Las puertas del santuario Sonobe se abrieron ante ella. Los guardias la dejaron pasar, sin protestar. Adeline sabía que Jean Paul la esperaba, la había observado desde las cámaras que cubrían todo el perímetro del parquímetro.
Él aguardaba por ella, anhelaba verla una vez más. Sabiendo que lo que fuera a suceder en aquella oficina, no era el final de su historia.
La joven subió por el ascensor hasta llegar al piso en donde se hospedaba la oficina central de Jean Paul.
Un recuento de imágenes vívidas hizo presencia en su campo de visión, desde el primer encuentro con el mayor de los Sonobe hasta el último.
Bajando la cabeza, Adeline se adentró a la oficina de Jean Paul sin llamar a la puerta antes.
El mayor de los Sonobe estaba de pie, contemplando la vista tras los ventanales, con su traje entero y peinado impecable.
_ Viniste. _ musitó contundente, virando.
_ Bueno, no consideraba que de este modo debía de concluir nuestra historia. _ sellando la puerta, se aproximó a él.
_ ¿Por qué hablar de un final si podría no terminar jamás? _ Su voz trémula y sus ojos color avellana vidriosos suplicaban que Adeline abdicara a la idea de permanecer al lado de su hermano y que anhelara estar a su lado como él lo ansió desde un inicio.
_ Ya escogí mi final feliz y quiero que tú logres algún día tener el tuyo, por eso estoy aquí. _ sujetando sus manos temblorosas, lo miró con dulzura.
_ ¡¿Acaso no lo entiendes?! No hay final feliz para mí, no hay nada si te pierdo. _ vociferó, apartándose súbitamente de ella.
_ Lo habrá, sé que allá, en alguna parte del mundo, te espera alguien locamente enamorada y dispuesta en cuidar solo de ti. _ acercándose de nuevo, situó sus palmas sobre los hombros de Jean Paul.
_ Pero yo estoy locamente enamorado de ti y quiero cuidar solo de ti. _ lágrimas brotaban de sus ojos enrojecidos. Con frustración, frotó sus manos sobre su rostro blanquecino y perfilado. _ Yo te amo Adeline, te amo y no concluiré nuestra historia. Crearé más capítulos para nosotros, haré todo lo que sea necesario para que te quedes a mi lado, no voy a dimitir, no contigo y no esta vez. _ extrayendo del escritorio una caja de seda con incrustaciones de zafiros, la abrió ante ella, dejando a la vista el precioso anillo de zafiro que le había concedido la primera vez que pidió su mano. _ Solo tú tendrás esto, ninguna otra mujer podrá sustituir tu lugar. Pronto estará en tu dedo y serás mía por siempre. _ dijo contundente y desesperado.
_ Ya sabes quién tiene mi corazón y siempre será él. _ sellando la caja, lo miró._ Hasta pronto Jean Paul, espero que encuentres esa felicidad tan ansiada. _ dándose la vuelta, caminó hacia la salida.
_ Solo dime algo Adeline por favor. ¿No sentiste nada por mí?_ arrodillándose, bajó la cabeza en llanto.
La súplica por parte de Jean Paul, detuvo a Adeline del umbral. No viró hacia él, solo respondió.
_ Lo sentí, más de una vez.
Salió tras la puerta, sellándola al marcharse.
Aquellos ojos color avellana se plasmaron en la puerta, con la esperanza de que ella regresara y lo rescatara de esa incipiente soledad que sentía desde que ella se marchó de la estancia.
Aún de rodillas y en llanto se prometió que cumpliría lo que le hizo saber a Adeline, ese anillo sería de ella, de la única regente que existía en su corazón.
El Aston Martín Valhalla aguardaba junto a Jean Pierre recostado en la puerta de piloto. Sus ojos dorados contemplaron a Adeline saliendo del Royal Empiere Sonobe, aproximándose a ella, sujetó su muñeca. La sensación de sentirse acechado, lo incitó a desviar la mirada de Adeline a los ventanales más altos, sabía que Jean Paul los miraba, aunque no pudiera verlo.
Sabiendo esto, entrelazó su mano con la de Adeline y besó dulcemente su frente, seguidamente postró su mirada por un par de segundos en los pisos más altos de la empresa para virar y llevarse a Adeline entre sus regazos.
Como lo intuía el segundo hermano, el mayor de los Sonobe los observaba. La vesania se apoderó de sus ojos color avellana, con histeria aventó cada objeto que se alojaba sobre su escritorio hasta caer sobre la alfombra mullida, emitiendo un sonido estrepitoso al fragmentarse. Un vocifero de dolor resonó en cada rincón de la estancia, alarmando al pelirrojo que se adentraba a la oficina.
