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Chapter 55 - Todo o nada

El estremecedor sonido del arco rozando delicadamente las cuerdas frontales del violín conducían a Jean Pierre, en medio de la vasta oscuridad del sitio, a Adeline.

El resonar de su corazón acrecentaba a medida del afanoso acercamiento que se avecinaba. La hipnótica melodía que denotaba el instrumento, se volvía cada vez más audible conforme él se encaminaba hacia ella.

La exigua luz blanquecina que salía desprendida del escenario a la prolongada alfombra roja que recorría, lo detuvo. Sus ojos dorados se sellaron, sus manos trémulas sudaban, su palpitar se intensificaba. Tragó saliva, en un intento desesperado por contenerse. Solo tenía que adentrarse al auditorio y la vería.

El hermano del medio se adentró al Gran salón, colmado por fastuosos adornos de tonos dorados y rojos. Una mesa extensa al frente del escenario, bañada en oro y con incrustaciones de diamante naranja, contenía un mantel rojizo sobre un par de velas encendidas, una botella de vino en el centro, con sus dos copas y platos incluidos, cada uno ubicado al frente de las dos formidables sillas acolchonadas enfundadas en oro.

A pesar de la lujosa vista que se asomaba en el Théâtre des Variétés, Jean Pierre no fue cautivado por toda esa ostentosidad excéntrica, su atención fue dirigida únicamente a la joven con caballera larga y vestido color carmesí que danzaba al son de la música que emprendía.

La tenue luz blanca que sobresalía de la oscuridad del escenario, hacía contraste con su tono de piel, asemejándose a un ángel que irradiaba luz pura. Su vestido de seda ajustaba su esbelta figura, haciendo ruborizar al joven embelesado por su belleza, cohibido miró al suelo como si ella fuera a enterarse de su desesperación, de sus más profundos anhelos que exhibía con tan solo una mirada. Su cabello rubio y suelto revoloteaba por los aires al hacer piruetas, descendiendo con gracia y delicadeza nuevamente sobre la tarima tapizada en negro.

Jean Pierre bajó por los escalones mullidos, sin perder de vista a Adeline.

_ Es preciosa, ¿no?.

Una voz de hombre, despertó aturdido a Jean Pierre de la ensoñación en vigilia que lo había sumido al contemplar a Adeline.

Dando con el causante, encontró al hombre vestido de gala, sentado en uno de los asientos con las piernas elevadas y las manos detrás de la nuca.

_ Solo es agradable cuando lo pienso y lo digo yo. _ replicó Jean Pierre con recelo, observando meticuloso al joven de espaldas.

_ Supongo que los celos son de familia, tenemos más de una cosa en común Jean Pierre. _ Aludió Castiel con tono ambivalente, levantándose.

_ ¿Eydrian?. _ frunciendo el ceño, dio dos pasos dudosos hacia él.

_ Eydrian nunca existió. _ soltando una risa histérica, frotó con fuerza su rostro.

_ Entones dime. ¿Quién eres realmente?. _ ladeando la cabeza, posó sus ojos dorados sobre él.

_ Soy un final y un nuevo comienzo. Soy el villano de una historia mal contada, soy el verdugo con espada que castigará el apellido Sonobe. Soy muchas cosas Jean Pierre, como también tu hermano. _ virando ante él, sus ojos de heterocromía se incrustaron en la mirada de póker de su medio hermano.

_ ¿Verdugo con espada?. _ negando con la cabeza, ladeó una sonrisa. _ Tuviste que haber hecho el jaque mate cuando podías, porque ahora yo seré quién te saque del tablero. _ advirtió Jean Pierre, sentándose cómodamente en el asiento acolchonado.

_ Tienes razón Jean Pierre, erróneamente pensé que había ganado el juego, cuando ciertamente no sería yo el responsable de tal acontecimiento. _ haciendo un ademán con la mano, miró a Adeline sonriendo.

El hermano del medio, enfurecido por el atrevimiento que tenía aquel hombre de contemplar y mencionar a su amada, se levantó, adhiriendo su mirada sombría en la de Castiel.

_ ¿Tan seguro estás de ello? A pesar de lo que ella haya sido capaz de hacer, recuerda quién es el amo de su corazón y ese no eres tú. _ musitó Jean Pierre cerca del oído de Castiel.

