Diez metros de radio.
Entre un par de segundos a cinco minutos por metro.
Si el objetivo es visible es más sencillo, también si es alguien que conozca con anterioridad.
—Esas son las reglas que yo deduzco tiene tu resonancia —expuso Seng. —, lo más seguro es que cuando la controles sea más amplio el rango o más exacto el tiempo.
—Hm, comprendo —dijo Echsos. —¿Y cómo practicaré eso?
Seng se recostó de un árbol, cruzó los brazos y cerró los ojos para pensar en el mejor método. En el pasado cuando aprendía a usar su resonancia de hielo se obligó a estar en lugares calientes y se enfocó en no usar su cuerpo en absoluto, una situación de riesgo en la que la única solución era que su alma se adaptara y aprendiera a usar esa resonancia.
Esa clase de experiencias no se traducen demasiado bien en este caso —aparte de ser difícil de crear —, un ambiente donde deba leer el alma de las personas para sobrevivir implicaría un riesgo letal en comparado con estar muy cerca de una fogata por propia voluntad.
—Natsume —dijo Seng.
—¿Qué? —La pobrecita estaba sentada dibujando en la arena con una rama, extrañaba su cama.
—¿Qué hiciste para entrenar tu resonancia?
—No creo que te sirva de ejemplo —contestó ella. Seng alzó la ceja, de seguro era por temas de confianza, pero nada le costaba decir cómo desarrolló su resonancia; después de todo él ya la había visto.
—Sí, Natsume es un prodigio. —Layd subió por el acantilado, se arrastró hasta que sus pies estuvieran tocando por completo tierra firma y se levantó suspirando con alivio. —Ella llegó al orfanato apenas hace unos meses y se ganó por la fuerza el puesto número uno. —Caminó hasta estar al lado de Echsos.
—¿En serio? —dudó Seng y le observó.
Natsume apartó la mirada, no le agradaba tocar este tema y se lo hizo saber a Layd con una mueca de desprecio sutil que fue ignorada por el joven moreno a sabiendas.
—Si no fuera por su edad, ella debería llamar a Echsos hermano mayor —se rieron él y Echsos. —¿Y dónde está la chica de pelo pintado?
—Fue por comida y no ha vuelto —respondió Seng.
—A todo esto, —Les interrumpió Natsume —¿por qué se pintó todos los cabellos y tú solo te salpicaste tinte encima? ¿También siguen esa estúpida moda?
—"¿Moda?" —pensó Seng. —E-es que no calculamos bien y así quedé. —Se inventó una excusa tonta. —"¿Ahora la gente se tiñe el cabello de azul…?"
—Debo admitir que el cabello de Airys se ve excelente, en los otros que he visto siempre se notan partes que faltan —comentó Layd.
—Sí, sí, también es la única que tiene los cabellos tan largos —añadió Echsos.
—Así que eres parte de ellos, eh… —musitó Natsume.
Seng sudó frío, cada vez que alguna moda se esparcía por ahí las personas parte de esa ola eran alguna clase de idiotas, fue lo mismo cuando los niños creían que podían imitar las resonancias de algunos adultos si pasaban por las mismas experiencias peligrosas que ellos. No hay que mencionar cuántos padres se quedaron sin hijos.
—Yo quiero aclarar algo —espetó Seng llamando la atención de los otros tres que dejaron el tema atrás. —Fue porque la Mocosa dijo que eso le ayudaría a concentrarse y a mí me terminó salpicando.
—¿No dijiste que habías calculado mal? —replicó Layd.
—Calculé mal lo fácil que sería salpicar el tinte —rectificó con una rápida gimnasia mental.
Layd le restó importancia, sin embargo, Echsos supo de inmediato que se trataba de una mentira gracias a su resonancia y solo decidió callarse al respecto para ir practicando el retener ese impulso que tantos problemas le causó. Natsume por otro lado sintió que eso era falso, no podía afirmarlo con seguridad; no obstante, cuando habló con él de cerca no notó ninguna raíz de otro color y —bien no revisó ese aspecto —no le encontraba al sentido a tener cabellos en proporciones aleatorias azules y negras en un extraño y feo balance. Así no funcionan las salpicaduras.
—Como sea, ¿qué hay de ti Layd? ¿Qué hiciste para entrenar tu resonancia cuando la descubriste? —preguntó Echsos.
—Oh sí, no soy un genio ni nada por lo que me tardé bastante en mejorar lo admito. —Se sentó al lado de Echsos y le agitó los cabellos. —Verás/
Seng súbitamente se enderezó y abandonó esa postura relajada. Layd se calló al verlo reaccionar así y cuando Natsume se levantó giró su cabeza en aquella dirección.
—¿Qué pasa? —dijo el más perdido, Echsos.
Los arbustos se agitaron a la derecha de Seng y de allí salieron dos figuras masculinas tras un segundo.
