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Chapter 15 - 15: Madre

No era una pesadilla.

Lo más cercano a esa experiencia era el llevar varios días en vela y desmayarse.

Una falsa calma.

El alivio que le viene al cuerpo al querer despojarse del dolor.

Para Airys, el derredor era una neblina efímera que se disiparía con el mínimo toque.

Era curioso.

Su madre siempre le había acariciado su cabello al peinarle.

—"Mi mejor amiga tenía unos cabellos tan hermosos como los tuyos"

Su mente se perdía en las nubes y una calidez le indicia al sueño cada vez que ella hacía eso, el placer y la seguridad que le proporcionaba era el producto de una estrecha relación. Airys siempre creyó que su cabello era algo especial, que la coloración celeste le imbuía un aura sagrada, un mensaje de los cielos de que sin importar qué, tenía la obligación de protegerle.

Sabiendo de dónde proviene parte de ese misticismo moría, y otro significado nascía de entre sus rescoldos.

El no conocer a tus verdaderos padres… no es sencillo.

Nunca le faltó amor, al contrario, sus padres y hermanos le dieron todo el cariño que requirió en su infancia.

—"Tu pelo es azul porque eres una angelita del cielo" —Era la frase favorita de su padre al mimarla.

Pero la verdad es que su cabello es celeste por su madre biológica, porque la madre de ella también tenía el cabello así y porque su ascendencia hizo ese pacto en el pasado.

Un presente del más allá.

Le era imposible pensar en cómo habrán sido.

¿Eran buenas personas?

¿El cabello de su madre era igual de hermoso?

¿Qué les pasó…?

No es su culpa que murieran, vivir con Syria fue una enorme bendición, sin embargo, su vida… pudo ser diferente.

Cada que trataba de realizar la autopercepción su menta quedaba atrapada por estos pensamientos de su origen.

—"¿Qué tienes linda?" —recordó aquella vez en la cual lloraba.

Llevaba puesto el más nuevo vestido blanco que Syria le había cocido, solo que estaba repleto de barro.

—"Los… les dije a los amigos de mi hermano lo que papi me dice" —lloriqueó Airys, incluso en ese entonces era una chillona. —"Y, y… ellos dijeron que no era cierto."

—"Ay mi vida, sabes que tu papi no miente."

—"Pero se rieron de mí y cuando fui a pegarles me caí en un charco y se fueron riéndose de mí"

—"Airys mírame a los ojos" —La pequeña Airys paró su drama. —"Dime qué ves"

—"A ti mamí."

—"Sí —rio un poco. —, pero enfócate en mis ojos, ¿qué ves?"

—"A mí…"

—"Exacto, —Syria la alzó en sus brazos y quedó igual de embarrada de porquería que ella. —lo que veo con mis ojitos es mi pequeña angelita de cabellos celestes"

Le hizo unas cosquillas con la punta de la nariz en la frente, Airys se retorció de la risa.

Fue divertido ver a su hermano perseguir a sus amigos también, gritando en venganza por su hermanita.

Esa memoria es inolvidable, esa serenidad de su madre es incomparable. Pudo ver desde el hombro de su madre aquel charco mientras se alejaban, pudo visualizar aquel reflejo de la pequeña Airys.

Su rostro se transformó en su cara actual y la pregunta circundó su alma.

—"Dime Airys, ¿qué ves?"

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Echsos sintió un Shock. Abrió los ojos se sentó y se sacudió el repentino subidón de energía, no obstante, fue recibido de vuelta por un soberano lepe en la frente por parte de Natsumi.

—Eres un pequeño idiota.

—¿Y eso cuándo ha importado? —Echsos se sobó la frente.

El panorama que tenía en frente consistía de aquel acantilado icónico oculto detrás de su hermanastra agachada a su frente y la pequeña ventilación por donde se escapaba el humo de la fogata que debía tener Layd en el escondite. Mientras tanto Seng picoteaba con el dedo la cara de la Mocosa con una risa macabra y burlona —se esperó cualquier pose menos la de la prueba —; aunque la alegría en su rostro no duró mucho porque quería despertarla.

—¡Ya despierta! —rugió tocando un mechón de su cabello, listo para jalarlo.

—¡A mí! —chilló Airys al instante y por reflejo le dio una palmada a la mano de Seng para quitarlo, acto seguido aguantó las ganas de maldecir junto con el golpe de Seng que le tumbo de cara contra el piso.

—¿Algún avance? —cuestionó Seng tras dirigir su vista a Echsos. —Va contigo también. —Utilizó un tono más áspero y pateó a Airys suave, bajo sus estándares.

—Pues, —Airys se alzó con la cara sucia de tierra. —si alguien no me interrumpiera cada vez que voy a lograrlo —replicó con sus ojos plateados saltones.

—Excusas.

—¡Claro que no! —chilló.