La mirada de Adeline y Jean Pierre se conectaron fugazmente, manifestando en ese breve momento el amor incandescente que refulgía con vigor en los corazones de ambos jóvenes.

...

Mierda no veo. _ se quejó Gianluca, atravesando la oscuridad de los pasillos del teatro. _ Tendré que demandar a la compañía que se encarga de ponerle luz a este maldito lugar, esos tacaños de mierda se dejan toda la luz para ellos mismos. _ refunfuñaba el menor de los Sonobe, hablando consigo mismo.

La armoniosa acústica denotada por el violín salía desprendida del pasillo ubicado a la ala derecha del teatro. Haciendo que el menor de Sonobe detuviera su caminado, sellando sus ojos esmeralda con placer.

_ ¡Oh sí! Mi hermosa Adeline Strange, sigue tocando para mí, enséñame el camino a casa. _ Tomando el camino correcto, Gianluca se desplazaba al son de la balada que emanaba las notas del instrumento. Moviendo la cabeza, en tanto chasqueaba los dedos, bailando con deleite la pieza compuesta por su bella musa.

_ ¿Qué está haciendo?. _ Preguntó el sexto guardia con el ceño fruncido al ver los movimientos de baile que emitía el joven.

Gianluca abrió un solo ojo, alternando la vista entre los guardias y la puerta dorada con incrustaciones de rubí que los militantes bloqueaban portando ponderosas armas.

Carraspeando, Gianluca abrió el otro ojo, acomodando su saco color negro.

_ Caballeros, su amo me citó a una cena en este lugar y me temo que voy llegando tarde, así que mejor se hacen a un lado para que nadie sea despedido esta noche, ¿de acuerdo?. _ sonriendo lúdico, se aproximó a la puerta con altivez.

_ Atrápenlo. _ ordenó Bastian a espaldas de Gianluca.

El menor de los Sonobe se viró ofendido.

_ Pero yo venía a cenar, no a jugar policías y ladrones. _ negando con el dedo, colocó las manos en sus caderas.

_ Nunca dije que fueras espectador, sino parte del show. _ encaminándose hacia la puerta dorada, se volteó antes de ingresar. _ Buena suerte Gianluca. _ diciendo esto último, desapareció tras la puerta.

Los militantes rodearon a Gianluca en un instante, apuntando con sus armas, en modo de advertencia, su figura.

Aquellos ojos de esmeralda se volvieron sombríos, como si la oscuridad lo hubiera consumado hasta evocar su principal pecado.

_ Conque quieren jugar, ¿no?. De acuerdo, ya despertaron al lobo. _ la ira rebosante de su interior, despertó la otra cara de la moneda que tanto se esmeraba por ocultar.

Tres militantes se aproximaron a él, dos de ellos fueron derribados fortuitamente por el corpulento cuerpo de Gianluca, mientras que el tercero disparaba al azar a causa del temor que imponía el menor de los Sonobe. El tercer militante fue desarmado con agilidad y arrojado contra la puerta dorada. Los diamantes perforaron su cabeza al adherirse en esta, hilos desenfrenados de sangre salían desprendidos de su cabeza, tiñendo de sangre el pavimento.

Gianluca disparó a los dos hombres que se incorporaban del suelo, uno en ambos ojos, traspasando las retinas, hasta colmarlas de sangre, el segundo en la clavícula. El pequeño agujero que provocó la bala al entrar y salir del hueso, salpicó a los tres hombres de sangre, que aguardaban trémulos sosteniendo sus armas.

_ Es una lástima, tantas armas y no tienen permitido matar al lobo. _ encogiéndose de hombros, sonrió. _ Solo necesito a uno de ustedes muchachos o bueno al menos una parte. _ jugando con la pistola, la ubicó debajo de su mentón divagando sobre como matar a las tres fichas aún en pie. _ Ya lo tengo, jueguen piedra, papel o tijera y el perdedor, pues ya saben, gamen over. _ fingiendo disparar al aire, hizo una seña para que los guardias empezaran a jugar.

Los tres militantes aterrados acataron la orden de Gianluca. El tercer hombre perdió contra el segundo y el segundo contra el primero.

