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Chapter 58 - Final (parte 1)

Una semana después...

La blanquecina y pomposa bruma levitaba expedita por el agrisado cielo lluvioso. Las gotas descendían estrepitosamente sobre los tres paraguas negros. El vergel, profuso de jancitos, peonias, caléndulas y dalias, adornaban la lámina ciclópea que resguardaba el ataúd del cuarto hermano Sonobe.

Un epígrafe labrado en oro plasmaba el significado que tuvo para los hermanos. Eydrian Salvatore y Castiel Sonobe, dos vidas distintas en un mismo ser. "Amado amigo y hermano".

Cada hermano Sonobe, sostenía una rosa con tonalidad diversa. El hermano mayor, poseía una rosa azul, el hermano del medio, una rosa roja, el hermano menor, una rosa verde y Adeline, abrazada por los regazos de Jean Pierre, asió una rosa laudable por su peculiaridad, blanca, profusa de ligeras pinceladas negras.

Siendo un recordatorio de que hasta lo más puro puede ser embadurnado de una ínfima capa de oscuridad.

Inquietamente, el menor de los Sonobe, desviaba la mirada de la tumba a sus hermanos. Frunciendo el ceño, bufó con exasperación.

_ Ya que ninguno de los presentes toma la iniciativa para decir unas cuantas palabras al difunto, lo haré yo, para poder largarnos de este lugar de mierda. _ aspavientó con sus manos, carraspeando sonoramente. _ Eydrian, digo Castiel, fuiste un hijo de puta con conmigo; pero eso no importa ya, tu deuda está saldada, después de todo te moriste. Así que yo te ofrezco esta rosa verde, en modo de absolución de tus pecados y del perdón que generosamente te concedo. Descansa en paz desgraciado, no vengas a joder en tus próximas vidas. _ hincándose, dejó caer la flor verdosa sobre las demás especies exóticas de plantas que circundaban la lápida. _ Hubiera preferido gustosamente visitarte en las mazmorras y no en el cementerio. _ embozando una sonrisa mustia, se levantó.

_ Te otorgo esta rosa azul en símbolo de lealtad y complicidad. Fuiste mi mejor amigo en todo este tiempo, te llegué a querer como a un hermano. No olvidaré aquellos inmemorables recuerdos en donde aún me eras leal y sobre todo parte de mi familia. _ la mano trémula de Jean Paul fue acunada enseguida por la de Adeline, quién lo acompañó a desasir la azulada flor. A pesar de su mirada pérdida y semblante mohíno, le agradeció a ella por haberlo extraído del trance pletórico de desasosiego al que se había sumergido, por un instante, al conmemorar el rostro sonriente de su mejor amigo.

Los regazos del hermano del medio la hicieron regresar rápidamente a él, mirándola efímeramente celoso.

_ Confiero esta rosa roja en tributo a tu victoria. Tu presencia sobre el tablero nos hizo comprender que antes de empezar el juego, ya lo habíamos perdido todo. Estábamos en escombros cuando llegaste, no hacía falta destruir algo que por si solo se había fracturado. Antes de iniciar la partida, habías ganado, solo quisiera que hubieras sido capaz de verlo. _ bajando la cabeza, arrojó la flor sobre las demás rosas, sujetando de la cintura a Adeline, la adhirió a su cuerpo.

_ Esta rosa es el recordatorio constante, de que ambos extremos pueden coexistir. Negro y blanco, luz y oscuridad, ninguno tiene que opacar al otro, solo aceptarse entre sí. Eso hubiese querido para ti. _ Su mirada de melancolía contempló como descendía la rosa sobre el montículo de las otras. Desentonaba en el panorama, como aquellos singulares ojos de tonalidades opuestas que solo Castiel Sonobe Bonnet poseía.

...

_ ¿Qué dicen gente, unas hamburguesitas? _ restregándose las manos con placer, Gianluca se encaminó, dando saltitos, al Lotus Evora GTE Road, color blanco.

_ Tengo una junta de trabajo y asuntos que atender. Los veré más tarde. _ observando su rolex plateado, Jean Paul se introdujo al Lamborghini Reventón Roadster de tono gris azabache. Contemplando el rostro de Adeline, a través del espejo retrovisor, aceleró a toda velocidad.

_ Bueno, solo quedamos nosotros. ¿Qué dicen, unas Mac burguesitas? _ soltando una risita lúdica, se recostó sobre la puerta del coche.