Echsos se embelesó con la actuación de ambos, era algo incómodo pero bonito de presenciar; como las noches en el orfanato antes de que se enterase de esa realidad. Dudó un minuto si debía decirlo o no, porque si resultaba ser falso moriría de la vergüenza, se armó de valor y con el desarrollo de su potencial resonancia les contó:

—¡Vi lo mismo que viste, Airys! —Casi se sonroja al gritarlo.

Para su suerte, no fue el único que se apenó. Airys balbuceó como loca por un segundo, si se refería a ese sueño que tuvo, en el que era una niña, se ensució y lloró por una estupidez enorme, que Echsos lo haya visto también es… bueno, Layd podía ayudarla a que se la comiera la tierra.

—¿De qué hablas Echsos? —indagó Seng.

—¡No le digas! —Airys se tapó la cara. —¡Lo tienes prohibido!

Seng la enrolló con su sombra como un shawarma y se sentó sobre ella para callarla.

—No le prestes atención y dime.

Echsos recibió la mirada más flameante de ira de su vida por parte de Airys, claro que Seng percibió esa intención asesina y le apretó los cachetes con la mano derecha para apartarla. Después de un suspiro profundo Echsos les contó con exactitud el sueño de antes, los pensamientos de Airys.

—¿Eso fue lo que viste Mocosa? —indagó Seng a la vez que la amenazaba con unas garras de sombra.

—Sí…

¿En serio qué rayos? Avanzaba en lo que sea que tiene que avanzar para lograr descubrir sus resonancias y lo primero que le ocurría era más comprometedor que Seng leyendo su diario.

—La privacidad no existe… —balbuceó dejando ir su última pizca de orgullo.

—Hm… Supongo que es porque estaban cerca —Seng colocó el dedo índice frente a él justo encima de Echsos y midió la distancia con un ojo cerrado. —Creo que es algo bueno, tu resonancia está siempre presente, tal vez debamos hacer pruebas en lugar de que pierdas el tiempo como esta llorona.

—¿Qué clase de pruebas? —dijo Natsume.

—Pensaré en algo, tú pensarás en algo y nos iremos alejando poco a poco hasta que Echsos no reciba nada.

—Sabes que no puedo decidir qué información recibo —apuntó Echsos con desdén.

—No dije que fuera rápido. —Seng liberó a Airys. —No es problema, ¿o sí? —preguntó a Natsume.

Natsume negó con la cabeza y se aproximó a él.

—Cuanto antes acabemos mejor —le comentó ella.

—¿Qué hay de mí? —musitó Airys.

—Ve por el almuerzo —mandó Seng.

La pobre y adolorida espalda de Airys crujió y de mala gana ella se fue a cazar el primer desagraciado animal que no fuera más peligroso que ella.

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No es un tema del cual muchas personas estén versados, no obstante, con una sociedad cada día más productiva y facilidades como el no tener que conseguir el alimento por ti mismo, Airys era uno de los primeros resultados de esa clase de vida.

¿Pescar? ¿Con qué caña de pescar? No le quedó de otra que cazar a un Cohjeag —largo y estirado como un lagarto, blanquito y suavecito como un conejo, peligroso como ambos juntos. —y esa actividad le tomó alrededor de cuatro largas y agotadoras horas. Gracias a sus patéticos aproches de inexperta:

Intentó lanzarle la espada desde un árbol.

Falló, es mala apuntando.

Trató de tenderle una emboscada prediciendo hacia donde iría.

No lo logró, porque cuando salió de su escondite para asustar a la bestia el Cohjeag chilló más fuerte que ella y la espantó.

—¡Desgraciado Seng! ¡Odio tus estúpidas reglas! —berreó, sino fuera porque él le prohibió convocar a sus criaturas porque: —Tienes que ser independiente. —le remedó frustrada.

Harta de la tarea hercúlea que le mandó, decidió apostar por los resultados de su arduo entrenamiento, así que, tomó su espada y persiguió a la bestia de forma agresiva. El Cohjeag se asustó y usó sus patas para saltar lejos de ellas mucho más rápido de lo que Airys se esperaba, por suerte cuando iba a salir de su visión la bestia cayó en el mismo agujero donde ella había caído ayer.

Vio a la criatura retorcerse para escapar de allí y sintió solidaridad y un intenso deseo de morir por pensar que ella se veía así también.

—Aquí voy… —suspiró desmoralizada y se lanzó al agujero para matar al animal.

Esa es la historia de la quinta cacería más larga de su vida, detalle que jamás compartiría con nadie.

O al menos eso era lo que se repetía en su menta luego de sacar al Cohjeag muerto del agujero con la ropa sucia de sangre y tierra por igual.

—Oye, ¿esa no es la chica que estaba con el otro? —dijo Andra.

—¡Maldición! —exclamó Airys al ver a Andra, Erena y Maryon.