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Chapter 19 - El orfanato The Aldrich

En las imponentes puertas de plata que daban paso al eminente hospicio de la ciudad de Sheffield, se encontraba grabado un epígrafe con letra en cursiva que despertó la curiosidad de Adeline, dado a que la edificación se apellidaba Aldrich a pesar que los propietarios del sitio eran los Sonobe.

_ Bienvenida. _ Anunció, situando sus ojos avellana en el arcaica estructura labrada en piedra.

_ ¿Por qué Aldrich? ¿Y no Sonobe?. _ Frunció el ceño curiosa, observando detenidamente las esfinges con forma de gárgola que se hallaban a los costados del edificio.

_ La Srta. Aldrich falleció tras rescatar a un puñado de huérfanos en un incendio. Por lo que mi familia decidió conservar el apellido de la mujer. _ Acomodando su saco color vino, añadió. _ A menudo las personas recuerdan los actos heroicos pero olvidan a los héroes, así que yo se lo recuerdo al mundo con el grabado de su apellido en este orfanato. _ Desviando su mirada de ella, avanzó con paso determinante en dirección a la entrada del lugar. Por donde se adentró en compañía de Adeline. Quien sonrió jubilosa con tan solo ver a los pequeños correteándose entre sí por el salón de eventos.

_ Fueron voluntarios para ayudar con los preparativos de la obra de caridad, aunque no creo que estén haciendo mucho. _ Con su dedo señaló a los infantes que no hacían más que jugar con los decorados que estaban amontonados en las anchas cajas de cartón que fueron traídas por el personal que contrató Jean Paul.

Adeline contemplaba minuciosamente el interior del hospicio, en tanto se desplazaba por los extensos pasillos adoquinados.

Hasta que sus ojos grisáceos fueron posados en alguien cuya presencia no podía pasar desapercibida. El menor de los hermanos Sonobe se encontraba discutiendo con un niño de diez años sobre porqué era mejor su opción de atavío que la que el pequeño proponía. Mientras que Eydrian expectante, alternaba la vista cada vez que alguno abría la boca para refutar.

_ Mira niño no me hagas enojar, ya te lo he repetido como mil veces. El diseño que seleccioné es más sobrio y elegante, en cambio el tuyo es... _ Encogiendo sus ojos esmeraldas miró la decoración que escogió el niño, para después proseguir con su argumento. _ MUY amarillo. _ Gesticuló con sus dedos en un intento de hacer entrar en razón al colocho que arrugaba el entrecejo molesto ante las repetidas palabras de Gianluca.

_ No sé que me asombra más, ver cómo Eydrian piensa que esto es entretenido o ver cómo tú discutes con un niño. De igual modo pienso que ustedes dos son un par de ineptos que no hacen nada más que perder el tiempo.

_ ¿Qué soy un qué?... _ Exclamó Gianluca con furor por la ofensa de Jean Paul, pero al girarse sus ojos esmeraldas se situaron en aquellos ojos de tormenta que lo volvían loco. Lo cual incitó que con tan solo una mirada de ella se emblandecieran sus músculos tensos tras el comentario de su hermano que le causó indignación y que ignoró por haberse sumido en la esencia de Adeline.

_ Adeline Strange, te dije que nos volveríamos a encontrar. _ Avanzó hacia ella con una sonrisa juguetona, que no podía pasar de inadvertida en sus labios.

_ Vaya suerte la mía. _ Rodó sus ojos con una sonrisa. Permitiendo que él la estrujara en un cálido abrazo.

Un sonoro carraspeo repleto de molestia fue articulado por el mayor de los Sonobe, quien sujetó la chaqueta de mezclilla de Gianluca para alejarlo de Adeline y llevárselo por un extenso pasadizo, en donde lo estampó contra la pared.

_ ¿Qué haces aquí Gianluca?. _ Gritó, acorralando con las manos el cuello de su hermano.

_ Decidí venir un día antes del día que debía de llegar, eso es todo. _ Ladeando una sonrisa, lo miró de modo retador.

Cuando Jean Paul estaba a punto de vociferar más palabras, el resonante sonido de su móvil los interrumpió.

_ ¿No contestarás hermanito?. _ Actuando con libertinaje, le confirió una palmada en el hombro. A lo cual Jean Paul reaccionó aventándolo a un lado, para seguidamente abotonar su traje y contestar la llamada.

El menor de los Sonobe le lanzó un par de besos al aire antes de marcharse con una sonrisa triunfante, tras conseguir que tal acto consiguiera enfadar aún más a su hermano mayor.

Gianluca se reunió nuevamente con el niño de colochos, en donde Adeline y Eydrian se encontraban charlando sobre la actividad que se llevaría acabo mañana por la noche.

_ ¿Estás listo para la revancha pequeño diablillo?. _ Subiéndose las mangas de su chaqueta, hizo una mueca.

