Troy y Fede se encontraban en el calabozo. Se les detuvo por orden de Alex que, aunque no pudo acusarlos por deserción, logró convencer a la policía militar para que los detuvieran por agresión. Este alegó que tiraron la piedra de manera intencionada, para hacerle daño.
-¡Esto es de locos!- Gritó Fede - ¡No puede ser que siempre le crean solo porque tiene dinero!- Troy jamás había visto a Fede tan alterado. -Cálmate amigo mío, solo quieren asustarnos. No les demos ese gusto- dijo Troy, que sonó mucho mas relajado de lo que en realidad estaba.
-Troy, quieren encarcelarnos. Nuestros sueños jamás se cumplirán si lo consiguen-.
Fede había pasado de la ira al pánico en cuestión de segundos, y Troy le conocía suficientemente bien como para saber que el paso siguiente sería intentar escaparse, y eso sí que le traería problemas.
-Tranquilízate no hemos echo nada y esa es la verdad que tenemos que defender-.
Un portazo sonó en lo más profundo del pasillo de los calabozos, seguido de un paso intenso. Sólo podía ser una persona: Vinandar.
Vinandar era famoso por ser el más cruel de los carceleros. Corrían rumores de que había inventado varías formas de tortura de lo más dolorosas y desagradables, pero nadie le había visto ponerlas en práctica, y nunca se había visto a ninguna de sus víctimas.
A Troy se le aceleraba el corazón con cada paso que Vinandar daba en su dirección. De repente lo tenía en frente, y su corazón estaba a punto de salir del pecho.
-Vaya vaya, así que ustedes sois los dos detenidos por agresión- una malévola sonrisa le cubría la cara de lado a lado. -Me encantaría haceos sufrir pero resulta que habéis sido absueltos, uno de los guardias que acompañaban a Alex ha confesado qué todo es una simple treta para manchar vuestro expediente y frustrar vuestros sueños.
El guardia de pronto no parecía tan malvado y esa sonrisa que parecía despiadada empezó a parecer una sonrisa de afecto -¿Como es posible que algún guardia haya traicionado a Alex? -Preguntó un boquiabierto Troy, que no daba crédito a lo que escuchaba. - El guardia en cuestión tiene un padre con fama de torturador, pero que en realidad odia las injusticias- dijo Vinandar guiñándole un ojo a los chicos. Acto seguido les abrió la puerta del calabozo y les escoltó hasta la salida en total silencio.
Una vez fuera de la prisión vieron a sus madres que corrieron con una expresión, a mitad de camino, entre la preocupación y la alegría. Troy esperaba una reprimenda por pequeña que fuera, pero no fue así y tampoco quiso saber porqué, sólo aprovecho la ocasión para fundirse con ella en ese abrazo tan cargado de emociones hasta que una voz les interrumpió.
-Chicos, les conté a vuestras madres lo que había pasado para que no estuvieran preocupadas.- Dijo Vinandar con la voz entrecortada de la emoción- también les dije que saldríais en libertad tan rápido como habíais entrado y que ningún cargo caería sobre ustedes.
Señora Megan -dijo Fede con la voz entrecortada- me gustaría aclarar que Troy no quería alejarse tanto, pero prefirió correr los riesgos junto a mí antes que abandonarme, yo estaba decidido a llegar hasta las salvaguardas-
La madre de Troy parecía haberse puesto muy seria al escuchar eso pero de inmediato soltó una carcajada que fue seguida por otra incluso mas grande que procedía de Valeria, la madre de Fede.
Sabíamos que alguno de los dos intentaría encubrir al otro, pero no sabíamos quién sería esta vez- dijo Megan intentando aguantar la risa- lleváis haciendo lo mismo desde hace tantos años que para nosotras es totalmente predecible- añadió Valeria.
Los dos chicos se miraron y se unieron a las risas.
Cuando llegaron a su barrio las dos familias se separaron, Troy y Megan giraron hacia el este mientras que Fede y Valeria siguieron con sus caminos pues su casa estaba apenas unos metros adelante.
Poco antes de llegar a casa se escucharon las alarmas y al mirar, Fede y su madre vieron a un grupo de magos cabalgar velozmente sobre sus monturas arcanas en dirección al bosque de cuya frontera salía humo. Entre los magos había uno al que Fede no reconoció era considerablemente más joven que los demás y el nerviosismo en su cara daba a entender que era la primera vez que tenía que acudir a una alarma y no le hacía especial ilusión. Poco después de las alarmas se escuchó una gran explosión que sólo podía significar una cosa: Los elfos habían atravesado las salvaguardias del bosque.