Adeline abrió la boca para replicar, sin embargo, Jean Pierre la interceptó.

_ Tenemos asuntos que resolver. _ observando a Adeline, prosiguió. _ Me aseguraré de que coma más tarde. _ desviando la mirada a Gianluca, embozó una sonrisa sinuosa. Aferrando su mano blanquecina a la muñeca de ella, la alejó de Gianluca.

_ ¡Maldito hijo de puta! No olvido cuando por poco casi me matas cuando la escogiste a ella ¿¡Me oíste!? A la próxima tú me invitas a las hamburguesas tarado._ vociferó Gianluca fastidiado, adentrándose al asiento.

_ Te invitaré al menú completo en compensación por los agravios emocionales que te he causado. _ replicó Jean Pierre, negando divertido con la cabeza.

_ Esa mierda de hermanos unidos lo pasaremos para otro día, anótalo en tu ocupada agenda Jean Pierre. _ acelerando, viró con estilo, luego de sacar el dedo del centro sobre la ventanilla baja del vehículo, seguidamente se marchó hasta volverse una mancha difusa en la lejanía.

El hermano del medio, le abrió la puerta de copiloto a Adeline, aguardando a que la joven se introdujera en este. Adeline miró a Jean Pierre por un par de segundos, antes de alojarse.

Jean Pierre circundó el Aston Martín Valhalla de color negro. Seguidamente se adentró en este.

_ Me gustaría ir al penthouse, quisiera ver al Sr. Moriarty.

En respuesta, el segundo hermano asintió. Aceleró el vehículo, rumbo al penthouse Moriarty.

Adeline después de unos minutos, se dignó a mirarlo de reojo. Sus ojos dorados se encontraban centrados al frente, su mandíbula perfilada se hallaba tensa, sus manos sujetaban con fuerza el volante, siendo ostensibles las venas azuladas de su piel blanquecina.

_ No hemos hablado mucho desde el incidente acontecido en el teatro ¿no lo crees? _ dijo ella tímidamente.

El joven frenó súbitamente el coche tras escuchar aquellas palabras casi musitadas.

_ Llamas "incidente" ¿al hecho de haber escogido asesinarme? O ¿al hecho de aliarte con Castiel? Te elegí a ti por encima de todo pero titubeaste cuando solo tenías que escogerme a mí. Así que dímelo porque a diferencia de Gianluca o Jean Paul yo no espero conformarme solo con un juego. Yo te amo Adeline. Te quiero toda y exclusivamente para mí. _ dijo con voz posesiva y profusa de avidez.

Adeline posó una pierna, posteriormente la otra, hasta situarse sobre la entrepierna de él.

Sus manos recorrieron el pecho del joven, disfrutando de las reacciones de cohibición y fervor por parte de este.

_ ¿Me ves titubeando en estos instantes Jean Pierre? _ susurró cerca de su oído, en tanto desabotonaba su camisa de vestir.

La voz de ella entumeció cada músculo de su cuerpo. El tacto de sus dedos sobre su torso desnudo lo hicieron respirar entrecortadamente.

_ Soy tuya Jean Pierre y no tengo dudas de eso.

El corazón de Jean Pierre latía desbocado. Toda su figura se sentía cubierta en flamantes llamas, cuando las yemas de ella se hundían en su piel.

La joven empezó un recorrido de mordiscos y lamidas desde su cuello hasta bajar a sus pantalones. Sin dejar de mirar al joven, desabrochó lentamente estos.

Jean Pierre, embriagado de cada caricia, aliento y aroma de ella, el miedo sobre aquellos sombríos recuerdos que almacenaba como cajones de madera, los desechó al sótano, los sumergió al pozo más profundo de su mente. Solo Adeline, podía espantar y extinguir a sus demonios, solo ella podía hacer y deshacer su corazón, solo por ella podía vivir y morir.

Sus ojos dorados se abrieron para contemplarla. Arrebató el vestido de seda de su esbelta figura, arrojó sus bragas y brasier en algún rincón del coche.

Lamió y succionó sus pechos, sujetando con posesión su cintura.

La joven perforaba sus uñas en la espalda tonificada de él, en tanto sus labios se movían con frenesí sobre los de él.

Jean Pierre, trémulo de placer, embistió a Adeline enseguida, ansioso de estar dentro de ella.

Los gemidos al unísono de ambos, se acallaban con feroces besos y mordisqueos que incitaban desesperación y anhelo por seguir sintiendo cada vez más al otro.

