En el centro de la cuidad de Lyon se situaba el Royal Empire Sonobe, bordeado de exuberante vegetación y de otros edificios modernos. Cabía mencionar que la cuidad le pertenecía a la familia Sonobe. Uno de los tantos dominios que poseían en todo Francia.
Su forma de esfera tallada en diamante, disponía de una extensión ingente. Siendo vista como una edificación completamente despampanante.
_ Este no es el aeropuerto. _ Aseguró mirándolo, mientras su dedo apuntaba hacia la edificación.
_ Tu observación es correcta. Necesito solucionar ciertos asuntos que deben ser resueltos antes de partir rumbo a Inglaterra. Pero no tienes que preocuparte, no tardaremos mucho. _ Explicó abotonando su saco negro al bajarse de la limosina. _ Es hora de trabajar Srta. Strange. _ En tanto embozaba una sonrisa presuntuosa, extendió su mano en dirección a esta.
Tal gesto fue aceptado por Adeline, quien sujetando su mano se bajó del coche.
Su elegante enterizo acentuaba su esbelta figura, algo que sin duda fue admirado por el mayor de los Sonobe.
_ ¿En donde me quiere Sr. Sonobe?. _ Replicó posicionando sus ojos de tormenta en él.
_ La quiero cerca de mí. ¿Podrá obedecer mi caprichoso mandato?. _ Se aproximó a ella, acortando peligrosamente los exiguos centímetros que los separaba.
_ Me temo que no soy una subordinada complaciente. _ Desafío con la mirada, encogiéndose de hombros.
_ Como tu superior es mi deber domarte, así que ya aprenderás. _ Sosteniendo su mentón, acarició con gentileza su a perfilado rostro de porcelana.
_ Cuidado Jean Paul, no todas las criaturas salvajes pueden ser domesticadas. _ Retirando la mano de este, se encaminó en dirección a las puertas. Por las cuales se adentró.
Jean Paul la siguió embozando una sonrisa. No estaba acostumbrado a los retos ni solía buscarlos, pero resultó encontrar uno que lo dejó fascinado.
...
Los empleados inclinaban sus cabezas ante ellos, un gesto de respeto que imponía admiración por el hombre que caminaba junto a Adeline.
Al llegar al piso número veintitrés, Jean Paul sujetó el brazo de un subordinado que los interceptó al salir del ascensor.
_ Busca a Celine, dile que la espero en mi despacho y que no tarde. _ Ordenó con altivez, soltando su brazo. Recibiendo una afirmación asustadiza por parte de su empleado, quien echó a correr en busca de su secretaria.
Las preguntas se alojaron en Adeline al escuchar el nombre de esa mujer. ¿Quién era? y ¿Por qué él la necesitaba?.
Un tanto malhumorada siguió el trayecto en compañía de Jean Paul, hasta cruzar por las puertas de la regia oficina del mayor de los Sonobe.
_ Debo firmar un par de documentos que deben estar listos para esta tarde. Por lo que te recomiendo sentarte, me tomará algo de tiempo. _ Sugirió, en tanto tomaba asiento en la silla giratoria de su escritorio.
Adeline asintió dirigiéndose hacia el sofá de terciopelo, pero al llegar evocó lo que Jean Pierre le había mencionado respecto a lo cuan profanado estaba el sillón. Y por alguna extraña razón aquello la hizo enojar. Así que optó por sentarse sobre la mullida alfombra color rojiza.
_ Si sabes que detrás de ti hay un sofá muy cómodo cierto?. _ La observó divertido mientras organizaba los papales.
_ Dudo que sea tan cómodo como la alfombra. _ Palpando con sus manos el tapiz, fingió una sonrisa.
Dos toques en la puerta, causó que ambos dejaran de verse para enfocarse en la persona que se adentró con desvergüenza a la oficina.
_ ¿Quería verme Sr. Sonobe?. _ Mordiéndose el labio, avanzó de modo seductor hacia él. Mostrando al caminar su prominente escote.
A Adeline no le agradó en lo absoluto el atrevimiento de esa mujer, por lo que carraspeo a la vez que se apresuraba a levantarse de la alfombra.
_ De hecho yo la llame, como sabe somos bastantes estrictos con esto de la vestimenta. Y pues al verla me di cuenta que usted esta infringiendo las reglas. Si gusta puedo prestarle mi abrigo, no quiero que luego pesque algún resfriado por no haberse abrigado adecuadamente. _ Concediéndole una sonrisa de boca cerrada, le cubrió con su abrigo el escote.