_ Estás de suerte, será tu cabeza la que me llevaré. _ disparando al tercer y segundo hombre, camino con fiereza al primero de ellos.

_ Mira lo que tenemos aquí, un cuchillo. _ rebuscando entre los artefactos de los otros dos hombres, sonrió. _ Tú y yo entraremos a cenar. _ dando palmadas a la cabeza rapada del soldado, colocó su rodilla sobre el cuello del hombre, en tanto ejercía presión, desgarraba con la cuchilla su cuello. Siendo bañado en sangre al separar la cabeza de la figura del soldado.

Los gritos, el llanto de cada hombre no atormentó ni por un instante a Gianluca. Desde que llegó había tenido paciencia, mantuvo su autocontrol impecable, pero siempre jugaban a subestimarlo, era la presa, no obstante esta noche decidió ser el cazador, demostró estar sobre el tablero y no afuera de el.

El menor de los Sonobe arrastró la cabeza ensangrentada por el pavimento. Tocó educadamente la puerta dorada y aguardó.

Dos guardias lo recibieron junto a Bastian, quienes en estado de estupor se hicieron a un lado, sin apartar la vista de la cabeza.

_ Demoré un poco allá afuera pero ya tengo mi entrada idiotas. _ zarandeando la cabeza al aire, extrajo de su saco un pañuelo blanco, limpiando su rostro manchado de sangre, sorbó su nariz. _ pongan un asiento más en la mesa para mí malditos. _ ordenó a los guardias de al lado, quiénes inclinando la cabeza se marcharon rápidamente en busca de una silla.

_ Gianluca, no paras de asombrarme, tienes agallas. Después de todo tienes un lugar en mi mesa, al menos por el momento. _ aplaudiendo, Castiel hizo un ademán en dirección a la mesa.

El hermano del medio contempló la escena impertérrito, sabía lo que sucedía cuando hacían enfurecer a Gianluca, era ver al diablo bien vestido. Ladeando una sonrisa imperceptible, desvió la mirada.

El menor de los Sonobe arrojó la cabeza en alguna hilera de asientos y seguidamente comenzó a restregar sus manos con ansiedad, hasta que sus ojos de esmeralda se plasmaron en la chica rubia que danzaba al compás de las notas que emanaba del violín.

El semblante sombrío de Gianluca se desvaneció, siendo reemplazado por uno de devoción extrema.

_¡Oh! Mi hermosa Adeline Strage, papi ya llego. _ Gianluca se apresuró a bajar los escalones para admirarla más de cerca.

Ante el comentario Jean Pierre rodó los ojos y Castiel lo detuvo con su mano oprimiendo el pecho de Gianluca.

_ Estarás con ella pronto, por mientras siéntate con nosotros y pórtate bien hermanito. _ advirtió Castiel con una sonrisa lúdica.

El menor de los Sonobe, retiró de mala gana la mano de Castiel, apunto de estallar nuevamente.

Jean Pierre intervino sin apartar la vista de los exuberantes y deliciosos platillos que eran traídos por varios meseros.

_ ¿Sabes por qué siempre se comen al peón al principio de la partida Gianluca?. _ tomando un sorbo de vino, partió en dos el filete de carne.

_ Vuelve a hablarme de ajedrez y al que le cortaré la cabeza será a ti Jean Pierre. _ replicó Gianluca exacerbado.

_ Porque se precipitó, ¿entiendes?. _ sus ojos dorados se desviaron del plato a Gianluca.

Gianluca inclinó la cabeza levemente, aún refunfuñando, tomó asiento.

Castiel sonrió, sobando los hombros de Gianluca, circundó la mesa.

_ ¿No les parece increíble? La familia está reunida. Aunque bueno, nos falta nuestro querido hermano mayor. ¿Cómo debe de estar Jean Paul? ¿Quizás muerto en alguna camilla del hospital?_ chasqueando la lengua, se encogió de hombros.

_ No digas sandeces cabronazo, mi hermano sigue vivo maldito imbécil. _ bramó Gianluca, levantándose fortuitamente, señalando acusatorio a Castiel con el dedo.