—Supongo que era imposible acercarnos tanto sin que nos percibieran, chico —resopló Garyon junto Eheron. —Es un placer conocerte, Echsos —sonrió con una serenidad perturbadora, idéntica a la sonrisa de un cuervo cuando su presa está moribunda.
La atmosfera se hizo pesada. Esos dos sujetos eran diferentes a la pareja que les causó problemas la última vez, el hombre de las cadenas era tan imponente que Layd lo pensaría dos veces antes de usar su resonancia y exponerse como blanco fácil. Echsos sudó frío.
Seng maldijo en silencio a Echsos, deseó que fuera menos tarado y se lamentó no haber obtenido la respuesta que tanto anhelaba.
—¡Natsume, Layd, hagan lo que hagan no se acerquen al hombre al lado del chico de las cadenas! —esputó Seng.
Garyon abrió los ojos sorprendidos, no cada día ves a alguien mover la boca y respirar con fuerza sin escuchar una palabra. Soltó una leve risa y Eheron supuso que ya se había dado cuenta de uno de los poderes de los estorbos.
—Dime chico, ¿quién eres? —preguntó Garyon, no obstante, Seng estaba usando su resonancia para compartir lo que sabía con Echsos y los demás.
—¡Ese sujeto es Garyon, es un psicópata que caza personas con fuertes resonancias! —Natsume trató de hacer una pregunta, mas no se oyó siquiera ella misma. —¡Su resonancia es algo así como disminuir el efecto de las demás resonancias!
Seng acabó su frase y le dedicó una mirada de odio a Echsos similar a la que vivía ocultando para con la Mocosa.
—"¡¿Garyon?! ¡¿Ese Garyon?!" —intentó decir Layd sin éxito alguno y supuso que era por la habilidad de Seng.
—¡Hay que huir! —rugió Seng.
Echsos inició a levantarse junto con Layd con esa orden, Seng señaló a su derecha y Natsume esperó a que aquel par de tortugas se movieran para comenzar a moverse. En esos cinco segundos eternos que les tomó a Echsos y Layd pasar al lado de Natsume; ella y Seng vigilaron a Garyon mientras hablaba cosas con un rostro irritado.
—"¿Está hablando con él?" —dudó Natsume incapaz de oír a nadie.
Garyon inició a moverse en su dirección apenas se comenzaron a alejar, fue cuestión de instantes. Seng trató de correr junto con ellos, pero Garyon fue inteligente y cortó la ruta.
—¡¿Te parece divertido callar a los demás?! —masculló Garyon mientras estiraba el brazo con intenciones de agarrar a Seng por el rostro con sus gruesas y ásperas manos.
Para sorpresa de los presentes —y en especial para Seng —oyeron el grito de Garyon con claridad. El ataque era inminente y parecía que Seng no podría esquivarlo y continuar su huida, sin embargo, se paró en seco e inclinó para atrás; con lo cual pudo evitar el agarre de ese hombre. Echsos, Layd y Natsume se detuvieron por inercia preocupados por su guía. Seng no tardó un segundo y trató de propinarle un puñetazo a Garyon en la ventana de oportunidad que le otorgó aquel agarre fallido tan descarado y de no ser por Eheron hubiera cumplido su objetivo.
Una larga cadena se enrolló y atrapó el brazo izquierdo de Seng. En el otro extremo Eheron mantenía en su lugar el brazo de Seng que temblaba por ambas aplicaciones de fuerzas.
—¡¿Qué esperan?! —exclamó Seng a los tres espectadores, apenas lo conocían desde un día, poco tiempo, sí… suficiente para que esa cara perturbada y estresada de Seng les comunicara un grado de temor superior. Ese hombre engreído que era capaz de tenerlos en jaque a ambos, Natsume y Layd, ahora era un joven que expulsaba inseguridad.
Layd y Natsume no lo pensaron ni medio segundo. Natsume tomó la mano de Echsos y retomaron su huida. Seng se lamentó haber aceptado aquel trato y aceptó que de seguro tendría una de las peleas más letales de su vida, quizás la última.
Para su suerte —o desgracia —Garyon le ignoró y procedió a perseguir a ese trío.
—"¡¿Es una maldita broma?!" —pensó. Primera vez en años que decide sacrificarse así ¿y lo van a ignorar? ¿Cómo rayos se atrevía?
Apretó los dientes furioso. Él reconoció a su oponente, de hecho, no era la primera vez que se veían… y aun así, lo ignoró por completo para ir tras de ese chico. Lo lamentará.
—¡Natsume ten cuidado al usar tu resonancia! —vociferó como último consejo para las pobres victimas de Garyon. —Yo voy en un rato —prometió tras enderezar lentamente su brazo izquierdo en contra de la voluntad de Eheron y sostener la cadena con el derecho.