Sus ojos dorados, contemplaron la sangre brotar de los cadáveres desparramados en la nieve, al bajar desasosegado del Jeep. Montículos de soldados, de ambos bandos, se encontraban aglutinados en distintas áreas del palacio.
La tormenta había cesado, el panorama blanquecino se dispersó por completo. El cielo se tornó oscuro, avecinando la noche.
Jean Pierre caminó sobre el pórtico ensangrentado, atravesando la puerta entreabierta seguido por André.
Soldados aún en pie, auxiliaban a los heridos, otros instauraban estrategias de contraataque y el resto se preparaba para el batallón.
Cada ejército lo simbolizaba una tonalidad específica, según a la familia que servían. Los Petrova portaban una armadura roja, los Salvatore un arnés negro, los Lancaster vestían con coraza cobriza, los Grey con montura plateada y los Sonobe figuraban el dorado en sus carcasas.
_ Amo Sonobe, el ejército rojo y negro nos traicionaron. _ Informó Damien en muletas y con heridas severas en todo su cuerpo. _ El ejército rojo atacó primero, no eran más que una distracción. La mayor parte de los hombres Petrova cayeron. Se estaban sacrificando. _ reviviendo el suceso, prosiguió. _ La verdadera jugada acontecía dentro del palacio. Mientras el ejército rojo se ubicaba en puntos estratégicos, circundando la mansiòn por fuera, los soldados negros ingresaban sigilosamente, diezmando el interior. Pensamos que habíamos ganado, hasta que docenas de soldados de ambos ejércitos emergieron de las ràfagas blanquecinas, emboscándonos. _ bajando la cabeza con resignación, colocó la boina en su pecho.
_ Adeline... _ pronunció con dolor, sellando sus ojos dorados. _ Mi Adeline... _ revolviendo su cabello negro azabache, lo miró frenético. _ ¡Su prioridad era ella! Debían protegerla a costa de sus vidas. _ vociferó, tensando la mandíbula.
_ Amo... hicimos todo lo que pudimos. _ musitó Damien con la cabeza gacha.
_ No es cierto, siguen de pie. _ observó con furor a cada soldado presente en la estancia.
_ Fue Bastian. _ los ojos marrones de Darius reflejaban culpabilidad. _ Ella estaba conmigo, quería cuidarla. Solo fueron unos instantes y Bastian ya la apuntaba con el arma. _ su brazo vendado con vestigios de sangre era rasguñado por este al resurgir en su mente la imagen de ella. _ Forcejeando con él logré herirlo... deslicè el arma a sus pies, pero ella no pudo disparar. Ella solo se dejó ir, se aventó por la ventana. _ sus dientes castañearon al contener las lágrimas que brotaban de sus ojos marrones.
Jean Pierre avanzó con reticencia hacia Darius, lo sujetó firmemente por el cuello y clavò sus gélidos ojos dorados en la mirada inefable del joven.
_ ¡¿En qué aposento fue?!. _ indagó desasosegado, zarandeando su figura.
_ La biblioteca. _ susurrò con la mirada perdida.
El segundo hermano, sabía que el ventanal de la biblioteca dejaba a la vista el panorama de la opulenta piscina con jacuzzi. Detrás de aquel ostentoso paisaje se encontraba el bosque conífero, al que solo se llegaba a través del laberinto de cipres.
_ Adeline sabía sobre la ubicación de la piscina. Debió de usarla como amortiguador. _ sellando sus ojos dorados prosiguió. _ El impacto contra el hielo, debió de ocasionarle heridas severas. _ expresó con preocupación situando nuevamente su mirada en Darius.
Damien intervino al percatarse de la fuerza que ejercía Jean Pierre sobre el cuello de Darius. La guardia cobriza, dirigida por Lancaster, enlistaron sus armas avecinando una lucha entre los guardias dorados. Estos últimos se colocaron en posición de defensa para resguardar a Jean Pierre de los soldados cobrizos que optaron por la ofensiva, con el objetivo de que su líder fuera liberado.
Jean Pierre soltó una risa sarcástica al observar de soslayo la figura de Damien en alerta.