Adeline rodó los ojos ante la propuesta de Gianluca para el crío que asintió decidido a no dejarse intimidar por la corpulencia y altura del chico con ojos verdes que se hallaba al frente de él.

_ No puedo creer que no hayas hecho absolutamente nada para detener esto. _ Negando con la cabeza, miró a Eydrian.

_ Y perderme la diversión que esto conlleva?. No gracias. _ Riendo, volvió a prestar atención al debate.

Volviendo a tornar sus grisáceos ojos, decidió encaminarse por el sitio. Encontrando a un Bastian durmiendo plácidamente dentro de una enorme caja de adornos, sus feroces ronquidos espetaban a los infantes que de vez en cuando se asomaban para usar su rostro como un libro de bocetos.

Soltando un par de carcajadas al presenciar la escena, desvió la vista hacia el lado contario del salón. Viendo como André utilizaba el traductor de la Tablet para poder comunicarse con los niños. Que dio como resultado el aburrimiento de estos, dado a que se cansaban de esperar a que este terminara de teclear la última palabra de la frase que diría a continuación.

Sintiendo algo de compasión por André siguió caminando, hasta llegar a un desolado rincón. En el que se encontraban todos los premios que se obsequiarían, posteriormente de la subastación a los benefactores que donarían su dinero para el orfanato.

Había gran variedad de objetos de valor como joyas, diamantes, esculturas, pinturas, entre otras cosas que Adeline dejó de contemplar por haberse abstraído en un retrato que tenía como protagonista a una joven tocando el violín en un teatro sin audiencia. Cuyo rostro no tenía identidad, debido al manto oscuro que lo resguardaba. Pudiendo solo apreciarse la cabellera rubia y larga que se zarandeaba por el paso danzante que capturó el artista en aquella lóbrega obra de arte.

Adeline sabía la identidad de la enigmática chica cautiva en la pintura. No solo por sus rasgos, sino por el modo en que sostenía el arco contra el instrumento.

Su incógnita fue respondida de inmediato al leer la firma del pintor en el ángulo derecho de la parte inferior del retrato.

Contuvo el aliento tras musitar su nombre.

_ Jean Pierre Sonobe. _ Trazando con sus dedos la figura de ella misma tocando, leyó el nombramiento que recibió por parte del artista. _ "El ángel oscuro". _ Murmuró con una leve sonrisa. Admirando la sombría perspectiva que tenía el segundo hermano de los Sonobe de ella.

...

Las olas golpeaban con ferocidad las grotescas rocas que se encontraban adheridas a los costados de la isla.

El sol se ocultaba y la luna emergía sobre el azulado cielo. Dando aviso que dentro de dos horas se llevaría acabo la obra de caridad en el orfanato The Aldrich.

Adeline seguía contemplando el panorama desde el balcón. Ensimismada en el armónico sonido que proporcionaba el océano.

Gianluca había contratado a un equipo profesional de estilistas, cuyo trabajo le otorgó un look completamente despampanante.

Pero cada vez que Adeline se miraba al espejo, su vestido prolongado color plateado se hayaba cubierto de sangre. Por lo que evitaba a toda costa su reflejo.

Desviando sus grisáceos ojos del paisaje, emprendió su viaje hacia la salida del aposento.

Su largo cabello lacio se desplazaba al compás de los movimientos que efectuaba al descender por los escalones.

Siendo todo un espectáculo para los Sonobe. Quiénes aguardaban a su espera situados al frente de las escaleras, abstraídos con la belleza de ella.

Jean Paul portaba un elegante traje negro y una corbata color vino. Mientras que Jean Pierre, lucía un jersey de cuello junto a un gabán azul oscuro que hacía combinación con su pantalón de vestir. Lo cual le otorgaba un semblante conservador. En cambio Gianluca, vestía una camisa blanca de botones con unos pantalones negros que hacían conjunto con la tonalidad de su jacket de cuero. Dando un aspecto rebelde e informal a comparación de sus otros dos hermanos.

Al llegar al último escalón, el menor de los Sonobe fue el primero en reaccionar al estado de petrificación en el que se habían sumido los tres hermanos por haberla contemplado.

_ Vaya Adeline Strange, estoy dispuesto a no ir a esa obra de caridad por aprovechar esa cama de agua que está en mi habitación. _ Ladeando una sonrisa, arqueó las cejas reiteradamente en modo lúdico.

Adeline ignoró el comentario pícaro de Gianluca y se impregnó en aquellos herméticos ojos color miel de Jean Pierre. Los cuales dejaron de observarla con la intención de mirar otro punto del salón, en dónde ella no estuviera presente.

Apartando la mirada, Adeline dirigió su atención al carraspeo articulado por Jean Paul.

_ Debemos irnos. _ Anunció, mirando la hora en su reloj.

Los hermanos salieron en compañía de Adeline, dirigiéndose al ostentoso yate que disponía de una piscina y un jacuzzi. Colocados en la cabina delantera.

Ascendieron al transporte, para así partir rumbo a la ciudad de Sheffield...