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Chapter 36 - 36: Visitantes Indeseados (V): Dingars

La ciudad de Dingars, era una de las siete ciudades estado más populares del continente, fama que se debía a un fenómeno singular: Los espejos sin reflejo.

Cualquiera con una noción básica de su alma puede tocar el espejo para enfocarse —como intentar invocar una criatura — y traspasar el otro plano de la ciudad, llamado el Plano de Ezhar en honor a la creadora.

En el plano normal está rodeada por unas praderas espaciosas repletas de colinas por el sur y el oeste, tiene un denso y espeso bosque al al norte y le atraviesa un río desde el norte que divide la ciudad en su camino hasta el este; con un par de afluentes artificiales que llevan a un lago y un pozo. Si alguien pudiera ver la ciudad desde arriba, se encontraría con la curiosidad de que forma un heptágono imperfecto, cuatro entradas, siete muros de en promedio ocho kilómetros cada uno. Con grandes porciones al noreste dedicados a la agricultura y ganadería al punto de que tres de las entradas están dedicadas exclusivamente al comercio con viajeros para la importación y exportación de alimentos y la mayoría de los bienes producidos. Las casas y edificios eran de madera, obviando ciertas excepciones, y una buena cantidad de ellos eran "Casas Vacantes", residencias temporales de dos a tres pisos de alto para los turistas y viajeros que vienen por las promesas de los misterios del otro plano y el gran evento mensual.

Mientras que en el Plano de Ezhar la ciudad está rodeado de un desierto dorado, sobre un yacimiento de agua subterráneo al norte del muro de arena dorada, el cual se extendía de manera exclusiva a lo ancho por el sur creando una misteriosa ilusión, diseñada para engañar a cualquier visitante no deseado del otro plano —Ja, como si los hubiera —con una arquitectura y estilo de edificación diferente por necesidad. Ya que las casas eran de piedra o cemento, casi todas eran de una planta, aunque en los últimos diez años lograron arreglárselas para poder construir más de un piso. Ese plano también es donde cultivan en su totalidad el trigo, pues bien, también plantan otras cosas y practican ganadería, creen con fidelidad que la arena dorada perfecciona con sus nutrientes a esta, lo cual hacen con razón.

Dueña de una población que excede los veinte mil en ambos planos, es quinta ciudad más poblada del continente, y la gente de allí afirma que también que es la más segura por tener a uno de los Anillos Sagrados como parte de los líderes de la guardia de la ciudad, uno de los Guardias Dorados.

En esa hermosa ciudad, la presencia de Airys y Seng sería clave en los sucesos de uno de los peores eventos en la historia del continente.

El día en que el cielo se dividió.

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—¿Cómplice? —Gregory le echó un ojo a Zamir, maquinando qué se habían robado al otro lado del espejo que fuera tan grave como para interrumpir su día libre.

Melody se zafó de los brazos de Gregory, forzando un puchero en su rostro para imponer autoridad, le jaló el pantalón a Zamir y le sacó la lengua.

—¡Se más educado! —dijo y la enorme cabellera celeste llamó atrapó su atención. —¡Qué bonito!

Melody se acercó a manosear los cabellos de Airys, no se creía que fueran de un perfecto celeste como el de sus sueños, tanto así que agarró un mechón y lo puso encima de su cabeza.

—¿Me queda bien?

—¡Melody no! —Samantha le gritó a Melody y la apartó de Airys con un jalón.

—Sí, bien echo Samantha —Zamir se agacho y estiró su mano para acariciar la cabeza de Melody, quien le rechazó el gesto. —esta chica es una criminal, aunque la derroté podría despertar en cualquier momento.

—¿Qué? No, Melody no debería jugar así con alguien desmayada, es de mala educación —aclaró Samantha y Zamir apretó el rostro para aguantar el potente gancho moral que recibió.

—¿Qué fue lo que robó? —dijo Gregory.

—¿Eh? ¿no te avisó Padd? —Zamir se enderezó y estiró el hombro donde había cargado a Airys. —Nos robaron uno de los espejos de la ciudad.

Melody siguió ojeando a Airys, cada que Samantha le quitaba el ojo de encima, manoseaba el cabello de Airys.

—La encontré a las afueras de la ciudad, de seguro lo usó en cuanto lo recibió —añadió Zamir.