_ Herr Sonobe, sie werden zur pressekonferenz erwartet. _ avisó André preocupado al ver el estado en que se encontraba Jean Paul.
_ Ich bin in fünfzehn minuten da, André, du kannst gehen. _ dándole la espalda al pelirrojo para que este no siguiera siendo testigo de su estado, selló sus ojos apretando los puños.
André asintió lentamente, titubeando en si realmente era una buena idea que el mayor de los Sonobe asistiera a la rueda de prensa.
...
La estancia se encontraba colmada por reporteros que lanzaban preguntas ambivalentes y camarógrafos que acaparaban con sus flashes el sitio, capturando cada movimiento de Jean Paul hasta subir a la tarima. Las pletóricas voces y cámaras presentes, abrumaban al líder del Royal Empiere, después de todo, su atención se la había robado por completo la joven violinista que lo abandonó en su oficina, fracturando su corazón en miles de pedazos.
_ Buenas tardes, mi nombre es Jean Paul Sonobe Stronghold y estoy aquí para concederles respuestas a las inquietantes dudas que la prensa ha difamado al mundo entero. Hace unas semanas falleció en un altercado, el verdadero culpable de cada suceso acontecido en la empresa y fuera de esta. Eydrian Salvatore, líder del imperio Palais Noir y socio de nuestra compañía, ha traicionado y deshonrado nuestro apellido. Las acciones fueron recuperadas y los implicados que ensuciaron el nombre de mi hermano, Gianluca Sonobe, recibieron sus respectivos castigos. En tanto a los acontecimientos en el orfanato de Aldrich y el Penthouse Moriarty, el responsable es el mismo hombre que traicionó a mi familia, como también el asesinato de mis difuntos abuelos. Jean Pierre Sonobe, fue solo una víctima a la que inculparon para encubrir ambos incendios y la masacre del primer incidente. El suceso en el callejón, fue un ataque hacia una mujer que corría en peligro y a la cual salvé, no obstante, los mismos indigentes se atacaron entre sí y logré huir junto a la mujer a un lugar seguro. De igual modo, mi casa se disculpa por cada acción atroz que cometió Eydrian Salvatore y les prometo como líder del Royal Empiere Sonobe, que no volveré a permitir que un evento similar se repita nuevamente, no en mi mando. _ concluyendo con su discurso, Jean Paul bajó aturdido los escalones del escenario.
Un puñado de guardaespaldas lo escudaron de los paparazzi. Su visión se tornó borrosa, sus pasos tambaleantes le permitieron llegar hasta una habitación desolada. Deshaciendo el nudo de la corbata, la arrojó sobre una pileta de documentos archivados. Desabotonó los tres primeros botones de su camisa blanca de vestir, aun así, se sentía asfixiado, el sudor goteaba desde su frente. Frotando su rostro con exasperación, se deslizó sobre una pared de concreto, dejándose caer.
Un toqueteo en la puerta seguido del rechinido de esta al abrirse, hizo que aquellos ojos color avellana extenuados y con ojeras, desviaran su atención del piso a la entrada.
_ Te ves de la mierda hermanito. _ embozando una mueca, Gianluca se adentró con aire de diva a la estancia.
_ ¿Gianluca? ¿Qué haces aquí?_ en un intento fallido de retomar la compostura, regresó al pavimento.
_ André me llamó. Además ya me expiaste de mis pecados ante la presa, ¿por qué no podría estar aquí?_ preguntó con obviedad, introduciendo sus manos en los bolsillos de su chaqueta de piel marrón. _ Jean Paul, la verdad nunca pensé en decirte esto pero yo también me quiero pegar un tiro en estos momentos, yo tampoco me la estoy pasando bien. _ mostrando sus puños destrozados con profusas heridas aún sin sanar y moretones, realizó una mueca de dolor. _ Ayer no logré dormir nada, incluso extraje del aposento de Jean Pierre esas drogas que él siempre se degluta como dulces y no surtieron efecto. _ imitando la misma acción de Jean Paul, cayó a su lado. _ Me estoy haciendo daño Jean Paul. La verdad es que a mí tampoco me agrada el final que dictó Adeline para nuestra relación. Lo peor de todo, es que todavía tengo esperanzas, esa mierda de que la fe es lo último que se pierde, es cierto. Pienso en la posibilidad de que Jean Pierre se accidente y entonces Adeline vuelva a mí o que vea lo aburrido que es Jean Pierre y quiera ir a divertirse conmigo o también pasarle por encima a Jean Pierre con el Mercedes Benz, la verdad es que cualquiera de esos desenlaces, me vendría bien. _ Sus labios formaron un visaje de conformidad ante la visualización de la última versión.