_ Amo Sonobe, asumo la responsabilidad. Yo insistí en que el joven Lancaster permaneciera al lado de Adeline para que ella se sintiera cómoda. _ explicó con la mirada clavada en el piso.
_ Que irónico. Asumiste el control tras esa especulación errónea tuya y desobediste mis órdenes directas para demostrar este resultado?. _ entonó con sarcasmo, contemplando decepcionado el rostro entristecido de Damien. _ Mira lo que provocaste, movistes fichas en el tablero sin comprender a lo que jugabas.
_ ¿No tomarás responsabilidad Jean Pierre? Fuiste tú, no permitiste que nadie se le acercara por celos. _ espetó con dificultad Darius, mirando a Jean Pierre.
Aquellos ojos dorados se ensombrecieron, soltando un suspiro percutiò el rostro de Darius, haciéndolo desplomarse en los escalones.
_ Fue una de las razones Darius pero no te equivoques, no antepuse su seguridad por capricho. _ doblando las mangas de su camisa blanca de vestir, se arrodilló ladeando la cabeza. _ En primer lugar Adeline nunca tuvo que pisar esa habitación, debió permanecer resguardada en los pasadizos subterráneos del palacio. _ vociferó desviando su mirada en Damien. _ órdenes directas que exhorté expresamente a Damien.
El guardaespaldas de Jean Pierre se inclinó ante Jean Pierre, situando su boina en el pecho en modo de arrepentimiento.
_ ¡¿Por qué no estaba enterado?! ¡Pude haberla protegido Jean Pierre!. _ gritó Darius en llanto, escupiendo sangre.
_ Sabía que alguno de ustedes serìa el traidor, así que confié en un solo hombre y acallé mis dudas para no sembrar discordia entre ustedes. _ replicó impasible, levantándose del piso. _ Claro que no conté con el hecho de que el impostor resultó ser Bastian y no tú. Hubiera apostado por ti.
_ Amo Sonobe, no solo la guardia roja nos traicionó también la guardia negra. _ aclaró un guardia dorado.
_ Eydrian fue asesinado por su propia guardia. _ anunció virando. _ Bastian debió de infiltrar soldados de su bando vestidos con armadura negra. _ Sellando sus ojos dorados, hizo rodar la moneda de plata entre sus dedos.
Las forminables puertas del palacio se abrieron por dos soldados dorados desplazándose con sus espadas y un sobre en mano.
_ Amo Sonobe, encontramos esto en manos de un militante dorado. _ haciendo una reverencia, le entregó el sobre a Jean Pierre.
El segundo hermano de los Sonobe, desató el sello rojo del sobre y extrajo una invitación escrita en tinta negra.
Cena a las ocho en el Téâtre des Variétés.
Ven solo Jean Pierre, no los hagas esperar mucho.
CS-
Sus ojos dorados leyeron los datos concisos proporcionados en la carta, seguidamente la arrojó al fuego.
_ André, pass auf, dass mir niemand folgt. _ ordenó al pelirrojo, el cual asintió con preocupación, no obstante no refutó.
_ Acabaré la partida. _ anunció, encaminándose por los escalones de espiral.
...
Sus ojos de heterocromía la contemplaban anhelante, su cabello desaliñado caía sobre su rostro de porcelana con tenues salpicaduras de sangre. El joven desabotó su saco negro y dos botones superiores de su camisa blanca de vestir. Situó ambas manos en los bolsillos de su pantalón negro.
_ Estás en presencia del cuarto hermano Sonobe. _ anunció contundente sonriendo con ironía. _ O más bien con el hijo bastardo para ser precisos. _ Rodeando la mesa, se arrecostó al frente del escritorio con los brazos cruzadas, observando con fervor el rostro de la joven.
El repentino acercamiento la hizo retroceder estupefacta, su mirada atrapada por aquellos ojos familiares la desconcertaron.
_ Mi verdadero nombre es Castiel. ¿Sabes su significado Adeline?. _ Preguntó desviando su mirada hacia un rincón en donde las sombras de las ramas de los cipreses eran proyectados por los fulgurantes destellos de la luna.
