró Damien, el guardaespaldas de Jean Pierre, con su boina en el pecho.

_ No le digas a mi mujer cuando parar, recuerda que esto le puede ocurrir a tus hijos si no mantienes la boca cerrada. _ replicó Kalem, limpiando la sangre adherida a la vara de metal.

_ Lo entiendo señor, pero el joven Jean Paul no hizo nada malo, no debería ser castigado. _ intervino Adler preocupado, guardaespaldas de Jean Paul, atisbando a su amo de rodillas.

_ Fue su elección. _ diciendo esto último, azotó la figura de Jean Paul, rociando de sangre el rostro de Jean Pierre.

...

El tintineo del reloj trajo de regreso a Jean Pierre. Suspirando, se levantó, asió su camisa blanca de vestir y la abotonó. Introdujo sus faldas dentro del pantalón negro, por último arropó sus hombros con un gabán de cuero negro. 

Sus ojos dorados viajaron al espejo enfrente, en ellos se reflejó la duda, como se había asentado en su hermano mayor hace años. Debía tomar una elección, en la que solo habrían dos opciones, sus hermanos o Adeline, la hermandad o el amor.

Desviando la mirada del espejo, se encaminó a la puerta, saliendo tras esta.

Tanto André como Darius aguardaban por Jean Pierre, apoyados al barandal de los escalones de espiral. Al escuchar sus pasos, ambos tomaron una postura de formación militar, erguidos y a la defensiva.

_ Iremos contigo Jean Pierre. _ manifestaron al unísono impidiendo la salida.

El hijo del medio, resopló aburrido por la actitud absurda de los dos hombres.

_ No nos quedaremos de brazos cruzados Jean Pierre, no mientras Adeline está en peligro. _ replicó Darius al resoplo de Jean Pierre.

_ Yo soy el plan A, ustedes son el B. Déjaselo claro al pelirrojo. _ respondió Jean Pierre ladeando la cabeza en dirección a André. 

Abriéndose paso entre ambos, caminó hasta el garaje. De la vitrina extrajo las llaves que correspondían al Maserati MC20 de color negro. Introduciéndose en este, aceleró a toda velocidad rumbo al Théâtre des Variétés.

 

...

El hermano menor de los Sonobe se encontraba desmayado en su propio charco de sangre. Su figura desnuda cubierta de heridas y cardenales fueron sanadas por un equipo de doctores, evitando de este modo una infección mayor. Con el único propósito de no causar una muerte prematura. 

Seguía en el mismo sitio lúgubre, en las mazmorras del sótano, yacido sobre el cemento testado de moho y aguas negras.

Las desgastadas rejas se abrieron en un sonoro chirrido, seguido de rebosantes pasos de botas militantes.

Gianluca se despertó súbitamente tras haberle arrojado agua helada.

Su visión borrosa, fue divisando quién había sido el culpable de haberlo despertado de su preciosa ensoñación con Adeline.

_ Despierta bella durmiente. _ canturrió Bastian, entregando el balde a uno de los guardias. _ Tengo dos palabras para ti, apestas mucho. _ arrugando la nariz, se la cubrió con sus dedos.

_ Y yo tengo tres palabras para ti, ¡vete al diablo! _ refunfuñó Gianluca, sacando el dedo del centro con dificultad.

_ En otras circunstancias te habría matado ya, pero desafortunadamente te necesitan vivo para la última función. _ encogiéndose de hombros, gruñó.

_ Pues se van a quedar sin película idiotas. _ limpiando la sangre de su boca, sonrió con suficiencia. 

_ ¿Es en serio Gianluca? Con costos te puedes mover. Déjame ser generoso y entregarte un aposento para que te asees y te vistas acorde a la ocasión. _ propuso Bastian, estirando la mano.

_ Me importan un carajo tus propuestas, quiero ver a Adeline. _ apretando los puños, fulminó a Bastian con la mirada.