Los escenarios surrealistas del futuro que Gianluca forjaba con maliciosas posibilidades, hicieron que Jean Paul emitiera una carcajada sonora.
_ ¿Estás insinuando matar a Jean Pierre o suicidarnos?_ mirando a Gianluca con seriedad, aceptó la petaca de licor que escondía en el bolsillo de su chaqueta.
_ Son dos opciones tentadoras, sin embargo nos queda una tercera. _ arrebatándole la petaca, le dio un par de sorbos largos. _ Irnos, al menos por un tiempo.
_ Mi imperio está en Francia, lo tengo todo en el Royal Empiere Sonobe, yo... _ Gianluca interrumpió a su hermano en media oración.
_ ¿Tú tendrás a Adeline cerca? Sabes que al mínimo intento de aproximarnos indebidamente a ella, Jean Pierre se la llevará a algún lugar en Tasmania, en donde no podamos ni verla. Recuerda que tienes dos hermanos igual de Sonobe que tú, Jean Pierre se daría cuenta al instante, si alguno de los dos le da querer verla. _ Un mohín de molestia apareció en su rostro. Desprevenido, Jean Paul despojó de las manos de Gianluca el envase de plata para beberse los últimos tragos.
_ Yo soy el amo del juego Gianluca, siempre he poseído el control absoluto de lo que me rodea. Jamás me imaginé que ese control iba a llegar a pender de un hilo manejado por una mujer. _ aventando contra el archivero la petaca de Gianluca, gimoteó con exasperación.
_ Yo pensé que ninguna mujer del mundo podría resistirse a los encantos de Gianluca Sonobe y Adeline Strange me enseñó como los papeles se podían invertir, de ser el buscado pasé a buscar. Al menos nos educó bien. _ embozando una sonrisa triste, rascó su nuca.
_ ¿Cuándo nos vamos? _ preguntó vacilante, sin mirar a Gianluca.
_ Hice que empacaran nuestras cosas antes de venir aquí, partiremos a primera hora mañana.
En respuesta, Jean Paul guardó silencio.
...
_ Mi Lamborghini Terzo Millennio ¿se encuentra bien por lo menos? _ soltando un bufido, miró molesta a Jean Pierre.
_ Sin un solo rasguño, fue alojado por Damien con la suma delicadeza que se merece, en el parquímetro de nuestro hogar. _ embozando una sonrisa sarcástica, la observó de reojo.
Replicando, lo fulminó con la mirada.
_ Haz conducido por horas ¿a dónde nos dirigimos?_ frunciendo el ceño, contempló con curiosidad la vista nocturna a través de la ventanilla baja del coche.
_ Te lo diría pero como preferiste marcharte a ver el estado anímico no solo de un hombre, sino de dos, te dejaré con la curiosidad hasta que lleguemos. _ bosticó irónico, echándose de hombros.
_ Son tus hermanos Jean Pierre. _ gesticulando con las manos de modo obvio, negó con la cabeza.
Apretando la mandíbula, aceleró el vehículo.
Una entrada, compuesta por un camino ciclópeo y dos hileras de pinos situados a los costados, enfilaban un recorrido que dirigía hacia el océano.
Un océano iluminado por luces amarillentas en forma, flor de loto, que elaboraban un trayecto hacia una colina.
Jean Pierre estacionó el coche al frente de unos escalones de madera que conducían a un yate lujoso.
Adeline sonrojada, miró tímidamente a Jean Pierre.
_ ¿Esto es para mí?_ preguntó tierna, sonriendo ilusionada.
_ Eres la única persona que he amado y a la que seguiré amando por toda una eternidad. Esto, es solo el comienzo. _ bajando del coche, lo rodeó, seguidamente abrió la puerta del copiloto, ofreciendo su palma musitó. _ Hagamos que este momento quede plasmado en el tiempo.
La joven enlazó su mano con la de él, siendo conducida por los escalones de madera que descendían hasta el yate.
El segundo hermano de los Sonobe emprendió el viaje por medio del camino forjado de luces.
Adeline embelesada por como el viento la azotaba con vigor en la cabina mientras escuchaba el apaciguador sonido de las olas colisionando con las rocas de la orilla, sintió por primera vez, la paz que tanto había añorado desde la muerte de sus padres.
