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Chapter 11 - 11: Escondite

Seng había usado cada truco de movilidad que tenía en ese recorrido; vueltas cerradas, caminos destrozados, pequeños atajos, senderos por el cual casi no hay opción más que arrastrarse. Cargar con Echsos no era un problema, no más que la increíble insistencia de aquella chica por seguirlos, aunque tomara grandes desvíos.

Un pequeño escalofrío recorrió su hombro al oír los frenéticos pasos de Natsume hacía ellos. Estaban por llegar al acantilado.

—¡No tienes salida! —exclamó ella desde atrás al divisar el camino sin salida.

—¡Yo no recuerdo haberte preguntado! —Seng se giró, faltaban pocos pasos para la caída de más de cincuenta metros que mataría a cualquier persona común. Él no detuvo nada de su ímpetu, en cambio, lo que hizo fue dejar en claro con su rostro que lo que iba a realizar era su plan desde el principio.

Dio un par de saltos en retroceso —tanteando la distancia que restaba—, cuando creyó estar en el punto correcto usó ambas piernas para impulsarse hacia el atardecer con tanta fuerza que revolvió el estómago Echsos por quinta vez consecutiva.

Echsos comprendía al cien por ciento el plan de Seng, aun así, esos métodos extremistas no le daban seguridad.

—Te veo con la Mocosa —murmuró en el aire y Natsume escuchó con claridad sin importar la buena distancia entre ellos. —Tortuga.

—¡Espera!

Seng y Ehcsos cayeron al vacío dejando el rango de visión de Natsume. Corrió igual que una madre que ve a su hijo al borde de un abismo, con la esperanza de poder ver cómo lograba Seng que salieran ilesos de esa estupidez.

La vista paranoica le gustó a Natsume, pero eso no le bastó para no reprimir la frustración que sentía por no poder ubicarlos con la vista. Tiró un potente suspiro que liberó una nube plateada de ese aire misterioso que surgía de su boca. Se rascó la cabeza pensando en qué debía hacer.

La opción de volver con la chica de pelos pintados y usarla como guía estaba presente… y se supone que el chico de la sombra no tiene planes aparentes de lastimar a Echsos.

Sin embargo…

—Tengo que intentarlo —musitó y procedió a insertar su mano en la nube plateada antes de que se dispersará.

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Layd obsercaba desde arriba del agujero como Airys se retorcía a la vez que se aplicaba sus energías en evitar verse adolorida o débil. Layd se rascó la cabeza y se agachó con una rara incomodidad por lo que veía.

—¿Estás bien?

—C-claro —chilló Airys. —E-en lo que salga de aquí vas a ver qué también estoy.

—Oye oye —suspiró —, ten en cuenta que en realidad no quiero lastimarte. Solo hice esto porque era una situación… ¿agresiva?

El plan era que el usaría sus poderes estando oculto a cien metros de ellos para crear dos agujeros. Con su resonancia era sencillo hacer eso siempre y cuando el enemigo no se moviera. Luego de acabar con los agujeros le daría la señal puyando la planta de los pies de Natsume para que esta se moviera a por Echsos.

Sin embargo, Layd poseía una duda molesta: ¿Cómo hizo ese tipo para evitar caer? Cuando deshizo la capa superficial dejó de sentir su presencia en contacto con el piso al igual que con la chica que yacía en su hueco; pero en vez de poder irse con Echsos, Natsume salió a perseguir al joven que de la nada entró en contacto con el suelo alrededor del agujero.

"¿Habrá saltado?" —meditó en busca de una respuesta con su única idea que tampoco era la gran cosa, saltar era una de esas acciones que también era capaz de percibir con claridad. "Ese tipo es peligroso"

—Vamos chica, te pienso ayudar a salir así que llévame donde Echsos.

