—Bueno, todavía no es un esclavo, lo van a vender, está tarde —explicó Gregory.
—¡¿Por qué?! —preguntó Layd bastante desconcertado. —"¡¿Cómo me va a ayudar con el favor si se lo llevan?!"
—Pues, él tenía una deuda y cometió/
—Es suficiente Greg, no es de su incumbencia —Padd cortó la charla. —Mejor llévalos al peaje.
—O-oh, cierto… Vengan conmigo ustedes tres —Gregory empujó por la espalda a Natsume, Layd y Airys, los últimos dos trataron de darle una mirada a Seng, pero Seng estaba enfocado en el suelo por alguna razón.
Ahora, existe una pequeñita, minúscula, chiquitita y diminuta ley en la ciudad de Dingars que casi la mayoría de las personas desconoce al dirigirse a la ciudad, una ley que por más simplona y hasta sencilla que pueda ser, es un pilar fundamental del éxito y prosperidad que abarca dentro de los muros.
Tasa de entrada.
Aparte de cualquier gasto que tengan dentro la ciudad, para poder pasar legalmente se tiene que pagar una cifra de cincuenta monedas de plata, lo cual incluye un documento que prueba que pagaste y también… ¡una ida y vuelta gratis! Siempre y cuando vuelvas en menos de seis meses.
Lo sé, lo sé. Nunca describí y especifiqué cuánto dinero cargaban nuestros protagonistas, porque no hacía falta.
No se menciona lo que no se tiene.
—Ehm… disculpa… no tenemos dinero… —Airys se encogió incomoda y miró para todos lados, buscando apelar a la piedad de Gregory.
Recién les habían explicado lo que iban a hacer con ellos. En el caso de Layd, Natsume y Airys, tenían dos opciones: Pagar el peaje y tener una estadía en la ciudad como cualquier otro residente, o irse sin costo alguno.
—No se preocupe señorita —Un hombre sonriente detrás de un mostrador le extendió un pequeño rectángulo de hierro. —Con esto podrá permanecer aquí y pagar hasta en un máximo de cuarenta días.
—¿S-solo cuarenta…? —suspiró desahuciada. —"Mamí se tardaba más de un mes en ganar eso…"
A Natsume y a Layd también se le hicieron entrega de trozos de hierro similares, la reacción de Natsume fue echarle un ojo a Layd comunicando sus intenciones a la perfección y provocando que más sudor frío recorrería la frente de su hermanastro.
—Sí-sí… yo me encargo… sin problema… —tartamudeó Layd y Natsume le dio una palmadita en el hombro. —Señor Greggg… —Se arrastró a su salvador.
—¿Necesitas ayuda? —Greg estiró su brazo.
—¡Por favor!
—Supongo que puedo darles un lugar donde quedarse.
—¡Muchas gracias!
—¿Y dónde es ese lugar Tío Greg? —Samantha le jaló la camisa con una mirada preocupada.
—¿Dónde más? En nuestra casa —respondió Greg con genuinidad hacia la duda de Samantha. De ser un poco menos lelo, no habría pasado por alto la extraña actitud de su sobrina, que mal que no lo hizo.
—"¡¿Eso significa que Layd va a dormir junto a mí?!" —Su cerebro explotó y se coció de inmediato. —"¡No, no, no! ¿O sí? La casa no es tan grande, y vamos a ser al menos una, dos… cuatro personas… ¡¿QUÉ HAGO?!"
—¿La chica del cabello lindo viene de pijamada? —Melody le dio palmaditas a al pelo de Gregory.
—"Oh, ella también estará allí…" —Samantha recuperó una porción de su serenidad y se le arrebató la emoción.
—Así es, bueno, supongo… —dijo Gregory y miró a Airys como preguntándole.
Airys sin querer no le escuchó, le incomodaba era ver a Seng en la esquina del lugar junto a Padd, en silencio, con mala cara y una mirada de vergüenza. Ella no quería hablar con él, para nada, no.
Pero…
—"¿Por qué no usa su resonancia para decirme qué hacer?" —Se preguntó en su mente. —"¿En serio es tan orgulloso como para ni hablarme?"
¡Exacto! De querer hablarle o de no querer y deber hablarle, no había razón por la cual Seng no le explicara cuáles son sus planes. Eso le ponía de malhumor, ella ha cedido tanto porque se supone que Seng es la única persona en la que puede confiar todo el secreto de ser la elegida… y él no hace más que denigrarla y desvalorizarla.
Apretó el rectángulo de hierro y frunció el ceño. No tardó nada en obtener la determinación y dar unos pasos veloces y firmes en su dirección, dejando de lado a Layd y Natsume, ignorando los diversos comentarios de Melody sobre sus gustos y las cosas que harían y los gestos nerviosos de Gregory al no saber qué sucedía.
Las palabras de aquella noche estrellada de Natsume cruzaron la mente de Airys.
¿Qué se supone que le aporta Seng a ella?
¿Un maestro? ¡Ella se puede conseguir a uno mejor!
¿Un confidente? ¡Jajajaja! Qué buen chiste.
Todo eso que vive pensando, acerca de que están juntos en esto, es meramente por los conocimientos de Seng acerca de la leyenda, ¡conocimientos que no ha compartido con ella por completo!
Airys se paró frente a él. Él alzó la mirada, ella mantuvo el contacto visual. Si había una oportunidad para expresar sus quejas era justo ahora, si existía la posibilidad de librarse de él, de obligarlo a recapacitar y disculparse con ella, era ya.
—¿Y bien? —El tono chillón y alegre usual de Airys fue reemplazado por uno más sereno y grave. —¿Se supone que te espere mientras pasas el resto de tu vida en prisión?
—Mocosa/
—¡No me llames así!
El rugido de Airys deformó la atmosfera —en general —jovial de la sala y alertó a los reclutas del lugar que se calmaron y retrocedieron con un gesto de la mano de Padd.
—Ya me decidí. —Airys e pasó el dedo gordo por la nariz y con unos ojos aguados y unos inconmensurables nervios dentro de sí, prosiguió con su ultimátum: —Me harté de cómo me tratas, ¡voy a conseguir otro tutor y voy a seguir adelante sin ti!
Seng mantuvo una profunda mirada de odio, la tentación de atacarla y quebrarle los huesos era enorme. No supo si se contuvo por su increíble paciencia, la molestia de las pesas o el que Padd percibiera su sed de sangre y estuviera preparado para reaccionar. Como sea, lo mejor fue que no se moviera por sus impulsos.
—Paga esa deuda para poder retomar los entrenamientos lo antes posible.
Aquel comentario de Seng le hirvió la sangre a Airys, incluso en el último minuto de su relación prefiere no darle relevancia a sus palabras y emociones… Sintió que la cabeza le iba a estallar, sin embargo:
—Hasta nunca, Seng. —Ella también podía jugar a eso.
De las personas presentes, Natsume fue quien más se alegró de oir esas palabras y se aseguró de recibir a Airys con los brazos abiertos para ayudarla. Padd mejor se quedó callado y Gregory —con curiosidad por todo el panorama —contempló al joven criminal para analizarlo con sus instintos.
Tenía algo mal, en comparación a la pureza que emana Airys, aun así…
¿Quién no tiene algo mal?