Contempló al joven a su lado, en aquellos ojos dorados avivaban chispas de felicidad. Ese brío inhabitual en él, la hizo comprender que ese júbilo solo era accesible cuando estaban juntos. Tanto para ella, como para él, existía el futuro que ambos fundían con amor y lealtad, extinguiendo las sombras y demonios del pasado que alguna vez los atormentó.
Jean Pierre estacionó el yate al frente de las mismas gradas de madera.
Solo la miró, sin bosticar palabra alguna, embozó una sonrisa de plenitud.
Ambos enfilaron hacia unos escalones de piedra que guiaban, en forma de espiral, hacia el castillo ciclópeo que se alojaba sobre la colina.
Las velas situadas a los costados, iluminaban el trayecto hasta el quiosco labrado en rubís. Rosas rojas se hallaban desparramadas sobre el pavimento entarimado, moldeando la apariencia de un corazón.
_ Es un castillo longevo, pertenecía a una familia noble. _ posando su mano sobre la piedra profusa de musgo y flores exóticas, prosiguió. _ Te traje aquí por la historia de amor que aprehende a los enamorados. Él la conoce cuando es apenas un crío y cree profundamente en el amor a primera vista cuando aquellos ojos lo contemplaron entre la multitud, solo era un plebeyo, sin títulos que engalanaran su nombre. Pero ella, poseía sangre noble. Él creció y se prometió ganar el corazón de aquella joven que le había robado el suyo. _ ayudando a Adeline a subir hacia un mirador que daba rumbo a un acantilado, estiró sus brazos como ademán. _ Fue aquí en donde el joven se suicidó. _ frunciendo los labios, asintió.
_ ¿Bromeas? ¿No qué era una historia de amor? _ haciendo una mueca de asombro, negó incrédula la cabeza.
_ Ese es el significado del amor Adeline, es lo que siento por ti. El sentido de la vida se desvanece cuando la persona que realmente amas y adoras profusamente no te escoge a ti. Ese infausto dolor lleva a la perdición de los seres humanos y es que cuando realmente conoces a esa persona que te sumerge por completo en la vesania, entiendes, que la vida pasa a ser un juego, en donde solo le apuestas todo a un objetivo, convertirse en el delirio del otro, incitar cada uno de los sentimientos febriles en ella. _ aproximándose a Adeline, se arrodilló ante ella. _ Eres mi primer amor y serás el último, ansío que pierdas la cordura por mí, como la mía se extinguió cuando me abismé en tu mirada. Quiero mi por siempre contigo Adeline _ extrayendo de su gabardina negra, un anillo dorado con un rubí en forma de corazón contiguo al aro, la miró con avidez. _ ¿Aceptas ser mi esposa?
_ Es mi único deseo Jean Pierre.
El joven la tomó por la cintura, aprisionando sus labios con los de ella. Moviéndolos con frenesí y en sintonía, como dos almas desesperadas por sentir la cercanía del otro.
...
Al día siguiente...
Un jet privado aguardaba a los cuatros hombres que se encontraban al frente del Palais Royal. Impacientes por la presencia de la joven que había cautivado el interés de dos y robado el corazón de los otros dos.
El Aston Martin, Valhalla de Jean Pierre se estacionó súbitamente en el parqueo. Saliendo de este con el ceño fruncido, extrajo a la joven del coche.
_ ¿A qué se debe este séquito enfrente de mi hogar?_ con entonación sarcástica, situó a Adeline detrás de él.
_ Vinimos a matarte y quedarnos con Adeline. _ restregando sus manos con placer, Gianluca bosticó malévolamente.
_ Nos iremos por asuntos de negocios durante un tiempo. _ replicó Jean Paul mirando con dolor el anillo de compromiso que Adeline poseía en su dedo.
_ Es un modo sutil de decir que nos rompiste el corazón y no tenemos nada mejor que hacer que huir para no intentar de asesinar a Jean Pierre y obligarte a estar conmigo. _ situando su brazo sobre el hombro de Jean Paul, Gianluca lanzó besitos en dirección a ella.
En respuesta Jean Pierre emanó un áspero bufido.
_ Pues buen viaje, de aquí nos despedimos. _ respondió Jean Pierre, haciendo un visaje con la mano. Carraspeando, sujetó la muñeca de Adeline.
La joven se soltó del agarre de Jean Pierre y empezó a enfilar hacia ellos embozando una gran sonrisa.
_ Darius Lancaster acompañando a los Sonobe, que sorpresa. _ riendo, negó con la cabeza.
_ Bueno, si no puedes contra ellos, úneteles. Después de todo, mi imperio, se convirtió en el socio oficial del Royal Empiere Sonobe _ replicó riendo, echándose de hombros. _ Llegué tarde a este duelo de amor por tu mano, pero no siempre es tarde para cambiar de opinión. _ atisbó a un celoso Jean Pierre, restándole importancia, besó el dorso de la mano de Adeline.