Sentía una extraña preocupación. Ese sujeto era sin duda alguna alguien que podría ser capaz de enfrentar a Natsume y él apenas era capaz de determinar la última ubicación de ellos antes de que se salieran de su rango efectivo —lo cual solo reducía las posibles de infinito a la mitad de infinito según él—. Era un lío.

—¿Qué te hace pensar que te ayudaré? —Airys por fin se levantó y se dio cuenta que el hueco era de casi el triple de su estatura.

—Vamos, es obvio que no puedes salir de allí sola y que tu compañero gritó esa a todo pulmón para que te usáramos como guía.

Airys se frustró por esas palabras.

"Claro que puedo salir de aquí" —se dijo a sí misma y vio su espada clavada en lo alto determinada a saltar y alcanzarla.

Fue una verdadera pena que justo cuando iba a llevar a cabo su primer intento la espada supiera por la tierra como si fuera arrastrada directo a las manos de Layd.

—¿Por qué te soltaste de la espada cuándo caíste? —Layd sostuvo la espada en sus manos para apreciarla. Airys no lo notó desde su ángulo de visión, pero los pies de Layd estaban enterrados en la tierra al borde del hueco.

Airys se sonrojó de la vergüenza y sus ojos se llenaron de lágrimas. ¿Qué pasaba con ella? ¿Por qué no podía ser como ese idiota inteligente y asumir las habilidades de su adversario? ¿En serio su destino era perder antes de siquiera empezar a luchar?

—F-fue… ¡Fue un mal reflejo ¿sí?! —chilló apretando los puños.

—¿Quieres ayuda?

—S-sí… —dijo aspirando por la nariz como si estuviera por ceder ante las ganas de llorar.

Claro… si ese muchacho quisiera la matara en ese instante, no, también pudo crear unas estacas o algo con su resonancia y olvidarse de ella desde un principio. Probablemente, de seguro, Seng con su habilidad de escucha se enteró de esos agujeros… y por ello decidió arbitrariamente no decirle y usar su sombra como piso.

—Solo quédate allí un segundo —Layd desenterró sus pies y se apartó del agujero.

Después de todo esa chica era demasiado emocional como para dejarla salir de allí con él a rango de un puñetazo o algo.

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Cuando Seng se dejó caer se aseguró de usar su manipulación del sonido para que Echsos los gritos de Echsos no se dirigieran a los oídos de Natsume. Luego llevó acabo su maniobra favorita:

Dos metros abajo había una cueva debajo de ese acantilado —cueva que había descubierto en su época de niño mientras practicaba cosas mucho más peligrosas por órdenes de sus tutores— que de casualidad veía directo al sol cuando empezaba a ocultarse. Media cerca de unos cinco metros de ancho que se iban transformando en cerca de uno al avanzar y tenía una altura entre los dos y casi tres metros dependiendo del lugar.

Por eso era su lugar favorito.

Su sombra llegaba hasta la entrada de esta y lo único que tuvo que hacer fue esperar a estar en rango para solidificarla y crear un espacio extra de suelo en el cual caer para después caminar súper relajado a la cueva como si fuera algo rutinario.

Echsos se soltó en lo que pudo Seng. Se retorció en el suelo resistiendo las ganas intensas de vomitar, jamás había estado en un viaje tan agitado como ese; por poco y perdía la razón.

—Yo supongo que ya lo sabes, pero si quieres hablar usaré mi habilidad —Seng tomó un trapo que tenía sobre una roca en la pared para limpiarse el sudor de la cara.

—E-en serio… ¿cómo puedes soportar esos movimientos?

—Costumbre.

Echsos se recostó de la pared. El lugar se notaba que había sido modificado por Seng. Los muros y el suelo fueron alisados, había pequeñas rocas en las paredes que actuaban como repisas, se notaba que un poco más al fondo había preparado un lugar para una fogata y quizás hasta tenía una especie de chimenea o algo. Lo que más le pareció curioso era la poca cantidad de insectos que había caminando por ahí con tantas frutas en una esquina.