...

El hermano menor de los Sonobe, estacionó el coche al frente del McDonald. Como era de esperarse, al cruzar la entrada, robó el corazón de cada mujer presente en el lugar, como los bramidos de novios celosos al ver que sus chicas se encontraban ensimismadas por el hombre guapo y carismático que se adentró al sitio.

_ Muy buenas tardes señorita. Yo quiero cinco papas grandes, cinco hamburguesas de triple con bacon, cuatro tés helados y por supuesto que nos falta el postre, que sean tres Macfurry, uno de oreo, el otro de M&M y el tercero de Hershey, para llevar. Todo por curar un corazón roto. _ aspavientando, golpeó su corazón, como si hubiera recibido una bala imaginaria.

La cajera sonrojada, tartamudeó un sí para posteriormente preparar la orden.

Gianluca posó las manos sobre las caderas en tanto aguardaba el exuberante festín solo para él.

_ Mmmm disculpa, hola, mi nombre es Angeline. Me pareciste guapo y quisiera tu número. _ Una chica atlética, morena y alta, palpó coqueta la espalda de Gianluca avecinando el móvil en manos.

_ Angeline, mi corazón lo tiene y siempre lo tendrá una mujer que lo rompió. No estoy disponible emocionalmente pero te ofrezco mis servicios que te podrían satisfacer de otras formas. Esta es mi tarjeta. _ guiñando el ojo, recogió su orden y salió tras las puertas, dejando a la chica acalorada.

Gianluca se introdujo al coche y empezó a conducir sin rumbo alguno, no obstante, su corazón lo llevó a donde todo inició, el Théâtre des Variétés.

_ ¡Maldita sea! Ahora el vehículo tiene mente propia. _ soltando un bufido, tomó la gran bolsa y descendió del coche.

El menor de los Sonobe, se abrió paso por las formidables puertas del sitio. Después de todo, era el dueño del Théâtre des Variétés.

Haciendo un gesto de saludo al guardia, se adentró al Gran Salón. Escogió un asiento acolchonado de la fila de arriba del auditorio. Suspirando, se sentó y comenzó a deglutir con nostalgia su festín.

...

Las mazmorras subterráneas del Royal Empiere Sonobe, se encontraban recónditas para atender ciertos asuntos especiales que lo ameritaran.

El hermano mayor de los Sonobe digitó el código secreto para acceder a esta estancia que solo la familia Sonobe conocía. Descendió por un ascensor acompañado de dos guardias armados.

Al llegar al piso cero, las puertas se abrieron, dejando a la vista un panorama lúgubre con múltiples celdas equipadas como una habitación y una serie de luces led, suspendidas sobre el techo, que alumbraban escasamente la zona.

Jean Paul se detuvo en la cuarta celda, guardando sus manos en el interior de sus bolsillos, se introdujo.

_ ¿Viniste de visita? _ la voz apagada de Bastian, resonó en la estancia. Se encontraba sentado, jugando con un ajedrez de marfil sobre una mesa de piedra. _ Castiel siempre me ganaba en ajedrez, solía decir que no era un oponente digno, pero Jean Pierre, vaya, lo observaba a escondidas fascinado por las tácticas ilustres que él ejercía.

Los ojos color avellana de Jean Paul inspeccionaron la bandeja de comida que aún no había sido deglutida desde la mañana.

_ ¿Por eso juegas al ajedrez? ¿Para ser mejor que Jean Pierre? _ tomando asiento al frente de él, movió el alfil, eludiendo un jaque efectuado por las fichas blancas.

_ Castiel aún me debe una partida. _ capturando el alfil negro, embozó una sonrisa afligida.

Luego de un par de movidas y capturas respectivas de cada bando, Jean Paul rompió el silencio.

_ Regresa a Rusia. Tengo negocios que debo atender allá. Hay una vacante como ingeniero en sistemas que debo ubicar en esa zona y me parece que el puesto encaja contigo. _ extrayendo un boleto de avión de su saco, lo situó sobre la mesa.

_ Después de todo lo que le hice a tu familia, ¿me darás una oportunidad?_ aquellos profundos ojos azul oscuro miraron a Jean Paul, profusos de arrepentimiento y dolor.

_ Adeline tiene la suya y me hubiera gustado que Castiel quisiera haberla tenido. Así que dime, ¿quieres tu oportunidad?_ haciendo un asentimiento al guardia, se aproximó entregando un documento que Jean Paul posó al frente de Bastian junto a una pluma.