_ Ich mag dich sehr, Adeline. _ el pelirrojo confesó lo mucho que le gustaba Adeline, sonrojado por aquellas palabras musitadas, cubrió su rostro con candor.
Adeline en respuesta sacudió con ternura su cabello.
_ Gute reise, André. _ deseándole un buen viaje, ella embozó una sonrisa dulce.
_ Es mi turno pelirrojo, hazme piojito a mí también Adeline Strange. _ haciendo pucheros, Gianluca bajó su cabeza para que Adeline la acariciara.
_ Ten un buen viaje Gianluca. _ riendo, sobó su cabeza.
_ Adeline Strange, si sabes que ese anillo de compromiso que tienes por ahí, no me va a detener en lo absoluto. Pronto verás uno de esmeralda más llamativo que reemplazará ese que tienes ahí. _ vociferando aquellas palabras para que Jean Pierre lo escuchara, le robó un efímero beso en el pómulo a Adeline. _Esto no se termina aquí Jean Pierre.
El segundo hermano siendo testigo de lo acontecido, le solicitó a Damien la escopeta que tenía en sus manos, apuntando en dirección a Gianluca, disparó hacia el aire. Ante esto, el hermano menor, huyó despavorido, emitiendo grititos dramáticos, se adentró al jet, no sin antes guiñarle un ojo a Adeline.
André y Darius siguieron a Gianluca, solventando el humor de Jean Pierre mientras caminaban con paso apresurado.
El hijo mayor aun observaba infausto el anillo de compromiso de Adeline, sin poder emitir alguna palabra o movimiento, era como si en vez de pies tenía anclas que lo postraban sobre el césped. Pero realmente el ancla no lo sometía el montículo de pasto o de tierra, sino era solo ella.
La joven, percatándose de lo que miraba, se aproximó a él.
_ Me gustaría que tuvieras esto. _ extrayendo de su gabán de cuero, un medallón dorado, lo acunó en las palmas de Jean Paul, sin soltar sus manos, embozó una sonrisa dulce. _ Mi padre se lo había obsequiado a mi madre en navidad. Después de que murieron, esto era lo único que me daba fuerzas para poder seguir adelante. De algún modo sentía que me protegía y me hacía saber que dentro de poco todo iba a mejorar. _ abrazando a Jean Paul, musitó. _ Ya tengo mi lugar seguro, así que no lo necesito más. Te concedo este medallón como recordatorio de que pronto encontrarás el tuyo.
Escuchando los sollozos intermitentes y siendo testigo de sus lágrimas al caer, la joven besó pausadamente su mejilla.
_ Todo estará bien cuando regrese de mi viaje de negocios y te vuelva a ver. Cumpliré la promesa que te hice. Mi anillo de compromiso estará aguardando por ti y no descansaré hasta ver ese zafiro en tu dedo. _ vislumbrando como Jean Pierre se aproximaba a ellos, rápidamente sujetó a Adeline de la cintura y besó su frente.
Un momento fugaz pero que sin duda, quedaría plasmado para siempre en el corazón de Jean Paul.
Alejándose de ella, caminó hasta adentrarse al jet.
El hermano del medio celoso, sujetó la cintura de Adeline posesivo.
_ Los veo en la boda. _ vociferó con escarnio, haciendo un visaje de despedida con la mano.
Tras escuchar aquellas palabras de Jean Pierre, Gianluca gritó a todo pulmón, por medio de un megáfono.
_ Ahí estaré, seré yo el que se oponga a la fatídica unión. Nunca habrá un acepto, no si Gianluca Sonobe está presente. _ sacando el dedo del centro hacia la ventana, el jet empezó a ascender por los aires.
_ Damien, ¿no teníamos un lanza cohetes por ahí? _ rascando su nuca con agobio, miró a su guardaespaldas despidiéndose sonriente.
_ Amo Sonobe, necesita padrinos para su boda, déjelos vivir. _ aconsejó Damien, dando palmaditas a la espalda de Jean Pierre.
Adeline se despedía jovial, en tanto Jean Pierre negaba con la cabeza.
El mayor de los Sonobe, la seguía contemplando, prometiéndose en reemplazar el lugar de Jean Pierre en cuanto regresara a Francia.
Los dos hermanos Sonobe junto a sus colegas emprendieron su viaje de negocios rumbo a Suecia, con la promesa de que la historia de sus vidas no acabaría ahí.