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Chapter 26 - 26: Acianos

Airys esperó con paciencia en la copa de un enorme árbol de hojas escarlatas, con la mirada fija en el horizonte y la puesta del sol, vislumbró la llegada de Hojita. La recibió con una sonrisa.

—¿Encontraste algo?

—Pi pi —negó y se posó en su hombro.

Airys suspiró, Seng la iba a regañar otra vez. Con desanimo se sumergió entre las hojas y se deslizó con una mano en una liana hecha a mano, no tardó nada en chocar con la superficie del escondite.

El lugar era un majestuoso hueco natural, espacioso, cubierto de un techo de color rojizo que atenuaba la luz, perfecto para ocultar la cabaña que Seng decidió construir hace un par de años, un paraíso oculto.

Siete días habían pasado desde aquel día.

Airys bajó usando algunas ramas —tan grandes como una persona" como escalones con saltos agiles y veloces, tras un pequeño resbalón, se repuso y piso el suelo de la cabaña de Seng. Apartó la tela que tapaba la entrada y entró en ella.

La decoración —sí es que se puede llamar a eso decoración —era una porquería, ropa arrinconada en una esquina, cero muebles. En serio, daba vergüenza ajena, mataba la atmosfera mística de afuera, lo único rescatable eran los muros.

Seng no tardó en suspirar enojado al verla. Él estaba sentado recostado del muro, en el fondo junto a Layd, quien estaba recostado sobre un pedazo de tela que actuaba como una cama súper improvisada.

El estado de ambos era abismalmente diferente. Cuando Seng los encontró ese día, Airys y Natsume se horrorizaron, es decir, Layd tenía la nariz y los labios rotos, pero ellas podían notar que las extremidades de Seng fueron quebradas. Sin embargo, con el pasar de los días, su salud mejoró mucho en comparación con la de Layd.

—¿Cómo sigue Layd? —preguntó Airys.

—¿Cómo crees? —cuestionó Seng. —La fiebre ya casi bajó, pero no ha aprendido a usar su alma para recuperarse todavía —explicó con desdén.

—P-perdón —musitó Layd, aspirando agotado, repleto de sudor.

Seng no estaba curado por completo, seguía con magullones y morados debajo de su ropa y en los brazos, como sea, lo peor para él había pasado.

—¿Dónde está Natsume? —Airys se asomó por la entrada para echar un ojo.

—Fue a buscar la cena —dijo Seng.

—¿Sola? —dijo Airys.

—No es que yo pueda detenerla —Seng aclaró dejando ver sus malheridos brazos.

Se quedaron en silencio por un minuto. Airys evitó hacer contacto visual con Seng y este no apartó la vista de ella, de manera gradual el ceño de Seng se acentuó al punto en que cerró los ojos y se sobó la frente para no explotar.

—¿Y bien? —Seng subió el tono, un escalofrío recorrió el cuerpo de Airys y Hojita se ocultó detrás de lla. —¡Habla!

—¡S-sí! —Airys se enderezó como un militar. —Pues… ni Hojita ni Sandy han ubicado el paradero de mi espada o Garyon —informó nerviosa.

—Ya veo… —Seng cruzó los brazos pensativo.

Airys entrecerró los ojos esperando alguna clase de reprimenda —lo usual —y se extrañó al notar la reacción de Seng.

Ese día, tras llegar al escondite, luego de enterrar a Echsos en la base del árbol, Seng le contó sus sospechas de la situación y al día siguiente Hojita y Sandy la verificaron.

Garyon seguía con vida.

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Bajo órdenes de Airys, Hojita fue al lugar donde cayó Garyon para toparse solo con las huellas en la tierra. Sandy fue directo a la ubicación del cadáver de Eheron y lo que todos estaban esperando era que viese algunos restos carcomidos por los animales o nada, fue una sorpresa el imaginarse lo que Airys le contó cuando Sandy regresó.

Encima de aquel otro escondite de Seng, había un par de estacas de madera clavadas sobre un montículo de tierra, alguien lavó y enrolló las cadenas alrededor de las estacas.

Entonces surgió la pregunta: ¿Por qué no los buscó para vengarse?

—La razón, soy yo —enunció Seng esa tarde mientras combatía con el ardor de todo su cuerpo. —Lo más seguro es que, aunque quiera encontrarnos, sabe que yo me encargué de su compañero y por eso no puede simplemente aparecerse. Por supuesto, de seguro también tiene que recuperarse de las heridas.

En efecto, Seng acertó.

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—Quiero que mantengas vigilando a tus criaturas lo más que puedas, Garyon debe casi estar recuperado.

—Mis "criaturas" tienen nombre —esputó Airys y se ganó un fulminada con los ojos por parte de Seng.

—Solo hazlo —refunfuñó.

—Iré a buscar a Natsume —avisó sin darle tiempo a Seng de decir algo y se fue junto con Hojita mientras la hadita le sacó la lengua al maestro gruñón de su amiga.

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Natsume se arrodilló.

El árbol junto a ella la hizo quedar diminuta, las raíces eran tan grandes que aún de pie era más pequeña. En uno de las decenas de espacios entre las raíces, estaba la sencilla tumba de Echsos. Un circulo de piedritas encima de su lugar de entierro, con unas flores azules plantadas en el centro.

Se tardó cinco días, pero por fin halló flores del color favorito de su hermanito.

Sí, siempre dijo que le encantaba el color azul, no recuerda con exactitud la tonalidad… de todos modos, ya no le puede preguntar.

—¿Por qué?

Incapaz de reprimir sus emociones, soltó esas palabras.

Sus ojos se llenaron de lágrimas.

Cuando por fin se sentía parte de una familia de nuevo, que se abría a las personas, cuando por fin comenzaba a superar la pérdida de su hermana mayor, madre y padre… pasaba esto.

Se aferró al suelo, desahuciada.

—¿Por qué Echsos? —balbuceó. —¿Quiénes eran esas personas? ¿Por qué te… quién se los pidió?

Las recién plantadas flores recibieron su primer riego, un par de gotas amargadas, cargadas de pesar.

—¿Qué le hiciste al mundo… para que te quisieran muerto? —Se ahogó un segundo. —¿Por qué te pasó esto? Solo… solo eras un buen muchacho… ya… ya habías sufrido suficiente…

Natsume continuó repitiéndose las mismas preguntas, no porque carecieran de respuestas, al contrario, las repitió para no avanzar, para que su cabeza no llegara a la única y obvia conclusión.

Aquella verdad que conoce desde pequeña, la frívola realidad.

Airys le observó sollozar desde lejos. Mantuvo silencio, no quería interrumpirla. Miro su palma izquierda y revivió la sensación de ese instante, cuando conecto el puñetazo en el rostro de Maryon… cuando compartió su alma sin querer.

—Mejor le ayudo a buscar comida —Se inventó una excusa y bajó lejos de Natsume.