_ Y eso haré pero tienes que seguir las indicaciones y estas dicen que necesitas un baño y un traje de gala. _ sonriendo con altanería, ladeó la cabeza en modo de señal para que sus hombres levantaran a Gianluca.

Intercalando sus ojos de esmeralda entre los soldados, derribó a dos de los hombres colisionando su corpulento cuerpo a los costados. El tercero se aproximó con un bolillo en mano, atestando un golpe al aire, acto seguido, Gianluca lo interceptó remitiendo en su entrepierna. El cuarto extrajo un revolver de la guantera, apuntando amenazante al menor de los Sonobe.

_ ¿Acaso creíste que no vendría preparado? Tú reputación te precede Gianluca, al igual que la gran pelea que tuvimos en el callejón del bar. _ volteando sus ojos azul marino, alzó una ceja expectante.

_ Tranquilo amigo, solo bromeaba, ¿verdad caballeros?. _ preguntó Gianluca vacilante con las manos arriba, alternando la vista entre el revolver y los sujetos malheridos desparramados en el cemento.

_ ¿Serás un buen niño desde ahora en adelante?. _ cruzándose de brazos, le hizo una seña al guarda para que retirara el seguro de la pistola. 

_ Eso depende de los juguetes que me des mami. _ replicó Gianluca con el mismo tono burlón que Bastian.

_ Sube. _ amenazó  Bastian

Haciendo caso omiso a la orden, Gianluca subió las escaleras aún con las manos arriba y con un revólver apuntando su espalda.

...

El agua caliente removía la suciedad y la sangre hospedada en su cuerpo, otorgándole un mejor aspecto. Su cabellera lacia, de color castaño claro, estaba como nueva, como si no hubiera sido apresado por días en aquel inhóspito sótano.

Los vidrios empañados por el vapor, delataban horas bajo la ducha. Gianluca sin duda, se había tomado su tiempo aseando su figura, pero su mente, como su corazón viajaron junto a Adeline desde el preciso momento en que la vio en las mazmorras.  Aquellos ojos grisáceos mohínos, su cuerpo herido, su llanto, lo mataba por dentro.

Golpeando con su puño la pared de concreto, selló sus ojos verdes. Anhelaba encontrarla, deseaba saber si ella estaba bien, si esos infames habían tenido el atrevimiento de siquiera pensar en tocar uno de sus preciados cabellos rubios.

Cerrando la llave de la ducha, salió del baño con un paño cubriendo sus caderas.

Al ingresar al dormitorio, se percató de un sobre blanco con sello rojo y unas llaves de coche que descansaban sobre su traje de gala. Arrojando el corbatín en un rincón lejano del aposento, rompió el sobre, extrayendo una invitación en tinta negra.

 

Cena a las ocho en el Théâtre des Variétés.

Ven por Adeline.

 

Al leer el nombre de su amada, Gianluca se apresuró a vestirse. Primero colocó la camisa de vestir blanca sin abotonar los dos botones del cuello, introdujo sus faldas en su pantalón negro, dobló las mangas de la camisa y por último los zapatos de cuero negro. Tomó las llaves y el saco, no sin antes despedazar furioso la nota.

Salió tras las puertas, hallando a un Bastian vestido de gala.

_ Tardaste demasiado. _ soltó un hastío resoplo juzgando su estilo. _ Y ni siquiera te pusiste el corbatín.

_ Yo ya soy guapo sin tanta cosa. _ aspavientó con las manos en dirección a Bastian. _ Deja de ser tan envidioso y sácame de aquí.

En respuesta Bastian suspiró, dirigiéndolo a un ascensor que los llevó al estacionamiento.

Un Koenigsegg Jesko blanco, aguardaba a la espera de Gianluca mientras que a Bastian lo esperaba un Bestley EXP 100 GT de color gris metálico.

_ No solo éramos lujos, también éramos una familia para ti. Espero y haya valido la pena. _ sin mirarlo, Gianluca se encaminó al coche, dejando atrás a Bastian. 

Ambos arrancaron los coches, acelerando a máxima velocidad, salieron desprendidos del lugar.