El silencio y una leve negación de cabeza por parte de ella lo hicieron suspirar.
_ "Mi fortaleza es Dios". _ soltando una carcajada vacía, prosiguió. _ Un nombre audaz otorgado por mi querida madre. Sin embargo, mi fortaleza sin duda no fue Dios, todo se lo debo a la familia Sonobe. _ sellando sus ojos, restregó con hastío su rostro aperfilado. _ Te contaré una historia Strange. Antes de que naciera el segundo hijo en la línea de sucesión Sonobe, había nacido el hijo ilegítimo de Kalem Sonobe y Romina Bonet. La mujer de Kalem, Erin, no solo estaba enterada del amorío, sino, era una recluta más del adulterio cometido. Sin embargo, como en cualquier poli amor, los celos no tardaron en despertar, a pesar de ser solo una mujer más en la vida de Kalem, mi madre quería ser su única mujer, ansiaba liderar el imperio Sonobe junto a él. _ haciendo una pausa, sonrió con nostalgia. _ Era una mujer ambiciosa. Pero su ambición no la llevó muy lejos cuando la joven Romina tomó las riendas de la relación, preparó un plan para acabar con la vida de Erin. Solía preparar tazas de té con una hierba sumamente mortal. La estaba matando poco a poco, cada día que transcurría ella moría, hasta que Kalem la socorrió a tiempo, dado a su alarmante estado. El doctor detectó altas dosis de esas hierbas, las cuales no tardaron en ser encontradas por la guardia de Kalem al hurgar en las pertenencias de mi madre.
Golpeando el escritorio, jaló su cabello con exasperación.
_ Ella fue desterrada de Francia, incluyéndome.
Jean Pierre ya me conocía y él sabía sobre los juegos perversos de sus padres. Así que lo encerraban en la biblioteca todos los días, a todas horas, como un reo en condiciones deplorables, ese fue su castigo. A mí me condenó junto a mi madre, a una vida colmada de pobreza y deshonor. Todo porque mi madre los amenazó con tirar todos sus trapos sucios a la luz.
Adeline procesando lo escuchado, tragó saliva antes de si quiera intentar de murmurar.
_ Manipulabas a Jean Pierre, él ocasionó el accidente por ti.
_ Te equivocas Adeline, yo solo me encargué de expandir su mente. _ embozando una sonrisa petulante negó con la cabeza. _ Antes de que fuera desterrado, iba a un colegio a las afueras de Francia, solamente para no ser reconocido por los hermanos. Le resté importancia a ese hecho, desde luego para que Jean Pierre no me reconociera en un futuro y así llevar a cabo mi venganza, utilizaba lentes de contacto de color marrón para ir a visitarlo. Incluso se me tenía rotundamente prohibido pisar la mansión Sonobe, bajo ninguna circunstancia podía ingresar, no obstante, nunca fui el hijo más obediente.
Borrando la sonrisa de su rostro, sus ojos de heterocromía se volvieron a sumergir en ese oscuro pasado que tanto se esmeraba por olvidar.
_ Mis compañeros se burlaban de mí, me golpeaban, me obligaban a comerme mi almuerzo después de haber sido tirado al barro. Lo que más dolía Adeline, no eran todas esas golpizas que dejaban múltiples moretones y heridas, ni las burlas hirientes hacia la tonalidad de mis iris, tampoco el nauseabundo sabor de mis almuerzos. Fue el hecho de que el mundo observaba como el bueno se convertía en villano. Todos fueron testigos de mi transformación y nadie interfirió en el proceso, solo lo alentaron.
Adeline observó como la mirada de Castiel retornó a la fiereza habitual que poseía cada vez que lo veía en la empresa.
_ Los mataste. _ susurró ella, percatándose que en él no había ni una pizca de remordimiento.
_ No Adeline, solo me deshice de mis demonios, al igual que tú.
La joven lo miró desconcertada, Castiel Sonobe Bonet sabía el sombrío y retorcido secreto que Adeline resguardaba tras esa máscara de mentiras y venganza.