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Chapter 22 - 22: Ruptura

—¡¿Qué demonios?! ¡¿Qué le pasó a Layd?! —Airys chilló.

Era la primera vez que veía a alguien en ese estado. Ni las peores caídas o las quemaduras de los herreros de su pueblo se comparaban a esa atrocidad en el rostro de Layd. Hinchado, enrojecido, ensangrentado, roto. Se mareó y su interior retorció hacía adentro.

Los profundos ojos plateados de Sandy se fijaron en Garyon, gruñó para avisar a su ama del peligro que tenían enfrente, el causante del conflicto.

—"¿Eh? Ah…" —razonó Garyon dentro de su cabeza. —"Es la invocadora, con razón me impacto su presencia, debe tener más de una a la vez… qué problema."

—¡No te muevas! —exclamó Airys recién vio que Garyon alzó su mano una minúscula distancia. —¡Natsume, Echsos, hay que salir de aquí! —avisó y apuntó una hoja hacia Garyon.

—¿Una hoja? ¡Ah jajaja! ¿Esa hadita era tuya? —Los ojos de Airys se inyectaron de sangre, logrando que su brillo plateado destacara tanto como su innegable expresión de frustración y desprecio. —¿Cuántas veces crees que puedas invocar a esa cosita?

Mientras Airys hablaba con aquel psicópata, Natsume no desaprovechó el tiempo e hizo lo que más sentido tenía para salvarlos a todos. Frente a los ojos de Garyon y como si Airys estuviera preparada para ello, montó a Layd en Sandy en los brazos de la peli azul y corrió a tomar a Echsos.

Sandy no tardó ni medio segundo en comenzar a girarse para salir huyendo, sin embargo, el ojo de Garyon se tensó por la rabia y le vibró al contemplar ese instante.

—¡¿QUIÉN LES DIO PERMISO?! —Pisoteó el suelo junto con esas palabras y una extraña sensación cubrió a Airys que de pronto calló al suelo como si Sandy le hubiera dejado atravesarlo.

Pero era peor que eso, había desaparecido.

—¡NO ME IGNOREN MOCOSOS DE MIERDA! —Garyon se apróximo un par de pasos a Natsume, la cual retrocedió con miedo de ser afectada por esa misteriosa resonancia. —Estoy harto de que se interpongan, no es como si fuera a lastimar al chico si no se resiste. —Calmó el tono de su voz como si no le hubieran hecho rasgarse la garganta en su oración anterior, mostró las palmas de la mano e imitó la mejor sonrisa falsa que se pudo imaginar.

El avanzaba, ella daba un paso atrás, él aparentaba calma, ella se aferraba su hermanastro.

—¿En serio… los vas a dejar a ellos? —Garyon ni siquiera tuvo que girar los ojos para verlos. Conforme había caminado recortó la distancia entre ambas parejas.

Era una pesadilla.

Echsos estaba temblando atrapado por su propia resonancia, incapaz de razonar, abrumado por la absurda cantidad de información que expulsaba Garyon al usar su resonancia. ¿Por qué tenía que funcionar así la resonancia de su hermanito? ¿Aquel sujeto le podría lavar el cerebro sin más que poner un dedo sobre él? Todavía podía huir con él… el rango eficaz de Garyon no llegaba hasta ella y no le costaría salir corriendo, abandonando a Layd y la chica esa… Airys… No… no…

Garyon soltó una pequeña risa.

—Veo que entiendes, —Se limpió la sangre que salía por su nariz. —este mundo es injusto. Pero descuida, —Alzó los brazos al cielo. —me encargaré de cambiar/

El mismo Garyon detuvo su repetitivo discurso cuando sintió las presencias de esos dos. Giró su cabeza de manera repentina lo cual por reflejo causó que Airys y Natsume dirigieran su vista al mismo sitio.

El ruido de boomerang llegó de entre los árboles y pronto el boomerang llegó sobre una de las ramas y Maryon se tele portó en la pose exacta para quedar sentado en la rama y atrapar su boomerang.

—Qué molestia. —Sudó nervioso por la ridícula situación que presenciaba. —¿Qué rayos pasa con la popularidad de ese niño?

Natsume le dedicó una mueca de duda a Airys quien no supo cómo actuar, la verdad se avergonzó por traer más problemas, aunque no sabía pues.

—Deja de quejarte, tenemos suerte —dijo una voz femenina detrás de unos arbustos que desorientó a Garyon —. Así podremos cazar dos conejos a la vez, ¿no es así, Garyon? —Andra se abrió caminó por las hojas con calma y estiró su hombro derecho.

—"Como extraño los días de antaño" —Garyon maldijo la desgraciada suerte que le afligía desde los cuarenta.

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Angustia.

La posición en la que se encontraba carcomía sus energías. Las cadenas rozaban y estrujaban su piel directamente; su sombra era inútil, su ropa inexistente, acero contra piel. Debajo de esa capa de "protección" los músculos de Seng se embarcaban en una imposible odisea para poder comprar su preciada libertad… porque Eheron se aseguraba de sabotear y cortar sus talones en cada paso.

El ambiente fue ahogado por el sonido de las cadenas tensadas, el temblor por las acciones de esos dos, un Réquiem áspero.

El rostro de Eheron estaba cubierto de una tela roja de furia, su cabeza sudaba como si fuera el día más caliente del siglo y bajo esos puños cerrados las marcas se incrustaban hasta sus huesos. Qué horror, ese condenado sujeto no podía ser más terco.

