El cielo estaba despejado pero el sol no castigaba tanto como en otros días, lo cual era de agradecer porque los dos muchachos se habían propuesto penetrar en el bosque más allá de la zona de caza de Troy. Era una zona que nunca se habían atrevido a explorar debido a que abundan los lobos, pero en esta época del año son más inactivos y si a eso le sumas la caza de lobos por parte de los ganaderos para proteger a sus rebaños te sale como resultado un bosque tranquilo y explorable. Las salvaguardas de los magos no estaban demasiado lejos y ese era el destino de los jóvenes. Nunca se habían acercado tanto y tenían curiosidad por ver el otro lado de la frontera. Generación tras generación siempre se les ha contado a los niños lo que los veteranos de la guerra vieron allí y lógicamente ese cuento se ha ido deformando hasta tal punto que no se sabe claramente qué hay en el otro lado de la frontera. -Es increíble- afirmó Troy, el cual se quedó con la boca abierta un buen rato. - Que vistas tan maravillosas- exclamó Fede, que miraba aquella frondosa arboleda buscando algo que ni él mismo sabía qué era. -Dudo mucho que los magos puedan bloquear todo esto- sentenció cruzando los brazos. -No seas tan desconfiado Fede- respondió Troy con una sonrisa burlona.
-No sabemos nada de los elfos Troy, ¿y si ellos también tienen magos?, ¿Y si están creando armas anti magia? Nunca nadie se ha aventurado a explorar los bosques de los elfos y eso es lo que me preocupa, cuando entremos en el ejército propondré crear un cuerpo de exploración para vigilar de cerca a esos seres.- Troy no pudo evitar soltar una carcajada que solo hizo mosquear a su amigo. -Qué iluso eres amigo mío, ¿de verdad que crees que escucharán las peticiones de unos críos como nosotros? Entraríamos en el ejército como simples soldados y en caso de que ascendiéramos, tardaríamos años en tener algún puesto importante-. Fede parecía seguir enfadado, pero comprendía perfectamente lo que Troy le decía, eran demasiado jóvenes como para querer cambiar el mundo, era mejor centrar todos sus esfuerzos en mejorar su técnica con el arco -Tienes razón, nos uniremos en la siguiente convocatoria y demostraremos nuestra buena técnica- Troy nunca había visto a Fede tan convencido de algo, ni siquiera de su desconfianza hacia los magos- tenemos que volver, pronto empezará a oscurecer y no será buena idea estar en el bosque- concluyó Troy y ambos chicos se pusieron en marcha.
Tan sólo pasados unos minutos de marcha, Troy notó una presencia y le hizo un gesto a Fede que habría sido totalmente imperceptible para cualquiera, pero que Fede entendió a la perfección: Alex estaba en los arbustos y eso jamás podría significar nada bueno.
-¿Qué haces escondido en ese arbusto?- gritó Troy- que se agachó a coger una piedra para tirarla al arbusto.-Oh, vaya, parece que mi plan para pillaros desertando no ha salido bien- dijo en tono burlón, sin salir del arbusto.-¿Acaso os habéis arrepentido justo a tiempo? Menos mal que la guardia militar no le cobra a mi padre por escoltarme, veníamos dispuestos a arrestaros por deserción, y ya sabéis que castigo se le impone a los desertores-.
Un frío estremeció a los dos muchachos que se quedaron mudos, sabían de sobra que la deserción se pagaba con la muerte no solo del desertor, sino de toda su familia. Acercarse tanto a la frontera no había sido tan buena idea, pues se podría haber interpretado de manera errónea y más sabiendo que Alex estaba siempre al acecho. -¡Jamás desertaríamos!, ¡sólo queríamos conocer la frontera!- gritó Fede con la voz quebrada de pensar en las posibles consecuencias de su imprudencia. -Tranquilízate, Fede, busca eso, ponernos nerviosos y que cometamos un error- susurró Troy tan bajito que hasta a Fede le costó escucharlo. -Alex, déjanos en paz, vamos a volver a nuestras casas, empieza a oscurecer y no me apetecería estar presente cuando aparezcan los depredadores nocturnos-.
Dicho lo cual, ambos chicos prosiguieron su retorno hasta Freylea, esta vez a paso más acelerado y haciendo caso omiso de las voces de Alex.
-Sentémonos un rato en esa roca- sugirió Fede señalando a una piedra considerablemente grande-Yo también estoy cansado- respondió Troy- pero estamos bastante cerca del pueblo, no me gustaría sentarme y que Alex nos acabe cogiendo- Fede aceptó con la cabeza y esprintaron el tramo final sin querer mirar atrás. Troy seguía teniendo un mal presentimiento, pero no quería alertar a su amigo, quien hizo señales a Troy para avisarle de que ya se veía la muralla de Freylea y relajaron un poco el paso para oxigenar sus pulmones.
Cuando llegaron a la muralla, los peores presentimientos de Troy se cumplieron: había dos guardias en la puerta esperándolos acompañados por Laur, que esbozaba una sonrisa que hacía que Troy y Fede sintieran un escalofrío.