—Lo más probable es que la Mocosa venga en un par de horas con esos dos —comentó Seng.

—¿Por qué no le dijiste a Airys de la trampa de los pies cuando oíste el ruido?

—Oh veo que te enteraste.

—Puedo leer tu alma —aclaró de nuevo.

—Pues verás, yo…/

Seng se calló al recibir directo a su oído el ruido que no se esperaba en absoluto.

Natsume iba en descenso de cabeza. Su mirada se cruzó con los ojos plateados de Seng y esta de inmediato le devolvió una mueca de superioridad por haberse dado cuenta.

"Da igual, va a morir" —pensó Seng al verla tan lejos de la entrada de la cueva.

Natsume no dudo en estirar su brazo derecho en la dirección contraria; aquel que traía encima el aire plateado, y al hacerlo una ráfaga de viento surgió desde allí la empujo lo suficiente como para que ella fuera capaz de dar una voltereta i cae de pie un metro dentro de esta.

—Dije que venía por ti, —Pisoteó el suelo con la punta de su zapato. —Echsos.

—¡Natsume por favor escúchame!

—¡Cállate! —chilló cual hermana mayor frustrada —¡Desde hace días que estamos en esta cordillera solo porque te dio por irte! ¡¿Y qué haces cuándo te encontramos?! —le reprendió con tal fuerza que se convirtió en su madre.

—P-pero…

—¡Dije que silencio! —Le señaló con la mano. —¡Ya es la segunda vez mocoso!

Seng disfrutó del espectáculo con una mano en su boca —más que todo para no explotar e interrumpir—, era una chica divertida.

"¡Ahora!" —pensó Natsume al percibir la guardia baja de Seng.

El aire plateado que había acumulado debajo de sus pies estalló provocando que saliera despedida hasta la pared a la izquierda de Seng, rebotó con sutileza utilizando otra de esas acumulaciones de aire para terminar de rodear al aludido y así alcanzar a Echsos.

La risa tranquila de Seng continuó.

—Que idiota.

La sombra de Seng creció detrás de este hasta asimilar un muro que cubría la obvia única salida.

—¡¿En serio tu plan es este?! ¡¿Darme la mejor posición para usar mi sombra?!

Natsume tenía a Echsos en sus brazos. Tremendo error. No podía ver nada, todo estaba oscuro. Por su puesto que alguien con una resonancia así se beneficiaría de la luz del sol, ¿por qué rayos no lo supuso?

El rango efectivo de la sombra de Seng varia de entre un metro y metro y medio dependiendo de la intensidad de la luz que reciba, no obstante, él es capaz de extender su sombra más allá de esa distancia a cambio de que sea solo algo visual que no resistirían el agarre de un bebé; justo como los bordes de ese muro.

Natsume comenzó a tirar patadas y golpes al centro. Qué bueno que Seng iba a llevar a cabo la segunda y necesaria parte de su plan.

—¡P-por favor para! —imploró Echsos tomando del brazo a su hermanastra.

Ella luchó un minuto por liberarse.

—Vámonos de aquí —dijo al tirar a Echsos contra el suelo.

Se posicionó y liberó más de ese aire plateado.

—¿Qué haces? —Seng soltó su mejor mirada casual a través de lo que ahora era un muro de hielo en lugar de sombra. —Adelante, yo espero de este lado.

—Hermana, —Echsos atrajo su atención con un tono suave e sincero. —Confía en mí.

—No tengo tiempo para esto Echsos —le devolvió una cara de preocupación. —Se me acaba el tiempo —murmuró en vano porque Seng escuchó de todas formas.

—Confía —musitó Echsos.

Natsume chasqueó con la lengua y se sentó.

—Buena elección, —Seng le dio un golpecito al delgado muro de hielo con apariencia de cristal y quebró un taco enorme de este. Ni loco le daba tiempo hacer un muro resistente de ese tamaño. —Vamos a esperar a esos dos. —Se apoyó contra la pared.