—¿Sabes por qué?

—No me quiso decir nada, lo negó todo.

Tras escuchar esa frase Gregory se rascó la barbilla con un rostro lúgubre.

—"¿Esa chica fue contratada por ellos? Si Zamir pudo derrotarla por sí solo no debe ser una luchadora, ¿por qué estaría sola? No tiene sentido" —Durante todo ese rato, Melody corrió de Samantha para acercarse a jugar con los cabellos de Airys, dieron un par de vueltas alrededor de Gregory, al final Melody se tropezó con la pierna de Airys y cayó encima de ella.

—¡Ah, sangre! —chilló Melody.

—¡Está sangrando por la cabeza! —Samantha apartó algunos mechones y notó la sangre.

—Pues claro que lo está, tenía que retenerla —explicó Zamir. —Era más sencillo así.

En ese momento, las distintas ideas rondaban la cabeza de Gregory se disiparon junto con un clic.

—¿Me dices que lo negó todo?

—Pues, sí…

Gregory le dio unas palmaditas a Zamir en el hombro y recogió a la mocosa en brazos.

—Chicas, vamos un rato a visitar a Padd, ¿les parece?

Samantha cruzó los brazos y volteó los ojos, tal parece que el día libre le duró unas seis horas. Cada gesto de su sobrina le sacó una gota de sudor nerviosa al pobre Gregory.

—¡¿Padd también tiene el día libre?! ¡Sí, vamos a jugar con él! —La respuesta de Melody convenció a Samantha, después de todo, es ella quien tiene que disfrutar del día.

—Que sea rápido.

—A sus órdenes princesa —Gregory hizo una reverencia y una masa transparente surgió de sus manos, rodeó a Airys y la encerró en una esfera que flotó con lentitud a su lado, meciéndose de arriba abajo.

—¡A mí también, a mí también! —Melody le jaló la camisa a Gregory.

—Claro.

Gregory poso su mano sobre la castaña nuca de su sobrina y creó la sustancia alrededor de ella. Melody cerró los ojos mientras el pseudo-líquido transparente la cubría, la sensación era como caminar dentro de una enorme gelatina, pero muchísimo más limpio en comparación.

Una vez se formó la esfera, flotó al lado de Gregory como la otra. Dentro Meoldy sonrió y río emocionada, no entendía por qué no necesitaba tocar los bordes de la esfera amarillenta, por otra parte, le encantaba poder dar vueltas dentro de la esfera como si no existiera gravedad.

—Ya sabes las reglas —reiteró Gregory y con un empujoncito dejó ir a Melody por los aires.

No importa cuántas veces lo haga, siempre es algo espectacular, un paseo asombroso al cual tiene acceso privilegiado. Melody abrió los ojos de par en par, la enorme ciudad en la que vivía adquirió nuevos matices, en lugar de tener molestos edificios bloqueando toda su visión, ahora podía observar los techos de la mayoría de las casas. La gente la saludaba cuando ella les llamaba, pequeñitos, adorables. Lo único que se interponía en su rango de visión era una de las torres de vigilancia de la ciudad y los muros de la ciudad, muros que de seguro podría superar con facilidad si Gregory así lo quisiera, o al menos eso supone.

Pasó junto a la torre más alta de la ciudad, en donde observó a uno de los guardias de la ciudad tomando un descanso con un paño sobre la cara, por lo que se volteó de cabeza y le dio un golpecito por dentro a la esfera para impulsarse cerca. Una vez al lado de la torre gritó "¡BOO!" a todo pulmón y espantó a ese guardia tan fuerte que se cayó de su silla.

Samantha fijó su mirada en su hermanita en medio de los cielos, era un complicado para ella verla con claridad —porque desconocía sus problemas en la vista —, así que se esforzó demás sin querer.

—¿También quieres? —comentó Gregory notando lo que él creyó era envidia en su actitud.

—No hace falta tío Greg.

—¿Por qué no? No tiene nada de malo dejar que te mimen.

Samantha le devolvió una sonrisa postiza que no comprendió en absoluto y siguió caminando. Y pensar que ya estaba en esa edad peligrosa.

—¿Qué hay de mí Señor Greg? ¿Puedo? —Zamir se señaló sin una sombra de vergüenza.

—E-eh… ¿por qué no?