_ ¿Confías en mí Jean Paul?

_ Desde luego que no, tendré vigías que me informarán hasta el más ínfimo detalle de ti cuando salgas de estas rejas. La oportunidad te la concedo porque has demostrado un invaluable valor que para un Sonobe lo significa todo, fuiste leal y aunque no a nosotros, confío en que algún día lo seas a mi apellido.

En respuesta, Bastian firmó el contrato.

_ Llévenlo al aeropuerto. _ demandó a los dos hombres, levantándose del asiento.

Ambos jóvenes estrecharon sus manos, antes de que Bastian saliera tras las rejas.

...

La joven se adentró al penthouse Moriarty entrelazando su mano con la de Jean Pierre.

El avejentado Sr. Moriary, con su bastón negro y sus blanquecinas canas, postradas en su oscuro cabello, caminaba con paso apresurado, en dirección a ellos.

_ ¡Mi querida musa! Hace tanto que no veía ese rostro angelical. ¿Haz comido bien? ¿Estás lastimada?_ con voz preocupada, inspeccionó con su lente de vidrio su figura, mientras palpaba su rostro en busca de alguna dolencia.

_ Estoy bien Arty. Jean Pierre se ha encargado de cada una de mis atenciones, así que no te preocupes. _ embozando una sonrisa dulce hacia su segundo padre, aspavientó con su otra mano hacia Jean Pierre.

_ Así que era este del hermano que me platicabas ¿eh? Curiosa elección musa, el hijo mayor me agradaba mucho más. _ observando meticuloso con su lente al joven, sonrió.

Adeline, haciendo una mueca a Moriarty en señal de que se detuviera, por otro lado, Jean Pierre frunció el ceño.

_ ¿Así que consideraba al hijo mayor de los Sonobe como mejor candidato para su hija? Es una lástima, mi empresa iba a ocuparse de cada detalle legal que existiese con la competencia que trabaja en el mismo arte que usted. Después de todo, es mejor que haya un monopolio en el mundo artístico, podría ser el líder si lo anhelara, pero en vista de su observación, no sé cómo deba de sentirme al respecto. _ introduciendo las manos en sus bolsillos de vestir, ladeó la cabeza.

Moriarty abrió en grande sus ojos negros, carraspeando, prosiguió.

_ Eso lo dije porque no tuve el placer de conocerlo a usted primero. Ya que lo conozco mejor, definitivamente, mi querida hija, escogió al mejor candidato de todos. ¿Por qué no mejor hablamos de negocios Sr. Jean Pierre?_ señalando con su bastón la ostentosa sala de estar, hizo un ademán para que lo siguiera.

El hermano del medio, indignado por el comentario de Moriarty, fulminó a Adeline con la mirada antes de seguirlo.

En respuesta, la joven rio negando con la cabeza.

Virando, su atención se plasmó en una fotografía colgada en la pared, era ella, tocando en el Théâtre des Variétés, sumida en las cuerdas frontales del violín.

Sabía que por un tiempo, se alejaría del mundo artístico para sumergirse en el nido de amor que le aguardaba en el Palais Royal junto a Jean Pierre.

Solo ansiaba visitar una vez más aquel lugar que dictó el inicio de su historia, el principio de un juego envolvente que terminó por perder tras enamorarse del oponente.

Adeline decidida, extrajo las llaves de la vitrina del Lamborghini Terzo Millennio y salió tras las puertas giratorias del penthouse. Aceleró el coche rumbo al Théâtre des Variétés.

...

Las formidables puertas de oro con incrustaciones de zafiros, rubís y esmeraldas, se abrieron ante ella, dejando a la vista el Gran Salón.

La suntuosidad reinaba nuevamente en cada atavió forjado en piedras preciosas, de asientos acolchonados color rojizo que compartían la misma tonalidad con el telón. Aquel telón, que la sumergía en las sombras tras haber tocado melodías estremecedoras que extasiaban al público.

Caminó sobre la alfombra prolongada de terciopelo, sobre los candelabros suspendidos en el aire, donde el tejado asemejaba el mismo cielo por sus ilustraciones de ángeles y tonalidades pasteles.

La joven selló sus ojos grisáceos, transportándose a esas sensaciones embelesadoras cuando desvanecía al mundo al situar el arco en las cuerdas del violín.