_ Y esta quién es?. _ Exclamó indignada, mirando a Jean Paul.
_ Esta mujer será quien tome su lugar después de que la despida. Cómo verá sus servicios ya no son requeridos en esta empresa. _ Haciendo un ademán de presentación para Adeline, prosiguió. _ Ya que solucionamos este asunto, puede retirarse por dónde vino. _ Exhortó con desdén mientras señalaba la salida.
Tirando el gabán de botones, la mujer se marchó enfurecida. Emitiendo ruido con sus altos tacones, al dar pisoteadas en el suelo.
En el rostro de Adeline se asomó una sonrisa triunfante al ver cómo la ex secretaria de Jean Paul desaparecía tras las puertas, hasta que recordó que ella sería su reemplazo.
_ Ni sueñes que yo seré tu nueva Celine te ha quedado en claro?. _ Advirtió con un tono de aversión en su voz, apuntándose con su dedo.
_ Yo no sueño Srta. Strange, usted acaba de ser ascendida. Así que debería ir haciéndose la idea al respecto. _ Respondió, arrimando hacia esta un contracto con su firma. _ Usted fue la que decidió aceptar la pasantía en esta compañía, por ende, deberá atenerse a las consecuencias. Se convertirá en mi Adeline, no en el reemplazo de alguien más. _ Su entonación como su expresión denotaban avidez por ella.
Sin embargo aquellas palabras no bastaron para apaciguar el ánimo de Adeline.
_ No puedes deshacerte de las personas como si fueran peones de tu estúpido juego. _ Rebatió molesta, alejando el contrato con un brusco empujón.
_ Esto es como jugar al ajedrez, todas las personas que ves a tu alrededor son peones, solo son fichas en un tablero que controlo a mi antojo. _ Espetó, arrojando el contrato sobre el escritorio.
_ Entonces solo soy un peón en el tablero al que mueves cómo se te plazca? Eso es lo que en verdad significo para ti?. _ Bramó aquellas incógnitas de forma inconsciente.
_ Oh no Adeline, tú eres la reina y en este juego yo soy tu peón. _ Vociferó con desespero, situando sus ojos avellana en ella.
Adeline abrió la boca en un intento por proferir alguna respuesta ante la revelación de Jean Paul pero, fue interrumpida por una voz masculina que resonó en la estancia.
_ Strange no me digas que fuiste tú quién espantó a esa pobre chica?. _ El hombre con heterocromía hizo presencia en el lugar, alternando la vista de Adeline a Jean Paul. _ O probablemente la hayan espantado los dos.
_ ¿Qué quieres Eydrian?. _ Masajeando su sien, se apartó de esta.
_ Vaya humor el tuyo. _ Soltando un sonoro resoplido, añadió. _ Vine a saludar a la rubia y a entregarte este documento personalmente. _ Aproximándose al escritorio le acercó un sobre amarillento.
_ Nos vendría bien contactar a tu hermano el charlatán, ya que es el único que puede persuadir a los inversionistas para que no retiren sus acciones.
_ ¿Qué hay del acuerdo?. No pueden eludir el contrato. _ Impugnó exacerbado, analizando el documento que aventó sobre el pecho de Eydrian.
_ Ya sabes lo improcedente que puede ser el mundo de la inversión Jean Paul, estos tacaños de mierda no están dispuestos a continuar con el convenio. Al parecer hubo algo o alguien que los ha hecho cambiar de opinión y por eso necesitaremos la estrategia de Jean Pierre y la elocuencia de Gianluca, más vale que los contactes de inmediato porque si no estaremos de veras jodidos. _ Respondió, acercando el móvil hacia él.
_ De acuerdo, hablaré con ellos. _ Desistió con desgana aceptando el teléfono.
_ Perfecto, por mientras que haces lo tuyo me llevaré a Strange para que conozca al equipo. _ Propuso sonriente mirándola.
_ La Srta. Strange no irá a ningún lado. _ Impuso con circunspección, cruzándose de brazos.
_ No seas mal educado, permite que la señorita hable por sí misma. _ Chistó antes de disputar con satisfacción al intuir cual sería la respuesta de ella.
_ Después de todo seré tu nueva secretaria. Y no quiero que después te deshagas de mí como acostumbras a hacerlo solo por no haber llamado al subordinado correcto. Así que por favor Eydrian llévame a conocerlos. _ Miró con resentimiento a Jean Paul, para posteriormente dirigirse junto a Eydrian rumbo a conocer a los empleados del Royal Empire Sonobe...