Aplicó una mayor fuerza y —para ello aplicó cada gramo de su cuerpo —jaló cual egipcio al azar las pirámides. Ni siquiera la potente alma de Seng tuvo oportunidad y cedió ante la presión incesante. Sus manos se retorcían en una agónica solicitud de ayuda, tocar las cadenas era una ridiculez, ni con las uñas más gruesas de su vida haría una marca real para el anochecer. Sus piernas tampoco servían, la esperanza de poder zafarse corriendo era contrarrestada por una táctica idéntica por parte de su carcelero.

Su destino estaba sellado.

Un objetivo quieto, concentrado, sin opciones de movimiento. Seng perdió.

No tiene que ser rápido, sino constante. No debe ser vigoroso, solo resistente. No había porqué impacientarse, mientras logre asestar golpes con las cadenas podrá diezmar a ese monstruo.

Así es, Eheron se dedicó a utilizar cada mínima oportunidad que —en la que su enorme libertad de acción y postura relativa a la diminuta de Seng —surgió para azotar al chico de los mechones en cualquier lugar posible.

Crack

Pas

Tan

Durante eses interminables segundos, Seng no paró de utilizar su sombra para detener los impactos, sin algún cambio en los resultados.

—Ríndete —exigió Eheron.

El cuello de Seng flaqueó y dejó caer su cabeza al frente. Ahora que lo pensaba… ¿por qué era que peleaba? Si era para poder ayudar a los demás, pues su cuerpo ya no estaba en condiciones. ¿Para quitarles un peso de encima a los demás? En realidad, eso no es que afecte en nada, Garyon debe tener una ventaja abrumadora y la única que sería capaz de escapar sería Natsume… si abandona a Layd… en ese contexto Eheron no pinta nada, un mero rostro que dejar atrás con su velocidad.

¿Así que…?

La cabeza de Seng comenzó a temblar, de pronto esos movimientos agresivos tomaron sentido en forma de una risa, una psicótica y sincera risa. Alzó la cara y con una mueca de felicidad comprendió que peleaba por…

NADA.

—¡Púdrete! —exclamó y recibió otro cadenazo en la boca.

¡Si su pelea carecía de motivo en un principio… claro que ahora lo tiene! ¡¿Rendirse y otorgarle la victoria a su adversario?! ¡¿Que se quedé con la satisfacción de afirmar que lo derrotó?! ¡Jamás! ¡Ni loco! ¡Él es Seng! ¡El elegido nunca pierde!

—"¡YO SOY EL ELEGIDO!" —aseveró dentro de su cabeza y aumentó el volumen de su risa.

Y ese ruido no hizo más que aumentar. Eheron no comprendía cómo sonaba tan alto, sus gargantas deberían estar ardiendo, se supone que el dolor le obligaría a callar. Pero no paraba.

—"Es lo mismo de antes… ¡su maldita resonancia!" —teorizó en su mente sin detener la tortura. La fuerza de Seng era casi nula, cada golpe le era más sencillo de ejecutar, ¡¿sacrificó el bienestar de su cuerpo para armar un berrinche?!

Un chasquido extraño sonó en el oído derecho de Eheron y una minúscula pero caliente gota de sangre se deslizó hasta su barbilla. Aaah… ya… por supuesto… eso es lo que trata…

—¡YA CÁLLATE! —rugió Eheron sufriendo e ignorando el daño colateral de inmediato y redoblando la cantidad de daño que infringía al pobre Seng.

Un objetivo quieto, concentrado, sin opciones de movimiento. Pero que, ante todo, no se desmorona….

—"¡¿Cree que me importa quedarme sordo?!"

Un objetivo quieto, concentrado, sin opciones de movimiento. Que se deja cegar por su objetivo, se descuida y cae en el juego de su rival….

De repente algo se alteró. Una sensación fría entró en su cuerpo y las náuseas cubrieron todo su ser. Eheron paró los ataques y dirigió su cabeza abajo con pavor.

Cuando hizo eso descubrió el origen de su debilidad repentina, no obstante, antes de que pudiera espantarse por tener clavado una gruesa estaca de hielo en su entrepierna, un par más se insertaron violentamente en su rostro.

Primero en el ojo derecho. Soltó las cadenas y dio un paso atrás, vulnerable.

Durante el transcurso de la pelea, tanto Seng como Eheron cometieron varios errores cegados por su confianza, lo cual los llevó por un sendero peligroso sin salidas.

Sin embargo, el simple hecho de cometer más errores no es lo que te lleva a la derrota. No, no, es no soportar las consecuencias.

—¿Otra… resonancia…? —balbuceó Eheron al como caían las cadenas alrededor de Seng.

Todo ese espectáculo que montó Seng al final fue con el propósito de distraerlo de su jugada triunfal. Seng dejó de usar su alma para exprimir cada gramo de fuerza de su cuerpo no porque usar su resonancia del sonido junto con su sombra fuera difícil, para nada, lo hizo porque usó sus tres resonancias a la vez para cinco diferentes.

Con la sombra trataba de parar los ataques para no llamar la atención a la parte inferior de su cuerpo, las cosas en movimientos siempre distraen. También la usó para evitar caer al suelo y perder su pequeña ventana de oportunidad. Por último, a la altura del suelo, cerca de sus pies, usó su sombra como moldes para crear las estacas del hielo que generó y luego lanzarlas.

Había creado media docena de estacas por si acaso no acertaba, pero ya no eran necesarias, no todas. Eheron palideció. Seng obligó a su cuerpo a avanzar cual bestia usando su sombra.

Apenas lo vio venir, Eheron, incapaz de reaccionar, con su último aliento maldijo que los ojos y las pelotas no puedan potenciarse.