_ La reina siempre regresó a su trono pero no con su rey. _ La voz masculina de Gianluca Sonobe se adentró por su oído, haciéndola volver a la realidad. _ Es de mala educación adentrarse a los lugares sin invitación. _ bajando los escalones, le restó importancia con un ademán de hombros.

_ Me citas como la primera vez que nos encontramos. _ volteando los ojos, negó con la cabeza.

_ Solo lo hace un romántico como yo, después de todo soy el dueño del teatro, podría aprisionarte y hacerte mía como tuvo que ser desde el principio. _ tomando una rosa roja de un florero dorado, se la aproximó. _ Contigo, las devoluciones son aceptadas. Si en un lustro o después de un siglo mi hermano ya no es el hombre que gobierna en tu corazón, iré por ti. Yo esperaré el tiempo necesario hasta que entres en razón y recuerdes que tuviste que terminar con el hombre que inició todo cuando se acercó a ti por primera vez. _ acariciando su rostro, acortó la poca distancia que los separaba, depositando un apasionado beso en su mejilla.

_ Mi corazón está donde siempre tuvo que haber estado. Pero no niego que al inicio sentí un efímero interés por ti Gianluca Sonobe. Este sitio, es un recordatorio maravilloso de nuestro primer encuentro. _ aceptando la rosa, se distanció embozando una sonrisa.

_ ¡Siempre lo supe! Si ese desgraciado no hubiera interferido, tú y yo estaríamos juntos. _ maldiciendo y al mismo tiempo maravillado por aquella confesión de ella, en sus ojos de esmeralda, la esperanza resplandecía en estos. _ Huye conmigo, fuguémonos y dejemos todo esto atrás. _ ofreciendo su palma extasiado por el ínfimo roce de ella, su mirada suplicaba que esta vez ella aceptara, como todas las otras veces, su propuesta. _ Yo te amo, dios te amo demasiado mi Adeline Strange, te ofreceré una vida llena de aventura y pasión, solo toma mi mano y no la sueltes nunca.

_ Me hiciste recordar el significado de la libertad, sacaste una versión desconocida en mí y eso nunca lo olvidaré. Hasta pronto. _ sonriendo, viró, encaminándose hacia el lado contrario en el que estaba él.

El hermano menor de los Sonobe, contempló como su Adeline Strange se desvanecía tras las puertas, dejando el vestigio de una posibilidad irrisoria para él en algún futuro próximo.

...

_ Mi amor ¿En dónde estás? He inspeccionado el penthouse desde el piso más alto hasta el más bajo en tu búsqueda, al menos ten la decencia de llevarme contigo cuando huyas. _ la voz molesta de Jean Pierre resonaba en el altavoz del vehículo de Adeline.

_ ¿Mi amor? Ni por un instante me imaginé a Jean Pierre Sonobe diciendo esas palabras. _ riendo, Adeline estacionó al frente del Royal Empiere Sonobe.

_ Bueno, dejamos toda clase de formalidades cuando me cogiste en el coche. _ dijo Jean Pierre sarcásticamente.

_ Entonces ¿qué? ¿Ya somos una pareja? _ con tono burlón, embozó una sonrisa.

_ Deja de bromear Adeline, sabes que ya eres mía. Sin embargo en la noche te lo preguntaré de un modo más formal, en caso de que no te haya quedado en claro. _ bosticó con voz profunda y pausada. _ ¿Me dirás en dónde te encuentras? _ preguntó una vez más con tono celoso.

_ Estoy en la ciudad de Lyon. _ puntualizó ella, dejando que Jean Pierre adivinara.

_ Ya veo, estás haciendo un tour familiar. Vienes de cogerte al hermano del medio y te vas a visitar al mayor, me imagino que luego sigue el menor ¿no? _ vociferó irónico.

_ Algo así, sin el orden correcto. _ replicó con la misma tonalidad que él. _ Relájate, vengo a renunciar y a recoger unos documentos. _ aclaró con voz dulce y suave.

_ Ya había sido conciso con él respecto a tu futuro laboral. El Royal Empiere Sonobe fue avisado sobre tu traslado a Palais D'or.

_ Sabes que no es la forma de acabar con esto Jean Pierre. _ echándose hacia atrás, suspiró.

_ Lo que sí sé es que ya voy de camino y no me tiene muy contento esa moral compasiva que tienes con otros hombres que no sean tu novio. _ con entonación celosa, colgó la llamada.

_ Pudo haber salido peor. _ se dijo a sí misma, bajando del coche.