_ Gianluca. _ advirtió impávido Jean Pierre, limpiando con la servilleta los vestigios de suciedad en sus labios. _ Lo que mi hermano quería decir es que no te sienta bien alardear. Eres como una mosca, solo hace demasiado ruido y es excesivamente fastidiosa pero al fin y acabo no hace más que eso. _ dejando la servilleta a un lado, lo miró aburrido.

_ Ya veo Jean Pierre, te estoy aburriendo, ¿no?. No te precipites, el show se avecina pronto, aguarda. _ replicó Castiel con la mirada oscurecida.

_ Estoy confundido, ¿qué tiene que ver Bastian contigo?. _ preguntó Gianluca con la boca llena de patatas, frunciendo el seño.

_ Al igual que yo, Bastian era un joven que renació de los escombros. Resurgimos de la nada, pero juntos lo éramos todo, así fue como fundamos varias empresas poderosas en varias partes del mundo. Yo era la cara de cada empresa, el creador y él el mejor técnico en sistemas. Fue sencillo asociarme con tu hermano e introducir al codiciado ingeniero informático al Empire Royal Sonobe. _ alegó Castiel, sentándose.

_ ¿Lealtad? No hables de algo que no conoces. _ Aludió Jean Pierre reticente.

_ Es curioso que seas tú el que lo diga, después de todo tú escoges a quién deseas serle leal Jean Pierre. Tomar una decisión así, conlleva la disposición de traicionar a otros. _ respondió Castiel embozando una sonrisa cómplice.

_ Pero cómo diablos no nos dimos cuenta de que existía un desquiciado más en esta fabulosa familia. _ aspavientó Gianluca con histeria, arrugando la nariz.

_ Te llevo cuatro años Gianluca, para ese entonces eras un niño y lo sigues siendo todavía, tienes apenas veinte años y no haz hecho nada con tu vida. Vas, vienes, de vez en cuando te fugas como todo un rebelde intentando desesperadamente escapar del terrorífico pasado que te asecha. _ desviando la mirada de Gianluca a Jean Pierre, prosiguió. _ En cambio tú conocías mi presencia, todo porque ambos vivíamos en la oscuridad, bajo las sombras de otros. Te vi como un igual, a pesar de ser un año mayor que tú, contemplé mi reflejo en ti. Ahora solo míranos, veintitrés años y veinticuatro, tú estás conociendo la luz en el abismo a causa de ella y yo solo me hundo cada vez más en la oscuridad sin un solo vestigio de luz. Me arrebataste mi esperanza. _ Castiel miró a Adeline con dolor, apartando la vista de ella, agachó la cabeza. _ Y queda Jean Paul, el hijo perfecto, el heredero del imperio Sonobe, con tan solo veinticinco años de edad. Lo tiene todo, todo lo que yo he añorado desde que era un crio. Jean Paul es a quién más envidio de la familia Sonobe.

_ Estás contando mal la historia. Los verdaderos villanos estás muertos, no somos más que víctimas del infierno que nuestros padres nos hicieron vivir. _ intervino Jean Pierre suspicaz.

_ Todos en algún momento de la trama nos convertimos en villanos Jean Pierre. Pretendo destruir el legado de tu familia y construir uno nuevo. Pero para que suceda eso, ustedes ya no pueden ser parte del tablero. Al menos que quieran vivir como yo lo hice, sin honor ni prestigio, dejarían de ser un Sonobe. Un pequeño detalle que ninguno estaría dispuesto en aceptar. _ tomando de su copa, suspiró.

_ Me gustan las probabilidades. ¿Por qué mejor no dejamos nuestro destino en la manos de un juego?. _ propuso Jean Pierre irónico, bebiendo vino. _ Terminemos con la partida de una vez por todas, sabiendo que el ganador se lo lleva todo.

_ Me leíste la mente Jean Pierre. Nada que no resuelva un juego. _ asintió Castiel, haciendo un ademán a Bastian y a los militantes presentes en la estancia.

_ Tuviste que abrir tu bocota Jean Pierre. ¡No me toquen malditos! o sentirán la ira de Gianluca. _ vociferaba Gianluca forcejeando con los militantes que lo aprisionaban con fiereza.

_ El juego ha iniciado. _ declaró contundente Castiel.

Los ojos dorados de Jean Pierre se conectaron con los de Castiel, dos hermanos apostando todo con tal de destruir al otro.